lunes, 9 de enero de 2012

Sobre el fin del mundo‏

Una mirada cristiana al fin del mundo

Un cuate decidió visitar a una adivina un día que estaba aburrido. Llegó hasta la puerta, junto a un aparador repleto de estatuillas, inciensos, medias lunas, velas y demás cosas raras; como de película. La puerta estaba cerrada, así que tocó el interfón. Una voz aguardientosa preguntó por la bocina: "¿Quién eeees?" Mi amigo respondió: "¡Vaya porquería de adivina!" Y se fue. Tengo razones teológicas de peso para dudar que alguien que tenga la conciencia en buen estado pueda predecir el futuro. Es más, si se lo encuentran en la calle, yo mejor me cambiaba de banqueta. Pero parece que no. Queremos saber y nos viene como anillo al dedo la invitación de Cristo a no agobiarnos por querer saber cuándo es el fin del mundo (Mt 24,36). Y aún así, parece ser que algunos siguen preocupados todavía por la cuenta del ciclo largo del 13 de Bak´tun que termina el 21 de diciembre de 2012. No sé, pero la última vez que busqué, no había ningún registro histórico confiable de que los mayas resucitaran muertos, detuvieran tempestades con comandos de voz. No creo que los mayas supieran algo que Cristo no supiera. No creo que vaya por ahí. Con toda la locura mediática alrededor del "cataclismo que nos espera en 2012", me da la impresión que los antiguos mayas, tan sabios y científicos como eran, hubieran hecho mejor uso de sus computadoras prediciendo el fin de su propia civilización que el del mundo entero. Y miren que quiero a la civilización maya y a las pruebas me remito. Estoy convencido de que en el cielo debe haber tamales de hoja de plátano y seguirán siendo mis favoritos hasta el día que mi corazón deje de latir por ellos. Son muy, muy buenos.

Un amigo mío, muy estimado y muy viajero, se dedicó a hacer la ruta maya durante varias semanas y visitó con su mochila al hombro todo el sur de México y territorios de Centro América y el Caribe. En una semana que tuve de vacaciones lo acompañé por Chiapas y recorrimos San Cristóbal de las Casas y Palenque que es im-pre-sio-nante. Parece ser que más del 80% de Palenque queda sin explorar y lo que está excavado es majestuoso. Me gusta el olor de la selva que devorándolo todo, nos muestra la majestad de Dios, más grande que la creación que se resiste a ser domada por completo. Aprendí algunas palabras en tzotzil y tzeltal, que ya se me olvidaron, pero no se me olvida la gente que nos recibió, nos paseó por sus aldeas y nos alimentó, a veces gratis. Llena de alegría por vivir como bien se nos da a la mayoría de los mexicanos que gracias a Dios no buscamos el mal ajeno, me acuerdo mucho de una señora que echaba tortillas en su jacal y nos invitó a sentarnos con ella a compartir unos tacos de semilla de calabaza. Así que antes que me tachen de anti-maya, advierto que hice varios amigos por allá que se enorgullecen de llevar en las venas la savia de las ceibas Yucatecas.

Pero divago. Volviendo al punto. Siempre ha habido y siempre habrá predicciones sobre el fin del mundo. Para muestra basta un botón. Si tienen tiempo tecleen en su buscador las predicciones de Charles Taze Russell o Joseph Franklin Rutherford, cuyos errores todavía siguen "religiosamente" 7 millones de personas en el mundo. Se los dejo de tarea para no ofender a ninguna secta. A la hora de la verdad, la escatología cristiana es más completa de lo que Hollywood, o Russell o Rutherford para lo que nos atañe, nos quieren dejar ver. A la hora de trabajar con escritores en la industria del entretenimiento, sabemos que la fantasía y el valor diversión generan más rating y dinero que la certeza teológica o científica. Lo cual se vale a la hora de contar un cuento; que aquí entre nos, yo creo que este cuento del 2012 es eso, sólo un cuento. No creo que pase nada. Y si pasa, ya me vendrán a reclamar luego que el mundo se termine. Ojalá haya blogs en el cielo. Blogs y tamales de hoja de plátano.

La curiosidad y el miedo son pan de cada día en esto de ser humanos. Por eso buscamos revelaciones. Porque buscamos la paz que sólo podemos encontrar en la fuente de toda paz. Por esto Dios nos regaló un libro repleto de revelación, palabra que si traducimos al griego entendemos mejor: "apocalipsis".Cuando lo estudiamos con atención, nos damos cuenta de que su mensaje es de paz. Yo creo que el mejor consejo que he recibido de mi madre es "no dejes que nada ni nadie te quite la paz" y "recuerda que nada que quita la paz viene de Dios" (Jn 14,27). OK, son dos consejos, hice trampa.

Enrique Samson
envivo.regnumchristi.org

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