jueves, 30 de septiembre de 2010

Trabajar con ilusión

Unos obreros estaban picando piedras frente a un enorme edificio en construcción.
Se acercó un visitante a uno de los obreros y le preguntó:

-¿Qué están haciendo ustedes aquí?

El obrero lo miró con dureza y le respondió:

-¿Acaso usted está ciego para no ver lo que hacemos? Ahí, picando piedras como esclavos por un sueldo miserable y sin el menor reconocimiento. Vea usted ese mismo cartel. Allá ponen los nombres de ingenieros, arquitectos, pero no ponen los nuestros que somos los que trabajamos duro y dejamos en la obra el pellejo.

El visitante se acercó entonces a otro obrero y le preguntó lo mismo.
- Aquí, como usted puede ver, picando piedras para levantar este enorme edificio. El trabajo es duro y está mal pagado, pero los tiempos son difíciles, no hay mucho trabajo y algo hay que hacer para llevar la comida a los hijos.

Se acercó el visitante a un tercer obrero y una vez más le preguntó lo que estaba haciendo. El hombre le contestó con gran entusiasmo:
- Estamos levantando un Hospital, el más hermoso del mundo. Las generaciones futuras lo admirarán impresionados y escucharán el entrar y salir constante de las ambulancias, anunciando el auxilio de Dios para los hombres. Yo no lo veré terminado, pero quiero ser parte de esta extraordinaria aventura.

El mismo trabajo, el mismo sueldo, la misma falta de reconocimiento; una misma realidad.

Tres maneras distintas de vivirla: como esclavitud; como resignación; como pasión, aventura y desafío.

Piensa que el mundo es un infierno y lo será. Piensa que este mundo es parte del paraíso y lo será.

Vivir con ilusión, convertir el trabajo en una fiesta, sentirnos parte de las buenas obras... De ti depende.

Si haces lo que te gusta y encima te pagan, ¿qué mas le pides a la vida? Vive tu trabajo con ilusión y dale gracias a Dios, que no todos tienen la dicha que tienes tú.

webcatolicodejavier.org

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miércoles, 29 de septiembre de 2010

Miguel, Gabriel y Rafael, Arcángeles

Fiesta: 29 de septiembre

Arcángeles
Martirologio Romano: Fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. En el día de la dedicación de la basílica bajo el título de San Miguel, en la vía Salaria, a seis miliarios de Roma, se celebran juntamente los tres arcángeles, de quienes la Sagrada Escritura revela misiones singulares y que, sirviendo a Dios día y noche, y contemplando su rostro, a él glorifican sin cesar.

Son los nombres con que se presentan en la Sagrada Escritura estos tres príncipes de la corte celestial.

Miguel aparece en defensa de los intereses divinos ante la rebelión de los ángeles malos; Gabriel, enviado por el Señor a diferentes misiones, anunció a la Virgen Maria el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y su maternidad divina; Rafael acompañó al joven Tobías cuando cumplia un difícil encargo y se ocupó de solucionar difíciles asuntos de su esposa.

Actualmente, se habla mucho de los ángeles: se encuentran libros de todo tipo que tratan este tema; se venden "angelitos" de oro, plata o cuarzo; las personas se los cuelgan al cuello y comentan su importancia y sus nombres.

Hay que tener cuidado, pues se puede caer en dar a los ángeles atribuciones que no les corresponden y elevarlos a un lugar de semidioses, convertirlos en "amuletos" que hacen caer en la idolatría, o crear confusiones entre lo que son las inspiraciones del Espíritu Santo y los consejos de los ángeles.

Es verdad que los ángeles son muy importantes en la Iglesia y en la vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les puede igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses.

A pesar de que están de moda, por otro lado, es muy fácil que nos olvidemos de su existencia, por el ajetreo de la vida y principalmente, porque no los vemos.

Este olvido puede hacernos desaprovechar muchas gracias que Dios ha destinado para nosotros a través de los ángeles.

Por esta razón, la Iglesia ha fijado dos festividades para que, al menos dos días del año, nos acordemos de los ángeles y los arcángeles, nos alegremos y agradezcamos a Dios el que nos haya asignado un ángel custodio y aprovechemos estos días para pedir su ayuda.

Misión de los ángeles

Los ángeles son seres espirituales creados por Dios por una libre decisión de su Voluntad divina. Son seres inmortales, dotados de inteligencia y voluntad.

Debido a su naturaleza espiritual, los ángeles no pueden ser vistos ni captados por los sentidos.

En algunas ocasiones muy especiales, con la intervención de Dios, se han visto y oído materialmente. La reacción de las personas al verlos u oírlos ha sido de asombro y de respeto. Por ejemplo, los profetas Daniel y Zacarías.

En el siglo IV, el arte religioso representó a los ángeles con forma de figura humana. En el siglo V, se le añadieron las alas, como símbolo de su prontitud en realizar la Voluntad divina y en trasladarse de un lugar a otro sin la menor dificultad.

En la Biblia encontramos algunos motivos para que los ángeles sean representados como seres brillantes, de aspecto humano y alados. Por ejemplo, el profeta Daniel escribe que un "ser que parecía varón" -se refería al arcángel Gabriel- volando rápidamente, vino a él (Daniel 8, 15-16; 9,21). Y, en el libro del Apocalipsis, son frecuente las apariciones de ángeles que claman, tocan las trompetas, llevan mensajes o son portadores de copas e incensarios; otros que suben, bajan o vuelan; otros que están de pie en cada uno de los cuatro puntos cardinales de la tierra o junto al trono del Cordero, Cristo.

La misión de los ángeles es amar, servir y dar gloria a Dios, ser mensajeros y cuidar y ayudar a los hombres. Ellos están constantemente en la presencia de Dios, atentos a sus órdenes, orando, adorando, vigilando, cantando y alabando a Dios y pregonando sus perfecciones. Se puede decir que son mediadores, custodios, guardianes, protectores y ministros de la justicia divina.

La presencia y la acción de los ángeles aparece a lo largo del Antiguo Testamento, en muchos de sus libros sagrados. Aparece frecuentemente, también, en la vida y enseñanzas de Nuestro Señor, Jesucristo, en la Carta de san Pablo, en los Hechos de los Apóstoles y, principalmente, en el Apocalipsis.

Con la lectura de estos textos, podemos descubrir algo más acerca de los ángeles:


* nos protegen, nos defienden físicamente y nos fortalecen al combatir las fuerzas del mal.
* luchan con todo su poder por y con nosotros.


Como ejemplo, está la milagrosa liberación de San Pedro que pudo huir de la prisión ayudado por un ángel (Hechos 12, 7 y siguientes). También, aparece un ángel deteniendo el brazo de Abraham, para que no sacrificara a su hijo, Isaac.

Los ángeles nos comunican mensajes importantes del Señor en determinadas circunstancias de la vida. En momentos de dificultad, se les puede pedir luz para tomar una decisión, para solucionar un problema, actuar acertadamente y para descubrir la verdad.

Por ejemplo, tenemos las apariciones a la Virgen María, a San José y a Zacarías. Todos ellos recibieron mensajes de los ángeles.

Los ángeles cumplen, también, las sentencias de castigo del Señor, como el castigo a Herodes Agripa (Hechos de los Apóstoles) y la muerte de los primogénitos egipcios (Exódo 12, 29).

Los ángeles presentan nuestras oraciones al Señor y nos conducen a Él. Nos acompañan a lo largo de nuestra vida y nos conducirán, con toda bondad, después de nuestra muerte, hasta el trono de Dios para nuestro encuentro definitivo con Él. Este será el último servicio que nos presten pero el más importante. El arcángel Rafael dice a Tobías: "Cuando ustedes oraban, yo presentaba sus oraciones al Señor", (Tob 12, 12 - 16).
Negrita
Ellos nos animan a ser buenos pues ven continuamente el rostro de Dios y también ven el nuestro. Debemos tener presentes las inspiraciones de los ángeles para saber obrar correctamente en todas las circunstancias de la vida. "Los ángeles se regocijan cuando un pecador se arrepiente", (Lucas 15, 10).

Jerarquía de los ángeles

Se suelen enumerar nueve coros u órdenes angélicos. Esta jerarquía se basa en los distintos nombres que se encuentran en la Biblia para referirse a ellos. Dentro de esta jerarquía, los superiores hacen participar a los inferiores de sus conocimientos.
Cada tres coros de ángeles constituyen una jerarquía y todos ellos forman la corte celestial.


1. Jerarquía Suprema:
serafines
querubines
tronos
2. Jerarquía Media:
dominaciones
virtudes
potestades
3. Jerarquía Inferior:
principados
arcángeles
ángeles


Serafines: Son los "alabadores" de Dios. Serafín significa "amor ardiente". Los serafines alaban constantemente al Señor y proclaman su santidad.
(Isaías 6, 17)

Querubines: Son los "guardianes" de las cosas de Dios. Aparecen como encargados de guardar el arca de la alianza y el camino que lleva al árbol de la vida. Entre dos querubines comunica Yahvé sus revelaciones. "Se sienta sobre querubines".
(Génesis, Éxodo, en la visión de Ezequiel, 1, 4 y Carta a los Hebreos, 9,5).

Potestades, Virtudes, Tronos, Principados y Dominaciones:

En la Biblia encontramos estos diversos nombres cuando se habla del mundo angélico. Hay quien interpreta los nombres de los ángeles como correspondientes a su grado de perfección. Para San Gregorio, los nombres de los ángeles se refieren a su ministerio:


1. los principados son los encargados de la repartición de los bienes espirituales
2. las virtudes son los encargados de hacer los milagros
3. las potestades son los que luchan contra las fuerzas adversas
4. las dominaciones son los que participarán en el gobierno de las sociedades
5. los tronos son los que están atentos a las razones del obrar divino.



Existe, también, una jerarquía basada en los distintos nombres que se encuentran en la Biblia para referirse a ellos. A los arcángeles les podríamos llamar los "asistentes de Dios". Son ángeles que están al servicio directo del Señor para cumplir misiones especiales.


1. Arcángel San Miguel: es el que arrojó del Cielo a Lucifer y a los ángeles que le seguían y quien mantiene la batalla contra Satanás y demás demonios para destruir su poder y ayudar a la Iglesia militante a obtener la victoria final. El nombre de Miguel significa "quien como Dios". Su conducta y fidelidad nos debe invitar a reconocer siempre el señoría e Jesús y buscar en todo momento la gloria de Dios.

2. Arcángel San Gabriel: en hebreo significa "Dios es fuerte", "Fortaleza de Dios". Aparece siempre como el mensajero de Yahvé para cumplir misiones especiales y como portador de buenas noticias. Anunció a Zacarías el nacimiento de Juan, el Bautista y a la Virgen María, la Encarnación del Hijo de Dios.

3. Arcángel San Rafael: su nombre quiere decir "medicina de Dios". Tiene un papel muy importante en la vida del profeta Tobías, al mostrarle el camino a seguir y lo que tenía que hacer. Tobías obedeció en todo al arcángel San Rafael, sin saber que era un mensajero de Dios. Él se encargó de presentar sus oraciones y obras buenas a Dios, dejándole como mensaje bendecir y alabar al Señor, hacer siempre el bien y no dejar de orar. Se le considera patrono de los viajeros por haber guiado a Tobías en sus viajes. Es patrono, también, de los médicos (de cuerpo y alma) por las curaciones que realizó en Tobit y Sara, el padre y la esposa de Tobías.

Los ángeles custodios

Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo. Afirma sobre este tema San Jerónimo: "Grande es la dignidad de las almas, cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia".

En el Antiguo Testamento se puede observar como Dios se sirve de sus mensajeros para proteger a los hombres de la acción del demonio, para ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando a Elías lo alimentó un ángel, (1 Reyes, 19, 5).

En el Nuevo Testamento también se pueden observar muchos sucesos y ejemplos en los que aparecen estos seres: el mensaje a San José para que huyera a Egipto y los ángeles que sirvieron a Jesús, después de las Tentaciones en el desierto, entre otros ejemplos.

Se puede decir que los ángeles custodios son compañeros de viaje, que siempre estarán al lado de cada uno de nosotros, en las buenas y en las malas, sin separarse ni un solo momento. Está a nuestro lado mientras trabajamos, descansamos, cuando nos divertimos y cuando rezamos, cuando le pedimos ayuda y cuando le olvidamos. Y, lo más importante, es que no se aparta de nosotros ni siquiera cuando perdemos la gracia de Dios por el pecado. Nos presta auxilio para enfrentar de mejor ánimo las dificultades y tentaciones de la vida diaria.

Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como si fuera algo infantil. Pero, si pensamos que al crecer la persona se enfrentará a una vida con mayores tentaciones y dificultades, el ángel custodio será de gran ayuda.

Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro.

Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él nos guía y nos protege, está muy cerca de Dios y le puede decir directamente lo que queremos o necesitamos.

Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos ni deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios sabe lo que hay dentro de nuestro corazón. Ellos, en cambio, sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras, gestos, etc.

También podemos pedirle favores especiales a los ángeles de la guarda de otras personas para que las protejan de determinados peligros o las guíen en situaciones difíciles.

¿Qué nos enseñan los ángeles?

Nos enseñan a:

1. glorificar al Señor, proclamar su santidad y rendirle sus homenajes de adoración, de amor y de ininterrumpida alabanza.

2. cumplir con exactitud y prontamente todas las órdenes que recibimos del señor y a cumplir su Voluntad sin discutir sus mandatos ni aplazando el cumplimiento de éstas.

3. servir al prójimo, pues ellos están preocupados por nosotros y quieren ayudarnos en las diversas circunstancias que se nos presentan en la vida. Esto nos anima a compartir con nuestros hermanos penas y alegrías.


¿Quiénes son los ángeles caídos?

Dios creó a los ángeles como espíritus puros, todos se encontraban en estado de gracia. Pero algunos, encabezados por Luzbel, el más bello de los ángeles, por su malicia y soberbia se negaron a adorar a Jesucristo, Dios hecho hombre, por sentirse seres superiores. Así, rechazaron eternamente a Dios con un acto inteligente y libre de su parte.
A Luzbel -también denominado Lucifer, Diablo o Satán- junto con los ángeles rebeldes que le siguieron -convertidos en demonios- fueron arrojados del Cielo al infierno. Quedaron confinados a un estado eterno de tormento en donde nunca más podrán ver a Dios.

No cambiaron su naturaleza, siguen siendo seres espirituales y reales.
Lucifer es el enemigo de Dios. Jesús le llama “el engañador”, “el padre de la mentira”. Su constante actividad en el mundo busca apartar a los hombres de Dios mediante engaños e invitaciones al mal. Quiere evitar que lo conozcan, que lo amen y que alcancen la felicidad eterna. Es un enemigo con el que se tiene que luchar para poder llegar al Cielo.

Los demonios se encuentran organizados en jerarquías, tal y como fueron creados en un principio, subordinados los inferiores a los superiores.
Satanás y sus demonios comenzaron sus maléficas acciones con Adán y Eva y no se dan por vencidos en su labor. Aprovechan la inclinación del hombre hacia el mal por su naturaleza que quedó dañada después del pecado original. Son muy astutos, disfrazan el mal de bien. Su acción ordinaria en el hombre es la tentación. Por ello rezamos en el Padrenuestro: “...no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.”

¿Por qué creer en los ángeles?

Toda la Sagrada Escritura está llena de versículos y capítulos completos que hablan de los ángeles. Si creemos en la Sagrada Escritura, no podemos negar la existencia y la acción de los ángeles.

Además del testimonio de la Revelación, tenemos el de los Santos Padres de la Iglesia quienes nos dejaron bellas y sugestivas descripciones de los ángeles que fueron retomadas por Santo Tomás no sólo en el aspecto teológico sino en un dinamismo cristiano. La Iglesia ha definido dogma de fe la existencia de los ángeles.

El culto a los ángeles de la guarda comenzó en la península Ibérica y después se propagó a otros países. Existe un libro acerca de esta devoción en Barcelona con fecha de 1494.

El Concilio IV de Letrán, en 1215, se señaló que Dios es creador de todas las cosas, de las visibles y de las invisibles, de las criaturas espirituales y las corporales. Se señaló que a unas y a otras, las creó de la nada.

En 1870, debido al materialismo y racionalismo que imperante en esa época, el Concilio Vaticano I afirmó de nuevo la existencia de los ángeles.

Pablo VI volvió a poner de manifiesto la existencia de los ángeles en 1968, al formular el Credo.

En la reforma litúrgica de la Iglesia de 1969, quedó establecido el día 29 de septiembre para dar culto a los arcángeles San Miguel, San Rafael y San Gabriel y el día 2 de Octubre, para rendir culto a los ángeles custodios.

Oración a San Miguel Arcángel

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla.
Ayúdanos a luchar contra el mal.
Que Dios oiga tu voz y tú, como jefe del ejército del Cielo,
combate y vence a Satanás
y a todos los espíritus malos que andan por el mundo
deseando la ruina de las almas.
Amén.

Oración al Ángel de la Guarda

Ángel del Señor, que eres mi custodio,
Puesto que la Providencia soberana me encomendó a ti,
Ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname
en este día.
Amén.

Ángel de la Guarda, dulce compañía
No me desampares, ni de noche ni de día,
hasta que me encuentre en los brazos de Jesús y de María.


Tere Fernández
catholic.net

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martes, 28 de septiembre de 2010

El cristiano y los primeros cristianos

El cristiano tiene mayores obligaciones en su vida, de modo que cumplirlas bien exige sacrificios. Pero también cuenta con la mayor ayuda de Dios: la gracia.

EL CRISTIANO

1. ¿Es grande la dignidad del cristiano? Cristiano es el discípulo de Cristo, el que sigue los pasos del Maestro y desea imitar su vida. Cristiano es quien desea llevar una vida de hijo de Dios.

2. ¿Cómo debe ser la vida de un cristiano? Como cualquier hombre, el cristiano debe orientar su vida según los planes del Creador y, por ejemplo, debe ser trabajador, piadoso y apostólico, como se explica en el tema del hombre. Además, el cristiano tiene obligaciones especiales de generosidad y amor con Dios.

3. ¿Ejemplos de obligaciones especiales del cristiano? El cristiano debe procurar conocer bien las enseñanzas de Cristo, dedicando el tiempo necesario a esta formación. Debe recibir con frecuencia los sacramentos y ser generoso en el tiempo dedicado a Dios. Por ejemplo, la piedad del cristiano debe incluir la Misa y el Rosario frecuentes, a consecuencia de la fe en la Eucaristía y del amor a Santa María.

4. ¿Es mejor ser hombre que cristiano? El cristiano tiene mayores obligaciones en su vida, de modo que cumplirlas bien exige sacrificios. Pero también contamos con mayores ayudas de Dios (gracia), y así el cristiano lleva una vida más elevada y al mismo tiempo más fácil. Sólo es vida más dura cuando se abandonan los sacramentos, la oración, etc.

LOS PRIMEROS CRISTIANOS

• A. Los hechos de los apóstoles.
• B. Las persecuciones.
• C. Herejías y concilios de la antigüedad.

A. Los hechos de los apóstoles

1. Pentecostés.- Diez días después de subir al cielo, Jesús envió al Espíritu Santo sobre sus apóstoles en forma de lenguas de fuego que se posaban sobre ellos en medio de un gran ruido de viento que llenaba la casa. Aquellos días moraban en Jerusalén judíos de muchas naciones, que acudieron al ruido. Pedro se dirigió a ellos y cada uno le entendía en su lengua. Les habló de Jesucristo a quien habían crucificado y que ha resucitado. Se convirtieron y bautizaron unas tres mil personas.

2. Propagación.- Pocos días después, Pedro y Juan curaron milagrosamente a un tullido de nacimiento, hablaron a la multitud y se bautizaron otros cinco mil, todos ellos judíos. Más adelante, por indicación divina se dirigieron a los gentiles.

3. Primera persecución.- Los discípulos aumentaban tanto, que los jefes judíos se llenaron de envidia e iniciaron una fuerte persecución. El primer mártir fue san Esteban. Poco después Santiago el mayor.

4. San Pablo.- Saulo, llamado después Pablo, era un fuerte perseguidor de los cristianos. Un día se le apareció Jesús glorioso, y corrigió su vida predicando a Jesucristo por muchas regiones. Muy perseguido por los judíos, se dirigió a los gentiles expandiendo el cristianismo en Asia menor, Grecia y Roma, donde murió mártir.

5. ¿Y San Pedro? Después de predicar en Jerusalén, Pedro estuvo en Antioquía, y en Roma, donde permaneció hasta su martirio. Los sucesores de San Pedro en la Sede romana heredaron su misión de dirigir la Iglesia, que el Señor le había encargado.

6. ¿Y los demás Apóstoles? Después de haber predicado en Judea, según el mandato del Señor, los Apóstoles se separaron y fueron por todo el mundo hablando de Jesús y estableciendo Obispos que continuasen su tarea. La red de comunicación del imperio romano facilitó la expansión.

7. ¿Otros hechos importantes de estos años? Se pueden citar los siguientes:

* Concilio de Jerusalén. Hacia el año 49. La Iglesia se extiende a los no judíos sin obligarles a cumplir la ley de Moisés.
* Se escriben los evangelios y demás textos del nuevo testamento.
* Roma conquista Jerusalén y destruye el Templo judío. Hacia el año 70.

B. Las persecuciones

1. Judíos y romanos.- Primero los judíos y luego los emperadores romanos iniciaron duras persecuciones pretendiendo acabar con los cristianos. Muchísimos murieron mártires. Hubo épocas de mayor intensidad y años de paz donde la Iglesia continuó su fuerte expansión.

2. La misa.- En los años de persecución, los cristianos continuaron asistiendo a la santa misa, aunque era allí donde más fácilmente les apresaban. A veces tuvieron que celebrarla en cementerios subterráneos -catacumbas-, para evitar la captura sin ceder en la asistencia dominical.

3. Primeras persecuciones romanas.-
* La primera fue hacia el año 64 por parte de Nerón, hasta que se suicidó cuatro años después. Allí murieron mártires san Pedro y san Pablo. Esta persecución empezó culpando a los cristianos del incendio de Roma que Nerón inició. Desde entonces surge un fuerte ambiente anticristiano, que perduró en los años de paz que siguieron.
* El año 95, tuvo lugar la persecución de Domiciano, hasta su muerte en el año 96.
* El año 177, Marco Aurelio inició una persecución. Tres años después murió, y hubo cierta paz.

4. La carta de Trajano.- Hacia el año 111, Trajano escribió una carta que influyó durante muchos años. Allí se decía:

* La autoridad no debe ir en busca de cristianos, ni aceptar anónimos. (Esta regulación daba alguna seguridad).
* Si había una denuncia formal, debía actuarse y condenar a muerte al cristiano. (Por el hecho de serlo).

5. Las grandes persecuciones.- Tuvieron lugar en el siglo III. La primera mitad de este siglo hubo paz y expansión del cristianismo. Luego, la situación cambió.

* año 250, persecución general de Decio, que muere un año después.
* año 257, persecución general de Valeriano, que muere dos años después. Luego hubo paz durante más de 40 años, continuando la expansión cristiana.
* año 303, persecución general de Diocleciano, que abdicó al año siguiente. Fue una persecución muy dura, sobre todo en oriente.

6. Libertad.- Poco después, el emperador Constantino otorga libertad de culto a los cristianos en todo el imperio. Era el año 311-313 (edicto de Milán). Con esta libertad, el cristianismo se expandió rápidamente, y llega a ser la religión oficial en el año 380 siendo emperador Teodosio el Grande.

C. herejías de la Antigüedad

1. Judaizantes.- Los primeros cristianos eran todos judíos, y cumplían los preceptos de la ley de Moisés recogidos en el antiguo testamento. Dios mismo intervino otorgando la gracia a los gentiles sin que pasaran por la circuncisión. Pero muchos cristianos insistían en que los gentiles que se convertían al cristianismo, debían someterse a todos los preceptos judíos.

Los apóstoles presididos por san Pedro se reunieron en Jerusalén para dilucidar el asunto. Decidieron que los gentiles no estaban obligados a la circuncisión, ni a las demás normas mosaicas.

2. Gnosticismo.- Eran una corriente difundida de varias teorías curiosas que hablaban de seres semidivinos llamados eones, y un ser creador llamado demiurgo, distinto de Dios. Aceptaban sólo algunos textos de la biblia. La gnosis se introdujo en algunos grupos cristianos, y costó bastante esfuerzo aclarar las cosas -siglo II-. San Ireneo intervino con acierto.

3. Arrianismo.- Negaba la divinidad de Jesucristo. Comenzó hacia el año 318, en Alejandría. Después de varias advertencias fue condenado en el primer concilio ecuménico -Nicea, año 325-. Sin embargo, las actitudes de los emperadores romanos extendieron mucho el arrianismo. En la defensa de la buena doctrina destacó san Atanasio. El segundo concilio -Constantinopla, 381- confirmó y completó el símbolo de Nicea, dando lugar al credo actual.

4. Nestorianos.- Superados los problemas trinitarios, y declarada la divinidad del Hijo y del Espíritu Santo, comenzaron las discusiones sobre el modo de ser de Cristo. Nestorio hablaba de dos personas unidas en Cristo, de modo que María no sería Madre de Dios. Como él era patriarca de Constantinopla, se produjo gran revuelo. Sus ideas fueron condenadas en el concilio de Éfeso -año 431-. San Cirilo, patriarca de Alejandría, destacó en la defensa de la buena doctrina.

5. Monofisismo.- Es el error contrario y surgió a continuación. Hablan de una sola naturaleza en Cristo. El concilio de Calcedonia -año 451- definió con claridad que en Jesucristo hay una persona con dos naturalezas. Aquí destacó el papa san León magno.

6. Pelagio.- Este monje se equivocó en la doctrina sobre la gracia y el pecado original. Decía que bastaban las fuerzas humanas para salvarse, y negaba que naciéramos en situación de pecado original. San Agustín aclaró muy bien estos asuntos.

7. Iconoclastas.- Condenaron el culto de las sagradas imágenes. La herejía fue promovida por emperadores de Constantinopla, que copiaban a los musulmanes. Estas ideas se rechazaron en el concilio II de Nicea -año 787-. Se aclaró que no deben fabricarse ídolos, ni se debe adorar objetos, pero sí conviene hacer imágenes que ayuden a recordar y amar a quien la imagen representa.

Ignacio Juez
ideasrapidas.org

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lunes, 27 de septiembre de 2010

El Dogma de la Santísima Trinidad



La Trinidad es el término empleado para significar la doctrina central de la religión Cristiana: la verdad que en la unidad del Altísimo, hay Tres Personas, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, estas Tres Personas siendo verdaderamente distintas una de la otra. De este modo, en palabras del Credo Atanasio: "El Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios, y, sin embargo, no hay tres Dioses sino uno solo". En esta Trinidad de Personas, el Hijo proviene del Padre por una generación eterna, y el Espíritu Santo procede por una procesión eterna del Padre y el Hijo. Sin embargo y a pesar de esta diferencia, en cuanto al orígen, las Personas son co-eternas y co-iguales: todos semejantes no creados y omnipotentes. Esto, enseña la Iglesia, es la revelación en relación a la naturaleza de Dios, donde Jesucristo, el Hijo de Dios, vino al mundo a entregarla al mundo: y la cual, la Iglesia, propone al hombre como el fundamento de todo su sistema dogmático.

En las Escrituras, aún no hay ningún término por el cual las Tres Personas Divinas sean denotadas juntas. La palabras trias ( de la cual su traducción latina es trinitas) fué primeramente encontrada en Teófilo de Antioquía cerca del año 180 D.C. El habla de "la Trinidad de Dios (el Padre), su Palabra y su Sabiduría ("Ad. Autol.", II, 15). El término, desde era usado antes de su tiempo. Más tarde, aparece en su forma Latina de trinitas en Tertuliano ("De pud". C. Xxi). En el siglo siguiente, la palabra tiene uso general. Se encuentra en muchos pasajes de Orígenes ("In Ps. Xvii", 15). El primer credo en el cual aparece es aquel del pupilo de Orígenes, Gregorio Thaumaturgus. En su Ekthesis tes pisteos compuesto entre los años 260 and 270, escribe:

Por lo tanto, no hay nada creado, nada sujeto a otro en la Trinidad: tampoco hay nada que haya sido añadido como si alguna vez no hubiera existido, pero que ingresó luego: por lo tanto, el Padre nunca ha estado sin el Hijo, ni el Hijo sin el Espíritu: y esta misma Trinidad es inmutable e inalterable por siempre. (P.G.,X, 986).

Es evidente que un dogma tan misterioso, presupone una revelación Divina. Cuando el hecho de la revelación, entendida en su sentido total como el discurso de Dios al hombre, ya no es admitida, el rechazo a la doctrina le sigue como consecuencia necesaria. Por esta razón, no tiene lugar en el Protestantismo Liberal de hoy. Los escritores de esta escuela sostienen que la doctrina de la Trinidad, como profesada por la Iglesia, no está contenida en el Nuevo Testamento, sino que fué formulada por primera vez en el siglo II recibiendo aprobación final en el siglo cuarto, como resultado de las controversias Arianas y Macedonias. En virtud de esta aserción es necesario considerar con algún detalle, la evidencia entregada por las Sagradas Escrituras.

Recientemente, se han hecho algunos intentos por aplicar las teorías mas extremas de religiones comparativas para la doctrina de la Trinidad y responder a ella a través de una ley natural imaginaria que urge a los hombres a agrupar los objetos de su adoración en tres. Parece inneceario dar mas referencia a estos extravagantes puntos de vista, los cuales pensadores serios de cada escuela rechazan como carentes de fundamento.

mariamedianera.ning.com

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domingo, 26 de septiembre de 2010

La historia de un rico que acabó en tragedia

Lucas 16, 19-31. Tiempo Ordinario. Hagamos el bien a los demás ahora, mientras podemos, ganemos muchos méritos para el cielo.

Lucas 16, 19-31


En aquellos días dijo Jesús esta parábola: «Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico... pero hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. «Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: "Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama." Pero Abraham le dijo: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros." «Replicó: "Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento." Díjole Abraham: "Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan." El dijo: "No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán." Le contestó: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite."»

Reflexión

Se cuenta que, en una ocasión, Sócrates paseaba por el mercado principal de la ciudad de Atenas. Y, al verlo, uno de sus discípulos le preguntó: “Maestro, hemos aprendido contigo que todo sabio lleva una vida simple y austera. Pero tú no tienes ni siquiera un par de zapatos”. “Correcto –respondió Sócrates—. El discípulo continuó: “Sin embargo, todos los días te vemos en el mercado principal, admirando las mercancías. ¿Podríamos juntar algún dinero para que puedas comprarte algo?”. “¡Ah no!, tengo todo lo que deseo –dijo Sócrates— pero me encanta ir al mercado para ver que sigo siendo completamente feliz sin todo ese amontonamiento de cosas”. No es más feliz el que tiene muchas cosas, sino el que no necesita de ellas.

El pasaje de hoy es una continuación temática del Evangelio del domingo pasado. Hace ocho días, a propósito de la parábola del administrador infiel, reflexionábamos en el peligro de las riquezas, no porque éstas sean malas, sino por las consecuencias tan deplorables que a veces ellas llevan consigo. “No podéis servir a Dios y al dinero”, nos decía Jesucristo. Y la parábola de hoy es una clarísima ejemplificación de esta enseñanza.

El rico epulón es ese tipo avaro y egoísta a quien no le importan la pobreza ni la indigencia del pobre. Se pasaba sus días banqueteando espléndidamente, con un derroche escandaloso de lujos, gozando de su abundancia y de sus desenfrenos. Mientras que el pobre Lázaro yacía postrado en el portal del palacio del rico, “cubierto de llagas y con ganas de saciarse de lo que tiraban de su mesa, pero nadie se lo daba”. Su riqueza le hizo totalmente frío e insensible ante las necesidades más elementales y apremiantes del mendigo.

Incluso los perros se mostraban más compasivos que el avaro aquel.
La avaricia, el abuso y la indiferencia a la que conducen las riquezas se ha visto en todas las épocas de la historia de la humanidad. Ya el profeta Amós nos pinta con vivísimos colores la situación de la sociedad de Israel ocho siglos antes de la venida de Cristo: “¡Ay de vosotros, los ricos, que os acostáis en lechos de marfil y coméis los carneros del rebaño y las terneras del establo; canturreáis al son del arpa, bebéis vinos delicados, os ungís con los mejores perfumes, y no os doléis de los desastres de los pobres! Por eso, iréis al destierro, a la cabeza de los cautivos” (Am 6, 4-7).

El problema no es, en sí, el hecho de comer bien y de gozar de las propias riquezas. Eso sería un pecado de gula que, al fin y al cabo, sería más fácilmente excusable. Lo verdaderamente grave y casi imperdonable es esa total despreocupación y aterradora indiferencia ante la desgracia del prójimo, mientras que muchos ricos nadan en sus lujos y vanidades, derrochando el dinero de una manera obscena y escandalosa.

También hoy en día sucede algo parecido. Ese rico epulón de la parábola pueden ser hoy los países ricos de Occidente, que se ahogan en el consumismo y en la abundancia, y que, con sus sistemas económicos, esclavizan tiránicamente a tanta pobre gente del África y de los países en vías de desarrollo. Éstos se mueren de hambre y se hallan desprovistos de los medios más indispensables para vivir con una cierta dignidad.

Pero yo no me refiero ahora sólo a estos casos. Tal vez en nuestras propias colonias y comunidades conocemos a algunas personas que viven en extrema pobreza y pasan apremiantes necesidades en su cuerpo o en su alma. A lo mejor los vemos todos los días en la calle, en las esquinas de las grandes avenidas pidiendo alguna caridad, o enfrente de los semáforos ganándose la vida como pueden, esperando de nosotros algunas monedas. Y quizá pasamos a su lado y nos encogemos de hombros pensando en que ése no es nuestro problema, y no movemos ni un solo dedo para socorrerlos. A muchos los vemos postrados, como el pobre Lázaro, y tal vez no nos compadecemos de ellos ni les damos siquiera las migajas que caen de nuestra mesa.

Pero fijémonos muy bien en la suerte final –¡tan diferente!— del uno y del otro. El rico murió “y lo enterraron”. Quedó sepultado en la tierra y todos sus bienes se pudrieron juntamente con él. En cambio, el pobre Lázaro fue llevado al seno de Abraham, a gozar de la gloria de Dios. El primero recibió sus bienes en vida y, despúes de la muerte, fue a parar al infierno para purgar sus culpas y sus pecados; mientras que el pobre, que sólo recibió males en vida, fue llamado a recibir su recompensa en el cielo.
Cristo nos habló centenares de veces en el Evangelio acerca del cielo y del infierno, como premio o castigo de nuestras obras. No es un cuento de niños ni un invento de la Iglesia. Es una verdad fundamental de nuestra fe. De lo contrario, ¿a qué vino Jesucristo a la tierra? ¿Para qué se encarnó, abrazó los terribles sufrimientos de su pasión y murió en la cruz? Para salvarnos, ¿de qué? Si no hay un infierno y un cielo, todo eso no tiene ningún sentido.

El rico epulón fue condenado a las llamas del infierno por su egoísmo, su indiferencia y por no haber ofrecido su ayuda al pobre; no por haber sido un ladrón o un asesino, sino por su gravísimo pecado de omisión. Su culpa fue el haber pasado la vida entera sin pensar en los demás y el no haber abierto sus entrañas al necesitado.

Ojalá que a nosotros no nos suceda lo mismo. Recordemos aquello que solía repetir san Juan de la Cruz: “En el atardecer de la vida seremos juzgados sobre el amor”. Hagamos el bien a los demás ahora, mientras podemos; ganemos muchos méritos para el cielo mientras Dios nos concede este tiempo para ayudar a nuestros hermanos y tender una mano caritativa y generosa al necesitado. Entonces, al final de nuestra vida, seremos recibidos en las moradas eternas y gozaremos para siempre de la presencia y del amor de Dios, nuestro Padre.

P.Sergio Cordova
catholic.net

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sábado, 25 de septiembre de 2010

Promesas de Jesús a los que no comulguen en la mano

NOTA PRELIMINAR.

ESTAS REVELACIONES POR SU NOVEDAD, NO HAN SIDO AUN APROBADAS POR LA JERARQUIA OFICIALMENTE. POR CONSIGUIENTE NO SE EXIGE LA FE EN ELLAS. SIMPLEMENTE DAMOS CONSTANCIA DE UNA REALIDAD, Y EN TODO NOS SOMETEMOS AL JUICIO Y DICTAMEN DE NUESTRA SANTA MADRE LA IGLESIA CATOLICA, EN CONFORMIDAD CON EL DECRETO DEL PAPA URBANO VIII.


(Le dijo el Señor a Guliana Grescio. en el libro la Palabra volumen VIII, donde le dice que El no desea ser recibido en nuestras manos, porque el es un alimento para el alma, y no para nuestro cuerpo, ademas nuestras manos no estan consagradas, no somos dignos de tocarle, solo los sacerdotes).

ADVERTENCIA.

ENTIENDASE BIEN QUE LAS PROMESAS QUEDAN INVALIDADAS PARA TODO AQUEL QUE COMULGUE EN PECADO MORTAL, PUES DE DIOS NO SE RIE NADIE. TAMBIEN INCURRIRA EN DELITO, QUIEN A CONCIENCIA, MASTIQUE LA HOSTIA O LA TRITURE CON LOS DIENTES.


PROMESAS DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

1. A QUIENES SE ABSTENGAN DE HACER USO DE RECIBIR CON SUS MANOS MI PROPIO CUERPO, SANGRE, ALMA Y DIVINIDAD. YO PROMETO COLMARLES DE MAYORES BENDICIONES EN SUS MANOS, CORAZON, ALMA Y EN TODO SU SER.
2.LES PROMETO MUCHISIMAS MAS GRACIAS EN SU PEREGRINACION EN LA TIERRA, CON LAS CONSIGUIENTES MAYORES GARANTIAS DE SALVACION Y DE AUMENTO DE GLORIA ESENCIAL Y ACCIDENTAL, POR TODO SU VIVIR ETERNO CONMIGO EN LAS MORADAS CELESTIALES.
3.ME SENTIRAN EN LA COMUNION TAN EN TODO SU SER Y CON TANTISIMA PLENITUD, QUE SE LES QUITE EL DESEO NATURAL DE TOCARME.
4.QUIENES ASI OBRASEN, CON CONSTANCIA, RECIBIRAN GRANDES GRACIAS MIAS Y GRANDES BENEFICIOS PARA TODA SU CASA.
5.PROMETO ASIMISMO, A QUIENES DEBIDAMENTE HAGAN LO QUE MAS DESEO, ESPECIALES PODERES EN SUS MANOS CONTRA LOS ENEMIGOS DEL ALMA Y A MUCHOS LES DARE DONES DE CURACION.
6.YO PROMETO QUE, SI ASI PROCEDEN CON PERSEVERANCIA LLEGARAN EN TODO CON MAYOR INTENSIDAD, A BUSCAR SOLO MI MAYOR HONRA Y GLORIA, Y YO LOS ENSALZARE ESPECIALMENTE POR TODA LA ETERNIDAD.
7.TAMBIEN CONCEDERE ASI A LOS QUE POR AMOR A CUMPLIR TODOS MIS DESIGNIOS, SE ABSTENGAN DE RECIBIRME EN SUS MANOS, POR MAYOR ADORACION, HUMILDAD Y SANTO RESPETO, EL DON DE DISCERNIMIENTO DE ESPIRITUS CON MAYOR INTENSIDAD.
8.SUS NOMBRES ESTARAN ESCRITOS ESPECIALMENTE EN MI CORAZON, SI POR DARME MAYOR GUSTO, COMULGAN DEBIDAMENTE EN LA LENGUA Y NO EN LA MANO.
9.PROMETO TAMBIEN QUE LES AUMENTARE TODAS LAS VIRTUDES COMO RECOMENPENSA A ESA MAYOR HUMILDAD QUE SUPONE EL NO RECONOCER NUNCA LIMPIAS SUS PROPIAS MANOS PARA TOCARME.
10.PROMETO ADEMAS QUE PROPAGARAN FIELMENTE MI DOCTRINA, Y QUE VENCERAN CON MAS FACILIDAD TODA CLASE DE TENTACIONES.
11.NO DISTANCIARAN DE MI A LAS ALMAS AQUELLOS QUE ME RECIGAN EN LA LENGUA Y NO EN LAS MANOS, SI LO HACEN CON LA DEBIDA REVERENCIA Y VIVEN ASI DURANTE CADA UNO DE LOS DIA DE SU VIDA.
12. PROMETO TAMBIEN QUE NO TENDRAN LAS PUERTAS CERRADAS PARA MI AMOR, QUIENES POR DELICADEZA HACIA MI GUSTO, ME DEN CONSUELO RECIBIENDOME DEBIDAMENTE SIEMPRE EN SU LENGUA Y NUNCA EN SUS MANOS.
13. SI ASI PERSEVERAN, POR MAS AGRADARME, COMULGANDO EN LA LENGUA, LES PROMETO LLEGARAN A OBRAR SOLO POR MI CORAZON, CON MI CORAZON, EN MI CORAZON, PARA MI DIVINO CORAZON.
14.ASIMISMO PROMETO A QUIENES DE ESTA FORMA ME HONREN, SER POR MI CORAZON MUY INTENSA Y COMPLACIDAMENTE ESCUCHADOS.
15.SI EN ESTO TAN IMPORTANTE PARA MI, ME DAN EL MAYOR GUSTO, GUSTARAN SIEMPRE, POR MI AMOR, EL SEGUIR MIS DIVINAS MOCIONES, Y YO LOS RECREARE ESPECIALMENTE, COMO PRUEBA DE MI COMPLACENCIA EN ESE HECHO DE QUE COMULGUEN SIEMPRE DIRECTAMENTE EN LA LENGUA Y NUNCA EN SUS MANOS.
16.ESTOS TALES HARAN SIEMPRE MUCHO MAYOR BIEN A LAS ALMAS EN CAMBIO QUIENES INSISTAN EN EL DESEO DE TOCARME SIN MAS, EN SUS MANOS, ESTARAN ENDURECIDOS EN MUCHAS COSAS HACIA MI VOLUNTAD. Y OSCURECIDOS ACERCA DE MI PROPIO GUSTO, DE MI PROPIA PREDICACION, DE MI PROPIO MAGISTERIO.
17.TODO LO CONTRARIO, A QUIENES TIEMBLEN EN SUS MANOS Y NO TOQUEN LA FORMA CONSAGRADA, SE PREPAREN ESPECIALMENTE EN TODO SU SER, Y A LA HORA DE TOMARME EN COMUNION, ME PIDAN QUE SEA YO SOLO Y NADA ELLOS, PROMETO LA GRACIA DE LLEGAR EN BREVE A UNA ALTISIMA PERFECCION CRISTIANA BUSCARAN MI ROSTRO CON MAYOR AMOR, SE OLVIDARAN MAS FACILMENTE DE SI MISMOS, TENDRAN SIEMPRE MI CORAZON CONSOLADO POR ESTE GESTO, RECIBIRAN MAYORES LUCES CELESTIALES Y TENDRAN MAYOR ALEGRIA DE MI CORAZON POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.

PROMESAS A QUIENES DIFUNDAN ESTOS MENSAJES:

1. PROMETO EL DON DEL CONOCIMIENTO DE LOS CORAZONES, A LOS QUE DIVULGUEN ESTAS PROMESAS.
2.ALCANZARAN UNA GLORIA EXCELSA EN EL CIELO.
3.TENDRA LAGAR VIDA ESPIRITUAL, AUNQUE NO SIEMPRE MATERIAL, PERO EN POCOS AÑOS, COMO SI HUBIERAN VIVIDO MUCHISIMOS AÑOS DE SANTIDAD.
4.COLMARE DE GRANDES BENDICIONES A SUS FAMILIARES.
5.PROMETO ADEMAS QUE CUANTO MAS LAS HAGAN CONOCER, MAS ME DERRAMARE EN ELLOS.
6.LES HARE SENTIRME A MI DE MODO INEFABLE, EN UNA PLENITUD CRECIENTE.
7.NO LES PERMITIRE LAS EMPRESAS QUE ACOMETAN, SI NO SON DE MI AGRADO.
8.PONDRE EN SU CAMINO, LUZ SUFICIENTISIMA, PARA QUE, CON UNA SOBREABUNDANTE ASISTENCIA MIA, EVITEN LO MALO Y HAGAN, NO SOLO LO BUENO, SINO LO QUE MAS ME AGRADA.
9.LES DARE AUN MAYORES GRACIAS, INCONTABLES, SI LAS EXTIENDEN CON FERVOR: CONSIDERAR UNA GRAN OMISION NO DAR A CONOCER MIS PROPIAS PROMESAS.

uncioncatolica.blogspot.com

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viernes, 24 de septiembre de 2010

Vida oculta y pública de Jesucristo

A. Vida oculta de Jesucristo

1. ¿Cómo empezó todo?.- El ángel Gabriel se presentó a María y le habló de parte de Dios proponiéndole ser Madre del Salvador. Ella aceptó, y el Hijo de Dios se hizo hombre y fue concebido por obra del Espíritu Santo.

2. Belén.- Debido a un edicto del César, María y José su esposo fueron empadronarse a Belén, y allí muy discretamente nació Jesús. Recibió la adoración de unos pastores avisados por ángeles, y de unos magos de oriente guiados por una estrella. Minutos después, un ángel avisó a José y huyeron a Egipto pues el rey Herodes buscaba al Niño para matarlo. En Egipto estuvieron unos dos años y, muerto Herodes, regresaron a Nazaret.

3. Vida oculta.- En Nazaret vivió Jesús con sus padres, llevando una vida ordinaria de la que nada sabemos, salvo el suceso de Jesús perdido y hallado en el Templo cuando tenía unos doce años. En sus treinta años de vida oculta, Jesús nos da ejemplo para buscar la santidad en las tareas corrientes de la vida.

B. Vida pública de Jesucristo

1. ¿Cómo empezó?.- La primera intervención pública de Jesús fue su bautismo en el Jordán, realizado por S. Juan Bautista. Allí, Dios Padre testificó sobre Él diciendo que era su Hijo amado. Después, el Señor se retiró al desierto durante cuarenta días para preparar su vida pública con oración y mortificación. Luego, regresó donde el Bautista, que le acercó los primeros discípulos: Juan y Andrés. Andrés le presentó a su hermano Simón Pedro.

2. Los Apóstoles.- Al principio, los discípulos iban y venían, le escuchaban y volvían a sus quehaceres. Entre ellos eligió doce que dejaron todo y le acompañaban siempre. Son los doce Apóstoles. Como cabeza de ellos tomó a Pedro.

3. Predicación.- Sin descuidar sus ratos de oración, durante tres años caminó por Israel enseñando de una ciudad a otra. Un sermón importante fue el de las bienaventuranzas. En su predicación usaba abundantes parábolas: la del sembrador, los talentos, el hijo pródigo, la cizaña, etc. Hablaba con autoridad divina, y reforzaba sus palabras con milagros.

4. Milagros.- Los milagros fueron muy abundantes. Con ellos manifestaba su poder divino a la vez que se compadecía de las penas humanas. El primero tuvo lugar en una fiesta de bodas, donde transformó agua en vino por intercesión de su Madre. Hubo muchos milagros: calmó tempestades, multiplicó panes, curó leprosos, ciegos, paralíticos, endemoniados, incluso resucitó muertos. En una ocasión se transfiguró resplandeciendo su divinidad.

5. Persecución.- Las multitudes le seguían para oírle y ser curados de sus enfermedades. Esto hizo que los jefes religiosos judíos se llenaran de envidia e intrigaran contra Él, a pesar de reconocer sus milagros patentes. Cuando resucitó a Lázaro, decidieron matarle y matar también a Lázaro.

C. Muerte, resurrección y ascensión

1. ¿Cómo empezó la Pasión?.- Nuestro Señor había anunciado varias veces su pasión y muerte. Una noche, después de instituir la Eucaristía, fue con sus discípulos a orar en un huerto de olivos. Allí aceptó reparar a Dios las ofensas humanas ofreciéndose a sí mismo en lugar nuestro, cargando con nuestras culpas. Un ángel tuvo que consolarle ante un sufrimiento tan fuerte que sudó sangre. Poco después dejó que le apresaran los jefes judíos.

2. ¿Hubo juicio?.- Hubo una especie de juicio donde la condena ya estaba prevista. No hubo pruebas concluyentes a pesar de que presentaron testigos falsos. Jesús se declaró Mesías e Hijo de Dios y por estas palabras fue condenado a muerte por los jefes judíos.

3. ¿Hubo otros juicios?.- Después llevaron a Jesús ante Pilato y ante Herodes, y ninguno encontró motivos de condena. Los judíos presionaron a Pilato. Pilato mandó flagelarlo por ver si así contentaba a la muchedumbre. Después de numerosas afrentas y burlas, azotado y coronado con espinos lo presentó a la gente, que volvió a exigir: ¡crucifícalo!

4. Cruz.- Pilato cedió ante la multitud y dictó sentencia de muerte. Entonces Jesús cargando con la cruz salió hacia el Calvario. Al llegar allí, le clavaron manos y pies en la cruz y le colocaron entre dos ladrones, mientras los jefes judíos continuaban las burlas.

5. ¿Dijo algo en la cruz?.- Allí Jesús dijo unas frases breves: pidió perdón por todos, aseguró el cielo al ladrón que se arrepintió, nos dejó a María como madre nuestra, y después de asegurar que todo estaba cumplido, entregó su espíritu al Padre. Un soldado aseguró su muerte clavándole una lanza en el corazón. Poco después, le bajaron de la cruz a una sepultura. Era viernes.

6. ¿Pasó algo especial?.- Mientras Jesús estuvo en la cruz, se oscureció el sol y se cubrió la tierra de tinieblas. Cuando murió, hubo un terremoto, se rasgó el grueso velo del templo, y muchos muertos salidos de los sepulcros se aparecieron en Jerusalén.

7. Resurrección.- Al amanecer del domingo, Jesús resucitó. Hubo un gran terremoto, y apariciones de ángeles y del mismo Jesús glorioso. Algunos apóstoles no lo creían hasta que le vieron y palparon.

8. Ascensión.- Después de resucitar, Jesús se apareció varias veces a sus discípulos. Conversó con ellos y les dio las últimas instrucciones. Cuarenta días más tarde, subió a los cielos mientras los bendecía.

9. Fundación de la Iglesia.- A lo largo de su vida, nuestro Señor Jesucristo estableció las bases del futuro desarrollo de la Iglesia:

* Instituyó los siete sacramentos.
* Estableció una Jerarquía eligiendo los doce Apóstoles, y a Pedro como roca y pastor de los demás.
* Desarrolló la doctrina y la actuación práctica principales, con el mandato apostólico de difundirlo al mundo entero.

Ignacio Juez
ideasrapidas.org

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jueves, 23 de septiembre de 2010

Padre Pío de Pietrelcina



Fiesta: 23 de septiembre

“En cuanto a mí, ¡Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (Gal 6, 14).

Padre Pío de Pietrelcina, al igual que el apóstol Pablo, puso en la cumbre de su vida y de su apostolado la Cruz de su Señor como su fuerza, su sabiduría y su gloria. Inflamado de amor hacia Jesucristo, se conformó a Él por medio de la inmolación de sí mismo por la salvación del mundo. En el seguimiento y la imitación de Cristo Crucificado fue tan generoso y perfecto que hubiera podido decir “con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal 2, 19). Derramó sin parar los tesoros de la graciaque Dios le había concedido con especial generosidad a través de su ministerio, sirviendo a los hombres y mujeres que se acercaban a él, cada vez más numerosos, y engendrado una inmensa multitud de hijos e hijas espirituales.

Este dignísimo seguidor de San Francisco de Asís nació el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, archidiócesis de Benevento, hijo de Grazio Forgione y de María Giuseppa De Nunzio. Fue bautizado al día siguiente recibiendo el nombre de Francisco. A los 12 años recibió el Sacramento de la Confirmación y la Primera Comunión.

El 6 de enero de 1903, cuando contaba 16 años, entró en el noviciado de la orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone, donde el 22 del mismo mes vistió el hábito franciscano y recibió el nombre de Fray Pío. Acabado el año de noviciado, emitió la profesión de los votos simples y el 27 de enero de 1907 la profesión solemne.

Después de la ordenación sacerdotal, recibida el 10 de agosto de 1910 en Benevento, por motivos de salud permaneció en su familia hasta 1916. En septiembre del mismo año fue enviado al Convento de San Giovanni Rotondo y permaneció allí hasta su muerte.

Enardecido por el amor a Dios y al prójimo, Padre Pío vivió en plenitud la vocación de colaborar en la redención del hombre, según la misión especial que caracterizó toda su vida y que llevó a cabo mediante la dirección espiritual de los fieles, la reconciliación sacramental de los penitentes y la celebración de la Eucaristía. El momento cumbre de su actividad apostólica era aquél en el que celebraba la Santa Misa. Los fieles que participaban en la misma percibían la altura y profundidad de su espiritualidad.

En el orden de la caridad social se comprometió en aliviar los dolores y las miserias de tantas familias, especialmente con la fundación de la “Casa del Alivio del Sufrimiento”, inaugurada el 5de mayo de 1956.

Para el Padre Pío la fe era la vida: quería y hacía todo a la luz de la fe. Estuvo dedicado asiduamente a la oración. Pasaba el día y gran parte de la noche en coloquio con Dios. Decía: “En los libros buscamos a Dios, en la oración lo encontramos. La oración es la llave que abre el corazón de Dios”. La fe lo llevó siempre a la aceptación de la voluntad misteriosa de Dios.

Estuvo siempre inmerso en las realidades sobrenaturales. No era solamente el hombre de la esperanza y de la confianza total en Dios, sino que infundía, con las palabras y el ejemplo, estas virtudes en todos aquellos que se le acercaban.

El amor de Dios le llenaba totalmente, colmando todas sus esperanzas; la caridad era el principio inspirador de su jornada: amar a Dios y hacerlo amar. Su preocupación particular: crecer y hacer crecer en la caridad.

Expresó el máximo de su caridad hacia el prójimo acogiendo, por más de 50 años, a muchísimas personas que acudían a su ministerio y a su confesionario, recibiendo su consejo y su consuelo. Era como un asedio: lo buscaban en la iglesia, en la sacristía y en el convento. Y él se daba a todos, haciendo renacer la fe, distribuyendo la gracia y llevando luz. Pero especialmente en los pobres, en quienes sufrían y en los enfermos, él veía la imagen de Cristo y se entregaba especialmente a ellos.

Ejerció de modo ejemplar la virtud de la prudencia, obraba y aconsejaba a la luz de Dios.

Su preocupación era la gloria de Dios y el bien de las almas. Trató a todos con justicia, con lealtad y gran respeto.

Brilló en él la luz de la fortaleza. Comprendió bien pronto que su camino era el de la Cruz y lo aceptó inmediatamente con valor y por amor. Experimentó durante muchos años los sufrimientos del alma. Durante años soportó los dolores de sus llagas con admirable serenidad.

Cuando tuvo que sufrir investigaciones y restricciones en su servicio sacerdotal, todo lo aceptó con profunda humildad y resignación. Ante acusaciones injustificadas y calumnias, siempre calló confiando en el juicio de Dios, de sus directores espírituales y de la propia conciencia.

Recurrió habitualmente a la mortificación para conseguir la virtud de la templanza, de acuerdo con el estilo franciscano. Era templado en la mentalidad y en el modo de vivir.

Consciente de los compromisos adquiridos con la vida consagrada, observó con generosidad los votos profesados. Obedecióen todo las órdenes de sus superiores, incluso cuando eran difíciles. Su obediencia era sobrenatural en la intención, universal en la extensión e integral en su realización. Vivió el espíritu de pobreza con total desprendimiento de sí mismo, de los bienes terrenos, de las comodidades y de los honores. Tuvo siempre una gran predilección por la virtud de la castidad. Su comportamiento fue modesto en todas partes y con todos.

Se consideraba sinceramente inútil, indigno de los dones de Dios, lleno de miserias y a la vez de favores divinos. En medio a tanta admiración del mundo, repetía: “Quiero ser sólo un pobre fraile que reza”.

Su salud, desde la juventud, no fue muy robusta y, especialmente en los últimos años de su vida, empeoró rápidamente. La hermana muerte lo sorprendió preparado y sereno el 23 de septiembre de 1968, a los 81 años de edad. Sus funerales se caracterizaron por una extraordinaria concurrencia de personas.

El 20 de febrero de 1971, apenas tres años después de su muerte, Pablo VI, dirigiéndose a los Superiores de la orden Capuchina, dijo de él: “¡Mirad qué fama ha tenido, qué clientela mundial ha reunido en torno a sí! Pero, ¿por qué? ¿Tal vez porque era un filósofo? ¿Porqué era un sabio? ¿Porqué tenía medios a su disposición? Porque celebraba la Misa con humildad, confesaba desde la mañana a la noche, y era, es difícil decirlo, un representante visible de las llagas de Nuestro Señor. Era un hombre de oración y de sufrimiento”.

Ya durante su vida gozó de notable fama de santidad, debida a sus virtudes, a su espíritu de oración, de sacrificio y de entrega total al bien de las almas.

En los años siguientes a su muerte, la fama de santidad y de mila-gros creció constantemente, llegando a ser un fenómeno eclesial extendido por todo el mundo y en toda clase de personas.

De este modo, Dios manifestaba a la Iglesia su voluntad de glorificar en la tierra a su Siervo fiel. No pasó mucho tiempo hasta que la Orden de los Frailes Menores Capuchinos realizó los pasos previstos por la ley canónica para iniciar la causa de beatificación y canonización. Examinadas todas las circunstancias, la Santa Sede, a tenor del Motu Proprio “Sanctitas Clarior” concedió el nulla osta el 29 de noviembre de 1982. El Arzobispo de Manfredonia pudo así proceder a la introducción de la Causa y a la celebración del proceso de conocimiento (1983-1990). El 7 de diciembre de 1990 la Congregación para las Causas de los Santos reconoció la validez jurídica. Acabada la Positio, se discutió, como es costumbre, si el Siervo de Dios había ejercitado las virtudes en grado heroico. El 13 de junio de 1997 tuvo lugar el Congreso peculiar de Consultores teólogos con resultado positivo. En la Sesión ordinaria del 21 de octubre siguiente, siendo ponente de la Causa Mons. Andrea María Erba, Obispo de Velletri-Segni, los Padres Cardenales y obispos reconocieron que el Padre Pío ejerció en grado heroico las virtudes teologales, cardinales y las relacionadas con las mismas.

El 18 de diciembre de 1997, en presencia de Juan Pablo II, fue promulgado el Decreto sobre la heroicidad de las virtudes.

Para la beatificación del Padre Pío, la Postulación presentó al Dicasterio competente la curación de la Señora Consiglia De Martino de Salerno (Italia). Sobre este caso se celebró el preceptivo proceso canónico ante el Tribunal Eclesiástico de la Archidiócesis de Salerno-Campagna-Acerno de julio de 1996 a junio de 1997. El 30 de abril de 1998 tuvo lugar, en la Congregación para las Causas de los Santos, el examen de la Consulta Médica y, el 22 de junio del mismo año, el Congreso peculiar de Consultores teólogos. El 20 de octubre siguiente, en el Vaticano, se reunió la Congregación ordinaria de Cardenales y obispos, miembros del Dicasterio y el 21 de diciembre de 1998 se promulgó, en presencia de Juan Pablo II, el Decreto sobre el milagro.

El 2 de mayo de 1999 a lo largo de una solemne Concelebración Eucarística en la plaza de San Pedro Su Santidad Juan Pablo II, con su autoridad apostólica declaró Beato al Venerable Siervo de Dios Pío de Pietrelcina, estableciendo el 23 de septiembre como fecha de su fiesta litúrgica.

Para la canonización del Beato Pío de Pietrelcina, la Postulación ha presentado al Dicasterio competente la curación del pequeño Mateo Pio Colella de San Giovanni Rotondo. Sobre el caso se ha celebrado el regular Proceso canónico ante el Tribunal eclesiástico de la archidiócesis de Manfredonia‑Vieste del 11 de junio al 17 de octubre del 2000. El 23 de octubre siguiente la documentación se entregó en la Congregación de las Causas de los Santos. El 22 de noviembre del 2001 tuvo lugar, en la Congregación de las Causas de los Santos, el examen médico. El 11 de diciembre se celebró el Congreso Particular de los Consultores Teólogos y el 18 del mismo mes la Sesión Ordinaria de Cardenales y Obispos. El 20 de diciembre, en presencia de Juan Pablo II, se ha promulgado el Decreto sobre el milagro y el 26 de febrero del 2002 se promulgó el Decreto sobre la canonización.

vatican.va

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miércoles, 22 de septiembre de 2010

Dar y recibir

Una vez un mendigo que estaba tendido al lado de la calle vio a lo lejos venir al rey con su corona y su capa. Pensó:
- "Le voy a pedir, él es un buen hombre, de seguro me dará algo".
Cuando el rey pasó cerca, le dijo:
- "Majestad, ¿me podría, por favor, regalar una moneda?" (... aunque en su interior pensaba que él le iba a dar mucho).
El rey le miró y le respondió:
- "¿Por qué no me das algo tú? ¿Acaso no soy yo tu rey?"

El mendigo no sabía que responder y sólo atinó a balbucear:
- "¡Pero, Majestad...yo no tengo nada!".

El rey contestó:
- "¡Algo debes tener!... ¡Busca!".
Entre asombro y enojo, el mendigo buscó entre sus cosas y vio que tenía una naranja, un bollo de pan y unos granos de arroz. Pensó que el pan y la naranja eran mucho para darlos, así que en medio de su enojo tomó 5 granos de arroz y se los dió al rey.
Complacido, él dijo:
- "¡Ves como sí tenías!".
Y le dio 5 monedas de oro, una por cada grano de arroz.
El mendigo dijo entonces:
- "Majestad... creo que por aquí tengo otras cosas...".
Pero el rey lo miró fijamente a los ojos y, con dulzura, le comentó:
- "Solamente de lo que me has dado de corazón, te puedo yo dar".

Moraleja: Es fácil en esta historia reconocer el acto de dar y recibir. ¿Cuántas veces en nuestras acciones, que decimos son de servicio, entran en juego el egoísmo y nuestros propios intereses? ¿Cuántas veces realizamos un favor sólo pensando en el beneficio personal que nos reportará? Demos de corazón, sin calcular, sin sacar cuentas, sin pensar en lo que recibiremos a cambio... y la mayor ganancia será la felicidad que sentiremos al dar.

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martes, 21 de septiembre de 2010

La Virgen María se deja filmar por primera vez

La Santísima Virgen María ha permitido ser filmada en una aparición en Medjugorje, es la primera vez que se deja filmar.Ha sido analizado por los exorcistas del Vaticano.

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lunes, 20 de septiembre de 2010

La rosa y el sapo

Había una vez una rosa muy hermosa y bella. ¡Se sentía maravillosamente al saber que era la rosa más bella del jardín! Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos.

Un día se dio cuenta de que al lado de ella siempre se colocaba un sapo grande y oscuro, motivo por el que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto, le ordenó al sapo que se fuera de inmediato. El sapo muy obediente le dijo: Está bien, me marcho si así lo quieres.

Poco tiempo después, el sapo pasó por donde estaba la rosa y se sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces:

- Te veo francamente mal. ¿Que te pasó?
La rosa contestó:
-Es que desde que te fuiste, las hormigas me han comido día a día y nunca he podido volver a ser igual.

El sapo sólo contestó: ¡Pues claro! Cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre
eras la más bella del jardín.

Moraleja: Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos más que ellos, más bellos o
simplemente que no nos "sirven" para nada. Dios no hace a nadie para que esté de sobra en este mundo. Todos tenemos algo especial que hacer, algo que aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a ser que esa persona nos esté haciendo un bien del cual ni siquiera seamos conscientes.

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domingo, 19 de septiembre de 2010

"Habiendo prisa, primero el dinero y después misa"

Lucas 16, 1-13. Tiempo Ordinario. Dos viejos rivales son Dios y el dinero. Cristo ha advertido que no se puede servir a dos amos.

Lucas 16, 1-13

Decía también a sus discípulos: Era un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: ¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu ministración, porque ya no podrás seguir administrando." Se dijo a sí mismo el administrador: ¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas. Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? Respondió: Cien medidas de aceite." El le dijo: Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta. Después dijo a otro: Tú, ¿cuánto debes?" Contestó: "Cien cargas de trigo. Dícele: Toma tu recibo y escribe ochenta. El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz. Yo os digo: Haceos amigos con el Dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Si, pues, no fuisteis fieles en el Dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.

Reflexión

Dos viejos rivales son Dios y el dinero. Cristo ha advertido que no se puede servir a dos amos, que no se puede servir a Dios y al dinero, pero parece que el hombre se empeña en hacer todo lo contrario; pretende servir al dinero e incluso servirse de Dios. Hoy el hombre está más pendiente de la bolsa de valores o de la equivalencia del dólar, que de socorrer a los pobres, “la caja de caudales celestial” como decía San Francisco. Hoy el hombre no puede guardar, ya no se puede guardar, pero pretende disfrutar y tener la mejor posición aunque para eso tenga que pasar por sobre sus propios hermanos.

La historia se repite, pues Amòs, un profeta muy simpático pero muy claridoso, que habló al pueblo hebreo unos ocho siglos antes de Cristo, ya señalaba cómo el hombre no descansa el día domingo, e incluso le molesta la presencia del domingo, pues eso le obliga a no trabajar a no ganar, a no disfrutar. Me permito hacer una traducción libre de Amós: “Escuchen esto los que buscan al pobre sólo para arruinarlo, y andan diciendo: “¿Cuándo pasará el descanso del domingo para vender nuestro trigo, y la última versión de las computadoras, o la televisión con tecnología más avanzada, o el refri que hace hielitos y conserva espléndidamente los alimentos, o el nuevo celular o el radio más potente, o los nuevos cosméticos que te harán ver más joven, o la operación quirúrgica que te quitará unos cuántos kilos para que puedas disfrutar de nuevas comilonas?” Disminuyen las medidas, aumentan los precios, alteran las balanzas, obligan a los pobres a venderse, a las secretarias a entregarse, obligan a los pobres a venderse, a la mujer con muchos hijos a proporcionar un lascivo placer por unos cuántos pesos, y por unos cuántos pesos corrompen a los niños y a los adolescentes, poniendo droga en sus manos o abusando de sus frágiles cuerpecitos, y hasta venden el salvado como trigo, el garbanzo como café, los compuestos químicos como productos naturales y la fayuca (productos de contrabando y adulterados en México) como ropa, zapatos y perfumes de marca”. Todo esto lo dice Amòs, para llegar a afirmar con todo el peso de las palabras: “El Señor lo ha jurado: No olvidaré ninguna de sus acciones”.

Podremos pasarnos de listos, pero el Señor está pendiente de todo, y llegará el día, en que él “Levantará del polvo al desvalido y sacará al indigente del estiércol, para hacerlo sentar entre los grandes, entre los jefes de su pueblo”.

Creo que Amós fue claro con su pueblo, pero Cristo se percató de que los hombres no se había dado por aludidos, por eso nos contó una historia que transmito también en versión libre: El gerente de una empresa fue pescado en una “tranza” y fue despedido de su trabajo, pero como éste era muy hábil y muy ingenioso, se puso a pensar en su futuro, cuando ya fuera echado del trabajo, y dicho y hecho, se dio a la tarea de llamar a los clientes morosos de la empresa y a uno que debía cien barriles de aceite le pidió que declara sólo cincuenta, y a otro que debía cien sacos de trigo, le ofreció rebajárselos a ochenta. De esta manera ingeniosa, el dueño reconoció la astucia y el ingenio del antiguo gerente”.

Sin duda alguna que alguno de los lectores se sorprenderá que Cristo haya escogido a un ladrón y a un defraudador como ejemplo, pero Cristo quiere dejar en claro que no alaba la sinverguenzada, ni la falta de escrúpulos ni muchos menos la estafa, sino que lo puso como ejemplo por la astucia con la que había procedido. Todo esto para llegar a otra afirmación muy fuerte: “Ciertamente los hijos de este mundo son mas hábiles en sus negocios que los hijos de la luz” y para prevenir de la necesidad de valerse del dinero, tan lleno de injusticias, para ganarse amigos, para socorrer a los que no pueden recompensarnos en este mundo, pero que nos recibirán, ellos mismos en el cielo.

Cristo vuelve a poner sobre el tapete, la gran dificultad de tener dinero en la mano sin corromperse y sin encandilarse. El dinero que es causa de la proliferación de la droga, la venta de armamento a países, de la guerra étnica en algunas naciones, y de la corrupción de no pocos gobernantes en cualquier latitud del planeta que levantan un altar a este dios insaciable. El que tiene dinero, impone su fuerza y señala las reglas del juego. El que lo tiene, dicta las condiciones y los demás no tienen más remedio que aceptar, aunque en sus corazones anide el deseo de venganza y de violencia. Hemos llegado a envidiar al que lo tiene y admiramos al que ha sabido amasarlo. Pero San Juan Crisóstomo sostiene que detrás de toda fortuna, se esconde una injusticia: “forzosamente el principio y la raíz de tus riquezas proceden de la injusticia. Porque Dios al principio no hizo a uno rico y al otro pobre, sino que dejó a todos la misa tierra. ¿De dónde, pues, siendo la tierra común, tienes tú tantas y tantas hectáreas de terreno y tu vecino ni unos cuántos metros dónde construir su casita?”

Sin pretender decir la última palabra sobre el dinero, me ha parecido ingenioso lo que dice Andrés Pardo. Sobre el dinero, hay que saber GANARLO, para eso nos dio el Señor la capacidad, el ingenio y dos fuertes brazos, GASTARLO, dejarlo que corra, no detenerlo, no atajarlo, no atesorarlo, COMPARTIRLO, eso es lo que puede ser nuestra gran riqueza, nuestro gran tesoro, lo que ponemos en manos de los demás, y finalmente, DESPRECIARLO, no convertirlo en nuestro dios, no dejarlo que nos esclavice, pues Papini decía que la moneda “es la hostia infame del dinero, y quien lo ama y lo recibe con júbilo, se comunica visiblemente con el demonio. Quién toca el dinero con voluptuosidad, toca, sin saberlo, el excremento del demonio. Entre todas las cosas inmundas que el hombre ha manufacturado para ensuciar la tierra y ensuciarse él mismo, quizás sea la moneda la más inmunda de todas ellas”.

Que la oración en la fe nos haga considerar que Dios tiene que ocupar el primer lugar en el corazón y las riquezas y el afán y el poder de dinero lo último.

Padre Alberto Ramírez Mozqueda
catholic.net

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sábado, 18 de septiembre de 2010

El tonto del pueblo

Se cuenta que en un localidad de interior, un grupo de personas se divertían con el tonto del pueblo, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños mandados y limosnas. Diariamente algunos hombres llamaban al tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 400 reales y otra de menor tamaño, pero de 2000 reales.Él siempre cogía la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos. Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, le llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y este le respondió: Lo sé, no soy tan tonto, vale cinco veces menos, pero el día que escoja la otra, el jueguito acaba y no voy a ganar más mi moneda.

Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias conclusiones:

• La primera: Quien parece tonto, no siempre lo es.
• La segunda: ¿Cuáles eran los verdaderos tontos de la historia?
• La tercera: Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.
• Pero la conclusión más interesante es: Podemos estar bien, aun cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros mismos. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.
• "El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto delante de un tonto que aparenta ser inteligente"

webcatolicodejavier.org

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jueves, 16 de septiembre de 2010

Momento cero



derechoavivir.org

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martes, 14 de septiembre de 2010

Exaltación de la Santa Cruz


Fiesta: 14 de septiembre

La fiesta del Triunfo de la Santa Cruz se hace en recuerdo de la recuperación de la Santa Cruz obtenida en el año 614 por el emperador Heraclio, quien la logró rescatar de los Persas que se la habían robado de Jerusalén.

Al llegar de nuevo la Santa Cruz a Jerusalén, el emperador dispuso acompañarla en solemne procesión, pero vestido con todos los lujosos ornamentos reales, y de pronto se dió cuenta de que no era capaz de avanzar. Entonces el Arzobispo de Jerusalén, Zacarías, le dijo: "Es que todo ese lujo de vestidos que lleva, están en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo, cuando iba cargando la cruz por estas calles".

Entonces el emperador se despojó de su manto de lujo y de su corona de oro, y descalzo, empezó a recorrer así las calles y pudo seguir en la piadosa procesión.

La Santa Cruz (para evitar nuevos robos) fue partida en varios pedazos. Uno fue llevado a Roma, otro a Constantinopla, un tercero se dejó en un hermoso cofre de plata en Jerusalén. Otro se partió en pequeñísimas astillas para repartirlas en diversas iglesias del mundo entero, que se llamaron "Veracruz"(verdadera cruz).

Nosotros recordamos con mucho cariño y veneración la Santa Cruz porque en ella murió nuestro Redentor Jesucristo, y con las cinco heridas que allí padeció pagó Cristo nuestras inmensas deudas con Dios y nos consiguió la salvación.

A San Antonio Abad (año 300, fiesta el 17 de enero) le sucedió que el demonio lo atacaba con terribilísimas tentaciones y cuentan que un día, angustiado por tantos ataques, se le ocurrió hacerse la señal de la Cruz, y el demonio se alejó. En adelante cada vez que le llegaban los ataques diabólicos, el santo hacía la señal de la cruz y el enemigo huía. Y dicen que entonces empezó la costumbre de hacer la señal de la cruz para librarse de males.

De una gran santa se narra que empezaron a llegarle espantosas tentaciones de tristeza. Por todo se disgustaba. Consultó con su director espiritual y este le dijo: "Si Usted no está enferma del cuerpo, ésta tristeza es una tentación del demonio". Le recomendó la frase del libro del Eclesiástico en la S. Biblia: "La tristeza no produce ningún fruto bueno". Y le aconsejó: "Cada vez que le llegue la tristeza, haga muy devotamente la señal de la cruz". La santa empezó a notar que con la señal de la cruz se le alejaba el espíritu de tristeza.

Cuando Nuestra Señora se le apareció por primera vez a Santa Bernardita en Lourdes (Año 1859), la niña al ver a la Virgen quiso hacerse la señal de la cruz. Pero cuando llegó con los dedos frente a la cara, se le quedó paralizada la mano. La Virgen entonces hizo Ella la señal de la cruz muy despacio desde la frente hasta el pecho, y desde el hombro izquierdo hasta el derecho. Y tan pronto como la Madre de Dios terminó de hacerse la señal de la cruz, a la niña se le soltó la mano y ya pudo hacerla ella también. Y con esto entendió que Nuestra Señora le había querido dar una lección: que es necesario santiguarnos más despacio y con más devoción.

Mire a la gente cuando pasa por frente a una iglesia. ¿Cómo le parece esa cruz que se hacen? ¿No es cierto que más parece un garabato que una señal de la Cruz? ¿Cómo la haremos de hoy en adelante?

Oración

Señor, Dios nuestro, que has querido salvar a los hombres por medio de tu Hijo muerto en la cruz, te pedimos, ya que nos has dado a conocer en la tierra la fuerza misteriosa de la Cruz de Cristo, que podamos alcanzar en el cielo los frutos de la redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Como recuerdo de esta fecha de la exaltación de la Santa Cruz, quiero hacer con más devoción y más despacio mi señal de la Cruz.

ewtn.com

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lunes, 13 de septiembre de 2010

Las imágenes y la Biblia‏

En la Biblia se prohíben las imágenes. Y entonces ¿por qué los católicos y los ortodoxos aceptan y recomiendan su uso?

1. La dificultad de las imágenes.- Algunas personas sienten preocupación ante la cuestión de las imágenes. Han comprobado que en la Biblia se prohíben las imágenes. Y entonces se preguntan: ¿por qué los católicos y los ortodoxos aceptan y recomiendan su uso?, ¿desoyen la Biblia? A continuación se estudia este asunto de las imágenes.

2. Breve historia del problema.- El tema de las imágenes ya fue muy discutido en el siglo VIII con ocasión de la persecución del emperador de oriente León III el Isáurico, que se empeñó en suprimir las imágenes por la fuerza. El segundo concilio de Nicea (año 787) definió solemnemente que el uso de las imágenes es válido. De modo que este asunto ya ha sido propuesto, estudiado y aclarado. Y el pueblo cristiano lo vivía así antes y pacíficamente desde entonces. Pero continuemos nuestra explicación.

3. ¿En la Biblia todo es igual de permanente? No, no. Dios nuestro Señor fue guiando a su pueblo paso a paso, y entre las normas que dictó, algunas eran válidas para todo momento, mientras que otras eran transitorias. Incluso hay reglas que se cambian en la misma Biblia.

4. ¿Ejemplos de normas bíblicas transitorias? Por ejemplo, el libelo de repudio estaba incluido en la ley de Moisés pero Jesús lo suprimió, y esta modificación aparece en la Biblia. Igualmente, el antiguo testamento establecía que se debe lapidar a las adúlteras, ofrecer dos corderos al día en sacrificio, no comer carne de cerdo, etc. También se exigía la circuncisión como algo muy importante. Estas y otras normas estaban fijadas en la Biblia, y ahora no se cumplen pues eran leyes transitorias.

5. ¿El Papa puede modificar la Biblia? La respuesta a esta cuestión es más bien doble:

* El Papa no puede modificar caprichosamente la Biblia.
* El Papa inspirado por Dios puede interpretar la Biblia y puede decidir qué norma bíblica es transitoria. Así lo relata la misma Biblia cuando Pedro suprimió varias normas de la ley de Moisés, entre ellas nada menos que la circuncisión. Pero no fue un capricho de Pedro sino inspiración divina, narrada en la Biblia. Es decir, Dios mismo puede cambiar las normas bíblicas transitorias cuando lo desee (las permanentes no, pues el Señor no se contradice).

6. ¿Por qué quiso Dios esto? El Señor quiso que fuera el Papa quien interprete la Biblia y regule muchos aspectos de la vida cristiana, por varios motivos:

* Este ha sido su modo habitual de actuar. Dios suele hablar a los hombres a través de otros hombres: Moisés, los profetas, los santos...
* Este modo divino de obrar viene muy bien a los hombres: ayuda a ejercitar la fe, la humildad, la obediencia, de quienes seguimos al Papa, y del Papa que debe estar muy atento para seguir a Dios.

7. ¿En el tema de las imágenes se ha cambiado la Biblia? Respecto a las imágenes hay normas fijas y transitorias:

* La parte estable es la prohibición de la idolatría. Esto no ha cambiado, ni puede alterarse.
* La parte transitoria es el hecho de tener imágenes. Antiguamente fue prohíbido en la ley de Moisés para prevenir el pecado frecuente de idolatría. Posteriormente, esto se ha modificado y el II concilio de Nicea lo ratificó, como hemos visto. Por esto los cristianos, a diferencia de los judíos, podemos tener imágenes y venerarlas. Se sobreentiende que la veneración a una imagen no va dirigida al trozo de madera o escayola, sino a la persona que la imagen representa.

8. ¿Hay algo obligatorio en torno a las imágenes? Lo obligatorio es evitar la idolatría. Lo demás es optativo: uno puede tener imágenes o no; puede elegir entre una imagen u otra; y puede venerarlas de un modo u otro.

9. ¿Conviene tener imágenes? Cada uno elija lo que desee. Las imágenes pueden favorecer la piedad. Por ejemplo, mucha gente y muchos santos han decidido mejorar su vida al contemplar un crucifijo. Los seres humanos tenemos sentimientos, y está bien fomentar los buenos sentimientos.

10. ¿Qué dice el catecismo sobre las imágenes? El catecismo de la Iglesia católica trata este tema en los números 476-477 y 2129 a 2132. Este último punto dice: "El culto cristiano de las imágenes no es contrario al primer mandamiento que proscribe los ídolos. En efecto, el honor dado a una imagen se remonta al modelo original. El que venera una imagen, venera en ella la persona que en ella está representada". Pueden verse los textos completos en: www.vatican.va

Ignacio Juez
ideasrapidas.org

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domingo, 12 de septiembre de 2010

La debilidad de Dios

Lucas 15, 1-32. Tiempo Ordinario. Él siempre nos ama y nos acoge, aunque nosotros nos hayamos comportado como aquel hijo pródigo.

Lucas 15, 1-32

Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este acoge a los pecadores y come con ellos. Entonces les dijo esta parábola. ¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión. O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta. Dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros. Y, levantándose, partió hacia su padre. Estando él todavía lejos, le vió su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus siervos: Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado. Y comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. El le dijo: Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano. El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado! Pero él le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado.

Reflexión

Cuenta la famosa leyenda de la guerra de Troya que el héroe de los griegos, Aquiles, era hijo de una diosa y, por tanto, era inmortal. Pero sólo tenía un punto débil, que era el talón. Y fue precisamente allí donde fue herido, por una flecha, y murió. Perdóneseme la analogía, pero yo creo que podríamos aplicar un poco este símil a Dios nuestro Señor. Sabemos que Él es Todopoderoso, pero también tiene Él –si podemos hablar de un modo humano— su punto débil.

El ya fallecido cardenal vietnamita Francois Nguyen van Thuan solía decir que, aunque pareciera herejía, él amaba a Jesús por sus defectos. Y el primer defecto –decía— es que Nuestro Señor no tiene buena memoria. ¿Cómo era posible, si no, que sobre la cruz, perdonara todos los crímenes a aquel ladrón que estaba crucificado con él a su derecha, y de un plumazo le cancelara toda su deuda? “En verdad te digo –le dijo al ladrón— hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Y lo mismo hizo el Señor con la pecadora pública, con Zaqueo, con la adúltera, con la samaritana y con tanta gente pecadora que se encontró a lo largo de la vida. Si Jesús fuera como nosotros, les hubiéramos dicho: “Sí, te perdono, pero antes tienes que expiar todas tus culpas con 20 años de purgatorio”…

Efectivamente, Dios nuestro Señor también tiene su punto débil. Y es su infinito amor y su misericordia. Nadie que haya acudido a Él con sinceridad y con el corazón arrepentido, y le haya pedido perdón, ha quedado jamás defraudado. Todo el Antiguo Testamento está lleno de gestos de misericordia de parte de Dios. Accede a las súplicas de Abraham y de Moisés, cuando interceden por su pueblo y le piden perdón por sus pecados; los profetas –sobre todo Isaías, Jeremías y Oseas— fueron fieles transmisores de la bondad y de la ternura de Dios hacia el pueblo de Israel. Pero es sobre todo con Jesús en donde aparece mucho más patente el corazón infinitamente amoroso y misericordioso de nuestro Padre celestial.

Todo el Evangelio es una prueba constante del perdón generoso que Jesús nos alcanza de parte de Dios. Toda su vida pública fue un acto ininterrumpido de misericordia: la predicación del amor del Padre, los milagros y curaciones sin número que obraba por doquier, movido sólo por su gran bondad y compasión hacia toda clase de gente; y, al final de su vida, la entrega más total y desinteresada en su pasión y en su cruz para salvarnos, para redimirnos del pecado y alcanzarnos el premio del paraíso por medio de su muerte y su resurrección.

En el pasaje evangélico de hoy, Jesús nos narra tres hermosas parábolas de la misericordia: la oveja perdida, la dracma perdida y el hijo pródigo, también perdido y luego encontrado.
Nosotros, los seres humanos, nos perdemos muchas veces a lo largo de nuestra vida: perdemos el camino, la ruta, nos escondemos de Dios y lo ofrendemos, tal vez gravemente. Y quizá en ocasiones no hemos querido saber nada de Él, a pesar de haber sido Él nuestro gran bienhechor.

Él nos ha dado todo: la vida, el ser, la fe, la familia, la educación, los sacramentos, la felicidad… TODO, absolutamente todo. Y nosotros, como hijos malcriados y caprichosos, le hemos echado en cara, con gran despecho e ingratitud, nuestros mismos errores y maldades, culpándolo a Él de nuestra desgracia y ceguera voluntaria.

Ese hijo ingrato de la parábola somos, definitivamente, cada uno de nosotros. También tú y yo, como aquel hijo, hemos pedido al padre la herencia y nos hemos “largado” de casa para vivir a nuestras anchas, libres de la “esclavitud” del padre, para derrochar sus bienes con malas compañías llevando una vida libertina y disoluta. Pero todo lo material es caduco y se acaba. Y, en poco tiempo, el hijo aquel se encontró en la miseria, sin dinero y, obviamente, sin amigos.

Llegó tan bajo en su prostración que se puso, en un país extraño, a cuidar cerdos, en una pocilga; hubiese querido llenar su vientre con las algarrobas que comían las bestias, pero nadie se las daba. ¡Hasta dónde había llegado la miseria de aquel que era un hijo de rey! Es eso lo que nosotros, hijos amados de Dios, hemos hecho con nuestra dignidad a causa de nuestro pecado.

El hijo, entonces, comienza a pensar con inmensa nostalgia en la casa de su padre. Y, para poder llenar su vientre –motivos no del todo nobles, pero Dios se vale también de eso para hacernos volver a Él—, se decide regresar a la casa paterna. Seguramente sentiría una profunda vergüenza y confusión. ¿Con qué cara se presentaría ahora a su padre, después de todo lo que había hecho? Pero su hambre y su necesidad fue más fuerte que su vergüenza. Y se puso en camino.

Pero lo mejor de todo viene a continuación. Todos los días –continúa la narración— el padre aquel se subía a la terraza del palacio para ver si volvía su hijo. ¿Qué padre, aquí en la tierra, sigue esperando el regreso de un hijo que se ha comportado como un sinvergüenza y como un ingrato, y que ha derrochado toda la herencia? Y, si acaso volviera, con rostro adusto, seguro que le daría una buena reprimenda y un castigo severo para que aprendiera a comportarse como se debe y que todo hay que pagarlo a su debido precio.

Sin embargo, cuando, después de meses y de años de espera, por fin ve venir a lo lejos a su hijo, a aquel bondadoso anciano se le conmueven las entrañas y le da mil vuelcos el corazón; los ojos se le convierten en un mar de lágrimas por la alegría y el alma se le derrite en infinita ternura. Y enseguida, como puede, aquel padre sale corriendo al encuentro de su hijo y se le echa al cuello, lo abraza, lo acaricia y lo cubre de besos. Y enseguida manda que lo laven y le perfumen, le pongan el vestido más rico y espléndido, calcen sus pies con sandalias y le pongan un anillo en su mano, signos todos de su dignidad y nobleza recuperada…

El hijo no se esperaba nada de esto, ni soñó jamás con aquel recibimiento. Él sólo quería un poco de pan y un techo donde cobijarse del invierno, aunque el resto de sus días fuera como el “último de los jornaleros”. Al fin y al cabo, él se lo había buscado y se lo había merecido. Y bien sabía que no era digno de nada más que eso. ¡Y cuál no fue su sorpresa al encontrarse con el corazón inmensamente tierno y cariñoso de su padre, que lo perdonaba y lo seguía amando como siempre lo había amado, a pesar de todo!

Así de maravilloso es nuestro Padre Dios con nosotros. Él siempre nos ama y nos acoge, aunque nosotros nos hayamos comportado como aquel hijo pródigo. Él nos perdona todo, absolutamente todo, con infinita ternura, incondicionalmente, e incluso nos ahorra la vergüenza de tener que humillarnos. Su comprensión es tan gigantesca y tan misericordiosa que nos hace más fácil el camino del retorno; y cuando, al fin, nos postramos para reconciliarnos, Él nos levanta, nos recibe con un fuerte y tierno abrazo, y nos cubre de besos y de caricias.

Ojalá que nunca le tengamos miedo a Dios y nos acerquemos con inmensa confianza al sacramento de la reconciliación. Él siempre nos acogerá, infinitamente mejor que el padre de la parábola. Sólo así descubriremos el corazón dulce y bondadoso de Dios, nos daremos cuenta de que es incapaz de resistirse a la misericordia y conoceremos, por propia experiencia, ¡¡que Dios es Amor!!

P. Sergio Cordova
catholic.net

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