jueves, 24 de diciembre de 2009

Cómo enseñar a rezar a los hijos

Porque, aunque se esté perdiendo la costumbre, es responsabilidad de los padres.
Hoy, en muchas de nuestras familias, ya no se reza. Y empiezan las justificaciones: nos da pena proponer a la familia; la oración parece algo forzado, artificial, no nos sale dentro; los hijos son demasiado pequeños o demasiado crecidos... Sin embargo, la oración en familia es hoy posible. El primer paso lo tiene quedar la pareja aprendiendo a orar ellos juntos. Una oración en pareja, sencilla, normal, sin demasiadas complicaciones, hace bien a la pareja creyente y es la base para asegurar la oración en los hijos.

Provocar el ambiente apropiado

La oración en familia pide un cierto clima. Algunas familias llegan a reservar en la casa un lugar o «rincón de oración» especialmente destinado para orar, como expresión de que se le deja a Dios un sitio en la casa. Es un rincón preparado con alguna Biblia, un Cirio, alguna planta, que se puede adornar de manera apropiado en algunos tiempos litúrgicos.

También se puede cuidar más lo que entra en el hogar (cierto tipo de revistas, videos, libros, cassettes, programas de TV). No es difícil hoy suscribirse alguna revista cristiana, comprar libros sanos y educativos para los hijos, Evangelios y Biblia para los niños, cassettes con grabaciones para orar, grabación del Rosario.

Se puede también introducir algún símbolo, imagen o signo religioso de buen gusto. Los lugares más apropiados son, sin duda, la sala de estar donde la familia se reúne para descansar, hablar o ver la tele, y las habitaciones de los hijos donde, entre otros pósters y objetos variados, pueden haber algunos te tipo religioso, algún recuerdo de la primera comunión o de la confirmación, los Evangelios, alguna imagen de Jesús.

Saber enseñarles

Antes que nada, es necesario que el niño vea rezar sus padres. Si ve a sus padres rezar sin prisas, quedarse en silencio, cerrar los ojos, ponerse de rodillas, desgranar las cuentas del Rosario, poner el Evangelio en el centro de la mesa después de haberlo leído despacio, el niño que capta y críticamente la importancia de estos momentos, percibe la presencia de Dios en el hogar como algo bueno, aprende un lenguaje religioso, palabras y signo que quieran grabados en su experiencia, aprende unas actitudes y se va despertando en el la sensibilidad religiosa.

Nada puede sustituir a esta experiencia. Pero, además, es necesario orar con los hijos. Los niños aprenden a orar rezando con su padres. Hay que hacerlo participar en la oración, que aprendan hacer los gestos, a repetir algunas fórmulas sencillas, algún canto, a estar en silencio hablando Dios. El niño ora como ve orar. Llegará un momento en el que el mismo podrá bendecir la mesa, iniciar una oración o leer el Evangelio con la mayor naturalidad. La oración queda grabada en su experiencia como algo bueno, que pertenece a la vida de la familia, como el reunirse, el hablar, el reír, el discutir o el divertirse.

aciprensa.com

2 comentarios:

  1. Hola Iván; Paso a saludarte y a desearte una feliz y santa Navidad, y que sigas incansable con esta gran labor que haces desde la red. Un abrazo!

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  2. Hola Iván, gracias por tu comentario que agradezco desde un punto de vista evangélico. Espero que tus deseos no se refieran a algo referente a la homosexualidad, ya que si fuera así me sorprendería que te digas cristiano, cosa que no dudo. La fe es algo que se tiene, o no se tiene. A veces cuanto más la buscas más lejos de ella te encuentras, y yo hace tiempo que cada vez creo menos en un dios omnipresente, aunque respeto a los que creen en algo tan abstracto. No creer no comporta incumplir con lo que predican los Evangelios, aunque sí puede comportar, un incumplimiento absoluto con lo que predican las diversas sectas del Cristianismo y de las demás religiones desde que el mundo es mundo. Algo dicen que dijo Jesús que tú no has cumplido tachándome de pecador. Yo no te voy a tachar de nada, simplemente te deseo que sigas defendiendo tu fé, pero con Fé de verdad. Me gusta la gente valiente, y más en estos tiempos de cobardía. Adelante, Iván, tal vez tengas razón y sea yo el equivocado.
    Un fuerte abrazo y mucha suerte.
    Respondo de forma anónima a tu comentario en hh. para hh.

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