martes, 14 de agosto de 2012

¿Qué hacer cuando estás enfadado con Dios?

«¿Está bien si dudamos de nuestra fe? La respuesta es sí. Basta mirar a Cristo para darnos cuenta que no pasa nada si dudamos. Él experimentó la duda en Getsemaní y en la Cruz ("Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"). Si nuestro Salvador experimentó esos momentos, ¿por qué cuestionar si nosotros, meros seres humanos, dudamos en algún momento de nuestras vidas? Y si Cristo, que forma parte de la Santísima Trinidad, le pregunta a Dios por qué lo abandona, entonces seguramente Dios me entenderá cuando yo le grito mi desesperación por ese abandono que siento».

Michelle, una madre que atravesó momentos de mucho dolor, comparte su ideario para afrontar mejor la oscuridad de la fe; unos puntos que ella misma toma de su propia experiencia:

«La duda puede ser un catalizador para crecer en nuestra fe. ¿Qué hacer cuando nos llegan esos momentos de duda y abandono?

1. Lee la Biblia: date cuenta que hay muchos que dudaron como tú, Cristo incluido. Lee sus historias.

2. Ora: habla con Dios, mantén la comunicación abierta con Él. Dile lo enojado que estás. Y aunque no sientas que está ahí, pídele ayuda y confía en que esa ayuda llegará.

3. Habla con alguien en quien confíes: busca un amigo, un sacerdote, tu cónyuge, quienquiera al que le puedas confiar lo que sientes. Te sorprenderás de cuántas personas han pasado también por tu misma situación.

4. Busca ver a Dios en todas las cosas: las pequeñas y las grandes, las banales o las increíbles. Ve que Dios está ahí contigo, en todo lugar.

5. Llora: Cristo lloró; María lloró, los santos lloraron. Y Dios ve y valora cada una de tus lágrimas caer».

Hoy, Michelle sigue teniendo dudas pero las afronta ya con más serenidad y calma. Porque, según sus propias palabras, se ha dado cuenta que «después de luchar contra los sentimientos de duda o abandono, encontramos a Dios esperándonos con los brazos abiertos, como siempre está, para atraernos hacia Él. Porque, en realidad, nunca estuvimos solos o abandonados. Estábamos perdidos. Pero Dios siempre provee un camino de regreso a Él: muchas veces necesitamos estar perdidos para ser encontrados».

Juan Antonio Ruiz
Fluvium.org

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