lunes, 17 de agosto de 2009

¿Pasa el tiempo y no recibes lo que esperas?

DIOS DESEA QUE LE CREAS

Aunque no veas ninguna posibilidad, aunque veas que todo se ha ido cuesta abajo,
aunque veas que los recursos que dispones te son insuficientes,
aunque todos te desilusionen con sus palabras y aunque sientas que estas en el calabozo más profundo.
Es entonces cuando haz de creerle a Dios.
Es a través de estas circunstancias que llegas a la conclusión
que ningún factor humano ni circunstancial puede ayudarte, sólo Dios.
Es el momento para creer en el poder sobrenatural que sólo Dios posee y en la fidelidad de sus promesas.
Haz memoria de tus acontecimientos pasados, en los que pudiste
comprobar y testificar de cómo Dios obró de manera poderosa en aquello que no veias ninguna salida,
pues asi como lo hizo en ocasiones pasadas, también lo hará en su momento y
probablemente antes que finalice este año.
Sólo basta que le creas.
Recuerda que Él es poderoso para hacer todas las cosas mucho más allá de lo que pides o imaginas.
No dudes, ni cuestiones el poder y la fidelidad de Dios para contigo,
pues mientras te mantengas en incredulidad no verás el poder de Dios concretizarse en tu vida.
Acuérdate aquellas palabras que dijo el Señor Jesús:
"¿NO TE HE DICHO QUE SI CREES, VERÁS LA GLORIA DE DIOS?" Juan 11:40

DIOS DESEA QUE LE OBEDEZCAS

Es en los momentos difíciles cuando es necesario que des pasos de fe y
sólo se dan pasos de fe cuando se obedece a la voz de Dios sin cuestionarle
aunque humanamente hablando, sea imposible.
Abraham obedeció incondicionalmente la voz de Dios para salir a una tierra sin saber adonde iba,
obedeció aunque en esos momentos todo estaba en su contra.
Sigue las indicaciones que Dios te de en su Palabra aunque veas que todo se pone en tu contra.
¿Por qué Josué alcanzó las promesas de Dios?
Porque obedeció la voz de Dios pese a toda oposición.
Traigo a tu memoria aquellas palabras dichas antes de conquistar la tierra prometida:
"SOLAMENTE ESFUERZATE Y SE MUY VALIENTE, PARA CUIDAR DE HACER CONFORME A TODA LA LEY
QUE MI SIERVO MOISES TE MANDÓ, NO TE APARTES DE ELLA NI A DIESTRA NI A SINIESTRA,
PARA QUE SEAS PROSPERAD@ EN TODO LO QUE EMPRENDAS". Josue 1:7.
Sé obediente a la voz de Dios aunque veas gigantes que se te opongan para alcanzar lo que Dios te ha prometido

DIOS DESEA QUE LE AGRADEZCAS


Dios quiere que le agradezcas independientemente a cualquiera que sea tu situación,
pues todo lo que permite en tu vida es para tu bien,
aunque en ese preciso momento no entiendas el por qué de Sus propósitos.
Él sabe cómo y por qué permite situaciones inexplicables en tu vida, porque son para tu bien,
y es ante estas situaciones cuando haz de decirle: GRACIAS SEÑOR.
Es en esas situaciones en que Dios te está enseñando a tener un corazón agradecido y conforme,
en las que te está enseñando que tu gozo y paz no dependen de las circunstancias, sino de ÉL mismo;
en las que te está consumiendo todos esos estorbos que te impiden vivir en fe y en obediencia.
Asi que no reniegues si ves que aún no recibes lo que anhelas, no sea que por ello no lo recibas.
La nación de Israel, precisamente por renegar de la pedagogia de Dios tuvo que pasar 40 años en el desierto.
Que no te suceda a ti lo mismo.
Dice Pablo en su carta a los Tesalonicenses: DAD GRACIAS EN TODO, PORQUE ESTA ES LA VOLUNTAD DE DIOS PARA CON VOSOTROS EN CRISTO JESUS. 1 Tesalonicences 5:18.

DIOS DESEA QUE SEAS PACIENTE

Dios sabe en qué momento concederte aquello que anhelas.
Es esperando en ÉL, que aprendes a creer en sus promesas,
que aprendes a obedecer contra toda lógica,
que aprendes a agradecerle de antemano por lo que está haciendo en ti
y por lo que te dará.
Aprende a esperar en Dios y no en las circunstancias o personas y
recuerda que aunque para ti sea demasiado tarde, para Dios no lo es.
ÉL tiene su tiempo perfecto.
Deja que Dios te prepare, y no pretendas hacer las cosas antes del tiempo establecido por Él,
porque te irá mal. Mejor espera.
Recuerda que Caleb recibió lo que Dios le había prometido 45 años después. Josué 14: 6-15.

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domingo, 16 de agosto de 2009

Supuestos biológicos de la libertad humana

La persona humana se diferencia del resto de los seres vivos por ser una criatura hecha para la libertad

La naturaleza humana esta diseñada para tener órganos que sean el soporte biológico de las potencias o facultades espirituales y de la vida del alma o espiritual, que es principio unitario que vivifica enteramente el cuerpo y del que dimanan todas las facultades o potencias que contribuyen a que el cuerpo sea un organismo. Materia y forma se co pertenecen, aunque las facultades espirituales rebasen a las corporales (sobrante formal) y le posibilitan a abrirse a la libertad, gracias a la indeterminación que posee su naturaleza y a la apertura hacia su intimidad en un primer momento y después hacia los demás.

La persona humana se diferencia del resto de los seres vivos por ser una criatura hecha para la libertad. A través de la evolución fue adquiriendo las características necesarias para este fin:

• El hombre no se rige por los instintos, que controlan la conducta animal, sino por su inteligencia que le permite descubrir la verdad y naturaleza de las cosas y por su voluntad que lo mueve hacia lo bueno. Así la acción propiamente humana es la que decide sobre sus actos y se hace responsable de ellos.

• El ser humano no se concibe a si mismo como parte del cosmos, es una realidad superior, con capacidad de comprender y de transformar la creación para cubrir sus necesidades, es decir que no se adapta al medio, sino que adapta el medio a él, a través del pensamiento concreto y abstracto.

Toda su biología indeterminada nos habla de su apertura al mundo que le rodea:

- Su piel sin una cubierta natural que lo proteja.

- Unas manos capaces se realizar los múltiples proyectos de la creatividad humana, herramientas eficientes para expresar al espíritu humano.

- Sus pies y piernas, que le permiten caminar erguido sin una especialización particular que no sea la de desplazarse con equilibrio y suavidad y dejar las manos libres.

- Su rostro, expresión del alma. (Ojos y boca expresivos).

- Su cabeza sobre el resto del cuerpo, dando importancia a lo que ve de frente y arriba y restando importancia a lo de abajo y al bulbo olfativo.

- Un aparato fonador capaz del habla para la comunicación.

- Un ser humano indefenso y prematuro desde su nacimiento que le obliga a la dependencia de otros para su sobrevivencia y educación, y de la relacionalidad y de la cultura para el aprendizaje.

- Un cerebro capaz de ser conciente de sí mismo, de que piensa, de la realidad que le rodea; continuamente inquieto por encontrar la verdad de las cosas del mundo que le rodea; donde no sólo se almacena la información recibida sino que se clasifica y se interpreta, para posibilitar una respuesta informada, libre y conciente a los estímulos externos; con un pensamiento secuencial, relacional y lógico que le permite crear ideas; con zonas específicas para los diversos procesos necesarios para la socialización y la comunicación.

- Conciencia de sí mismo y de su interioridad.

- Conciencia de la forma en que el tiempo influye en él y de cómo puede hacerse dueño de éste a través del compromiso.

- Una actividad sexual que supera la finalidad procreativa y que se convierte en signo del amor y la donación personal.

- Un aparato digestivo que digiere de todo, que incorporó proteínas a su dieta favoreciendo la hominización.

- Un cuerpo que no posee instrumentos de ataque o de defensa.

- El cuerpo humano abierto, no cerrado en su biología, en su «pobreza» de especialización por indeterminación biológica, es presupuesto biológico para un ser libre. En su libertad radical es capaz de resolver con técnica lo que la «biología» le ha negado: Potencia con hábitos la inteligencia, la capacidad creativa, hace cultural su forma de vivir. El carácter de la vida, lo relacional, la apertura, lo afectivo, no sólo se manifiesta en la corporalidad, sino que la determinan.

fluvium.org

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sábado, 15 de agosto de 2009

Asunción de la Santísima Virgen María

15 de agosto

En el año 1950, cuando se declaró el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo, y en los meses previos a la Declaración, a pesar de que las comunicaciones entre los diversos países del mundo no podían equipararse en rapidez y eficiencia con las comunicaciones actuales, el tema de la Asunción de la Virgen en cuerpo y alma al Cielo, tuvo bastante difusión y se le dio mucha importancia, tanto en los medios eclesiales, como en los seculares.

Pero ... ¿qué pasó luego del aggiornamento que nos trajo el Concilio Vaticano II? ¿Dónde quedó el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen en cuerpo y alma al Cielo? Sabemos que la devoción a María disminuyó notablemente entre los Católicos a partir de 1960. En esa década se promovió -con mucho acierto- , pero tal vez en desmedro de la devoción a la Santísima Virgen, un catolicismo Cristocéntrico.

¿Por qué -entonces- es importante que los Católicos recordemos y profundicemos en el Dogma de la Asunción de la santísima Virgen María al Cielo? El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica responde a este interrogante:

La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos (#966).

La importancia de la Asunción para nosotros, hombres y mujeres de comienzos del Tercer Milenio de la Era Cristiana, radica en la relación que hay entre la Resurrección de Cristo y la nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra raza, ser humano como nosotros, quien se halla en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es eso: una anticipación de nuestra propia resurrección.

Más aún, la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo es un Dogma de nuestra fe católica, expresamente definido por el Papa Pío XII hablando ex-cathedra. Y ... ¿qué es un Dogma? Puesto en los términos más sencillos, Dogma es una verdad de Fe, revelada por Dios (en la Sagrada Escritura o contenida en la Tradición), y que además es propuesta por la Iglesia como realmente revelada por Dios.

En este caso se dice que el Papa habla ex-cathedra, es decir, que habla y determina algo en virtud de la autoridad suprema que tiene como Vicario de Cristo y Cabeza Visible de la Iglesia, Maestro Supremo de la Fe, con intención de proponer un asunto como creencia obligatoria de los fieles Católicos.

¿En qué consiste, entonces, eso que los Católicos tenemos como uno de nuestros dogmas: la Asunción de la Santísima Virgen?

Para entender mejor en qué consiste ese privilegio de María, hija predilecta del Padre, citamos del libro `La Madre de Dios según la Fe y la Teología`, escrito en 1955, al Teólogo Gabriel María Roschini: Al término de su vida terrestre, María Santísima, por singular privilegio, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria -gloria singularísima- del Cielo.

Mientras a todos los otros santos les glorifica Dios al término de su vida terrena únicamente en cuanto al alma (mediante la Visión Beatífica), y deben, por consiguiente, esperar al fin del mundo para se glorificados también en cuanto al cuerpo, María Santísima -y solamente Ella- fue glorificada en cuanto al cuerpo y en cuanto al alma.

El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (#966) nos lo explica así, citando a Lumen Gentium 59, que a la vez cita la Bula de la Proclamación del Dogma: Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del Cielo y elevada al Trono del Señor como Reina del Universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte.

Y el Papa Juan Pablo II, en una de sus Catequesis sobre la Asunción, explica esto mismo en los siguientes términos:

El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio (JP II, 2-julio-97).

Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de la Providencia Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo encarnado, María es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de los cuerpos (JP II , Audiencia General del 9-julio-97).

Continúa el Papa: María Santísima nos muestra el destino final de quienes `oyen la Palabra de Dios y la cumplen' (Lc. 11, 28). Nos estimula a elevar nuestra mirada a las alturas, donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha del Padre, y donde está también la humilde esclava de Nazaret, ya en la gloria celestial (JP II, 15-agosto-97)

Los hombres y mujeres de hoy vivimos pendientes del enigma de la muerte. Aunque lo enfoquemos de diversas formas, según la cultura y las creencias que tengamos, aunque lo evadamos en nuestro pensamiento, aunque tratemos de prolongar por todos los medios a nuestro alcance nuestros días en la tierra, todos tenemos una necesidad grande de esa esperanza cierta de inmortalidad contenida en la promesa de Cristo sobre nuestra futura resurrección.

Mucho bien haría a muchos cristianos oír y leer más sobre este misterio de la Asunción de María, el cual nos atañe tan directamente. ¿Por qué se ha logrado colar la creencia en el mito pagano de la re-encarnación entre nosotros? Si pensamos bien, estas ideas extrañas a nuestra fe cristiana se han ido metiendo en la medida que hemos dejado de pensar, de predicar y de recordar los misterios, que como el de la Asunción, tienen que ver con la otra vida, con la escatología, con las realidades últimas del ser humano.

El misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo nos invita a hacer una pausa en la agitada vida que llevamos para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida aquí en la tierra, sobre nuestro fin último: la Vida Eterna, junto con la Santísima Trinidad, la Santísima Virgen María y los Angeles y Santos del Cielo. El saber que María ya está en el Cielo gloriosa en cuerpo y alma, como se nos ha prometido a aquéllos que hagamos la Voluntad de Dios, nos renueva la esperanza en nuestra futura inmortalidad y felicidad perfecta para siempre.

iglesia.org

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viernes, 14 de agosto de 2009

Catolicismo y metafísica

LA METAFÍSICA COMO RELIGIÓN

LEAMOS PARA QUE NOS INSTRUYAMOS Y ASI PODAMOS DEFENDER NUESTRAS CREENCIAS Y NUESTRA FE
Sin embargo, a pesar de su ropaje cristiano, con lo que logra atraer católicos, la "metafísica" es una mezcla de ocultismo, esoterismo, espiritismo, herejías, hermetismo y mentalismo.
Se observa también la intención de introducir la esperanza en una "nueva era" de falso amor y de falsa paz, regida por el hombre sin Dios. Sabemos que los seres humanos podemos llegar a nuestra plenitud sólo confiando en el infinito Poder y Sabiduría de Dios que es Amor, y buscando hacer Su Voluntad, reconociéndonos creaturas dependientes de nuestro Creador y no dioses capaces de lograr a través de técnicas esotéricas, lo que nos propongamos.

San Miguel Arcángel:
Defiéndenos en el combate,
sé nuestro amparo contra
la maldad y asechanzas
del demonio.
"Reprímale Dios",
pedimos suplicantes.
Y tú, Príncipe de la Milicia
Celestial, arroja al infierno,
con el divino poder, a satanás
y demás espíritus malignos,
que vagan por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén

Hermanos(as) todos es muy importante que lean y relean esta informacion que nos ofrece nuestra Iglesia Catolica, Apostolica y Romana sobre el catolicismo y la metafisica. Lean para que no sean confundidos. Recuerden que todos estamos obligados como bautizados y misioneros de nuestra Iglesia a debender nuestras creencias y nuestra fe. Dios los bendiga y Maria Stma nuestra Madre nos ayude a defender nuestra fe y nuestra creencia. Amen. Un abrazo fraternal.

http://mariamedianera.ning.com/

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jueves, 13 de agosto de 2009

La escalera de Santa Fe

Hola, os dejo un powerpoint sobre la maravillosa historia y algunas curiosidades de la escalera de Santa Fe, vale la pena verlo e impresiona mucho:
Escalera de Santa Fe.

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miércoles, 12 de agosto de 2009

«Ciento o sesenta o treinta por uno»

San Agustín
La siembra ha sido echada por los apóstoles y profetas, pero es el Señor, él mismo, el que siembra. Es el Señor, él mismo, quien está presente en ellos desde el momento en que es el mismo Señor quien siega. Porque sin él ellos no son nada, mientras que él, sin ellos, sigue siendo perfecto. En efecto, él les dice: «Sin mí nada podéis hacer» (Jn 15,5). Sembrando, pues, en las naciones, ¿qué es lo que dice Cristo? «Salió el sembrador a sembrar.» (Mt 13,3).

En otro texto son los segadores los que son enviados a segar; el sembrador quien sale a sembrar, y no se queja de su trabajo. En efecto ¿qué importa que el grano caiga en el camino, o sobre piedras o entre zarzas? ¡Si dejara entrar en él el desánimo por lo ingrato de estos lugares no llegaría hasta la buena tierra!...

Se trata de nosotros: ¿seremos el camino, o las piedras, o las zarzas? ¿Queremos ser la tierra buena? Dispongamos nuestro corazón para que dé treinta, sesenta, cien, mil veces más. Treinta veces, mil veces, es siempre trigo y nada más que trigo. No seamos este camino en el que la simiente es pisoteada por los viandantes y nuestro enemigo se apodera de ella como si fuera un pájaro. Tampoco seamos estas piedras en las que una tierra poco profunda hace crecer demasiado rápidamente un grano que después no puede soportar el calor del sol. Nunca jamás estas zarzas, las codicias de este mundo, este empeño en hacer el mal. En efecto ¿hay algo peor que hacer todos esto esfuerzos para una vida que nos aparta de llegar a la verdadera vida? ¿Hay alguien más desdichado que cuidar tanto la vida para llegar a perderla? ¿Hay algo más triste que temer la muerte para caer en poder de la muerte? Arranquemos las espinas, preparemos el terreno, recibamos la simiente, perseveremos hasta la siega, aspiremos a ser recibidos en los graneros.

evangelizo.org

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martes, 11 de agosto de 2009

Santa Clara de Asís

11 de agosto


Clara Favarone perteneció a una noble familia en el Asís de fines del siglo XII. Desde pequeña había oido hablar sobre Francisco Bernardone y su mensaje de pobreza y amor absoluto a Jesucristo. Por la gracia de Dios, compredió Clara que la espiritualidad de este joven era lo que su corazón buscaba para plenificarse y se puso bajo la dirección del poverello.

Después de algun tiempo de guiarse con él, Clara ve con mucha seguridad que debe seguir a su maestro en su espiritualidad más de cerca.

Desechando muy buenos partidos matrimoniales, huyó de la casa de su padre la noche del Domingo de Ramos de 1211, con sólo dieciocho años. Ante el altar de la Iglesia de Santa María de los Angeles, se ofreció a Dios para siempre. Vistió la ruda túnica, se abrazó a la Dama Pobreza y se dedicó a la penitencia y al sacrificio.

Pero esa noche, cuando se dieron cuenta de su desaparición, salieron a buscarla sus parientes para obligarla a la fuerza que volviese a su hogar. Pero ni siequiera esa violencia logró persuadirla.La decisión que había tomado era irrevocable. Sus familiares vencidos la dejaron en paz.

«Superada felizmente esta primera batalla, para poderse dedicar a la contemplación de las cosas celestiales se refugia entre los muros de San Damián y allí, «escondida con Cristo en Dios» (Col 3,3), por espacio de cuarenta y dos años nada encontró más suave, nada se propuso con más ahínco que ejercitarse con toda perfección en la regla de San Francisco y atraer a ella, en la medida de sus fuerzas, a otros» (Pío XII).

Al principio su actitud fue muy mal vista y la despreciaban.Pero luego su ejemplo fue inquietando los corazones de numerosas jovenes como ella que querían entregarse totalmente al Señor. Así su padre San Francisco comenzò a captar las virtudes que sobresalían en su hija y la nombró abadesa del primer convento de la rama femenina de su orden. Incluso, en momentos claves de la vida del pobre de Asís, ella llegó a ser una gran consejera. En efecto, acudía a ella no sólo una multitud ansiosa de oírla, sino que se servían de su consejo obispos, cardenales y alguna vez los Romanos Pontífices

La vida y pasión de Jesús fue el objeto preferido de su meditación. Jesús-Eucaristía. Jesús-Niño en el pesebre. Y junto a Jesús, su bendita Madre, a la que profesó una devoción sin límites.

El 10 de agosto del año 1253 a los 60 años de edad y 41 años de ser religiosa, y dos días después de que su regla fuera aprobada por el Papa, se fue al cielo a recibir su premio.

Santa Clara fue canonizada el 15 de agosto de 1255 por su amigo y protector el papa Alejandro IV.

Pronto brincó las fronteras de Umbría y de Italia la fama de la virtud de Santa Clara y sus Damas Pobres, sembrando Europa, antes de 1253, de monasterios que la juventud femenina de los países cristianos pobló rápidamente, atraída por el ideal de pureza y sacrificio vivido por las damianitas de Asís. La vida y obras de las clarisas, a ejemplo y por mandato de su santa fundadora, como aguas vivas que regaran el campo de la Iglesia, fluyeron en el decurso de siete siglos en beneficio espiritual del pueblo de Dios. Y aun hoy el mensaje de Clara Favarone de Asís no ha perdido su sugestiva atracción ni ha agotado su eficacia renovadora. Hoy las religiosas Clarisas son aproximadamente 18.000 en 1.248 conventos en el mundo.

iglesia.org

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lunes, 10 de agosto de 2009

Hasta el final del final

Dicen que el matrimonio está en crisis. Dicen que los jóvenes ya no quieren casarse. Dicen que han triunfado formas más libres de convivencia que no ponen el riesgo la posibilidad de un fracaso. Dicen que el divorcio exprés ha pasado por la institución familiar como un tornado y que los casados desgajan el armazón de sus promesas con apenas un trámite con el que se hace realidad el «si te he visto no me acuerdo».

Los que dicen y dicen tantas banalidades acerca del matrimonio desconocen la esencia misma del amor, que no es una mera probatura, un vamos a ver qué tal, un si no funciona aquí santas pascuas. El matrimonio poco tiene que ver con esas relaciones de todo a cien fabricadas en molde y en las que uno juega al amor como pudiera haberse puesto a jugar a las chapas. El matrimonio es algo muy serio. Muy bonito y muy serio, que ambos términos se complementan bien y trazan el dibujo de la institución primigenia de la sociedad humana: un hombre y una mujer que se quieren y porque se quieren deciden formar entre ellos una unidad sin condiciones. Repito, sin condiciones, de tal forma que puedan sobrellevar con alegría los sinsabores de una larga vida en común. Pero también los momentos felices, los proyectos y la formación de nuevas vidas.

La belleza del matrimonio está desde hace tiempo mal contada. Puede que los que estamos implicados hasta el tuétano en la vida familiar hayamos dejado a otros –que han fracasado en el amor– que cuenten en qué consiste la vida en común. Y claro, como cada cual bebe de su experiencia han transfigurado el matrimonio en un esperpento que poco o nada tiene que ver con la realidad.

El noviazgo es una faceta interesante, fundamental para ceñir después un vínculo más sólido. Pero nos confundimos cuando focalizamos toda la atención en los novios, ya que estos aún viven una especie de sombra del amor en la que no existe el compromiso ni, por tanto, la entrega radical. El hombre o la mujer que cambian y vuelven a cambiar de novio, de ligue, de compañero o de amante ocupan demasiada atención en nuestra vida (los medios de comunicación, las películas, las conversaciones, el sector de la información rosa…), como si fueran ellos los auténticos adalides del amor. Por sus rostros y testimonios deducimos que disfrutan en esa búsqueda a veces enfermiza de la estabilidad emocional con la que se lanzan a aventuras sin ton ni son que ya desde el principio anuncian a los cuatro vientos su caducidad. La versatilidad de sus acompañantes, la sensación de seguridad que muestran ante cámaras y micrófonos, la interpretación de estar viviendo una historia de cuento desfigura la realidad, que es mucho más amarga: «no consigo soportar a nadie o nadie logra soportarme a mí, mientras a mi lado siempre encuentro a algún familiar y amigo que mantiene un amor estable y duradero con el que se libran de tantas lágrimas, de tanto ir y venir con el corazón en las manos, dispuesto a entregárselo al primero que me lo pida».

Detrás de la careta de aparente felicidad del novio eterno, del amante sin par, suele esconderse el escozor de una vida no completada. Porque el amor es donación, un proyecto que comienza el día que se verifica el compromiso público de amar a otra persona hasta los huesos, en salud y en enfermedad, en bonanza y necesidad, y que no termina nunca porque nunca acaba de perfeccionarse. La donación matrimonial es total y creciente, una suerte de perfección humana que –si se plantea bien, sin reservas de egoísmo en un por si acaso– cada vez nos hace más felices porque nos convierte en más dueños de nosotros mismos mediante nuestro abandono total en el otro.

Tal vez escriba un lenguaje difícil de entender por esta sociedad en la que los papeles están cambiados. Como decía al principio, es hora de que los que vivimos la pasión del matrimonio comencemos a contar que no se trata de una equivocación de la juventud. Ni mucho menos. Es la mejor elección que pueden tomar un hombre y una mujer que se quieren y desean quererse hasta el final del final. Así de sencillo.

fluvium.org

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domingo, 9 de agosto de 2009

La familia, escuela de humanización

Fernando Pascual
La apertura al amor es una de las características más profundas y más hermosas del ser humano.

Estamos hechos, física y espiritualmente, para amar. Toda nuestra existencia se explica desde el amor y para el amor. Sin amor, somos incomprensibles, como un coche sin ruedas o como una pantalla sin imágenes.

El amor orienta al hombre y a la mujer a la total entrega mutua en el matrimonio. Esta vocación a darse plenamente al otro muestra de un modo profundo que somos imagen y semejanza de Dios.

Como dice el «Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica» (n. 337): «Dios, que es amor y creó al hombre por amor, lo ha llamado a amar. Creando al hombre y a la mujer, los ha llamado en el Matrimonio a una íntima comunión de vida y amor entre ellos, «de manera que ya no son dos, sino una sola carne» (Mt 19,6) ».

Juan Pablo II explicaba esta idea con gran profundidad: «El hombre se ha convertido en \'imagen y semejanza\' de Dios, no sólo a través de la propia humanidad, sino también a través de la comunión de las personas que el varón y la mujer forman desde el principio. Se convierten en imagen de Dios, no tanto en el momento de la soledad, cuanto en el momento de la comunión» (Catequesis de los miércoles, 14 de noviembre de 1979).

Los dos textos anteriores fueron citados por Benedicto XVI durante los actos finales del Encuentro Mundial de las Familias (Valencia, 8-9 de julio de 2006). Con esos textos el Papa quería explicar una hermosa afirmación que acababa de formular: «La familia es el ámbito privilegiado donde cada persona aprende a dar y recibir amor» (discurso en la vigilia con las familias, 8 de julio de 2006).

Por eso Benedicto XVI subrayaba en ese mismo discurso una idea central para la vida de cualquier familia y de la entera sociedad: «la familia es una escuela de humanización del hombre, para que crezca hasta hacerse verdaderamente hombre. En este sentido, la experiencia de ser amados por los padres lleva a los hijos a tener conciencia de su dignidad de hijos».

Toda vida inicia, por lo tanto, desde un amor doble. Por un lado, los esposos se aman plenamente, se dan el uno al otro. Sin límites, con la mirada puesta en el bien del otro, con la apertura a la gran riqueza de la propia fecundidad mutua que permite que marido y mujer lleguen a ser cooperadores de Dios en la transmisión del don de la vida.
El don del hijo

Por otro lado, la apertura de la mutua donación lleva a la apertura al hijo, que es amado por sí mismo, que es visto como don dentro del don. Lo explicaba así Juan Pablo II en su «Carta a las familias» (n. 11):

«Cuando el hombre y la mujer, en el matrimonio, se entregan y se reciben recíprocamente en la unidad de «una sola carne», la lógica de la entrega sincera entra en sus vidas. Sin ella, el matrimonio sería vacío, mientras que la comunión de las personas, edificada sobre esa lógica, se convierte en comunión de los padres. Cuando transmiten la vida al hijo, un nuevo «tú» humano se inserta en la órbita del «nosotros» de los esposos, una persona que ellos llamarán con un nombre nuevo: «nuestro hijo...; nuestra hija...». «He adquirido un varón con el favor del Señor» (Gn 4,1), dice Eva, la primera mujer de la historia. Un ser humano, esperado durante nueve meses y «manifestado» después a los padres, hermanos y hermanas. El proceso de la concepción y del desarrollo en el seno materno, el parto, el nacimiento, sirven para crear como un espacio adecuado para que la nueva criatura pueda manifestarse como «don». Así es, efectivamente, desde el principio. ¿Podría, quizás, calificarse de manera diversa este ser frágil e indefenso, dependiente en todo de sus padres y encomendado completamente a ellos? El recién nacido se entrega a los padres por el hecho mismo de nacer. Su vida es ya un don, el primer don del Creador a la criatura».

Vocación del hijo al amor



Cuando el hijo se descubre centro del amor, cuando reconoce que existe porque es amado por sí mismo, entonces puede entrar en el dinamismo del amor.

Primero lo recibe, lo acoge, lo celebra. Descubre que la vida es hermosa. Palpa que su existencia es no sólo respetada y protegida, sino, sobre todo, amada. Entra en un ámbito de amor precisamente porque recibe mucho amor.

Luego, al tomar conciencia de que existe como fruto del don recíproco entre sus padres, al saber que llegó a convertirse «en don para los mismos donantes de la vida» (Juan Pablo II, «Carta a las familias» n. 11), descubrirá que su verdadera vocación consiste en darse, en amar como fue amado. Esta es la auténtica humanización que cada hijo empieza a vivir al nacer en familias basadas en el amor genuino y completo.

Benedicto XVI formuló una idea parecida en la homilía pronunciada en Valencia el 9 de julio de 2006:

«El padre y la madre se han dicho un «sí» total ante Dios, lo cual constituye la base del sacramento que les une; asimismo, para que la relación interna de la familia sea completa, es necesario que digan también un «sí» de aceptación a sus hijos, a los que han engendrado o adoptado y que tienen su propia personalidad y carácter. Así, éstos irán creciendo en un clima de aceptación y amor, y es de desear que al alcanzar una madurez suficiente quieran dar a su vez un «sí» a quienes les han dado la vida»

La familia es, por lo tanto, la principal y más completa escuela de humanización. Desde el Evangelio estamos llamados a descubrir esta vocación profunda del matrimonio y de la familia. Las nuevas generaciones recibirán, entonces, junto al magnífico tesoro de la fe, el testimonio de padres que viven desde el amor y para el amor. Lo cual es, en cierto modo, anticipar un pedazo de cielo en esta tierra hambrienta de esperanza y necesitada de familias verdaderamente enamoradas...

iglesia.org

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sábado, 8 de agosto de 2009

Mexicanos convierten teléfono móvil en medio para rezar Rosario

La Arquidiócesis de Tlalnepantla anunció la creación de un programa gratuito para convertir el teléfono móvil en un medio para rezar el Santo Rosario, y que puede ser descargado desde su sitio web.
Según explicaron los realizadores, tras la descarga el usuario usará una determinada tecla a modo de cuenta, y al llegar al décimo Avemaría, el celular vibrará para indicar que terminó el misterio.
Asimismo, las invocaciones para la letanía y rezos complementarios aparecen en la pantalla del teléfono, donde el fiel también puede elegir el misterio correspondiente.
Para descargar el programa ingresar a http://www.arqtlalnepantla.org/PC/Descargas_al_celular.html

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viernes, 7 de agosto de 2009

10 consejos de Benedicto XVI a la gente joven

1) Dialogar con Dios

«Alguno de vosotros podría tal vez identificarse con la descripción que Edith Stein hizo de su propia adolescencia, ella, que vivió después en el Carmelo de Colonia: «Había perdido consciente y deliberadamente la costumbre de rezar». Durante estos días podréis recobrar la experiencia vibrante de la oración como diálogo con Dios, del que sabemos que nos ama y al que, a la vez, queremos amar».

2) Contarle las penas y alegrías

«Abrid vuestro corazón a Dios. Dejaos sorprender por Cristo. Dadle el «derecho a hablaros» durante estos días. Abrid las puertas de vuestra ibertad a su amor misericordioso. Presentad vuestras alegrías y vuestras penas a Cristo, dejando que él ilumine con su luz vuestra mente y toque con su gracia vuestro corazón.

3) No desconfiar de Cristo


«Queridos jóvenes, la felicidad que buscáis, la felicidad que tenéis derecho de saborear, tiene un nombre, un rostro: el de Jesús de Nazaret, oculto en la Eucaristía. Sólo él da plenitud de vida a la humanidad.
Decid, con María, vuestro «sí» al Dios que quiere entregarse a vosotros. Os repito hoy lo que dije al principio de mi pontificado: «Quien deja entrar a Cristo en la propia vida no pierde nada, nada, absolutamente nada de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren de par en par las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera».

Estad plenamente convencidos: Cristo no quita nada de lo que hay de hermoso y grande en vosotros, sino que lleva todo a la perfección para la gloria de Dios, la felicidad de los hombres y la salvación del mundo».

4) Estar alegres: querer ser santos


«Más allá de las vocaciones de especial consagración, está la vocación propia de todo bautizado: también es esta una vocación a aquel «alto grado» de la vida cristiana ordinaria que se expresa en la santidad.
Cuando se encuentra a Jesús y se acoge su Evangelio, la vida cambia y uno es empujado a comunicar a los demás la propia experiencia (...). La Iglesia necesita santos. Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad. Os invito a que os esforcéis estos días por servir sin reservas a Cristo, cueste lo que cueste. El encuentro con Jesucristo os permitirá gustar interiormente la alegría de su presencia viva y vivificante, para testimoniarla después en vuestro entorno».

5) Dios: tema de conversación con los amigos

«Son tantos nuestros compañeros que todavía no conocen el amor de Dios, o buscan llenarse el corazón con sucedáneos insignificantes. Por lo tanto, es urgente ser testigos del amor contemplado en Cristo. Queridos jóvenes, la Iglesia necesita auténticos testigos para la nueva evangelización: hombres y mujeres cuya vida haya sido transformada por el encuentro con Jesús; hombres y mujeres capaces de comunicar esta experiencia a los demás».

6) El domingo, ir a Misa


No os dejéis disuadir de participar en la Eucaristía dominical y ayudad también a los demás a descubrirla. Ciertamente, para que de ella emane la alegría que necesitamos, debemos aprender a comprenderla cada vez más profundamente, debemos aprender a amarla. Comprometámonos a ello, ¡vale la pena!

Descubramos la íntima riqueza de la liturgia de la Iglesia y su verdadera grandeza: no somos nosotros los que hacemos fiesta para nosotros, sino que es, en cambio, el mismo Dios viviente el que prepara una fiesta para nosotros. Con el amor a la Eucaristía redescubriréis también el sacramento de la Reconciliación, en el cual la bondad misericordiosa de Dios permite siempre iniciar de nuevo nuestra vida.

7) Demostrar que Dios no es triste

Quien ha descubierto a Cristo debe llevar a otros hacia él. Una gran alegría no se puede guardar para uno mismo. Es necesario transmitirla. En numerosas partes del mundo existe hoy un extraño olvido de Dios. Parece que todo marche igualmente sin él. Pero al mismo tiempo existe también un sentimiento de frustración, de insatisfacción de todo y de todos. Dan ganas de exclamar: ¡No es posible que la vida sea así! Verdaderamente no.

8) Conocer la fe

Ayudad a los hombres a descubrir la verdadera estrella que nos indica el camino: Jesucristo. Tratemos nosotros mismos de conocerlo cada vez mejor para poder guiar también, de modo convincente, a los demás hacia él. Por esto es tan importante el amor a la sagrada Escritura y, en consecuencia, conocer la fe de la Iglesia que nos muestra el sentido de la Escritura.

9) Ayudar: ser útil


Si pensamos y vivimos en virtud de la comunión con Cristo, entonces se nos abren los ojos. Entonces no nos adaptaremos más a seguir viviendo preocupados solamente por nosotros mismos, sino que veremos dónde y cómo somos necesarios. Viviendo y actuando así nos daremos cuenta bien pronto que es mucho más bello ser útiles y estar a disposición de los demás que preocuparse sólo de las comodidades que se nos ofrecen. Yo sé que vosotros como jóvenes aspiráis a cosas grandes, que queréis comprometeros por un mundo mejor. Demostrádselo a los hombres, demostrádselo al mundo, que espera exactamente este testimonio de los discípulos de Jesucristo y que, sobre todo mediante vuestro amor, podrá descubrir la estrella que como creyentes seguimos.

10) Leer la Biblia

El secreto para tener un «corazón que entienda» es formarse un corazón capaz de escuchar. Esto se consigue meditando sin cesar la palabra de Dios y permaneciendo enraizados en ella, mediante el esfuerzo de conocerla siempre mejor. Queridos jóvenes, os exhorto a adquirir intimidad con la Biblia, a tenerla a mano, para que sea para vosotros como una brújula que indica el camino a seguir. Leyéndola, aprenderéis a conocer a Cristo. San Jerónimo observa al respecto: «El desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo».

En resumen...

Construir la vida sobre Cristo, acogiendo con alegría la palabra y poniendo en práctica la doctrina: ¡he aquí, jóvenes del tercer milenio, cuál debe ser vuestro programa! Es urgente que surja una nueva generación de apóstoles enraizados en la palabra de Cristo, capaces de responder a los desafíos de nuestro tiempo y dispuestos a para difundir el Evangelio por todas partes. ¡Esto es lo que os pide el Señor, a esto os invita la Iglesia, esto es lo que el mundo - aun sin saberlo - espera de vosotros! Y si Jesús os llama, no tengáis miedo de responderle con generosidad, especialmente cuando os propone de seguirlo en la vida consagrada o en la vida sacerdotal. No tengáis miedo; fiaos de Él y no quedaréis decepcionados.

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jueves, 6 de agosto de 2009

Amigos, custodios

Por más autosuficientes o solitarios que seamos, todos necesitamos ser cuidados. Y, si hacemos lo necesario en nuestra vida, quizás logremos cultivar vínculos con gente que son como cajas fuertes: su modo de cuidarnos es guardar con atenta vigilancia lo mejor de nosotros mismos. Sí: eso es lo que etimológicamente significa la palabra «AMIGO», animi custos = el que custodia el alma. ¿Y de qué la custodia? A veces, de los demás y de las circunstancias que puedan mancillarla o herirla fatalmente. Pero muchas veces, la protege DE NOSOTROS MISMOS: el animi custos nos cuida de nuestra propia necedad cuando insistimos en elegir lo que nos hace mal; nos cuida de nuestra soberbia, cuando el Ego nos enreda en sus trampas; nos cuida de nuestra ingenuidad, cuando las trampas nos las tienden otros; nos cuida de nuestra propia estupidez, cuando saboteamos lo que sustenta el sentido de nuestra vida. O sea, el verdadero animi custos nos ayuda a mantenernos despiertos, enfocados hacia el despliegue de nuestro propio destino.

Pero cuidado: con las barajas de la amistad no se juega al solitario; es un juego de a dos, cuya regla es la reciprocidad. No se trata de que uno cuida y el otro se deja cuidar, sino que ambos somos animi custos de lo mejor del otro. Y hay dos cualidades que propician esta reciprocidad: por un lado, nuestro custodio del alma tiene esencialmente fe en nosotros, aunque nos equivoquemos con frecuencia, o algunos nos vean como un fraude, nos descalifiquen o nos excluyan. A esa fe se le llama fidelidad: fides = fe. Otra cualidad es que ambos se eligen porque, a su vez, ambos eligen los mismos valores, las mismas Leyes de Vida. A eso alude la palabra leal = que adhiere a una misma Ley. ¿Qué es lo que sostiene este tipo especial de Amor leal y fidedigno? Lo sepan o no, quienes lo vivencian están apoyados en una reminiscencia, un lejano recuerdo de que TODOS SOMOS UNO, como lo dicen las antiguas Tradiciones de Sabiduría. «Yo soy tú, tú eres yo», proclaman los místicos. Y si es así, ¿cómo no ayudarnos recíprocamente, tenernos fe, sernos leales el uno al otro?

Hay otra versión etimológica de la palabra «amigo» que la aúna a «compañero»: en ambos casos se alude a «aquél con quien compartimos la miga del pan»; no la cáscara, sino la miga: el centro. Y es desde ese centro que nos reconocemos en el otro, prescindiendo de toda cáscara. ¡Qué descanso! Cuando en un vínculo todavía estamos demasiado preocupados por cómo seremos vistos por el otro, es porque la amistad aún no se ha consolidado. Cuando ya no quedan imágenes, sino la desnudez de toda impostura, la amistad puede comenzar a germinar. Y quizás desde esa autenticidad esencial es que han nacido los mejores cambios en el mundo.

iglesia.org

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miércoles, 5 de agosto de 2009

Cumpleaños de nuestra Madre



Cumpleaños de la Virgen, sin dudas un festejo muy especial
El 5 de agosto fue indicado por María en Medjugorje como la fecha de su nacimiento

Como Iglesia festejamos el cumpleaños de la Virgen el día 8 de setiembre. Sin embargo, en apariciones como Medjugorje o en las revelaciones vinculadas con la Rosa Mistica, Ella ha manifestado que la fecha real fue un 5 de agosto. María nos expresa así su deseo de que se festejen ambas fechas, y siendo Ella una Madre Celestial, ¿cómo podríamos no acceder a su pedido?

Lo curioso es que es la propia Madre de la Iglesia la que nos hace un regalo, festejando su cumpleaños. Ella nos trae al Niño Jesús, nos lo ofrece como signo de Maternidad Divina, porque es en El en que nos hacemos hermanos del mismos Dios, e hijos de Su mismísima Madre.
¿Y cual es el regalo que le haremos entonces?

La Virgen sigue invitándonos a seguir sus pasos, pasos de amor que nos mueven a su Hijo, Niño Dios, Hombre Dios, Amigo y Compañero, Hermano y Verbo Divino.
Jesús Señor nuestro, danos la alegría de poder hacer sonreir a Tu Madre, haznos niños pequeños que muevan sus corazones hacia Tu Sagrado Corazón, a través del Inmaculado Corazón de la Reina del Cielo y la tierra.

Hoy los invitamos a acceder a nuestra sección de oraciones a la Virgen, para que allí encontremos las palabras que la hagan feliz.

http://mariamedianera.ning.com/


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martes, 4 de agosto de 2009

La misión de la iglesia, también en vacaciones

En medio del paréntesis que marca el mes de agosto para millones de personas, encontramos en los desiertos medios de comunicación oasis informativos que nos muestran cómo la Iglesia sigue al pie del cañón, atendiendo las necesidades de aquellos que menos tienen. Como nos recuerda el Papa Benedicto XVI en la encíclica “Deus caritas est”, la Iglesia es la familia de Dios en el mundo y en esta familia no debe haber nadie que sufra por falta de lo necesario.

Fiel a esta vocación Cáritas Española ha aprobado esta semana un paquete de partidas económicas por valor total de 432.000 euros con destino a una docena de proyectos de desarrollo básico para comunidades especialmente vulnerables de diversos países de África, América Latina y Asia. Los proyectos permitirán llevar a cabo, entre otros, programas de acceso al agua potable, de educación para niños huérfanos y de promoción integral de la mujer o de atención a personas mayores.

El compromiso de la Iglesia con los más desfavorecidos no descansa. La Iglesia no puede descuidar el servicio de la caridad, como no puede omitir los Sacramentos y el anuncio de la Palabra. Como lo demuestra Caritas con la dedicación generosa de quienes colaboran y trabajan en ella; una atención que sale del corazón y que hace que el otro, además de poner remedio a sus necesidades más básicas, experimente la gran riqueza de humanidad que transmiten quienes están junto a él, no por imposición ni por mero altruismo, sino como una consecuencia lógica que se desprende de su fe.

cope.es

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lunes, 3 de agosto de 2009

«Vanidad»

Alfonso Aguiló
Una rana se preguntaba cómo podría alejarse un poco del clima frío del invierno de su tierra. Unos gansos le sugirieron que emigrara con ellos hacia el sur. El principal problema era que la rana no sabía volar. «Dejadme que piense un momento —dijo la rana—, tengo un cerebro privilegiado».

Pronto tuvo una idea. Pidió a dos gansos que le ayudaran a buscar una caña lo suficientemente ligera y fuerte. Les explicó que cada uno tenía que sostener la caña por un extremo, y que ella iría en medio, fuertemente agarrada a la caña por la boca.

Cuando llegó el momento, los gansos y la rana comenzaron su travesía. Todo iba según lo previsto cuando, al poco rato, pasaron por encima de una pequeña población. Los habitantes de aquel lugar salieron para ver el inusitado espectáculo. Alguien preguntó: «¿A quién se le ocurrió tan brillante idea?». Esto hizo que la rana se sintiera muy orgullosa, y fue tal su sensación de importancia, que no pudo evitar que se le escapara la inmediata respuesta: «¡A mí!». Su orgullo fue su ruina, porque en el momento en que abrió la boca, se soltó de la caña y cayó al vacío desde una considerable altura.

Esta vieja fábula se ha venido contando durante siglos para hablar de la torpeza que suele ir unida a la vanidad. Quienes viven demasiado pendientes de dejar claro el propio mérito en todo lo que hacen, suelen entrar en una dinámica que con facilidad les trae notables perjuicios. Son personas que no descansan hasta poner su firma en todo lo que hacen, y a veces también en lo que no hacen. No paran de provocar ocasiones en las que tener la oportunidad de presumir, de asumir protagonismo, de aparecer. Se preocupan de deslizar varias veces en la conversación que han sido ellas quienes han hecho posibles tales o cuales logros. Insisten con frecuencia en que no quieren ponerse medallas, y suelen decirlo en el mismo momento en que se las ponen.

Cuando esa vanidad es más primaria, su principal inconveniente es que hacen un poco el ridículo y demuestran abiertamente que su talento es bastante menor de lo que ellos piensan. Porque las personas de talento conocen mejor sus propios límites, y saben valorar el talento de los demás, y eso les ayuda a ser menos vanidosas.

La vanidad convierte a las personas en rehenes de la imagen que quieren dar a los demás. La vanidad hace estar pendientes de lo accesorio y olvidar lo principal. La vanidad hace perder la compostura a gente supuestamente inteligente, pero que precisamente con eso manifiestan que su discernimiento y su agudeza son escasas, y que su inteligencia se reduce a unos ámbitos muy limitados.
La vanidad suele fundirse con la envidia, porque los jactanciosos, en su carrera por la vanagloria, enseguida se entristecen si ven brillar a otros. Les parece que, de alguna forma, los logros de otros restan protagonismo a su vanidad ansiosa. Tienden a pensar mal de los demás y a hablar mal de ellos. Intentan enemistar a otros con sus siempre numerosos enemigos. Quieren abrirnos los ojos para que creamos lo que solo para su ceguera victimista puede ser evidente. Reducen la grandeza del hombre a su propio tamaño, y les gustaría decapitar a la humanidad de todo lo que sobrepase su corta estatura moral.

Si pensáramos en todo esto con un poco de profundidad, seguramente comprenderíamos enseguida que es un error vivir pensando tanto en la imagen y en las apariencias, en vez de vivir pendiente de lo que realmente se es y se debe ser.

interrogantes.net

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domingo, 2 de agosto de 2009

Maneras de estar solo

Nacho Uría
La mitad de nuestros males proceden de no poder estar solos. La otra mitad de no saber estarlo. Con esto no quiero decir que la soledad involuntaria sea buena. No, no. Eso es aislamiento y desgasta y mata el alma y los afectos.

Me refiero más bien al don de estar apaciblemente solo. Sin ruido. Sin prisa. A la invencible sensación de tener el tiempo en las manos y sentir como se escurre, cómo se desliza y desaparece sin dejar rastro.

En estos días nuestros, severos y atropellados, la soledad es un lujo al alcance de pocos y percibirlo es un don de menos. Todo nos empuja, sin piedad, en sentido contrario, por eso la lentitud y el sosiego cotizan a la baja en el bazar moro que se ha convertido la vida.

Para una rica soledad


Hay mil maneras de estar solo. Eso lo descubrí con Eloy Sánchez Rosillo, poeta tranquilo, y el libro del mismo título con el que ganó el Adonais hace tres décadas. La soledad es, desde entonces, algo necesario, un tiempo de espera y también de plenitud.

Estar solo para sentarse en un parque y ver la vida pasar y saludarla mientras se aleja. Estar solo para leer de nuevo aquel viejo libro que tanto dijo. O para catar un vino joven que promete y cumple. Estar solo y echar a andar sin saber adónde ir y permitir a los pies que elijan la senda correcta. Estar solo para crecer hacia dentro, para librarse de la tensión de una familia excesivamente cercana y numerosa o para alejar la neurosis de un trabajo monótono y mal pagado. Estar solo, en fin, para no hacer nada que no sea estar solo y pensar. O rezar, si es que eso ayuda. Ni más ni menos.

Antaño la soledad era algo cotidiano. Entonces la vida pasaba con otro ritmo, más humano, más exacto. Los días eran largos, como los de un niño en verano. Hogaño no. Ahora hay que correr, acelerarse, hacer más cosas. ¿Más cosas? Quizá lo único urgente sea hacerlas mejor. Con pausa, con sentido, con el oficio del que ya ha visto mucho y quiere apurar la vida que le resta. ¿Apurar? No, apurar no, degustar, sin prejuicios.

Los hijos...


Hoy falta tiempo para maravillarse con lo pequeño porque la realidad nos aturde y nos aleja de nosotros mismos. Vivimos un exilio forzado y en nuestra demencia inculcamos la prisa a nuestros hijos, que sobreviven como pueden en medio de cursillos absurdos (inglés y tenis, a ser posible al mismo tiempo), competiciones necias y modas extravagantes (como las clases de chino mandarín).

Algunos padres dicen –y otros se lo creen– que hay que prepararlos para el futuro, pero me temo que ese futuro será de psiquiatras y lexatines. El porvenir, que ya es presente, es de niños hiperactivos y desgraciados, que saben elegir un hierro o una madera de su bolsa de palos de golf, pero que el único conejo que han visto en su vida se llama Bugs Bunny.

Otro gallo nos cantaría si fuéramos capaces de no planificar nada y que esa decisión no nos provocara ansiedad. Si encontráramos el tiempo para estar con nosotros mismos, aún a riesgo de no gustarnos, solos con nuestra soledad. Si cayéramos en la cuenta de que a menos velocidad, más felicidad. Si durmiéramos las horas necesarias, si aflojáramos el ritmo, si apagáramos el móvil.

Quizá entonces la vida volvería a ser vida y no una carrera de obstáculos. Simplemente vida.

iglesia.org

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sábado, 1 de agosto de 2009

Diez sugerencias para hacer fructífera la lectura de la Biblia

Para leer la Biblia deberíamos comenzar con una oración para abrir nuestro corazón y nuestra mente a la Palabra de Dios y terminar «con una oración para que esta Palabra dé fruto en nuestra vida, ayudándonos a ser personas mas santas y más fieles».

Las sugerencias para hacer fructífera la lectura de la Biblia para los católicos fueron ofrecidas por Mary Elizabeth Sperry, directora asociada para el uso de la New American Bible en la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB).

1. Leer la Biblia sí es para los católicos. La Iglesia alienta a los católicos a que hagan la lectura de la Biblia parte de su vida diaria de oración. Al leer estas palabras inspiradas, las personas profundizan en su relación con Dios y llegan a entender su lugar en la comunidad de aquellos que Dios ha llamado para sí.

2. Orar al principio y al final. Leer la Biblia no es como leer una novela o un libro de historia. Deberíamos comenzar con una oración pidiendo al Espíritu Santo que abra nuestro corazón y nuestra mente a la Palabra de Dios. La lectura de la Sagrada Escritura debería terminar también con una oración para que esta Palabra de fruto en nuestra vida, ayudándonos a ser personas más santas y más fieles.

3. ¡Entérese de toda la historia! Al escoger una Biblia, busque una edición católica. La edición católica incluye la lista completa de los libros que la Iglesia considera sagrados, así como introducciones y notas para comprender el texto. Toda edición católica incluye una nota de imprimatur en el reverso de la página del título. El imprimatur indica que el libro está libre de errores doctrinales según la enseñanza católica.

4. La Biblia no es un libro; es una biblioteca. La Biblia es una colección de 73 libros escritos en el curso de muchos siglos. Los libros incluyen historia de los reyes, profecías, poesía, cartas que retan a nuevas comunidades de creyentes en dificultades, y relatos de la predicación y la pasión de Jesús transmitida por parte de los creyentes. El conocimiento del género literario del libro que se está leyendo le ayudará a entender las herramientas literarias que usa el autor y el significado que éste trata de transmitir.

5. Sepa qué es la Biblia -y también lo que no es. La Biblia es el relato de la relación de Dios con el pueblo que Él ha escogido para sí. No está escrita para ser leída como un libro de historia, ni de ciencia, ni como un manifiesto político. En la Biblia, Dios nos enseña aquellas verdades que necesitamos para el bien de nuestra salvación.

6. La suma es mayor que las partes. Lea la Biblia en su contexto. Lo que sucede antes y después -incluso en otros libros- nos ayuda a entender el verdadero significado del texto.

7. Lo antiguo tiene relación con lo nuevo. El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento se iluminan el uno al otro. Aunque leamos el Antiguo Testamento a la luz de la muerte y resurrección de Cristo, éste tiene también su valor propio. Juntos, estos testamentos nos ayudan a entender el plan de Dios para la humanidad.

8. No están leyendo solos. Al leer y reflexionar sobre la Sagrada Escritura, los católicos se unen a aquellos hombres y mujeres fieles que han tomado en serio la Palabra de Dios y la han puesto en práctica en su vida. Leemos la Biblia en la tradición de la Iglesia para beneficiarnos de la santidad y sabiduría de todos los fieles.

9. ¿Qué me está diciendo Dios? La Biblia no se dirige sólo a gente que murió hace mucho tiempo en un lugar lejano. También se dirige a cada uno de nosotros en sus propias circunstancias. Cuando leemos, debemos entender lo que dice el texto y cómo han entendido los fieles su significado en el pasado. A la luz de este entendimiento, entonces nos preguntamos: ¿qué me dice Dios a mí?

10. Leer no es suficiente. Si la Sagrada Escritura se queda sólo en palabras en una página, nuestra tarea no ha terminado. Necesitamos meditar sobre el mensaje y ponerlo en práctica en nuestra vida. Sólo entonces puede la Palabra ser "viva y eficaz" (Hebreos 4:12).

zenit.org

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Artículo de la semana:

Vengo por ti

Estoy cansado de trabajar y de ver a la misma gente, camino a mi trabajo todos los días, llego a la casa y mi esposa sirvió lo mismo de la c...

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