domingo, 31 de mayo de 2009

Pentecostes

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.

Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban: - «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.»

Reflexion

En cierta ocasión se encontraba una maestra en clase de religión con sus alumnos de tercero de primaria. Y les pregunta: - "Quién de ustedes me sabe decir quién es la Santísima Trinidad?" Y uno de los niños, el más despierto, grita: - "¡Yo, maestra! La Santísima Trinidad son el Padre, el Hijo ¡y... la Paloma!"

Para cuántos de nosotros el Espíritu Santo es precisamente eso:¡una paloma! De esa forma descendió sobre Cristo el día de su bautismo en el Jordán y así se le ha representado muchas veces en el arte sagrado. Pero ¡el Espíritu Santo no es una paloma! ¿Cómo se puede tener un trato humano, profundo y personal con un animalito irracional? La paloma es, a lo mucho, un bello símbolo de la paz, y nada más. Y, sin embargo, el Espíritu Santo es la tercera Persona de la Trinidad Santísima y Dios verdadero.

En la solemnidad de hoy celebramos la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles el día de Pentecostés. Pero en las lecturas de la Misa de hoy nos volvemos a encontrar con la misma dificultad de antes: el problema del lenguaje. En el pasaje de los Hechos de los Apóstoles se nos narra que el Espíritu Santo bajó del cielo "en forma de un viento impetuoso que soplaba". ¡Otra imagen! Como el viento que mandó Dios sobre el Mar Rojo para secarlo y hacer pasar a los israelitas por en medio del mar, liberándolos de la esclavitud del faraón y de Egipto (Ex 14, 21-31); o como ese viento que el mismo Dios hizo soplar sobre un montón de huesos áridos para traerlos a la vida, según nos refiere el profeta Ezequiel (Ez 37, 1-14). El mismo Cristo en el Evangelio de hoy usa también la imagen del viento para hablarnos del Espíritu Santo: "Jesús sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo". La misma palabra espíritu significa, etimológicamente, viento: procede del latín, spíritus (del verbo spiro, es decir soplar). El vocablo hebreo, ruah, tiene el mismo significado. Y la palabra latina que se usaba para decir alma era ánima, que a su vez viene del griego ánemos, viento.

El libro del Génesis nos narra que, cuando Dios creó al hombre modelándolo del barro, "le sopló en las narices y así se convirtió en un ser vivo" (Gén 2,7). Por eso también Cristo, como el Padre, sopla su Espíritu sobre sus apóstoles para transmitirles la vida. Sin el aliento
vital nada existe. Así como el cuerpo sin el alma es un cadáver, el hombre sin el Espíritu Santo está muerto y se corrompe. Por eso, en la profesión de fe, decimos que "creemos en el Espíritu Santo, que es Señor y Dador de vida". ¿Y cómo nos comunica esa vida? Cristo lo dice a continuación: "a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados..." Es la vida de la gracia santificante, que producen los sacramentos: el bautismo, la confesión, la Eucaristía y los otros cuatro. Él es el Espíritu Santificador, que da vida, alienta todo y "anima" todo. Es esto lo que Cristo nos quiere significar con esta imagen del viento.

En la Sagrada Escritura se nos habla del Espíritu Santo a través de muchas otras imágenes, dada nuestra pobre inteligencia humana, incapaz de abarcar y de penetrar en el misterio infinito de Dios. En la primera lectura misma que acabamos de referir, se nos dice que descendió "como lenguas de fuego" que se posaban sobre cada uno de los discípulos.

La imagen del fuego es también riquísima a lo largo de toda la Biblia. Es el símbolo de la luz, del calor, de la energía cósmica, de la fuerza. El Espíritu Santo es todo eso: el fuego de la fe, del amor, de la fuerza y de la vida.

Pero, además de las mil representaciones, el Espíritu Santo es, sobre todo, DIOS. Es Persona divina, como el Padre y el Hijo. Es el Dios-Amor en Persona, que une al Padre y al Hijo en la intimidad de su vida divina por el vínculo del amor, que es Él mismo. Vive dentro de nosotros, como el mismo Cristo nos aseguró: "Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a hacer en él nuestra morada" (Jn 14,23).

Podemos decir que una persona que amamos vive dentro de nosotros por el amor. Y si esto es posible en el amor humano, con mucha mayor razón lo es para Dios. El Espíritu Santo y la Trinidad Santísima viven dentro de nosotros por el amor, la fe, la vida de gracia, los sacramentos y las virtudes cristianas. El "dulce Huésped del alma" es otro de sus nombres; y san Pablo nos recuerda: "¿No saben que son templos de Dios y que el Espíritu Santo habita dentro de ustedes?" (I Cor 3,16).

Podríamos decir tantísimas cosas del Espíritu Santo y nunca acabaríamos. Pero lo más importante no es saber mucho, sino dejar que Él viva realmente dentro de nosotros. Y esto será posible sólo si le dejamos cabida en nuestro corazón a través de la gracia santificante: donde reina el pecado no hay vida. Es imposible que convivan juntos el día y la noche, o la vida y la muerte. Dios vivirá en nosotros en la medida en que desterremos el pecado y los vicios para que Él verdaderamente sea el único Señor de nuestra existencia. ¿Por qué no comienzas ya desde este mismo momento?

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sábado, 30 de mayo de 2009

"Ven y sigueme..."

Evangelio según San Juan. Capítulo 21, 20-25

Se volvió Pedro y vio que le seguía aquel discípulo que Jesús amaba, el que en la cena se había recostado en su pecho y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a entregar?"
Y Pedro, al verle, le dijo a Jesús: -Señor, ¿y éste qué?
Jesús le respondió: -Si yo quiero que él permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme.

Por eso surgió entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: "Si yo quiero que él permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?"
Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas y las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero.
Hay, además, otras muchas cosas que hizo Jesús y que, si se escribieran una por una, pienso que ni aun el mundo podría contener los libros que se tendrían que escribir.

Reflexion

Dios no quiere que te ocupes de saber lo que va a ocurrir con otros que como tú lo aman; Dios quiere que tú, precisamente tú lo ames y lo sigas. Tiene un plan para ti, como lo tiene para ese otro, pero es tu relación con Dios lo que le importa; lo que te importa, por eso Jesús te dice a ti: “Tú sígueme”.

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viernes, 29 de mayo de 2009

Somos la Iglesia Catolica.Bienvenido a casa.

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jueves, 28 de mayo de 2009

Superar el egoísmo. Algunos ejemplos

Vivir de forma egoísta es como vivir en un calabozo. Oímos sólo nuestra propia voz, hablamos sólo de nosotros mismos, sólo escuchamos los lamentos de nuestro propio dolor, únicamente captamos la gloria de nuestra propia victoria personal. Cualquier otro interés está mediatizado por el interés propio.

— No te pongas así. Es lógico que la gente mire un poco por su propio interés...


Pero se puede velar por el propio interés sin ser egoísta. El problema es que el egoísta vive en una permanente búsqueda de la propia satisfacción. Una búsqueda que acaba por ser angustiosa, porque el egoísta a cada paso se sorprende con que ha vuelto a perder el rastro y no consigue disfrutar un poco de tiempo con casi nada.

Son afanes oscuros y confusos que hacen desgraciadas a las personas. Por eso es tan importante que los padres logren que sus hijos descubran la satisfacción que la generosidad encierra, y reflexionen sobre el regusto de tristeza que a todos queda cuando nos comportamos de forma desconsiderada, implacable y egoísta con los demás.

— ¿Y a qué edad suelen tener más tendencia al egoísmo?

Cuanto más pequeño es el niño, tanto más vive bajo el poder de los sentidos, y es por eso mismo más fácil que ceda al egoísmo si no hay una educación adecuada. Una criatura de pocos años parece que todo lo ansía para sí, acumula los juguetes, quizá no repara en que a otros nada les llegue. Pasa por un etapa de acusado egocentrismo infantil en la que gusta considerarse el centro de todo, que se hable de él, llamar la atención...; como Currita Albornoz en aquella novela de Coloma: si asiste a una boda, quiere ser la novia; si a un bautizo, el recién nacido; si a un entierro, el muerto.

Por eso, desde muy temprano hay que ir sacando brillo a sus sentimientos de generosidad, para que ahoguen a esos otros de egoísmo.

De lo contrario, podemos encontrarnos con un reverdecer del egoísmo en los años de la adolescencia.

Precisamente en esos tiempos en los que quizá siente más orgullo por su talento, su desarrollo físico o su agudeza intelectual. Y quizá resulta que a lo mejor:

*se hace amigos interesadamente para que le expliquen las matemáticas o le dejen copiar un trabajo de clase;

*se muestra indiferente ante un motivo de tristeza de otros;

*habla con orgullo a su compañero o compañera de clase, de posición menos acomodada, de los grandes viajes que hace en vacaciones, de la moto que le han regalado, o de los lujos de que él disfruta y que el otro no tiene;

*manifiesta un sorprendente sentido práctico con el que pasa por encima de todos los demás para lograr su propio interés; etc.

¿Y cuál crees que es la razón de todo eso?

Quizá arranca desde la niñez, con cosas insignificantes consentidas por quienes convivían con él, y nadie entonces le hizo considerar lo poco noble de esos detalles. A lo mejor escogía siempre el mejor sitio, la mejor fruta, o la tarea más cómoda, y nadie le decía nada, o se acostumbró a oír los reproches como quien oye llover.

Y se acostumbró a no ceder el sitio, a no reparar en las necesidades de los demás, a no sujetar la puerta hasta que pasara quien venía detrás. A lo mejor salían de excursión y pasaban entre unos matojos, y él iba soltando las ramas, que herían en la cara a los que marchaban detrás; sólo importaba una cosa: él ya había pasado.

Por el contrario, el niño que comparte hoy sus juguetes o sus juegos –señala Bernabé Tierno–, o que se atreve a defender a un compañero maltratado, es el hombre del mañana en cuyo proyecto de vida tendrán lugar los demás.

Si quien está a tu lado tiene algún pesar, consuélale con unas palabras de las que brotan del corazón. Si se alegra, alégrate con él, porque es propio de los egoístas entristecerse de envidia ante la alegría ajena. Comparte, ayuda, agáchate a recoger el paquete que se le ha caído al suelo a ése que pasa a tu lado, trata a la gente con corrección, y especialmente a quienes tienen que servirte.

Cada uno debe examinarse sobre si hay en su vida planteamientos egoístas de fondo. Hablo de esos padres posesivos de sus hijos, y de esos hijos que dominan a sus padres. De esos matrimonios que son una pareja de vidas solitarias, y de ésos que son cadenas el uno para el otro.

Para toda persona, erradicar un poco cada día el egoísmo, será erradicar una fuente de tristeza.

iglesia.org

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miércoles, 27 de mayo de 2009

«Por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dará la vida eterna a los que le has confiado»

El gran Credo de la Iglesia, en la parte central, que trata del misterio de Cristo desde su nacimiento eterno del Padre y de su nacimiento temporal de la Virgen María para llegar, pasando por la cruz y la resurrección, hasta su retorno, se concluye con las siguientes palabras: «Volverá glorioso para juzgar a vivos y muertos».

Ya desde los tiempos primitivos, la perspectiva del Juicio ha tenido influencia sobre los cristianos incluso en su vida cotidiana en tanto que era el criterio que les permitía ordenar su vida presente, como una llamada a su conciencia y, al mismo tiempo, como esperanza en la justicia de Dios. La fe en Cristo jamás ha mirado sólo hacia atrás ni tampoco jamás hacia sólo lo alto, sino que siempre ha ido hacia la hora de la justicia que el Señor había anunciado muchas veces...

En él, el Crucificado, lleva al extremo la negación de las falsas imágenes de Dios. Es ahora que Dios revela su propio rostro precisamente en la figura del que sufre y comparte la condición del hombre abandonado de Dios, cargándola sobre sí mismo. Este hombre inocente que sufre llega a ser esperanza-certeza: Dios existe y Dios sabe crear la justicia de una manera que nosotros no somos capaces de concebir y que, sin embargo, podemos intuirla en la fe. Sí, existe la resurrección de la carne. Existe una justicia. Existe la «revocación» del sufrimiento pasado, la reparación que restablece el derecho.

Por eso la fe en el Juicio final es, ante todo y por encima de todo, esperanza; esta esperanza cuya necesidad se ha hecho evidente en las convulsiones de los últimos siglos. Estoy convencido que la cuestión de la justicia constituye el argumento esencial, en todo caso el argumento más fuerte, a favor de la fe en la vida eterna. La necesidad meramente individual de una satisfacción plena que en esta vida se nos niega, la inmortalidad del amor que esperamos, es ya ciertamente un motivo importante para creer que el hombre está hecho para la eternidad; pero solamente en relación con el reconocimiento que la injusticia de la historia no puede ser la última palabra, llega a ser plenamente convincente la necesidad del retorno de Cristo y de la vida nueva.

iglesia.org

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martes, 26 de mayo de 2009

Carta del sacerdote Juan Carlos Gomez Martin para el Señor Jose Luis Rodriguez Zapatero

Esta carta me llego a mi email y porsupuesto no dudo en compartirla, aviso que es un poco larga:

Sr. Rodríguez Zapatero.
Soy Juan Carlos Gómez-Rico Martín-Gil, sacerdote diocesano de Ciudad Real,
compañero de Javier Quevedo, algo más joven que él, 36 años. Tengo el gusto de
responder a la pregunta que usted evitó contestar a mi colega. Puede ser que
rodeara la respuesta porque usted duda del tema o porque calculaba perjudicial
para su imagen responder que No, como me temo que es lo que realmente piensa.
Dudo que usted pueda leer esta carta, más bien porque tendrá muchas cosas que
hacer y cartas que responder, pero confío que la lean en Moncloa y todos los que
piensan como usted, incluidos miembros del Partido Popular que han consentido la
actual ley del aborto aprobada con Felipe González. Disculpará que envíe esta carta
a mis contactos, amigos y conocidos, por lo menos, el formato “carta al presidente”
servirá de género literario atrayente. Igualmente disculpe que le apunte datos que
bien conoce.
Así pues, tengo una respuesta para usted ¿Es el embrión, un Ser
Humano?
A.- Sí, y no le argumento desde la Fe que profeso, lo dicen las ciencias
empíricas, la biología; en esto hay unanimidad. Por 4 hechos científicos
constatados:
1.-Cuando se funden los gametos masculino (espermatozoide, 23
cromosomas) y femenino (óvulo, 23 cromosomas), antes de las 20 horas del coito,
aparece un organismo nuevo, el cigoto, con 46 cromosomas. El cigoto es la primera
fase del embrión, es una célula de 46 cromosomas en su composición genética
distinta del padre y de la madre. Todas tienen 46 cromosomas menos los gametos
reproductores, que curioso….
2.-Esa célula es un organismo de especie humana, lo dicen sus cromosomas,
su ADN, no es de perro, ni de gato, ¿entonces que es?
3.-El cigoto es un organismo programado, el primero de una cadena de
sucesos biológicos. Es nuevo, original, único e irrepetible, en él está contenido todo
el patrimonio genético, color de ojos, estatura….
4.-Ese organismo crece y se desarrolla de modo coordinado, continuo,
gradual, siguiendo una multiplicación celular que impide distinguir etapas
cualitativamente, aunque cambie cuantitativamente.
B.- Estas evidencias científicas muestran otras cuatro características del
embrión humano:
1.-Unidad biológica del nuevo ser.
2.-Coordinación: Todos los elementos del embrión se desarrollan en perfecta
coordinación como partes de un todo, único y uno, unicidad.
3.-Continuidad en el desarrollo: El desarrollo cuantitativo y diferencial del
embrión es un perfecto continuo, no hay saltos cualitativos, ni mutaciones
sustanciales. Estamos siempre ante el mismo sujeto, sólo cambia el tamaño o el
tiempo, cantidades, no cualidades.
4.-Gradualidad: La forma definitiva se alcanza gradualmente. Ni siquiera la
alcanza tras el parto. El proceso continúa mientras vivimos…Es mentira que haya
pre-embriones y embriones. ¿En qué día, minuto y segundo deja de ser una cosa
para ser la otra?
Partiendo de estos datos físicos irrefutables, es claro que negar el estatus
humano al embrión es contradecir las ciencias físicas, no sólo las Religiones o la
Filosofía metafísica. Y todo por ideas preconcebidas, prejuicios ideológicos. Por
tener un concepto de hombre recortado, ni siquiera por el cientifismo, sino por el
subjetivismo ético y positivismo jurídico: “la única fuente de verdad o moralidad
son las opiniones y decisiones humanas”. Lo legal es lo moral. Recordemos los
desastres de Hitler elegido legalmente por una democracia legítima…
La raíz del problema es el Relativismo: la verdad, si existe, depende del color
del cristal de quien mire... Ya decía Benedicto XVI, es el mal radical postmoderno:
la dictadura del relativismo. Es el suicidio de la Verdad y del Hombre.
Así pues, verificado por la ciencia biológica que el embrión es un ser humano,
que comienza a existir en el momento de la fecundación, las demás ciencias no sólo
no pueden contradecir ese dato sino que deben complementarlo, protegerlo,
razonarlo, explicarlo….es la tarea de la ciencia filosófica, ciencia jurídica, ciencia
ética, ciencia teológica. ¡¡¡Que también son ciencias!!!
Aumentando la perspectiva, me permitirá que exprese el punto de vista
religioso de creyentes judíos, cristianos (incluida la Biblia de Obama) y
musulmanes, o sea, 3.000 millones de personas. La mitad de habitantes del
planeta creemos y razonamos que el Ser Humano ES cuerpo y alma (ánima en
latín, como usted sabe). Afirmamos que el cuerpo procede de los padres y el Ánima
de Dios, uniéndose en el momento de la concepción. Tenía usted razón cuando, al
saber que había un sacerdote entre el público, dijo, “esto se anima”, parecía que
intuía la pregunta. Sin pretenderlo, etimológicamente, está usted suponiendo la
existencia del alma o diciendo, a esto se le pone alma. El Embrión se anima por que
tiene ánima, alma. Todo ello late en el concepto occidental de Persona. ¿Será por
esto, que usted sustituya machaconamente este término por el de Ciudadano?
C.- Se supone pues que el Embrión humano debe gozar de todos los
derechos humanos y con todas las condiciones que dice la Carta de los Derechos
Humanos de la ONU. El primero es el derecho inviolable a la Vida de toda persona
humana, independiente de cualquier decisión humana y desde la concepción hasta
su muerte natural. Esto cuestiona lo siguiente:
1.- ¿Por qué no tiene los mismos derechos un embrión con síndrome Down
que, Izaskum, la joven con el mismo síndrome que tan gentilmente atendió en el
mismo programa? ¿Sabrá que el Down está considerado como una de las
malformaciones que ampara la ley del aborto para despenalizar la decisión materna
de matar el feto? ¿Sabe que ha decrecido tremendamente el número de nacimientos
Down desde la proliferación del diagnóstico prenatal, amniocentesis?
2.- Las armas químicas están prohibidas incluso en casos de guerra, (por
poco se la lían con los milloncillos de armas de “juguete” que ha vendido para
Israel) ¿porqué se permiten armas químicas, inhumanas, para exterminar al
embrión humano? No exagero, basta ver los videos de abortos. Cualquier técnica
para matar al feto no se emplea en las guerras más “ilegales”
3.- La pregunta rebasa el tema del aborto ¿Es ético fabricar, por encargo,
embriones humanos, violentando su cuna, separando el acto sexual del
procreador? ¿Qué derechos tienen los embriones que yacen en los congeladores?
¿Es ética su manipulación y destrucción como medio para conseguir otro fin, por
muy bueno que sea? ¿Es ético todo lo técnicamente posible y políticamente
correcto? Según sus leyes y algunas del P.P. sí, según las leyes de las Ciencias,
tenemos que concluir que no.
D.- Sr. R. Zapatero, usted habla de un derecho de la madre para abortar.
Eso es lo que se propone en su programa electoral. Pero, como usted bien conoce,
de momento, y ya es trágico, el aborto es un crimen despenalizado, que no tiene
consecuencias penales, legales, para la madre o colaboradores; en tres supuestos lo
despenaliza el artículo 417 del Código Penal (BOE 12-7-1985):
1.-Violación, denunciada legalmente, si se practica en las 12 semanas
primeras de gestación.
2.-Malformaciones graves, físicas o psíquicas del feto (síndrome Down entre
ellas): si se practica en las 22 primeras semanas.
3.-Caso de correr grave peligro la vida y salud, física o psíquica de la madre.
¡¡¡¡Sin tiempo límite!!!!
Resultados de esta Ley:
-La inmensa mayoría se acoge al 3º supuesto, muy pocas al 2º, rara vez al 1º.
-En España, 110.000 abortos en el último año, a pesar, de tanta falacia de
sexo seguro… Sumando todos los abortos del mundo desde que existe tal “avance”,
resultan más que todas las guerras del S. XX. Da qué pensar.
-Es curioso que en Polonia, existiendo los mismos supuestos, no pasan de
5.000 abortos. Quizás la razón es que, en España, el informe médico que justifica el
aborto lo hace otro médico que trabaja en la misma clínica abortista ya que la ley
española sólo prohíbe que sea el mismo y que no esté bajo el mando del que aborta.
En Polonia tiene que ser un médico del Estado quien valore el supuesto pro-aborto.
-Estos abortos no tienen consecuencias penales para la madre. Pero resulta
paradójico, lo que pretende evitar un daño físico o psíquico a la madre, el aborto,
provoca, cuando menos, una depresión post-aborto, que el médico abortista no les
advierte (a veces depresión crónica) que pocas se atreven a contar y denunciar
después. Por mi ministerio conozco casos, es un auténtico drama, una culpabilidad
que a la madre cuesta horrores perdonarse a sí misma, aunque esté arrepentida y
se sepa perdonada por Dios.
-Los cristianos, y personas con sentido común, guardamos silencio ante el
supuesto de correr peligro grave la Vida de la Madre (no sólo la salud). Están en
juego dos vidas, es moral que muera el feto, indirectamente, para que viva la
Madre, siempre que la muerte del feto no sea la acción directa y provocada para
salvar a la Madre. El aborto puede ser consecuencia de aplicar un tratamiento vital
para la madre y letal para el hijo. Aún así ¡cuántas madres prefieren morir para
salvar a su hijo!
Sr. R. Zapatero, usted se va del tema que muy concreta, directa, sabia,
educada y simpáticamente le hace mi querido compañero Javier Quevedo. Prefiere
hablar de evitar la cárcel a las mujeres que abortan ¿Es que no hay facilidades
sobradas ya, para abortar sin ir a la cárcel? Hay alternativas a la cárcel, como
también las hay al aborto, ¿por qué no agotarlas todas? Pero, una duda, si el que
roba por hambre (atenuante) puede llegar a la cárcel…
Sr. R. Zapatero, el aborto como derecho de la madre, es muy serio, es un
salto cualitativo en la Ley.
-Si es derecho de la Madre, el aborto tendrá que administrarse en los
hospitales del Estado, gratuito. La madre comete un crimen gratis, cosa que
ni en los dentistas…
-Si es derecho de la Madre, mucho me temo que entrará en conflicto
con el derecho a la objeción de conciencia del médico del Estado, perdiendo
este a favor de aquel. Lo hemos visto en el caso de los jueces con el tema de
la adopción por parte de homosexuales y lo estamos viendo con la Educación
para la Ciudadanía...
E.- Pero, Sr. R. Zapatero, su partido quiere más, apuesta por la ley de
plazos, una fecha tope para abortar sin ningún requisito más. Es aborto, da igual
qué fecha con tal que pase del momento de la fecundación que es, máximo, a las 20
horas del coito, cuando se besan el espermatozoide y el óvulo y se forma el cigoto,
primera fase del embrión. Por eso, la llamada píldora del día después, es abortiva
en la mayoría de los casos, pues también impide la implantación en el útero del
óvulo ya fecundado, embrión.
Quizás, Sr. R. Zapatero, pretenda usted, imitar a su modelo de “Mesías”,
Barak Huseim Obama (por mucho que jure con la Biblia y nos vaya a salvar de la
crisis, del hambre, la guerra…y rezo por él para que haga lo que esté de su mano)
que ya ha quitado restricciones al aborto parcial, esto es: que se puede abortar en
el mismo momento del parto pinchando en el cerebro del niño parcialmente fuera y
legalmente nace muerto. Con D. Paco Vázquez fuera de juego, me pregunto, ¿no
queda nadie en su partido que alce la voz en contra de este tema, tan claro lo
tienen, tanto le obedecen o tan poco piensan? Eso decía D. José Bono del P.P.
F.- Mi compañero, Javier Quevedo, contextualizó la pregunta valorando su
defensa de los derechos humanos y condena de la guerra. Nunca comprenderé
por qué, personas que defienden tanto los derechos humanos de los ya nacidos,
incluso derechos de los animales, (algunos pacifistas, ecologistas…) no defienden
igualmente la vida humana más débil, la no nacida. Es demagógico acusar a la
Iglesia de lo contrario, como algunos sugieren. Espero que usted no lo haga. Sabe
que la Iglesia es la institución que más, mejor, desinteresada y personalmente
defiende la vida de toda persona: al no nacido y también, al moribundo, al parado,
al enfermo, al hambriento, al perseguido, al anciano, al emigrante… hasta al
pecador. Quien niegue esto niega la evidencia. Las tres horas que me cueste
escribir esta carta no mermarán mi interés por preparar bien en la parroquia la
inminente Campaña contra el Hambre de Manos Unidas. Ayúdeme a que no gaste
más tiempo en estas cartas y por estos temas, ya le escribiré otra sobre sus
promesas del 0’7 %, los Objetivos del Milenio, la condonación de la Deuda a los
países empobrecidos, ayudas al desarrollo…
Es cierto que los cristianos hemos de seguir el mandato de Jesucristo:
“opción preferencial por los pobres”, el problema es identificar la pobreza
exclusivamente con las carencias materiales o monetarias, fruto de una
interpretación materialista del Ser Humano. La crisis actual no es sólo económica,
de fondo, es crisis moral, antropológica. Así lo dice el Papa, también su colega
Obama. Por eso, la solución de la crisis no está sólo en la economía. Siendo la
carencia material, un tipo de pobreza, bien sabe usted, que no es la única pobreza.
Puede haber carencias culturales, afectivas, físicas, de salud. Incluso puede
carecerse de los derechos básicos: igualdad, libertad, educación, familia..., teniendo
todas las necesidades materiales cubiertas. El derecho a la Vida es un derecho
básico de la persona, de toda persona, es igual de importante el derecho a la vida
del que muere de hambre que del que muere de aborto. Es cierto que actualmente,
en el mundo, hay más personas que mueren de hambre que de aborto (en España
no), las diferencias de cantidad de víctimas será un aspecto para valorar las
soluciones pero no la importancia de la vida humana. Es más, el que ha nacido
tiene posibilidad de defenderse, pedir y recibir ayuda; el que no ha nacido todavía,
es el más indefenso, el más carente, el que más depende de los demás, el más
pobre, por lo tanto al que más debe defender el Estado y un partido que dice
defender a los pobres como el que usted preside.
En fin, Sr. Rodríguez Zapatero, agradezco su trabajo por España. Valoro su
interés por contestar a las preguntas de los ciudadanos, pero siento que no
respondiera a algunas preguntas como la mi querido compañero cuando “esto se
anima” según sus mismas palabras.
Sepa que rezo por usted, y por todos los gobernantes, es devoción particular
mía y obligación de los cristianos; rezo por su salud, trabajo, por su mujer y sus
hijas para que sean felices haciendo felices a los demás.
Atentamente. Juan Carlos Gómez-Rico Martín-Gil.
Sacerdote (también orgulloso de serlo) de Ciudad Real, en España, estado
aconfesional y no laico. DNI: 5.662.596.L

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lunes, 25 de mayo de 2009

Yo he vencido al mundo

Juan 16, 29-33

En aquel tiempo dijeron los discípulos a Jesús: Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola.Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios. Jesús les respondió:¿Ahora creéis?Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo.Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo.Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación.Pero ¡ánimo! yo he vencido al mundo.


Reflexion

¡Asombra la claridad con que nos demuestra este evangelio la fragilidad del hombre y la acción de Cristo en nuestra vida! En este pasaje Jesucristo, actuando con la bondad con que le caracteriza, nos hace ver nuestra fragilidad humana y la necesidad de confiar plenamente en Él.

Adentrémonos en este diálogo de Jesucristo con sus discípulos. Para Cristo éstas son las horas previas a su muerte, a su pasión, y por encima del dolor y la angustia que esto le pueda causa, quiere olvidarse de ello y preocuparse sólo de sus discípulos; acerquémonos pues con confianza y escuchemos sus palabras.

En esta ocasión los discípulos quieren ellos mismos expresarle a Jesús su fe: “Señor ahora creemos que has salido de Dios”; seguramente esperaban una respuesta de Cristo que los halagara, que los felicitara,... Sin embargo, la respuesta de Cristo es dura, es una reprensión... ¿Por qué les responde de esta manera Cristo? ¿No eran acaso sus apóstoles, sus elegidos? ¡Claro que lo eran! Sin embargo, aun siendo ya sacerdotes, no dejan por ello de ser hombres, y por tanto débiles, heridos por el pecado.

La lección de Cristo es clara. Él nos pide una fe pura, limpia, y una confianza sencilla, sin racionalismos, sin seguridades humanas, sin nuestros mezquinos criterios egoístas.

Jesucristo sabe que no nos es fácil vivir en un mundo donde el único criterio de verdad viene a ser la opinión de la mayoría, los criterios de la “madre televisión”, etc. Él sabe que el mundo nos ofrece el éxito humano, las comodidades materiales y, peor aún, las pasiones más bajas de nuestro ser, como el fulcro de nuestra felicidad y nuestra confianza.

Jesucristo precisamente porque lo sabe, se ha quedado con nosotros, para luchar a nuestro lado y salir victoriosos de la batalla. La respuesta nos la da el mismo Jesucristo: “Confiad, yo he vencido al mundo”.

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domingo, 24 de mayo de 2009

La ascension del Señor

Marcos 16,15-20

La Ascensión del Señor es nuestro triunfo y nuestra victoria definitiva, nuestra alegría, nuestro consuelo y esperanza.
Y les dijo: "Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien."

Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.

Reflexion

¿Y dejas, Pastor santo,/ tu grey en este valle hondo, oscuro,/ con soledad y llanto?/ Y Tú, rompiendo el puro/ aire, ¿te vas al inmortal seguro?... Así comienza el poeta castellano, el gran Fray Luis de León, su oda a la Ascensión del Señor. Con encanto lírico y aire nostálgico se dirige a Cristo, a quien ve subir al cielo, como queriendo aferrarse a sus vestidos para que no se vaya y permanezca por más tiempo entre los suyos. Ésa tuvo que ser también la experiencia de los apóstoles y de los discípulos de Cristo cuando lo vieron ascender a los cielos...

Los antes bienhadados/ y los ahora tristes y afligidos/ –continúa nuestro poeta su mística contemplación– a tus pechos criados, / de ti desposeídos,/ ¿a do convertirán ya sus sentidos?/ ¿Qué mirarán los ojos/ que vieron de tu rostro la hermosura,/ que no les sea enojos?/ Quién oyó tu dulzura,/ ¿qué no tendrá por sordo y desventura?”.

Estos versos rebosan de inspiración, sin duda alguna. Pero yo creo que también debemos albergar otros sentimientos en nuestro corazón: la alegría, el gozo profundo y el regocijo porque nuestro Señor ha triunfado definitivamente. Con su gloriosa resurrección ha vencido a nuestros enemigos: al demonio, al pecado y a la muerte. Pero su ascensión a los cielos confirma su victoria y culmina su glorificación como Mesías, Redentor e Hijo de Dios.

Pero ese triunfo no es sólo de Él. ¡También es nuestro! Porque Cristo nos ha abierto las puertas del Reino de los cielos y ahora se va –como dijo a sus apóstoles en la Última Cena– “para prepararnos un lugar”. Y luego, cuando nos lo haya preparado, de nuevo volverá y nos tomará para llevarnos a donde está Él, para que estemos con Él para siempre. (Jn 14, 2-3). ¡Ése es el motivo profundo de nuestra esperanza! Cuando escucho que alguien se muere –sobre todo si se trata de un amigo o de un ser querido– yo personalmente experimento un gran regocijo y también una santa envidia: ¡Qué dicha tan grande para él –pienso para mis adentros– que ya goza para siempre de Dios y ya no habrá más tristezas, ni más lágrimas! ¡Y ojalá también me tocara a mí muy pronto tan grande e incontenible felicidad!...

Yo no entiendo por qué algunas gentes se ponen tristes, abatidas o incluso se desesperan o se rebelan a veces contra Dios por la muerte de ser querido, si ya está gozando de Dios por toda la eternidad. ¡Dichoso él!... Obviamente, a todos nos duele su separación –como a los apóstoles les dolía que su Señor se fuera al cielo–. Pero, ¡qué inmensa dicha para Jesús! Y, por tanto, también para nosotros. A esta luz, se entienden perfectamente aquellas otras palabras de nuestro Señor, pronunciadas en el Cenáculo la noche de la despedida: “Si me amarais, os alegraríais de que me fuera, pues me voy al Padre” (Jn 14,28). Ahora sí se está yendo definitivamente al cielo... ¿Y no debemos también alegrarnos con Él?

Pero como Cristo es Dios, es omnipotente. Y para Él no hay imposibles. Se va, pero se queda al mismo tiempo, como lo hizo la noche bendita del Jueves Santo al instaurar la Eucaristía. Sólo su amor podía tener esas ocurrencias. Pero el suyo es un amor todopoderoso y eficaz. Nuestro amor humano también sueña y experimenta deseos semejantes, pero somos radicalmente impotentes para cumplir los sueños y los anhelos de nuestro amor. Pues Cristo sí puede realizarlos: se va. Pero se queda con nosotros. ¡Qué maravilla! ¡Qué enorme consuelo para nuestra soledad y para nuestras horas de tristeza, de oscuridad, de abatimiento, de derrota y de desesperanza!

Sí. Cristo se queda: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros” –nos prometió también en la Última Cena– (Jn 14, 18). Y lo que Cristo promete, lo cumple, porque Él es fiel a sus promesas. Recordemos lo que nos dijo antes de su ascensión: “Yo estaré con vosotros para siempre hasta la consumación del mundo” (Mt 28, 20). Él nunca está ausente. Es el gran Presente. Por tanto, alegría, consuelo, esperanza. “En las duras y en las maduras”, como reza el decir popular. También cuando a veces “ya no sintamos lo duro, sino lo tupido” de la batalla. Todos tenemos nuestros ratos duros y amargos, de desconcierto y de decaimiento. Todos. Porque todos vamos como peregrinos “gimiendo y llorando en este valle de lágrimas”. Pero con Cristo a nuestro lado y dentro de nosotros, ¡todo lo podemos!

Y a propósito de que estamos aquí de paso, la fiesta de la Ascensión del Señor nos lo confirma. Cristo, subiendo al cielo, nos invita a elevar también nosotros el corazón a las alturas: “Si habéis resucitado con Cristo –nos exhorta san Pablo– buscad las cosas de allá arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios; pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque estáis muertos y vuesta vida está escondida con Cristo en Dios” (Col 3, 1-3).

Si Cristo está en el cielo, también nosotros debemos tener el corazón en el cielo. Pero los pies bien puestos sobre la tierra. ¡Levantemos el corazón! –nos invita en cada Misa el sacerdote–. Y nosotros siempre respondemos: ¡Lo tenemos levantado hacia el Señor! Pues ojalá que no sean sólo palabras, sino que nuestra vida entera lo confirme.

Y finalmente, la Ascensión es una llamada a la misión y al apostolado, a compartir con los demás nuestra fe y nuestras certezas: “¿Qué hacéis allí mirando al cielo?”–nos dice el ángel–. Hay que ir a proclamar el mensaje de Cristo: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura (Mc 16,15), bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo –fue el mandato del Señor antes de marcharse–, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado” (Mt 28, 19).

Por eso, la Ascensión del Señor es nuestro triunfo y nuestra victoria definitiva, nuestra alegría, nuestro consuelo y esperanza; una llamada a vivir con el corazón en el cielo y una invitación a compartir con los demás la felicidad de nuestra fe. ¡Aleluya, aleluya!

catholic.net

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El feto humano es un ser humano de nuestra especie

Esta declaracion es de: Josefa Romo Garlito.

Acaba de despacharse la ministra Bibiana diciendo que el feto humano no es humano en sus trece primeras semanas. Entonces, señora Aído, ¿qué es? ¿Un animal, acaso una golondrina, una planta? ¿De qué ser vivo se trata? Usted no es madre pero debe saber que hasta el sentido común nos dice que el niño que llevamos o hemos llevado las madres en nuestras entrañas es, desde su primer momento de vida, nuestro hijo, aparte de que también lo dice la Ciencia biológica.

Para salvar a la rana, animal protegido, se comienza por proteger al renacuajo; lo mismo se hace con la cigüeña: se protegen sus huevos mediante ley. Pero al ser humano se le desprecia. La afirmación de Aído supongo que la habrá hecho por ignorancia y no por malicia, para que la gente no se alarme ante una ley que deja sin protección la vida humana. ¿Qué decían los nazis de los judíos? Lo mismo, que no eran humanos. Un feto de 13 semanas, y de menos, es un niño completo, aunque sea muy pequeño. ¿No ha visto Aído las ecografías de fetos?

forumlibertas.com

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sábado, 23 de mayo de 2009

«El Espíritu da la vida» (2C 3,6)

«El agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna» (Jn 4,14). Una nueva clase de agua que corre y salta; pero que salta en los que son dignos de ella. ¿Por qué motivo se sirvió del término agua, para denominar la gracia del Espíritu? Pues, porque el agua lo sostiene todo; porque es imprescindible para la hierba y los animales; porque el agua de la lluvia desciende del cielo y, además, porque desciende siempre de la misma forma y, sin embargo, produce efectos diferentes: unos en las palmeras, otros en las vides, todo en todas las cosas.

De por sí, el agua no tiene más que un único modo de ser; por eso, la lluvia no transforma su naturaleza propia para descender en modos distintos, sino que se acomoda a las exigencias de los seres que la reciben y da a cada cosa lo que le corresponde.

De la misma manera, también el Espíritu Santo, aunque es único, y con un solo modo de ser, e invisible, «reparte a cada uno la gracia según quiere» (1C 12,11). Y así como un tronco seco que recibe agua germina, del mismo modo el alma pecadora que, por la penitencia, se hace digna del Espíritu Santo, produce frutos de santidad. Y aunque no tenga más que un solo e idéntico modo de ser, el Espíritu, bajo el impulso de Dios y en nombre de Cristo, produce múltiples efectos.

Se sirve de la lengua de unos para el carisma de la sabiduría; ilustra la mente de otros con el don de la profecía; a éste le concede poder para expulsar los demonios; a aquél le otorga el don de interpretar las divinas Escrituras. Fortalece, en unos, la templanza; en otros, la misericordia; a éste enseña a practicar el ayuno y la vida ascética; a aquél, a dominar las pasiones; al otro, le prepara para el martirio. El Espíritu se manifiesta, pues, distinto en cada uno, pero nunca distinto de sí mismo, según está escrito: «En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común» (1C 12,7).

iglesia.org

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lunes, 18 de mayo de 2009

Ver desde lo alto y seguir trabajando

Me quedó grabada, hace años, la afirmación de que nadie merece ser escuchado si no ha esperado, trabajado y sufrido largo tiempo para mostrar la verdad de sus convicciones.

Muchos de nuestros abuelos murieron, tras una vida difícil para sacar adelante a su familia, sin poder ver plenamente los frutos de su gustoso sacrificio. Nuestros padres han luchado con frecuencia por lo mismo y, si eran buenos cristianos, nos transmitieron la fe; no con demasiados argumentos, sino con su vida coherente.

Nosotros tenemos que seguir en la brecha para “pasar el relevo” a las generaciones que nos siguen, sin pensar que hacemos nada extraordinario.

Estos pensamientos me invadían al leer el reciente discurso de Benedicto XVI desde el monte Nebo, que está situado a pocos kilómetros al nordeste del Mar Muerto. Desde allí Moisés divisó la Tierra Prometida hacia la que había guiado a su pueblo, tras sacarlo de Egipto, a través de no pocas penalidades. Aquella tierra donde, muchos años después, vivió y murió Jesús de Nazaret, Hijo del Dios vivo, dejando un rastro de luz y vida que sigue presente y actuante en la historia de la humanidad.

“Aquí, desde la altura del monte Nebo –¬dijo el Papa en la parte central de su alocución, con palabras que merecen ser recogidas íntegramente¬– la memoria de Moisés nos invita a ‘levantar nuestros ojos’ para abarcar no sólo las obras poderosas de Dios en el pasado, sino también para mirar con fe y esperanza hacia el futuro que Él nos presenta y también a nuestro mundo”. Y mirando interiormente hacia sí mismo y los cristianos, continuó: “Como Moisés nosotros hemos sido también llamados por nuestro nombre, invitados a emprender un éxodo diariamente desde el pecado y la esclavitud hacia la vida y la libertad, y hemos recibido una inquebrantable promesa que guía nuestro camino”. El Papa se refería concretamente a la vida cristiana. “En las aguas del Bautismo, hemos pasado desde la esclavitud del pecado a una nueva vida y esperanza. En la comunión de la Iglesia, Cuerpo de Cristo, anhelamos la visión de la ciudad celestial, la nueva Jerusalén, donde Dios será todo en todos. Desde esta montaña santa, Moisés dirige nuestra mirada hacia lo alto, hacia el cumplimiento de todas las promesas de Dios en Cristo”.

El ejemplo de Moisés, que veía todo aquello desde lejos, al final de su larga peregrinación –¬seguía explicando el sucesor de Pedro¬–, nos recuerda que también nosotros somos parte de la peregrinación del Pueblo de Dios a través de la historia. Y esto, siguiendo las huellas de los profetas, los apóstoles y los santos; los cristianos estamos llamados a caminar con el Señor, llevar adelante su misión, dar testimonio del Evangelio del amor universal y de la misericordia de Dios. “Estamos llamados a promover la acogida del Reino de Cristo por medio de nuestra caridad, nuestro servicio a los pobres y nuestros esfuerzos para ser levadura de reconciliación, perdón y paz en el mundo que nos rodea”.

Y como en una apelación al realismo, también para su caso personal, añadía Benedicto XVI: “Sabemos que, como Moisés, quizá no veremos el cumplimiento total del plan de Dios durante el espacio de nuestra vida. Sin embargo confiamos en que, realizando la pequeña parte que nos toca, en fidelidad a la vocación que cada uno ha recibido, ayudaremos a allanar los caminos del Señor y facilitar que sea bien recibida la aurora de su Reino”. “Y sabemos –concluía– que el Dios que reveló su nombre a Moisés como una garantía de que siempre estaría a nuestro lado (cfr. Ex 3. 14), nos dará la fortaleza para perseverar en una gozosa esperanza incluso en medio del sufrimiento, la prueba y la tribulación”.

Estas últimas palabras –bien coherentes con lo que conocemos de la vida y el pensamiento del Papa–, pueden aplicarse a tantas personas, a tantos cristianos. Ver desde lo alto de una vida cumplida sencillamente en la fidelidad y en el trabajo. Contemplar las cosas, cada día, desde lo alto y lo profundo de una oración cuajada en obras de servicio. Ver desde lo alto de una vida, quizá no exenta de errores, pero que, hasta el final, confía en las promesas de Dios. Mirando a lo lejos, pero siguiendo en la brecha. Ver desde lo alto y seguir trabajando.

cope.es

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domingo, 17 de mayo de 2009

Para ser buenos amigos de Jesús

Juan 15, 9-17

Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros.»

Reflexión

El pasaje evangélico de este domingo es una perfecta continuación de la semana pasada. No sólo en cuanto al tema, sino también en los versículos de la liturgia.

Hace ocho días, el Evangelio nos ofrecía para nuestra meditación la bella alegoría de la Vid y los sarmientos (Jn 15, 1-8). Y hoy la Iglesia nos presenta la aplicación de ese discurso: cómo podemos vivir unidos a Cristo para ser buenos sarmientos y buenos amigos suyos (Jn 15, 9-17).

“Como el Padre me ha amado, así os he amado yo. Permaneced en mi amor”, nos dice nuestro Señor. Al meditar en la alegoría de la Vid, sentíamos la necesidad apremiante de permanecer unidos a Jesús para tener vida y para llevar frutos de eternidad. Y ahora el Señor nos va a mostrar el camino: “Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor” (Jn 15,10). El modo de vivir unidos a Él es por medio del amor. Pero un amor hecho obras, real y operante. Un amor de puras palabras o discursos bonitos es un amor platónico y vacío por dentro. Un amor de puros sentimientos, propósitos y buenas intenciones es falso, engañoso y estéril. No es real. Es una farsa y una pantomima. Ya lo decían nuestros abuelos con una expresión muy plástica: “El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”. No bastan los “quisieras” para ser buenos cristianos y verdaderos discípulos del Señor. Se necesita un “quiero” rotundo, operante y con todas sus consecuencias.

Se cuenta que, en una ocasión, le preguntó la hermanita pequeña a santo Tomás de Aquino, cuando todavía éste era muy joven: “Oye, Tomás, ¿qué tengo yo que hacer para ser santa?”. Ella esperaba una respuesta muy complicada y profunda; pero el santo le respondió: “Hermanita, para ser santa basta querer”. Querer. Pero quererlo de verdad; o sea, poniendo todos los medios para lograrlo, con la ayuda de Dios; que las obras y los comportamientos respalden y confirmen luego nuestros propósitos. La sabiduría popular lo ha condensado en la conocidísima sentencia: “Obras son amores..., que no buenas razones”. Y “del dicho al hecho, hay mucho trecho”. ¡Tenemos que acortar ese trecho para mostrarle al Señor que de verdad le amamos con las obras! Así lo hizo Él: “lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”. Sólo así construiremos nuestra casa sobre roca, y no sobre arenas movedizas (Mt 7, 21-27).

Pero el Señor nos concreta aún más el camino. Si cumplimos sus mandamientos –nos dice– permanecermos en su amor. ¿Y cuáles son sus mandamientos? “Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”. ¡La caridad hacia el prójimo!

Durante su vida pública nos dijo muchísimas veces que “el primer mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos”, y que no había un mandamiento mayor que éste (Mc 12, 29-31). La caridad es el centro de las bienaventuranzas y de toda su doctrina: “Por eso, cuanto quisiereis que os hagan a vosotros los hombres, hacédselo vosotros a ellos, porque en esto consiste toda la Ley y los Profetas” (Mt 7,12). En esto resume toda su enseñanza. Y no sólo nos lo dijo con su predicación, sino que así nos lo demostró con sus obras: siempre amando, sirviendo, curando, perdonando, acercando a los hombres a Dios, predicando el amor con sus palabras y, sobre todo, con sus actitudes y comportamientos hacia todas las personas. “Pasó haciendo el bien” –resumió san Pedro la vida del Señor (Hech 10,38).

La caridad es el núcleo de la Buena Nueva, de todo el Evangelio. Éste es SU mandamiento nuevo, el signo distintivo por el que todos reconocerían a sus discípulos (Jn 13, 34-35). Y es tan fundamental este precepto del amor al prójimo que ésta será la principal materia del juicio final: “En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis” (Mt 25,40). San Juan de la Cruz, comentando este pasaje, afirma con cierto aire de poesía: “En el atardecer de la vida, seremos juzgados sobre el amor”.

Por eso nuestro Señor afirma que “nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que os mando... Y esto os mando: que os améis unos a otros”. Ésta es la respuesta que el Señor nos da: practicar con generosidad el amor sincero y desinteresado hacia nuestros prójimos.

Aquí está, pues, el secreto para ser buenos sarmientos de la Vid, para ser auténticos amigos de Jesús. ¡Ojalá pudiera tener más discípulos y amigos de verdad! ¿Ya lo eres tú?

catholic.net

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viernes, 15 de mayo de 2009

Acerquémonos a María para emprender el camino de la interioridad

Una de las actitudes que les cuesta cultivar a los jóvenes hoy es la meditación. En efecto la música, el celular, el aglomerado de tantas personas, el ruido de la ciudad, hacen que uno no esté casi nunca solo y por ende no tenga la oportunidad de sumergirse en las profundidades del silencio.

El silencio y la meditación son vitales para cultivar el espíritu. Sin un proceso de interiorización la persona humana no mete raíces, no madura, no desarrolla las cualidades artísticas, el sentido del misterio, la capacidad de contemplar, de amar, de orar. Vive en la superficialidad y en la vanidad.

Acerquémonos entonces a una joven especial, a María, para hacernos sus discípulos y emprender el camino de la interioridad.

Luego de la sorprendente visita del ángel, de la experiencia de la gestación, del sufrido y gozoso nacimiento de Jesús, de la maravillosa visita de los pastores y de los magos, el Evangelio de Lucas nos dice que:
«María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón».

Esta joven estupenda se había creado un espacio interior donde colocaba sus experiencias y donde se retiraba para profundizar el misterio, escuchar el eco de los acontecimientos, dialogar con el Señor, para luego salir con el ánimo disponible a todo y a todos.

En este mes de mayo dedicado a nuestra Madre les invito a vivir el rezo del santo Rosario como una oportunidad de ir a la escuela de Jesús y de María y de hacernos buenos discípulos suyos. Y la primera actitud que cultivaremos será la escucha. Aprendamos a escuchar no sólo con el oído, sino con los ojos de la atención y la disponibilidad del corazón.

iglesia.org

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jueves, 14 de mayo de 2009

¿Por qué no eres más feliz?

Es curioso cómo muchas personas piensan que la felicidad es algo reservado para otros y muy difícil de darse en sus propias circunstancias.

Corremos el peligro –nosotros y los chicos– de pensar que la felicidad es como una ensoñación que no tiene que ver con el vivir ordinario y concreto. La relacionamos quizá con los grandes acontecimientos, con disponer de una gran cantidad de dinero, o tener un triunfo profesional o afectivo deslumbrante, o protagonizar hazañas extraordinarias..., y no suele lograrse con eso.

La prueba es que la gente más rica, o poderosa, o más atractiva, o mejor dotada, no coincide con la gente más feliz.

— ¿Eso no es un tópico, y ya algo antiguo? Como si para ser feliz hubiera que ser pobre, miserable y desafortunado...

De entre los pobres, miserables y desafortunados, unos son felices y otros no. Y entre los ricos y poderosos, los hay también felices e infelices; para verlo, basta con echar una ojeada a las revistas del corazón.

Eso demuestra precisamente que la felicidad y la infelicidad provienen de otras cosas, de cosas que están más en el interior de la persona. Conviene pensarlo, y hacérselo pensar a los chicos, ahora que están trazando sus planes de futuro.

La raíz de la felicidad en el interior

Chejov decía que la tranquilidad y la satisfacción del hombre están dentro de él mismo, y no fuera. Que el hombre vulgar espera lo bueno o lo malo del exterior, mientras que el hombre que piensa lo espera de sí mismo.

Muchas veces sufrimos, o nos embarga un sentimiento de desánimo, o de agobio, o de fatiga interior, y no hay a primera vista una explicación externa clara, porque no hemos tenido ningún contratiempo serio, ni tenemos hambre, ni sed, ni sueño, ni nos falta la salud ni las comodidades que son razonables.

eñeces importantes

Son dolores íntimos, y si investigamos llegamos a descubrir que están causados por nosotros mismos. Y muchas de las quejas que tenemos contra la vida, si nos examinamos con sinceridad y valentía, nos damos cuenta de que provienen de nuestro estado interior, de cosas muy secundarias, del egoísmo.

Muchas veces pasamos penas grandes por contratiempos mínimos. Cuántas veces, por ejemplo, una persona puede estar decaída y desalentada, con una tristeza que le dura, a lo mejor, varias horas, o varios días, simplemente porque su equipo, al que sigue con tanta pasión, ha perdido tontamente un partido de fútbol. O por pequeños y tontos contratiempos del lugar de trabajo, o de la clase. O por esos disgustos familiares que también empiezan por una tontería. Todo son tonterías que, por separado, se ve que no son cosas que tengan gravedad para producir tanto disgusto.

Piensa en las causas. Piensa si esa infelicidad puede provenir de acostumbrarse a ver con tanto dramatismo las pequeñas derrotas personales. Derrotas, además, que con el paso del tiempo y vistas en el conjunto de la vida pueden resultar victorias.

iglesia.org

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miércoles, 13 de mayo de 2009

Sí a la vida, no al aborto ¿Por qué razones?

Todos hemos sido asi de pequeños:



¿De verdad es posible que alguien crea que esa "cosita" no sea un ser con vida y que abortar es igual a asesinar a un ser humano?
Para dar mi apoyo a la vida y mi negacion al aborto os dejo razones por el que tenemos que decir si a la vida y no al aborto:

*La ciencia ha demostrado que "la vida humana comienza en el momento de la fecundación, en el momento de la fusión del espermatozoide con el óvulo" (Profesor Alfred Kastler, Premio Nobel de Física).

* "El hombre entero se encuentra ya en el óvulo desde el momento en que éste es fecundado: todo el hombre con todas sus potencialidades" (Jean Rostand, biólogo francés de primera línea).

* "Aceptar el hecho de que, tras la fertilización, un nuevo ser humano ha comenzado a existir no es una cuestión de opinión, es una evidencia experimental". (Jérome Lejeune. Premio Nobel. Catedrático de Genética Fundamental de la Universidad de la Sorbona).

* "Producir un aborto es matar a un ser humano". (Dr. Zamorano Sanabria. Catedrático de Embriología de la Universidad Complutense de Madrid).

* "Soy biólogo y puedo afirmar que cuando el óvulo y el espermatozoide se unen ya se ha originado una nueva vida. Molecularmente hablando, aquello no es una prolongación de la madre, no es un apéndice que pueda ser extirpado sin más. Es un individuo nuevo, y a menos que neguemos la definición misma de la humanidad y sus derechos, no podemos atentar contra él. El momento clave es pues el de la concepción. Entonces comienza la aventura humana. Y la evolución del ser humano proseguirá sin cesar hasta la muerte. Embrión, feto, recién nacido, niño, joven, adulto, anciano, todo es el mismo individuo en diferentes edades". (Profesor Botella Llusiá, Presidente de la Real Academia Nacional de Medicina, Catedrático de Ginecología y ex-Rector de la Universidad de Madrid).

* Los científicos nos dicen que en el zigoto ya hay una vida "distinta" del óvulo y del espermatozoide, que comienza su propio desarrollo La prueba la encontramos en el niño -probeta o en el zigoto insertado en el útero de una madre de alquiler. Es evidente que no es un tumor de la mujer, sino un ser humano distinto de ella, aunque en proceso de desarrollo, que necesita condiciones especiales de nidación. Su evolución progresiva, sin solución de continuidad, le llevará al nacimiento, niñez, juventud, ... hasta su muerte.

Resumen de su desarrollo en el seno materno:

De la unión del óvulo con el espermatozoide nace un nuevo ser, una célula diferente con doble herencia: 23 cromosomas del padre y 23 de la madre.

A las 6 horas después de la fecundación la célula inicial da dos, que a su vez se convierten en cuatro, éstas se dividen en ocho, dieciséis, treinta y dos... ¡una explosión de vida! hasta llegar a los 60.000 millones de células que constituyen el niño en el momento de nacer.

Hacia los 17 días el embrión comienza a diseñarse: sistema nervioso, vértebras, costillas, médula espinal, futura cabeza con rudimentario cerebro...

Hacia las 3 semanas algunas células empiezan a latir, el corazón del tamaño de un grano de trigo no dejará de hacerlo hasta la muerte.

A partir de entonces se esbozan los brazos, piernas, cara...

A los 2 meses ya tenemos completamente formada la figura.

A los 3 meses ya no se habla de embrión sino de feto. La talla alcanza casi 10 cm. y el peso 45 grs. El niño ya se mueve y comienza a esbozarse la respiración.

Al 4º mes los riñones funcionan y empiezan a salir los cabellos.

Al 5º mes mueve brazos y piernas.

El 6º mes es el de los músculos.

El 7º mes es el de los nervios.

Al 9º mes, hacia los 270 días, se prepara para salir y hacer su aparición en nuestro mundo.

La ciencia ha hablado ¿Cómo podemos negar la evidencia? La interrupción voluntaria del embarazo es un crimen, por mucho que las leyes lo permitan.

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martes, 12 de mayo de 2009

«Vuestros padres comieron en el desierto el maná, y murieron; pero el que coma el pan del cielo no morirá»

El maná era saboreado por cualquiera que lo comía, y no obstante, de manera diferente según el apetito de los que lo comían, pero nunca nadie agotó su sabor, porque poseía más sabores de los que la variedad de gustos de los israelitas juntos podían apreciar (Sab 16,20-21). Nosotros vamos a ver y saborear allá arriba, en el cielo, toda la Divinidad, pero jamás ningún bienaventurado ni todos juntos le verán ni saborearán totalmente...

Es a semejanza de los peces que gozan de la grandeza increíble del océano y, sin embargo, jamás ningún pez, ni toda la multitud de peces, no ha visto todas las playas ni ha mojado sus escamas en todas las aguas del mar. Y los pájaros gozan a su gusto en la inmensidad del aire, pero jamás ningún pájaro ni todas las razas de pájaros que existen no ha batido sus alas en todos los rincones del aire ni ha llegado a la región superior de éste. Nuestros espíritus, a su gusto y según la amplitud de sus deseos, navegarán en el océano y volarán por el aire de la Divinidad, y se gozarán eternamente al ver cuán infinito es el aire, cúan amplio el océano, que no puede ser medido por sus alas, y que gozarán sin reservas ni excepción alguna de todo este abismo infinito de la Divinidad, y, no obstante no podrán jamás igualar su gozo a este infinitud, la cual permanece siempre infinitamente infinita por encima de su capacidad.

iglesia.org

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lunes, 11 de mayo de 2009

Matan a un trabajador de Caritas en Sri Lanka

Un trabajador de Caritas murió la semana pasada en una zona considerada "de seguridad" de Sri Lanka en la que las fuerzas gubernamentales habían arrinconado a los "tigres tamiles" rebeldes.

Raj Anthonipillai Uthayaraj, de 26 años, falleció a causa de los combates en Mullivaikal, en una zona en teoría libre de disparos en la que los civiles han encontrado refugio, según informó Caritas el miércoles pasado.


La secretaria general de la organización, Lesley-Anne Knight, declaró: "Ésta es una terrible pérdida para la familia de Raj, para sus amigos y para Caritas".

A pesar de que decenas de miles de personas se refugiaron en esta zona situada al norte de la isla, las fuerzas rebeldes fueron empujadas a la misma región, por lo que los combates afectaron a los civiles.

Knight destacó que "esto hace más patente la necesidad de que las personas atrapadas en este conflicto tengan la seguridad y lo básico que necesitan"

Se estima que unos 190.000 civiles han podido escapar de la zona a los campos de refugiados del gobierno.

Hace poco más de dos semanas, el director de la Caritas local, el padre T.R. Vasanthaseelan, resultó gravemente herido en esa zona.

El director nacional, el padre Damien Fernando advirtió que "la guerra debe acabar o se perderán más vidas" y afirmó que "los que trabajan para ayudar y los civiles deben recibir una verdadera protección".

También señaló que Caritas continuará ayudando a la gente y buscando una solución duradera para que el país viva en paz.

Ante la escalada de la violencia que se vive en el país asiático, la entidad católica está llevando a cabo acciones de emergencia para socorrer a las decenas de miles de personas que han huido de sus hogares.

zenit.org

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domingo, 10 de mayo de 2009

La vid y los sarmientos

Juan 15, 1-8

«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos.

El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos.

Reflexión


Parece increíble que el Señor, en el Evangelio, con tan pocas palabras y con tanta sencillez, nos revele misterios tan profundos y tan sublimes. En este domingo nos habla, con una bella imagen de la vida campestre, de una de las realidades más hondas de nuestra vida cristiana: el misterio de nuestra inserción a Él por la gracia.

“Yo soy la Vid y vosotros los sarmientos”. Nuestro Señor expuso esta alegoría a sus apóstoles la noche de la Ultima Cena, y con ella nos introduce a todos los cristianos en el seno de su intimidad divina. Nos está diciendo que estamos unidos a Él con un vínculo tan profundo y tan vital como los sarmientos están unidos a la vid. El sarmiento es una parte de la vid, una especie de ‘emanación’ de la misma. Y por ambos corre la misma savia. Los sarmientos y la vid no son la misma e idéntica realidad –como no lo son la raíz y el tallo, aunque forman un único árbol–; son, más bien, la prolongación de la vid. De esta manera, nuestra unión con Cristo es un bello reflejo –pero muy lejano– de la misma vida trinitaria. Dios nos ha amado tanto que quiso hacernos partícipes de su naturaleza divina, como nos dice san Pedro en su segunda carta (II Pe 1,4) y nos creó para gozar de la comunión de vida con Él (Gaudium et Spes, 19).

¡No podía ser más íntima nuestra inserción a la persona de Cristo! Diría yo que es todavía más profunda y vital que la unión que existe entre la madre y el bebé que lleva en su seno. La criatura recibe todo de la madre: sangre, alimento, calor, respiración, pero el niño tiene que separarse de la madre en un momento dado para seguir viviendo y poder crecer y desarrollarse. Más aún, moriría si permaneciera en el vientre más tiempo del estrictamente necesario. En cambio con los sarmientos no sucede así, sino al revés: tienen que estar siempre unidos a la vid para seguir viviendo y para poder dar fruto. ¡Así de total y definitiva es nuestra unión y dependencia de Cristo!

Pero, por supuesto que no se trata de una unión física, sino espiritual y mística –que no significa por ello menos real, como si sólo fuera real lo que se ve o se toca–. La unión del amor que nos une a nuestro Señor Jesucristo es infinitamente más fuerte y poderosa que la cadena más gruesa e irrompible del universo. ¡Tan fuertes son las cadenas del amor! Pero todo ha sido por mérito y benevolencia de Cristo hacia nosotros. Ha sido su amor gratuito y misericordioso el que nos ha comprado y redimido, a través de su sangre preciosa –como nos recuerda también el apóstol Pedro (I Pe 1, 18-20)– y nos ha unido indisolublemente a su persona y a su misma vida. ¡Qué regalo tan incomparable!

Pero esta unión se puede llegar a romper por culpa nuestra, por negligencia, por ingratitud, por soberbia o por los caprichos de nuestro egoísmo y sensualidad. Sí. Y en esto consiste el pecado: en rechazar la amistad de Dios y la unión con Cristo a la que hemos sido llamados por amor, por vocación, desde toda la eternidad, desde el día de nuestra creación y del propio bautismo. Y es que nuestro Señor no obliga a nadie a permanecer unido a Él. Respeta nuestra libertad y capacidad de elección, también porque nos ama. Un amor por coacción no es amor. Nadie, ni siquiera el mismo Dios, puede obligarnos a amar a alguien contra nuestra voluntad. Ni siquiera a Él. Nos deja en libertad para optar por Él o para darle la espalda e ir contra Él, si queremos. ¡Qué misterio!

¡Ah! Pero eso sí: si queremos tener vida en nosotros y llevar frutos de vida eterna, necesariamente tenemos que permanecer siempre unidos a Cristo: “Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí”. Las palabras de Cristo son clarísimas. Y con la imagen agrícola que emplea el Señor adquieren aún más fuerza plástica. Es imposible que un sarmiento apartado de la vid dé uvas, como tampoco puede dar manzanas una rama seca, separada del árbol. Un sarmiento así no sirve ya para nada, más que para tirarlo fuera y para hacer una hoguera. Le pasa lo mismo que a la sal que pierde su sabor (Mt 5,13); y la higuera estéril, sin frutos, es cortada y echada al fuego para que arda (Lc 13,7).

“Yo soy la Vid –nos dice nuestro Señor–. Vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada”. Nada. ¡Cuánta necesidad tenemos de Él para poder vivir! Mucha más de la que el bebé tiene de su propia madre. Sólo si permanecemos unidos a Cristo, podemos hacer algo de provecho para los demás y para nosotros.

Y, ¿cómo podemos permanecer unidos a Cristo? Por el amor a Él y por la vida de gracia santificante: evitando el pecado, frecuentando los sacramentos, intensificando nuestra vida de oración, procurando cumplir la santísima voluntad de Dios en cada jornada y practicando el precepto de la caridad.

catholic.net

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viernes, 8 de mayo de 2009

Benedicto XVI:La Iglesia puede desempeñar rol de paz en Medio Oriente

El papa Benedicto XVI dijo el viernes que tiene esperanzas que la iglesia pueda desempeñar un papel en el proceso de paz del Medio Oriente.

El Papa habló brevemente con periodistas antes de que su avión aterrizara en Amman, la capital de Jordania, donde inicia su primera visita por Medio Oriente que tambien lo llevara a Israel y a los territorios palestinos ocupados por Israel. El Papa no ha programado visitar la franja de Gaza, controlada por el grupo islámico Hamas.

Benedicto XVI dijo que la Iglesia Católica no es un poder político sino una fuerza espiritual y espera que pueda contribuir a los intentos por forjar la paz entre israelies y palestinos.

univision.com

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jueves, 7 de mayo de 2009

Si me conoces a mi, conoces al Padre

Juan 13, 16-20

«En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía. «Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís. No me refiero a todos vosotros; yo conozco a los que he elegido; pero tiene que cumplirse la Escritura: El que come mi pan ha alzado contra mí su talón. «Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy. En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado».

Reflexión

El Señor nos conoce, sabe que somos débiles, que somos pobres criaturillas, que podemos caer. Pero también sabe y nos lo ha dicho que no nos faltará su gracia porque Él nos ha elegido.

Cristo envía a sus mensajeros, a veces somos nosotros, debemos acogerlos. Porque al acoger a sus mensajeros acogemos también a Dios. Pero no debemos ser ingenuos acogiendo a pseudos-mensajeros, porque a veces son "lobos con piel de oveja" que diciéndose mensajeros de Dios pretenden arrancarnos nuestra fe Católica. ¿Cómo distinguirlos?

Aquellos que no sigan la doctrina verdadera de Cristo en las Escrituras y en la tradición de la Iglesia, quienes no siguen las enseñanzas del Papa, quienes se auto- roclaman nuevos profetas o nuevas religiones inspiradas por el Espíritu Santo...

Son tantos en el mundo actual los que se dicen enviados de Dios, pero son tan pocos los que en realidad escuchan a Dios. Abramos nuestro espíritu y nuestro ser entero a la gracia de Dios que se nos quiere presentar en este día. Sepamos acoger a todos como enviados de Dios, ya que Dios a veces se sirve de lo "que no es nada en el mundo para manifestarnos su poder". Y no ensordezcamos nuestro corazón cuando Él nos pide ser sus enviados.

catholic.net

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miércoles, 6 de mayo de 2009

Benedicto XVI viaja a Tierra Santa como peregrino de paz

Cuando quedan dos días para que Benedicto XVI pise Tierra Santa, ha querido dejar muy claro que los motivos de su viaje no son políticos, sino que se trata de una auténtica peregrinación de paz.

El pontífice pronunció un mensaje en inglés, transmitido por canales de televisión y radio, al final de la audiencia general de este miércoles, dirigido "a las poblaciones jordanas, israelíes y palestinas", en el que explica los motivos de este viaje que le llevará por Ammán, Jerusalén, Belén y Nazaret del 6 al 15 de mayo.


"Estoy deseando estar con vosotros y compartir vuestras aspiraciones y esperanzas, así como vuestras penas y dificultades", dice el Papa a sus inminentes anfitriones.

Y subraya: "Llegaré como peregrino de paz".

"Mi primera intención es visitar los lugares santificados por la vida de Jesús y rezar en ellos por el don de la paz y la unidad para vuestras familias y para aquellos que tienen su casa en Tierra Santa y en Oriente Medio".

El obispo de Roma ha querido subrayar que "entre los numerosos encuentros religiosos y cívicos que tendrán lugar en el curso de la semana, habrá reuniones con representantes de las comunidades musulmanas y judías que han dado grandes pasos en el diálogo y en el intercambio cultural".

"El Papa también ha enviado un saludo especial a los católicos de la región y ha pedido pido que os unáis conmigo en la oración para que la visita dé mucho fruto para la vida espiritual y cívica de todos los que viven en Tierra Santa".

"Que todos alabemos a Dios por su bondad. Que todos nosotros seamos personas de esperanza", deseó.

"Que todos nos mantengamos firmes en nuestro deseo y esfuerzos por la paz", concluyó el Papa.

zenit.org

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martes, 5 de mayo de 2009

«Sus ojos estaban ciegos y no eran capaces de reconocerlo»

Acabáis de escucharlo, amados hermanos: dos discípulos de Jesús iban por el camino y aunque no creían en él, hablaban sin embargo de él. El Señor se les apareció sin presentárseles bajo una forma que pudieran reconocerle. Así es que el Señor llevó a cabo en lo exterior, a los ojos del cuerpo, lo que en ellos se realizaba en el interior, a los ojos del corazón. En el interior de sí mismos, los discípulos amaban y dudaban al mismo tiempo; en lo exterior el Señor se les hizo presente sin manifestarles que era él. A los que hablaban de él, les ofreció su presencia; pero a los que dudaban de él, les escondió su familiar aspecto que les hubiera permitido reconocerlo.

Intercambió algunas palabras con ellos, les reprochó su lentitud en comprender, les explicó los misterios de la Santa Escritura que se referían a él. Y sin embargo, para el corazón de los discípulos, por su falta de fe, seguía siendo un extraño; hizo, pues, ademán de ir más lejos... La Verdad, siendo simple, nada hizo con doblez, sino que simplemente se manifestó a los discípulos en su cuerpo de la misma manera que estaba en su espíritu.

A través de esta prueba el Señor quería ver si los que todavía no le amaban como Dios, al menos, eran capaces de amarle como viajero. La Verdad caminaba con ellos; ellos no podían, pues, permanecer extraños al amor: le ofrecieron hospitalidad como se hace con un viajero. Porque, por otra parte, nosotros decimos que le ofrecieron hospitalidad siendo así que está escrito: «Lo apremiaron». Este ejemplo nos muestra bien a las claras que no sólo debemos ofrecer hospitalidad a los viandantes, sino que debemos hacerlo de manera apremiante.

Los discípulos, pues, ponen la mesa y ofrecen algo para comer; y Dios, a quien no habían reconocido durante la explicación de las Escrituras Santas, le reconocieron al partir el pan. No es, pues, escuchando los mandamientos de Dios que han sido iluminados sino poniéndolos en práctica.

iglesia.org

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domingo, 3 de mayo de 2009

El Papa a los niños españoles: “Hablad de Jesús con entusiasmo”

El Papa Benedicto XVI dirigió un cálido mensaje a los miles de niños españoles que participan este fin de semana en el III Encuentro Misionero, invitándoles a "hablar de Jesús con entusiasmo".

El mensaje, que se leyó este sábado por la tarde, tras un momento de oración organizado por la asociación Cristianos sin Fronteras, lo firma el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, en nombre del Papa, y lo dirige a monseñor Francisco Pérez González, arzobispo de Pamplona y director de las Obras Misionales Pontificias en España.

En él, el Papa invita a los niños a "crecer en la amistad con Jesús, el amigo que nunca falla, mediante la oración y los sacramentos, para hablar de Él con entusiasmo a quienes tal vez no han tenido la alegría de conocerlo".

También les invita a "observar las diversas partes de la tierra, para tomar conciencia de sus bellezas y necesidades", en referencia a una de las actividades de la jornada, en la que se realizó una exposición sobre cada continente.

Invitó a los niños también a "ir asumiendo ya desde ahora la responsabilidad de llevar a todas ellas la luz del Evangelio y su mensaje de paz, así como la ayuda fraterna, especialmente a los más necesitados".

zenit.org

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sábado, 2 de mayo de 2009

¿También vosotros os quereis marchar?

Juan 6, 60-69

En aquel tiempo muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: Este modo de hablar es inaceptable, ¿quién puede hacerle caso? Adivinando Jesús que sus discípulos le criticaban les dijo: ¿Esto os hace vacilar?, ¿ y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.

Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede. Desde entonces muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: ¿También vosotros queréis marcharos? Simón Pedro le contestó: Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos. Y sabemos que Tú eres el Santo consagrado por Dios.

Reflexión

Varias personas piensan que la doctrina de la Iglesia es inaceptable. ¿Por qué el Papa no permite el aborto, ni la eutanasia, ni el uso de los preservativos? ¿Por qué los curas no pueden casarse? Y por eso muchos deciden dar la espalda a la Iglesia.

La historia se repite. Los discípulos de Jesús no podían con toda la doctrina. Sobre todo, aquello de comer el Cuerpo de Cristo. Por eso, muchos de ellos se echaron atrás y no volvieron a ir con Él. Jesús se quedaba solo. Cada uno prefería buscar la felicidad por su cuenta, al margen de la voluntad de Dios. Apenas le quedaba una docena de seguidores, sus apóstoles. “¿Y vosotros, también queréis marcharos?” Terrible pregunta. Pero estupenda respuesta: “¿A quien vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna.”

Es triste ver cómo miles de personas caen diariamente en manos de las sectas, buscando otras palabras diferentes a las de Cristo, que son las que defiende la Iglesia. Sin embargo, no debemos perder la esperanza de que un día se darán cuenta del engaño de esos grupos y decidirán regresar al seno de la familia católica, porque es allí donde se encuentran las verdaderas palabras de Jesús.

catholic.net

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viernes, 1 de mayo de 2009

San José, Obrero



Fiesta instituida por Pío XII el 1 de mayo de 1955, para que -como dijo el mismo Pío XII a los obreros reunidos aquel día en la Plaza de San Pedro - "el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias".

San José, descendiente de reyes, entre los que se cuenta David, el más famoso y popular de los héroes de Israel, pertenece también a otra dinastía, que permaneciendo a través de los siglos, se extiende por todo el mundo. Es la de aquellos hombres que con su trabajo manual van haciendo realidad lo que antes era sólo pura idea, y de los que el cuerpo social no puede prescindir en absoluto. Pues si bien es cierto que a la sociedad le son necesarios los intelectuales para idear, no lo es menos que, para realizar, le son del todo imprescindibles los obreros. De lo contrario, ¿cómo podría disfrutar la colectividad del bienestar, si le faltasen manos para ejecutar lo que la cabeza ha pensado? Y los obreros son estas manos que, aun a través de servicios humildes, influyen grandemente en el desarrollo de la vida social. Indudablemente que José también dejaría sentir, en la vida de su pequeña ciudad, la benéfica influencia social de su trabajo.

Sólo Nazaret -la ciudad humilde y desacreditada, hasta el punto que la gente se preguntaba: "¿De Nazaret puede salir alguna cosa buena?"- es la que podría explicarnos toda la trascendencia de la labor desarrollada por José en su pequeño taller de carpintero, mientras Jesús, a su lado, "crecía en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres".

En efecto, allí, en aquel pequeño poblado situado en las últimas estribaciones de los montes de Galilea, residió aquella familia excelsa, cuando pasado ya el peligro había podido volver de su destierro en Egipto. Y allí es donde José, viviendo en parte en un taller de carpintero y en parte en una casita semiexcavada en la ladera del monte, desarrolla su función de cabeza de familia. Como todo obrero, debe mantener a los suyos con el trabajo de sus manos: toda su fortuna está radicada en su brazo, y la reputación de que goza está integrada por su probidad ejemplar y por el prestigio alcanzado en el ejercicio de su oficio.

Es este oficio el que le hace ocupar un lugar imprescindible en el pueblo, y a través del mismo influye en la vida de aquella pequeña comunidad. Todos le conocen y a él deben acudir cuando necesitan que la madera sea transformada en objetos útiles para sus necesidades. Seguramente que su vida no sería fácil; las herramientas, con toda su tosquedad primitiva, exigirían de José una destreza capaz de superar todas las deficiencias de medios técnicos; sus manos encallecidas estarían acostumbradas al trabajo rudo y a los golpes, imposibles de evitar a veces. Habiendo de alternar constantemente con la gente por quien trabajaba, tendría un trato sencillo, asequible para todos. Su taller se nos antoja que debía de ser un punto de reunión para los hombres -al menos algunos- de Nazaret, que al terminar la jornada se encontrarían allí para charlar de sus cosas.

José, el varón justo, está totalmente compenetrado con sus conciudadanos. Éstos aprecian, en su justo valor, a aquel carpintero sencillo y eficiente. Aun después de muerto, cuando Jesús ya se ha lanzado a predicar la Buena Nueva, le recordarán con afecto: "¿Acaso no es éste el hijo de José, el carpintero?", se preguntaban los que habían oído a Jesús, maravillados de su sabiduría. Y, efectivamente, era el mismo Jesús; pero José ya no estaba allí. Él ya había cumplido su misión, dando al mundo su testimonio de buen obrero. Por eso la Iglesia ha querido ofrecer a todos los obreros este espectáculo de santidad, proclamándole solemnemente Patrón de los mismos, para que en adelante el casto esposo de María, el trabajador humilde, silencioso y justo de Nazaret, sea para todos los obreros del mundo, especial protector ante Dios, y escudo para tutela y defensa en las penalidades y en los riesgos del trabajo.

iglesia.org

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Artículo de la semana:

Vengo por ti

Estoy cansado de trabajar y de ver a la misma gente, camino a mi trabajo todos los días, llego a la casa y mi esposa sirvió lo mismo de la c...

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