jueves, 19 de julio de 2012

El desaliento

Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito.(Romanos 8,28)

Estas palabras no han sido dichas por alguien que jamás sufrió. Sino por un hombre que, como hemos visto, ha conocido toda clase de sufrimiento y, aun así, conservó la paz interior.

La tentación del desaliento

San Pablo hubiera podido encontrar muchos motivos para perder la paz y caer en la postración y el desaliento. Sin embargo, incluso estando en la cárcel, canta y alaba a Dios.

A menudo, en la vida del cristiano, las cosas no se dan como él esperaba. Entonces, el desgano va inundando su corazón.

Es normal que todos nos tropecemos con las contrariedades, como les ocurrió a Pablo y Silas, pero lo peor es cuando no se logra salir del desaliento. Si no nos abandonamos a él y no luchamos, nunca tendremos paz.

Sólo Dios sabe las veces que cada uno de nosotros nos lamentamos:

Estoy cansado, aburrido, agotado; creo que no voy a continuar más haciendo tal o cual tarea.

Sólo Dios sabe cuántos servidores en la Iglesia, hombres y mujeres capaces, bendecidos por Dios con diversidad de carismas, cuando experimentaron las dificultades o tuvieron problemas con algún hermano de comunidad, se dejaron vencer por el desaliento; no quisieron continuar con su servicio y dejaron la tarea que Dios les había asignado; luego, comenzaron a sentir que el malestar interior y la falta de paz en lugar de disminuir aumentaba.

Leyendo las Sagradas Escrituras, nos encontramos con varios personajes que, en algún momento, fueron tentados por el desaliento:

Moisés, siendo un hombre tan ungido por Dios, también experimenta el desaliento ante las críticas de los israelitas:

No puedo cargar yo solo con todo este pueblo; es demasiado pesado para mí. Si me tratas así, prefiero que me mates, si es que realmente me quieres, antes que seguir viviendo en estos apuros. (Números 11, 14 y 15)

Job, ante el peligro, la crueldad del sufrimiento y la enfermedad, maldice su suerte y grita:

¿Por qué no morí al salir del seno y no expiré cuando salía del vientre? (Job 3,11)

Hay un cuento que ayuda a comprender cómo el desaliento es una herramienta usada frecuentemente por Satanás:

Cierta vez, se corrió la voz de que el diablo se retiraba de los negocios y vendía sus herramientas al mejor postor. En la noche de la venta, estaban todas las herramientas dispuestas de manera que llamaran la atención, y, por cierto, eran un lote siniestro: odio, celos, envidia, malicia, engaño... además de todos los implementos del mal.

Pero un tanto apartado del resto, había un instrumento de forma inofensiva, muy gastado, como si hubiese sido usado muchísimas veces, y cuyo precio, sin embargo, era el más alto de todos. Alguien le preguntó al diablo cuál era el nombre de la herramienta. “Desaliento” fue la respuesta.

“¿Por qué su precio es tan alto?”, le preguntaron. “Porque ese instrumento, respondió el diablo, me es más útil que cualquier otro; puedo entrar en la conciencia de un ser humano, cuando todas las demás herramientas me fallan, y, una vez dentro, por medio del desaliento, puedo hacer de esa persona lo que se me antoja. Esta muy gastado porque lo uso casi con todo el mundo, y como muy pocas personas saben que me pertenece, puedo abusar de él”. El precio del desaliento era tan, pero tan alto, que aún sigue siendo propiedad del diablo.

Autor desconocido

Piensa tú en las veces en que le has permitido a Satanás entrar en tu vida, usando la herramienta del desaliento. Piensa en las veces en que, por descuidar la alabanza, has cambiado la paz interior por el desaliento...; pero piénsalo sin caer en otra tentación: la de auto justificarte.

El desaliento es uno de los estados de ánimo contra el cual es indispensable fortalecerse a través de la oración, los sacramentos y la sabia guía de un acompañante espiritual.

Nos desalentamos por las malas noticias que recibimos de los medios de comunicación o de quienes nos rodean, por los problemas económicos o laborales, por los conflictos familiares o comunitarios, por sentirnos engañados, traicionados, abandonados..., y la lista podría llenar varias hojas de este libro. Pero debemos mantenernos alertas contra la tentación del desaliento, que querrá entrar despacito, despacito en la mente y en el corazón, para echar fuera la paz conquistada.

Si hay un tropiezo o una caída no hay que darse por vencido. El venerable padre Pío BrunoLanteri ( Sacerdote Fundador de la Congregación de los Oblatos de la Virgen María (1759 – 1830) se decía cada día y, especialmente, después de una caída o una contrariedad:

Ahora empiezo de nuevo. 36.Autor desconocido

San Francisco de Asís sugería a sus frailes:

Comienza haciendo lo que es necesario, después, lo que es posible y, de repente, estarás haciendo lo imposible.

El poder de la alabanza anima al cristiano a vencer el desaliento y a tener una acción positiva ante la adversidad.

COMO CONSERVAR LA PAZ EN MEDIO DE LAS DIFICULTADES.
P.GUSTAVO E. JAMUT
CON LICENCIA ECLESISTICA

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