martes, 29 de mayo de 2012

María y el silencio

Mayo es el mes de Nuestra Señora. Ella nos ofrece una preciosa imagen del silencio. Es una mujer envuelta en el silencio. Ella recibe la Palabra en toda su plenitud, pues ella posee todo el espacio para acogerla. Medita la Palabra y nos ofrece sus frutos. Sería muy bueno que, en cada día, incluso en un espacio pequeño, nos envolviera el silencio. Entonces nuestras vidas serían más fructíferas.

Los monjes y los contemplativos adoptan la señal de María: a lo largo de sus vidas, tratan de permanecer en silencio y tratan de escuchar. Piensen en el silencio que se produce en una gran sala de conciertos, cuando un pianista famoso se sienta en el piano y comienza a tocar suavemente. La música suena, no sólo en el piano, sino que en los corazones de la audiencia: ella se hace una con la música, mientras ésta continúa, y se retira transformada al terminar el concierto.

La oración puede ser así: tratamos de escuchar la música de Dios, música que no tiene sonido. Por eso pedimos la gracia de poseer corazones que escuchen; corazones en los cuales la Palabra pueda caer como una semilla, echar raíces y crecer en un terreno bien preparado. Ahí la Palabra dará mucho fruto, aunque no sabemos aún cómo. ¡Dios te salve, María!

iglesia.org

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