jueves, 28 de febrero de 2013

La Sede de Pedro está vacante y la Iglesia reza por el nuevo Papa



Con el retiro de la Guardia Suiza y el cierre de las puertas de la residencia pontificia de Castel Gandolfo este jueves 28 de febrero a las 8:00 p.m. (hora de Roma) se ha marcado el inicio del periodo conocido como Sede vacante, y los católicos del mundo elevan sus oraciones por los cardenales que en el cónclave elegirán al nuevo Papa y sucesor de Benedicto XVI.

El ahora Papa Emérito, Su Santidad Benedicto XVI, se despidió de los lugareños de Castel Gandolfo antes de ingresar a la residencia pontificia adonde llego luego de un vuelo en helicóptero de aproximadamente 20 minutos de duración.

El Romano Pontífice Emérito residirá en estas villas pontificias durante dos meses y luego se trasladará al monasterio Mater Ecclesiae, ubicado en los jardines vaticanos, en donde vivirá una vida de oración luego de casi 8 años de pontificado.

El miércoles 27 de febrero, en su última audiencia general, Benedicto XVI dirigió un especial mensaje ante unas 200 mil personas que abarrotaron la Plaza de San Pedro. En su discurso dijo que no abandona la cruz ni a la Iglesia, dio gracias a todos por todo, y señaló que seguirá acompañando a todos los católicos a través de su oración.

Ahora, con la Sede vacante, corresponde a los 115 cardenales electores elegir al sucesor de San Pedro en el cónclave que debe ser convocado por el decano del Colegio Cardenalicio, el Cardenal Angelo Sodano.

En este periodo las cuestiones de gobierno de la Iglesia la ejerce el cardenal camarlengo, el Cardenal Tarcisio Bertone, que fuera Secretario de Estado de Benedicto XVI. Su cargo es uno de los pocos (como el Penitenciario Mayor también) que no cesa durante la Sede vacante, como sí ocurre con los demás puestos de la curia del Vaticano.

Luego de las congregaciones generales o reuniones de los cardenales, los purpurados ingresarán al cónclave para elegir al nuevo Papa.

Un funcionario del Vaticano dijo hace unos días a ACI Prensa que la fecha de inicio del mismo podría estar entre el 9 y el 11 de marzo, debido a la facultad que concedió Benedicto XVI al colegio de cardenales para adelantar el periodo de espera que, normalmente, es no menor de 15 días y no mayor a 20.

aciprensa.com

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Así se despidió Benedicto XVI desde Castel Gandolfo



Gracias queridos amigos.

Estoy feliz de estar con vosotros, rodeado por la belleza del Creador y de vuestra simpatía que me hace mucho bien. ¡Gracias por vuestra amistad, vuestro afecto!

Saben que este día es distinto a los anteriores: seré Sumo Pontífice de la Iglesia Católica hasta las ocho de la noche y no más.

Seré simplemente un peregrino que inicia la última etapa de su peregrinaje en esta tierra. Pero quisiera aún, con mi corazón, con mi amor, con mi oración, con mi reflexión, con todas mis fuerzas interiores, trabajar por el bien común de la Iglesia y de la humanidad.

Y me siento muy apoyado por vuestra simpatía. Sigamos adelante con el Señor por el bien de la Iglesia y del mundo. Gracias.

Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Gracias. Buenas noches.

aciprensa.com

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Benedicto XVI promete 'incondicional obediencia' al futuro Papa



romereports

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Benedicto XVI se despide de Cardenales: Prometo total obediencia al futuro Papa


En sus palabras de agradecimiento a los Cardenales reunidos en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Papa Benedicto XVI aseguró su “total obediencia y benevolencia” para su sucesor.
El Santo Padre aseguró a los Cardenales que “también ha sido una alegría caminar con ustedes a la luz de la presencia del Señor resucitado. Como he dicho ayer ante los fieles que llenaban la Plaza de San Pedro, vuestra cercanía y vuestro consejo ha sido de gran ayuda para mi ministerio”.

El Papa señaló que durante sus 8 años de pontificado, “hemos vivido momentos bellísimos de luz radiante con la Iglesia, así como momentos que han sido oscuros. En estos momentos hemos tratado de seguir a Cristo y a su Iglesia con amor profundo y total”.

“Quiero alentarlos a crecer en esta amistad profunda, de tal manera que el Colegio de los Cardenales sea expresión de la diversidad de la Iglesia universal, marcada por una concorde armonía”.

El Santo Padre recordó las palabras dedicadas a él por su mentor, el sacerdote y teólogo italiano Romano Guardini, quien le escribió que “la Iglesia no es una realidad pasada, es una realidad viva, ella vive a lo largo del tiempo, en el devenir, como todo ser viviente transformándose, y sin embargo permanece siempre la misma y su corazón es el mismo”.

“Esta es la experiencia que he tenido ayer en la Plaza, que la Iglesia es un cuerpo vivo”, aseguró Benedicto XVI, añadiendo que la Iglesia “está en el mundo, pero no es del mundo”.

El Papa remarcó que “la Iglesia vive, crece y se refleja en las almas, que como la Virgen María acogen la palabra de Dios y la conciben por obra del Espíritu Santo”.

“Permanecemos unidos en este misterio, en la oración, especialmente en la Eucaristía cotidiana”, indicó, “esta es la alegría que nadie podrá quitarnos”.

Benedicto XVI aseguró a los Cardenales que continuará “sirviendo a la Iglesia en la oración, especialmente en los próximos días”, para que la elección del nuevo Papa sea fruto de la docilidad al Espíritu Santo.

Tras concluir sus palabras, el Papa Benedicto XVI recibió el afectuoso saludo de los Cardenales presentes, así como de diversos funcionarios de la Curia Vaticana.

aciprensa.com

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miércoles, 27 de febrero de 2013

El Papa se despide agradecido ante más de 200.000 peregrinos



romereports.com

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Última audiencia general del Papa Benedicto XVI


¡Venerados hermanos en el Episcopado!

¡Distinguidas autoridades!

¡Queridos hermanos y hermanas!

Os agradezco por haber venido tan numerosos a esta última audiencia general de mi pontificado.

Como el apóstol Pablo en el texto bíblico que hemos escuchado, también yo siento en mi corazón el deber sobre todo de agradecer a Dios, que guía y hace crecer a la Iglesia, que siembra su Palabra y así alimenta la fe en su Pueblo.

En este momento mi ánimo se extiende para abrazar a toda la Iglesia difundida en el mundo y doy gracias a Dios por las "noticias" que en estos años del ministerio petrino he podido recibir acerca de la fe en el Señor Jesucristo y de la caridad que está en el Cuerpo de la Iglesia y lo hace vivir en el amor y de la esperanza que nos abre y nos orienta hacia la vida en plenitud, hacia la patria del Cielo.

Siento que he de llevar a todos en la oración, en un presente que es el de Dios, donde recojo todo encuentro, todo viaje, toda visita pastoral. Todo y a todos los recojo en la oración para confiarlos al Señor porque tenemos pleno conocimiento de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual, y porque podemos comportarnos de manera digna de Él, de su amor, dando fruto en toda obra buena (cfr Col 1,9-10).

En este momento, hay en mí una gran confianza, porque sé, sabemos todos nosotros, que la Palabra de verdad del Evangelio es la fuerza de la Iglesia, es su vida. El Evangelio purifica y renueva, da fruto, donde esté la comunidad de los creyentes lo escucha y acoge la gracia de Dios en la verdad y vive en la caridad. Esta es mi confianza, esta es mi alegría.

Cuando el 19 de abril de hace casi ocho años, acepté asumir el ministerio petrino, tuve firme esta certeza que siempre me ha acompañado. En aquel momento, como ya he dicho varias veces, las palabras que resonaron en mi corazón fueron: "¿Señor, qué cosa me pides?" Es un peso grande el que me pones sobre la espalda, pero si Tú me lo pides, en tu palabra lanzaré las redes, seguro que Tú me guiarás.

Y el Señor verdaderamente me ha guiado, ha estado cercano a mí, he podido percibir cotidianamente su presencia. Ha sido un trato de camino de la Iglesia que ha tenido momentos de alegría y de luz, pero también momentos no fáciles; me he sentido como San Pedro con los Apóstoles en la barca sobre el lago de Galilea: el Señor nos ha dado muchos días de sol y de brisa ligera, días en los que la pesca ha sido abundante; y ha habido también momentos en los que las aguas estaban agitadas y el viento era contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el Señor parecía dormir.

Pero siempre he sabido que en aquella barca está el Señor y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya y no la deja hundirse; es Él quien la conduce ciertamente también a través de hombres que ha elegido, porque así lo ha querido. Esta ha sido y es una certeza que nada puede ofuscar. Y es por esto que hoy mi corazón está lleno de agradecimiento a Dios porque no ha dejado nunca que le falte a la Iglesia y también a mí su consuelo, su luz y su amor.

Estamos en el Año de la Fe, que he querido para reforzar nuestra fe en Dios en un contexto que parece ponerlo siempre más en segundo plano. Quisiera invitar a todos a renovar la firme confianza en el Señor, a confiarnos como niños en los brazos de Dios, certeros de que esos brazos nos sostienen siempre y son lo que permite caminar cada día también en la fatiga. Quisiera que cada uno se sintiese amado por aquel Dios que nos ha dado a su Hijo a nosotros y que nos ha mostrado su amor sin límites.

Quisiera que cada uno sintiese la alegría de ser cristiano. En una bella oración que se recita cotidianamente en la mañana se dice: "Te adoro Dios mío y te amo con todo el corazón. Te agradezco por haberme creado, hecho cristiano…" Sí, estamos contentos por el don de la fe, ¡es el bien más precioso, que nadie nos puede quitar! Agradecemos al Señor por esto cada día, con la oración y con una vida cristiana coherente. ¡Dios nos ama, pero espera que también que nosotros lo amemos!

Pero no es solamente Dios a quien quiero agradecer en este momento. Un Papa no está solo en la guía de la Barca de Pedro, si bien es su primera responsabilidad, y yo no me he sentido solo nunca en llegar la alegría y el peso del ministerio petrino; el Señor me ha dado tantas personas que, con generosidad y amor a Dios y a la Iglesia, me han ayudado y han estado cercanas a mí.

Primero que nada a vosotros, queridos hermanos cardenales: vuestra sabiduría, vuestros consejos, vuestra amistad han sido para mí preciosos; mis colaboradores; comenzando por mi Secretario de Estado que me ha acompañado con fidelidad en estos años; la Secretaría de Estado y toda la Curia Romana, como también todos aquellos que, en diversos sectores, prestan su servicio a la Santa Sede: son muchos rostros que no aparecen, que se quedan en la sombra, pero en el silencio, en la dedicación cotidiana, con espíritu de fe y humildad han sido para mí un sostén seguro y confiable. ¡Un recuerdo especial para la Iglesia de Roma, mi diócesis!

No puedo olvidar a los hermanos en el Episcopado y en el presbiterado, las personas consagradas y todo el Pueblo de Dios: en las visitas pastorales, en los encuentros, en las audiencias, en los viajes, siempre he percibido una gran atención y un profundo afecto; pero también he querido a todos y a cada uno, sin distinción, con aquella caridad pastoral que da el corazón de Pastor, sobre todo de Obispo de Roma, de Sucesor del Apóstol Pedro. Cada día he tenido a cada uno de vosotros en mi oración, con corazón de padre.

Quisiera que mi saludo y mi agradecimiento alcanzase a todos: el corazón de un Papa se extiende al mundo entero. Y quisiera expresar mi gratitud al Cuerpo diplomático ante la Santa Sede, que hace presente a la gran familia de las naciones. Aquí también pienso en todos aquellos que trabajan para una buena comunicación y que agradezco por su importante servicio.

En este punto quisiera agradecer de corazón también a todas las numerosas personas en todo el mundo que en las últimas semanas me han enviado signos conmovedores de atención, de amistad en la oración. Sí, el Papa nunca está solo, y ahora lo experimento nuevamente de un modo tan grande que toca el corazón. El Papa pertenece a todos y a tantísimas personas que se sienten cercanos a él.

Es cierto que recibo cartas de los grandes del mundo: de los Jefes de Estado, de los jefes religiosos, de los representantes del mundo de la cultura, etcétera. Pero recibo también muchísimas cartas de personas sencillas que me escriben simplemente desde su corazón y me hacen sentir su afecto, que nace del estar juntos con Cristo Jesús, en la Iglesia. Estas personas no me escriben como se escribe por ejemplo a un príncipe o a un grande que no se conoce. Me escriben como hermanos y hermanas o como hijos e hijas, con el sentido de una relación familiar muy afectuosa.

Aquí se puede tocar con la mano qué cosa es la Iglesia: no es una organización ni una asociación de fines religiosos o humanitarios; sino un cuerpo vivo, una comunión de hermanos y hermanas en el Cuerpo de Jesucristo, que nos une a todos. Experimentar la Iglesia de este modo y poder casi tocar con las manos la fuerza de su verdad y de su amor es motivo de alegría, en un tiempo en el que tantos hablan de su declive.

En estos últimos meses, he sentido que mis fuerzas han disminuido y he pedido a Dios con insistencia en la oración que me ilumine con su luz para hacerme tomar la decisión más justa no por mi bien, sino por el bien de la Iglesia. He dado este paso en la plena conciencia de su gravedad e incluso de su novedad, pero con una profunda serenidad de ánimo. Amar a la Iglesia significa también tener el coraje de tomar decisiones difíciles, sufrientes, teniendo siempre primero el bien de la Iglesia y no el de uno mismo.

Aquí permítanme volver una vez más al 19 de abril de 2005. La gravedad de la decisión estuvo en el hecho que desde aquel momento estaba siempre y para siempre ocupado en el Señor. Siempre quien asume el ministerio petrino no tiene más privacidad alguna. Pertenece siempre y totalmente a todos, a toda la Iglesia.

A su vida se le retira, por así decirlo, la dimensión privada. He podido experimentar y lo experimento precisamente ahora, que uno recibe la vida justamente cuando la dona. Ya he dicho que muchas personas que aman al Señor aman también al Sucesor de San Pedro y le tienen afecto; que el Papa tiene verdaderamente hermanos y hermanas, hijos e hijas en todo el mundo, y que se siente seguro en el abrazo de su comunión; porque no se pertenece más a sí mismo, pertenece a todos y todos pertenecen a él.

El "siempre" es también un "para siempre": no se puede volver más a lo privado. Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no revoca esto. No vuelvo a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros, recibimientos, conferencias, etcétera. No abandono la cruz, sino que quedo de modo nuevo ante el Señor crucificado.

Ya no llevo la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia, sino que en el servicio de la oración quedo, por así decirlo, en el recinto de San Pedro. San Benito, cuyo nombre llevo como Papa, será un gran ejemplo de esto. Él ha mostrado el camino para una vida que, activa o pasiva, pertenece totalmente a la obra de Dios.

Agradezco a todos y a cada uno también por el respeto y la comprensión con la que han acogido esta decisión tan importante. Seguiré acompañando el camino de la Iglesia con la oración y la reflexión, con aquella dedicación al Señor y a su Esposa que he buscado vivir hasta ahora cada día y que quiero vivir siempre.

Les pido recordarme ante Dios, y sobre todo rezar por los cardenales llamados a una tarea tan relevante, y por el nuevo Sucesor del Apóstol Pedro: que el Señor lo acompañe con la luz y la fuerza de su Espíritu.

Invoquemos la intercesión maternal de la Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia, para que nos acompañe a cada uno de nosotros y a toda la comunidad eclesial; a ella nos acogemos con profunda confianza.

¡Queridos amigos! Dios guía a su Iglesia, la levanta siempre también y sobre todo en los momentos difíciles. No perdamos nunca esta visión de fe, que es la única y verdadera visión del camino de la Iglesia y del mundo. Que en nuestro corazón, en el corazón de cada uno de vosotros, esté siempre la alegre certeza de que el Señor está a nuestro lado, no nos abandona, es cercano y nos rodea con su amor. ¡Gracias!

aciprensa.com

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martes, 26 de febrero de 2013

Tienes que dar ejemplo

"A veces, pienso que si la gente se fijase en mi ejemplo y lo imitase, no llegarían a salvarse. Con todos mis errores, con tantos fallos, ¡tan pecador!. Sería un mal ejemplo."

Esta es una parte de un email que llego a mi correo de parte de un muchacho joven, que cree en Dios pero no se decide a seguirle y dar ejemplo cristiano. A veces lo intenta, pero su perseverancia es muy corta.

¿A cuántas personas les ha pasado lo mismo en toda la historia de la humanidad? ¿Cuántas personas que lean esto no les esta pasando?

Por eso, ¡tú!, si crees que no estas dando un buen ejemplo cristiano, Dios te tiene que decir una cosa: que des ejemplo y le imites (MT 5,48). Cristo nos lo dice porque sabe que el ejemplo cristiano es muy importante, y así es. Cualquiera se puede fijar en tu conducta, pongamos un ejemplo:

Un adolescente que decide empezar a fumar esta confuso porque muchos de sus amigos, que saben que fuma, les dan opiniones diferentes. Unos dicen: pero si no pasa nada, no ves a la gente que fuma todos los días que sanos están. Y los otros dicen: si, están sanos ahora, pero ¡mira tanta gente que muere todos los días por culpa del tabaco!

Este adolescente,  ve a su hermano que ya lleva fumando muchos años un paquete al día y no tiene problemas de salud. Entonces decide seguir ese ejemplo de su hermano y finalmente acaba fumando. Imagínense si su hermano hubiese estado intentando dejar de fumar o simplemente no fumase. Alomejor este muchacho finalmente hubiera decidido no empezar a fumar. Esto es un ejemplo como puede haber otros muchos mas.

Y esto, nos puede pasar a nosotros con otras personas y también les puede pasar a muchas personas con nuestras conductas diarias. ¿Por qué nos han dicho durante nuestra vida tantas veces que delante de los niños no hagamos esto o lo otro? Por el ejemplo que pueden imitar.  Si se da buen ejemplo, entonces no nos tendremos que preocupar de que nadie imite nuestra conducta, porque aunque mejor o peor y con nuestros fallos, estaremos dando un buen ejemplo.

Es la hora de cambiar si te parece que debes cambiar. Dile a Jesús en oración si Él creé que tienes que cambiar. De esa oración, sacarás la respuesta ¡te lo aseguro!.

Si en este momento crees que deberías cambiar, tranquilo, empieza ahora y no te preocupes por el pasado, recuerda que Dios siempre tiene misericordia con nosotros y si te arrepientes te perdonará.

Y pide, pide, pide. Como mejor que pedir ayuda a Dios para cambiar y cumplir con su voluntad. Y no te olvides de pedir ayuda a nuestra Madre del Cielo, a la Santísima Virgen María, ella te sujetará fuerte y seguirás adelante.

Pues ojalá que a partir de ahora demos buen ejemplo y con la ayuda de Dios lleguemos a ser santos y que lo sean los demás con nuestro ejemplo. Recuerden al Beato Juan Pablo II, ¡qué bueno era!.

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domingo, 24 de febrero de 2013

Último Ángelus del Papa: El Señor me llama a “subir al monte” a orar


Ante los más de 200 mil fieles que colmaron la Plaza de San Pedro en el último rezo del Ángelus de su pontificado, el Papa Benedicto XVI aseguró que “el Señor me llama a ‘subir al monte’, a dedicarme aún más a la oración y a la meditación”.

Sin embargo, el Santo padre subrayó que esto “no significa abandonar a la Iglesia, es más, si Dios me pide esto es precisamente para que yo pueda seguir sirviéndola con la misma entrega y el mismo amor con que lo he hecho hasta ahora, pero de modo más apto a mi edad y a mis fuerzas”.

Al reflexionar sobre el pasaje evangélico de la Transfiguración del Señor, en el que el Señor “se transfiguró mientras oraba”, el Santo Padre expresó que “esta Palabra de Dios la siento de modo particular dirigida a mí, en este momento de mi vida”.

“El evangelista Lucas resalta de modo particular el hecho de que Jesús se transfiguró mientras oraba: la suya es una experiencia profunda de relación con el Padre durante una especie de retiro espiritual que Jesús vive en un monte alto en compañía de Pedro, Santiago y Juan, los tres discípulos siempre presentes en los momentos de la manifestación divina del Maestro”.

El Papa indicó que “el Señor, que poco antes había preanunciado su muerte y resurrección, ofrece a los discípulos un anticipo de su gloria. Y también en la Transfiguración, como en el bautismo, resuena la voz del Padre celestial: ‘Éste es mi Hijo, mi Elegido; escúchenlo’”.

El Santo Padre señaló además que “la presencia de Moisés y Elías, que representan la Ley y los Profetas de la antigua Alianza, es sumamente significativa: toda la historia de la Alianza está orientada hacia Él, hacia Cristo, quien realiza un nuevo ‘éxodo’, no hacia la tierra prometida como en tiempos de Moisés, sino hacia el Cielo”.

“La intervención de Pedro: ‘¡Maestro, qué bello es estar aquí!’ representa el intento imposible de demorar tal experiencia mística”.

El Papa citó a San Agustín para explicar que Pedro, “en el monte tenía a Cristo como alimento del alma. ¿Por qué habría tenido que descender para regresar a las fatigas y a los dolores, mientras allá arriba estaba lleno de sentimientos de santo amor hacia Dios que le inspiraban, por tanto, una santa conducta?”.

Benedicto XVI destacó que de este pasaje del Evangelio podemos aprender “la primacía de la oración, sin la cual todo el empeño del apostolado y de la caridad se reduce a activismo”.

“En la Cuaresma aprendemos a dar el justo tiempo a la oración, personal y comunitaria, que da trascendencia a nuestra vida espiritual”.

El Papa remarcó que “la oración no es aislarse del mundo y de sus contradicciones, como en el Tabor habría querido hacer Pedro, sino que la oración reconduce al camino, a la acción”.

El Santo Padre también recordó que, tal como escribió en el Mensaje para esta Cuaresma, “la existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de éste, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios”.

Al concluir, el Papa invocó “la intercesión de la Virgen María, que ella nos ayude a todos a seguir siempre al Señor Jesús, en la oración y en la caridad activa”.

aciprensa.com

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Evangelio del Domingo

Evangelio según San Lucas 9,28-36

Unos ocho días después de decir esto, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar.
Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante.
Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías,
que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". El no sabía lo que decía.
Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor.
Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: "Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo".
Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.

COMENTARIO DEL EVANGELIO: "La Gloria de la Cruz" Autor: San León I el Magno

El Señor descubre su gloria en presencia de testigos escogidos, e hizo resplandecer de tal manera aquel cuerpo suyo común a todos, que su rostro se volvió semejante a la claridad del sol y sus vestiduras aparecieron blancas como la nieve. En su transfiguración, se trataba, sobre todo, de alejar de los corazones de sus discípulos el escándalo de la cruz, y hacer que la ignominia voluntaria de su muerte no pudiera desconcertar a estos antes quienes sería descubierto la excelencia de su dignidad escondida.

Pero con no menor vista se estaba fundamentando la esperanza de la santa Iglesia, ya que el cuerpo de Cristo, en su totalidad, podría comprender cual habría de ser su transformación, y sus miembros podrían contar con la promesa de su participación en aquel honor que brillaba en la cabeza de antemano.

“Este es mi Hijo amado,...escuchadle”. Escuchadle, a él que abre el camino del cielo, por el suplicio de la cruz, vosotros preparar las enseñanzas para subir al Reino. ¿Por qué teméis, ser redimidos? ¿Por qué, heridos, teméis, ser curados? Qué más voluntad hace falta que el querer de Cristo. Arrojad el temor carnal y armaos de la constancia que inspira la fe. Pues no conviene que dudéis en la pasión del Salvador que, con su auxilio, vosotros no temeréis en vuestra propia muerte...

En estos tres apóstoles, la Iglesia entera ha aprendido todo lo que vieron sus ojos y oyeron sus oídos (cf 1Jn 1,1). Por tanto la fe de todos ellos se vuelva más firme por la predicación del santo Evangelio, y hace que nadie enrojezca ante la cruz de Cristo, por la cual el mundo ha sido rescatado.

evangeliodeldia.org

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viernes, 22 de febrero de 2013

Para el joven de 85 años - For a young man of 85

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jueves, 21 de febrero de 2013

El peso de la oración

Una mujer pobremente vestida, con un rostro que reflejaba derrota, entró a una tienda. La mujer se acercó al dueño de la tienda y, en la manera más humilde, le preguntó si podía llevarse algunas cosas a crédito (fiado). Con voz suave, le explicó que su esposo estaba muy enfermo y que no podía trabajar; tenían siete niños y necesitaban comida. El dueño le gritó y le pidió que abandonara su tienda.

Viendo la necesidad que estaba pasando su familia la mujer continuó:
"¡Por favor señor! Se lo pagaré tan pronto como pueda". El dueño le dijo que no podía darle crédito ya que no tenía una cuenta en su tienda.
De pie, cerca del mostrador, se encontraba un cliente que escuchó la conversación entre el dueño de la tienda y la mujer. El cliente se acercó y le dijo al dueño de la tienda que él se haría cargo de lo que la mujer necesitara para su familia.
El dueño, de una manera muy tosca, preguntó a la mujer: "¿Tiene usted una lista de la compra?". La mujer dijo: "Sí señor".
"Está bien," dijo el dueño, "ponga su lista en la balanza y lo que pese su lista, le daré yo en comestibles". La mujer titubeó por un momento y cabizbaja, buscó en su cartera un pedazo de papel y escribió algo en él. Puso el pedazo de papel, cabizbaja aún, en la balanza.
 

Los ojos del dueño y el cliente se llenaron de asombro cuando la balanza se fue hasta lo mas bajó y se quedó así. El dueño entonces, sin dejar de mirar la balanza y de mala gana, dijo: "¡No lo puedo creer!".
El cliente sonrió y el dueño comenzó a poner comestibles al otro lado de la balanza. La balanza no se movió por lo que continuó poniendo más y más comestibles hasta que no aguantó más.
El dueño se quedó allí parado con gran disgusto. Finalmente, agarró el pedazo de papel y lo miró con mucho más asombro.... No era una lista de compra, era una oración que decía:
"Querido Señor, tú conoces mis necesidades y yo voy a dejar esto en tus manos".
El dueño de la tienda le dio los comestibles que había reunido y quedó allí en silencio. La mujer le agradeció y abandonó su tienda. El cliente le entregó un billete de cincuenta dólares al dueño y le dijo: "Valió cada centavo de este billete, ahora sabemos cuanto pesa una oración".

La oración es uno de los mejores regalos gratuitos que recibimos. No tiene costo pero sí muchas recompensas.

webcatolicodejavier.org

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martes, 19 de febrero de 2013

Cónclave a la vista‏

Antes del 20 de marzo las puertas de la Capilla Sixtina se abrirán y los 118 cardenales electores se reunirán en Cónclave para elegir al sucesor de Benedicto XVI. Un Papa que sigue vivo y que estará a poca distancia física pero lejanísimo del colegio que nombrará a su sucesor. Estos deberían ser los tiempos de la elección, por lo menos según lo que prevé la Constitución Apostólica de Juan Pablo II «Universi Dominici Gregis», de 1996, que regula la sucesión papal.

El artículo 37 de esta constitución dice que a partir de que la Sede apostólica quede vacante legítimamente (el próximo 28 de febrero a partir de las 20.00 hrs.), los cardenales electores presentes deberán esperar 15 días para que lleguen los ausentes; el Colegio Cardenalicio, además, tendrá la facultad de modificar los tiempos para que comience la elección, solo por motivos extremadamente graves. Máximo pueden pasar 20 días a partir de que comienza la situación de la Sede Vacante, y todos los cardenales electores deben participar en la elección. Mientras tanto, todos los líderes de los dicasterios tendrán que dejar sus cargos, el gobierno es asumido por el Colegio Cardenalicio y se hacen indispensables las figuras del Camerlengo y del Sustituto de la Secretaría de Estado, que garantiza la continuidad del gobierno.

El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, indicó que están estudiando la posibilidad de adelantar la fecha del cónclave: "En la eventualidad de que todos los cardenales estén aquí, no hay a nadie a quien esperar. Se podría interpretar la Constitución en un modo diferente. Sólo en el caso de que no hubiese a nadie que esperar".

Será un Cónclave muy particular, sobre todo porque faltará la clásica sucesión emotiva (la muerte del Papa, el luto, la espera y al final la alegría por la nueva elección), que siempre ha dejado una huella muy importante en este evento. Como sucedió con la elección de Benedicto XVI, los cardenales "vivirán" esos días en Santa Marta, dentro de los muros del Vaticano.

El día establecido para que comience el Cónclave, todos los cardenales se reunirán en la Basílica de San Pedro en donde se celebrará la Misa Pro eligendo Romano Pontifice, presidida por el Decano del Colegio Cadrenalicio, Angelo Sodano. Por la tarde, los cardenales electores se dirigirán en procesión, cantando el Veni Creator, desde la Capilla Paulina hasta la Capilla Sixtina, en donde se encuentra toda la infraestructura para la votación en el coro. Este espacio ha sido restructurado recientemente, incluso con modernidades electrónicas, y se instaló una estufa en la que serán quemadas las boletas y los apuntes de los electores. Desde la chimenea de la Sixtina saldrá el humo, negro después de cada una de las votaciones sin éxito; blanco cuando sea alcanzado el quórum previsto de dos tercios de los votos.

Sin embargo, si después de varios escrutinios no se llega a este resultado, se puede hacer una especie de reducción de los candidatos que considera a los dos más votados; en este caso antes se requería la mayoría absoluta, condición suficiente para la elección. Pero Benedicto modificó esta norma y restableció el principio de los dos tercios. Así pues, la innovación de la mayoría absoluta en caso de un Cónclave difícil fue abrogada.

Siguen vigentes, en cambio, las reglas relacionadas con el voto: «Se procederá a la elección inmediatamente después de que se hayan cumplido las formalidades contenidas en el n. 54 de la presente Constitución. Si eso sucede ya en la tarde del primer día, se tendrá un solo escrutinio; en los días sucesivos si la elección no ha tenido lugar en el primer escrutinio, se deben realizar dos votaciones tanto en la mañana como en la tarde, comenzando siempre las operaciones de voto a la hora ya previamente establecida bien en las Congregaciones preparatorias, bien durante el periodo de la elección, según las modalidades establecidas en los números 64 y siguientes de la presente Constitución».

Se distribuyen las boletas y se extraen a suertes tres escrutadores: «Los Escrutadores se sientan en una mesa colocada delante del altar; el primero de ellos toma una papeleta, la abre, observa el nombre del elegido y la pasa al segundo Escrutador quien, comprobado a su vez el nombre del elegido, la pasa al tercero, el cual la lee en voz alta e inteligible, de manera que todos los electores presentes puedan anotar el voto en una hoja. El mismo Escrutador anota el nombre leído en la papeleta».

«En el caso de que los Cardenales electores encontrasen dificultades para ponerse de acuerdo sobre la persona a elegir, entonces, después de tres días de escrutinios sin resultado positivo, según la forma descrita en los números 62 y siguientes, éstos se suspenden al máximo por un día, para una pausa de oración, de libre coloquio entre los votantes y de una breve exhortación espiritual hecha por el primer Cardenal del Orden de los Diáconos». Y este mecanismo se repite hasta el final de la elección.

Marco Tosatti
vaticaninsider.lastampa.it

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domingo, 17 de febrero de 2013

Benedicto XVI en el Angelus: Os suplico que continuéis rezando por mí y por el próximo Papa

Al rezar a mediodía el penúltimo ángelus dominical de su pontificado, Benedicto XVI reflexionó con los miles de fieles y peregrinos de todo el mundo, que se dieron cita en la Plaza de San Pedro, sobre este tiempo de Cuaresma, en que invitó a pedir a Dios que la contemplación de los misterios de su pasión, muerte y resurrección, nos ayude a seguir al Señor más de cerca.

Al destacar que en el primer domingo de Cuaresma cada año se proclama el Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto, el Obispo de Roma explicó que como nos enseñan los Padres de la Iglesia, las tentaciones forman parte del “descenso” de Jesús a nuestra condición humana, al abismo del pecado y de sus consecuencias. Un “descenso” que Jesús recorrió hasta el final, hasta la muerte de cruz y hasta el infierno de la extrema lejanía de Dios. Mientras Él es la mano que Dios ha tendido al hombre, a la oveja perdida, para salvarla.


Y como enseña San Agustín, el Sucesor de Pedro afirmó que Jesús ha tomado de nosotros las tentaciones, para darnos su victoria. Por esta razón pidió que “no tengamos miedo de afrontar, también nosotros, el combate contra el espíritu del mal”. Porque lo importante es que “lo hagamos con Él, con Cristo, el Vencedor”. Y para estar con Él, Benedicto XVI sugirió que nos dirijamos a su Madre, María, que la invoquemos con confianza filial en la hora de la prueba, porque ella nos hará sentir la poderosa presencia de su Hijo divino, “para rechazar las tentaciones con la Palabra de Cristo, y de este modo volver a poner a Dios en el centro de nuestra vida”.
El Papa también agradeció las oraciones y muestras de afecto que durante estos días los fieles de todo el mundo le han demostrado. Y pidió que sigan rezando por él y por el nuevo Papa. En sus saludos a los numerosos peregrinos procedentes de América Latina y de España, Su Santidad les dijo:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular al grupo del Colegio sacerdotal argentino de Roma. En esta Cuaresma pidamos al Señor que la contemplación de los misterios de su pasión, muerte y resurrección nos ayude a seguirlo más de cerca. Al mismo tiempo, de corazón agradezco a todos su oración y afecto en estos días. Os suplico que continuéis rezando por mí y por el próximo Papa, así como por los Ejercicios espirituales, que empezaré esta tarde junto a los miembros de la Curia Romana. Llenos de fe y esperanza, encomendemos la Iglesia a la maternal protección de María Santísima. Muchas gracias.

Texto completo de la alocución de Benedicto XVI a la hora del ángelus dominical:

Queridos hermanos y hermanas: el miércoles pasado, con el tradicional Rito de las Cenizas, hemos entrado en la Cuaresma, tiempo de conversión y de penitencia en preparación a la Pascua. La Iglesia, que es madre y maestra, llama a todos sus miembros a renovarse en el espíritu, a re-orientarse decididamente hacia Dios, renegando el orgullo y el egoísmo para vivir en el amor. En este Año de la fe, la Cuaresma es un tiempo favorable para redescubrir la fe en Dios como criterio-base de nuestra vida y de la vida de la Iglesia. Esto implica siempre una lucha, un combate espiritual, porque el espíritu del mal, naturalmente, se opone a nuestra santificación, y trata de hacernos desviar del camino de Dios. Por esta razón, en el primer domingo de Cuaresma se proclama cada año el Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto.
En efecto, Jesús, después de haber recibido “investidura” como Mesías – “Ungido” de Espíritu Santo – en el bautismo en el Jordán, fue conducido por el mismo Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. En el momento en que inicia su ministerio público, Jesús debió desenmascarar y rechazar las falsas imágenes de Mesías que el tentador le proponía. Pero estas tentaciones también son falsas imágenes de hombre, que en todo tiempo insidian la conciencia, disfrazándose como propuestas convincentes y eficaces, e incluso buenas. Los evangelistas Mateo y Lucas presentan tres tentaciones de Jesús, que se diversifican parcialmente sólo por el orden. Su núcleo central consiste siempre en instrumentalizar a Dios para los propios fines, dando más importancia al éxito o a los bienes materiales. El tentador es falso: no induce directamente hacia el mal, sino hacia un falso bien, haciendo creer que las realidades verdaderas son el poder y lo que satisface las necesidades primarias. De este modo, Dios se vuelve secundario, se reduce a un medio, en definitiva se hace irreal, no cuenta más, desvanece. En último análisis, en las tentaciones está en juego la fe, porque Dios está en juego. En los momentos decisivos de la vida, pero si vemos bien, en todo momento, nos encontramos frente a una encrucijada: ¿Queremos seguir al yo o a Dios? ¿Al interés individual o al verdadero Bien, lo que realmente es bien?
Como nos enseñan los Padres de la Iglesia, las tentaciones forman parte del “descenso” de Jesús a nuestra condición humana, al abismo del pecado y de sus consecuencias. Un “descenso” que Jesús recorrió hasta el final, hasta la muerte de cruz y hasta el infierno de la extrema lejanía de Dios. De este modo, Él es la mano que Dios ha tendido al hombre, a la oveja perdida, para salvarla. Como enseña San Agustín, Jesús ha tomado de nosotros las tentaciones, para darnos su victoria. Por tanto, no tengamos miedo de afrontar, también nosotros, el combate contra el espíritu del mal: lo importante es que lo hagamos con Él, con Cristo, el Vencedor. Y para estar con Él dirijámonos a la Madre, María: invoquémosla con confianza filial en la hora de la prueba, y ella nos hará sentir la poderosa presencia de su Hijo divino, para rechazar las tentaciones con la Palabra de Cristo, y de este modo volver a poner a Dios en el centro de nuestra vida.

María Fernanda Bernasconi – RV
news.va

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Evangelio del Domingo

Jesus tentado en el desierto
Evangelio según San Lucas 4,1-13

Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto,
donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre.
El demonio le dijo entonces: "Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan".
Pero Jesús le respondió: "Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan".
Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra
y le dijo: "Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero.
Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá".
Pero Jesús le respondió: "Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto".
Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo,
porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden.
Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra".
Pero Jesús le respondió: "Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios".
Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.

COMENTARIO DEL EVANGELIO: "El Hijo de Dios rechaza la tentación y obedece la voluntad de su Padre" Autor: San Rafael Arnáiz Barón

Yo también alguna vez allá en el mundo, corría por las carreteras de España, ilusionado de poner el marcador del automóvil a 120 km por hora... ¡Qué estupidez! Cuando me di cuenta de que el horizonte se me acababa, sufrí la decepción del que goza la libertad de la tierra... pues la tierra es pequeña y, además, se acaba con rapidez. Horizontes pequeños y limitados rodean al hombre, y para el que tiene un alma sedienta de horizontes infinitos... los de la tierra no le bastan... le ahogan. No hay mundo bastante para él, y sólo encuentra lo que busca en la grandeza e inmensidad de Dios. ¡Hombres libres que recorréis el planeta! No os envidio vuestra vida sobre el mundo. Encerrado en un convento, y a los pies de un crucifijo, tengo libertad infinita, tengo un cielo..., tengo a Dios. ¡Qué suerte tan grande es tener un corazón enamorado de El!...

¡Pobre hermano Rafael!... Sigue esperando... sigue esperando con esa dulce serenidad que da la esperanza cierta. Sigue quieto, clavado, prisionero de tu Dios, a los pies de su Sagrario. Escucha el lejano alboroto que hacen los hombres al gozar breves días su libertad por el mundo. Escucha de lejos sus voces, sus risas, sus llantos, sus guerras... Escucha y medita un momento. Medita en un Dios infinito... en el Dios que hizo la tierra y los hombres, el dueño absoluto de cielos y tierras, de ríos y mares; el que en un instante, con sólo quererlo, con sólo pensarlo, creó de la nada todo cuanto existe.

Medita un momento en la vida de Cristo y verás que en ella no hay libertades, ni ruido, ni voces... Verás al Hijo de Dios, sometido al hombre. Verás a Jesús obediente, sumiso, y que con serena paz, sólo tiene por ley de su vida cumplir la voluntad de su Padre. Y, por último, contempla a Cristo clavado en Cruz... ¡Á qué hablar de libertades!

evangeliodeldia.org

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sábado, 16 de febrero de 2013

El Espíritu trabaja en lo profundo

Tu propia imagen de la oración puede ayudar o dificultar lo que buscas. ¿Cómo te sientes por el tiempo que dedicas a la oración? ¿Sientes que estás cumpliendo con tu esfuerzo, pero no llegas a ninguna parte?

Si tienes una imagen distorsionada, puedes decidir que el tiempo “gastado en orar” pudo ser mejor empleado en la lectura de un libro religioso, o haciendo el bien en algún lugar; entonces dejas de rezar. Como Dios tiene su propia imagen de lo que la oración se trata, ayuda si la puedes captar; esto te ayudará a colaborar mejor con el Espíritu Santo, el que está a tu lado, trabajando en lo mismo.

El Espíritu Santo – no tú – es la persona principal de tu oración, y trabaja contigo cuando oras (Carta a los Romanos 8:26). Esto me recordó un viejo término en Latín, aplicado a un tiempo muy largo de oración, como un retiro: “vacatio Deo”: significa la ociosidad para Dios, el vacío frente Dios, una vacación con Dios. El tiempo que empleas en orar es tiempo que has puesto más allá de su posible utilidad.

La oración no posee utilidad: posee un nivel diferente. Para dejar un tiempo para orar, tú buscas desconectarte de tus preocupaciones usuales, y estar en cierta forma vacía/o, ociosa/o, disponible para Dios. Lo que traes a tu oración eres tú misma/o, tú tiempo y tu deseo a estar con Dios. Llegas abierta/o a ser transformada/o lentamente por el Espíritu. Todo esto significa un trabajo duro de parte tuya, y es tu contribución al evento de oración que deseas!

Tu otro compañero es el Espíritu, que tiene una agenda, un proyecto divino para tí. El Espíritu trabaja en lo profundo de tu ser, formándote en la semejanza de Cristo. Te sometes a Dios! En forma pasiva, no activa. Piensa en un artista trabajando en su tela, o en un escultor tallando un bloque de madera. Mejor aún, imagínate en un salón de danza, esperando que alguien te invite a bailar. Todo lo que puedes hacer es estar ahí, esperando, deseando. Eso es suficiente. La invitación está garantizada.

Finbarr Lynch SJ
iglesia.org

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viernes, 15 de febrero de 2013

Por 25 centavos

Hace años un sacerdote se mudó a Houston, Texas. Al llegar, subió en un autobús para ir al centro de la ciudad. Al sentarse, descubrió que el chofer le había dado una moneda de 25 centavos de más en el cambio. Mientras consideraba que hacer, pensó para sí mismo:
"¡Bah!, olvídalo, son sólo 25 centavos. ¿Quién se va a preocupar por tan poca cantidad? Acéptalo como un regalo de Dios".

Pero cuando llegó a su parada, se detuvo y, pensando de nuevo, decidió darle la moneda al conductor diciéndole:
"Tome, me dio usted 25 centavos de más". El conductor, con una sonrisa, le respondió: "Sé que es el nuevo sacerdote del pueblo. Estaba pensando regresar a la Iglesia y quería ver qué haría usted si yo le daba cambio de más". Se bajó el sacerdote sacudido por dentro y pensó: "¡Oh, Dios mío!, por poco te vendo por 25 centavos."

webcatolicodejavier.org

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miércoles, 13 de febrero de 2013

Benedicto XVI en audiencia general: Pongan a Dios al centro de sus vidas


En la penúltima catequesis de su pontificado que dedicó a la Cuaresma y en lo que constituye su primera aparición pública tras anunciar su renuncia, el Papa Benedicto XVI explicó que convertirse es poner a Dios en primer lugar, superando las tentaciones de la secularización y el egoísmo.

Ante miles de fieles que abarrotaron el Aula Pablo VI en el Vaticano que acudieron para expresarle su cercanía y afecto tras el anuncio de renuncia, el Santo Padre recordó que "hoy, Miércoles de Ceniza, comenzamos el tiempo litúrgico de la Cuaresma, cuarenta días que nos preparan para la celebración de la Santa Pascua: es un tiempo de particular esfuerzo en nuestro camino espiritual".

El Papa explicó luego que convertirse, tarea especialísima de la Cuaresma, "significa no cerrarse en la búsqueda del propio éxito, del propio prestigio, de la propia posición, sino hacer que cada día, en las pequeñas cosas, la verdad y la fe en Dios y el amor se conviertan en la cosa más importante".

Benedicto XVI recordó que la Cuaresma invita a mirar también el tiempo en el que Jesús se retiró al desierto a orar antes de iniciar su vida pública. Ese espacio, dijo "es el lugar del silencio, de la pobreza, donde el hombre está privado de los apoyos materiales y se encuentra ante las preguntas fundamentales de la existencia, está destinado a ir a lo esencial y por ello es más fácil encontrar a Dios. Pero el desierto es también el lugar de la muerte, porque donde no hay agua no hay tampoco vida, y es el lugar de la soledad, en el que el hombre siente más intensa la tentación".

"Reflexionar sobre las tentaciones a las que es expuesto Jesús en el desierto es una invitación para cada uno de nosotros a responder a una pregunta fundamental: ¿qué cosa cuenta realmente en mi vida?"

Tras exponer las tres tentaciones a las que el diablo somete al Señor, Benedicto XVI señala que el núcleo de ellas "es la propuesta de instrumentalizar a Dios, de usarlo para los propios intereses, para la propia gloria y para el propio éxito. Y entonces, en esencia, ponerse uno mismo en el lugar de Dios, sacándolo de la propia existencia y haciéndolo parecer superfluo. Cada uno debería preguntarse entonces: ¿qué lugar tiene Dios en mi vida? ¿Es Él el Señor o lo soy yo?"

"Superar la tentación de someter a Dios a sí y a los propios intereses o de ponerlo en un ángulo y convertirse al justo orden de prioridad, dar a Dios el primer puesto, es un camino que cada cristiano debe recorrer siempre de nuevo.

"'Convertirse', una invitación que escucharemos muchas veces en Cuaresma, significa seguir a Jesús de modo que su Evangelio sea guía concreta de la vida, significa dejar que Dios nos transforme, dejar de pensar que somos nosotros los únicos constructores de nuestra existencia, significa reconocer que somos criaturas, que dependemos de Dios, de su amor, y sobre todo "perdiendo" nuestra vida en Él podemos ganarla".

El Santo Padre alentó también a superar las tentaciones de la sociedad secularizada y aseguró que "no es fácil ser fieles al matrimonio cristiano, practicar la misericordia en la vida cotidiana, dejar espacio a la oración y al silencio interior, no es fácil oponerse públicamente a opciones que muchos consideran obvias, como el aborto en el caso de un embarazo no deseado, la eutanasia en caso de enfermedad grave o la selección de embriones para prevenir enfermedades hereditarias".

"La tentación de poner aparte la propia fe siempre está presente y la conversión se vuelve una respuesta a Dios que debe ser confirmada más veces en la vida".

Benedicto XVI puso luego algunos ejemplos de esta esfuerzo, como el del científico ruso ortodoxo Pavel Florenskij, que educado en el agnosticismo, llega un día a exclamar "¡No, no se puede vivir sin Dios!", o la vida de Etty Hillesum, una joven holandesa de origen judío que murió en Auschwitz y que descubre su gran hambre de Dios.

El Papa citó luego el libro del Apocalipsis, en el que se lee: "’Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno escucha mi voz y me abre la puerta, entraré y cenaré con él y él conmigo’ (3, 20). Nuestro hombre interior debe prepararse para ser visitado por Dios y por ello no debe dejarse invadir por las ilusiones, las apariencias, las cosas materiales".

"En este tiempo de Cuaresma, en el Año de la Fe, renovemos nuestro esfuerzo en el camino de conversión, para superar la tendencia de cerrarnos en nosotros mismos y para hacer, en vez de eso, espacio a Dios, mirando con sus ojos la realidad cotidiana".

Para concluir, el Santo Padre dijo que "la alternativa entre cerrarnos a nuestro egoísmo y la apertura al amor de Dios y los demás, podríamos decir que corresponde a la alternativa de las tentaciones de Jesús: alternativa entre el poder humano y el amor de la Cruz, entre una redención vista solo en el bienestar material y una redención como obra de Dios, al que debemos dar el primado en la existencia".

aciprensa.com

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martes, 12 de febrero de 2013

Miércoles de Ceniza : El comienzo de la Cuaresma

13 de febrero 2013. La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo

La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.

La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.

Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:

“Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”

“Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"

“Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.


Origen de la costumbre


Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.

En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.

En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.

Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.

La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo.Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.

Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.

Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma

La palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino también leche, huevo, etc.)

Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la cuaresma.

Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los actos de los cuales se "arrepentirían" durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en Río de Janeiro o Nuevo Orleans.

El ayuno y la abstinencia

El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

La oración

La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.

Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:

La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.
La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.
La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar.

El sacrificio

Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará. “ (Mt 6,6)”

Conclusión

Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección.

Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar como es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.

En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.

Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.

El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como decimos en el Yo Pecador: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.

La confesión de nuestros pecados.- el arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.

La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.

Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el seguimiento a Jesús.

Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás.

Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.

Sugerencias para vivir la fiesta

 
Asistir a la iglesia a ponerse ceniza con la actitud de conversión que debemos tener.

Leer la parábola del hijo pródigo, San Lucas 15, 11-32 o el texto evangélico de San Mateo 6, 1-8

Tere Fernández del Castillo
catholic.net

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lunes, 11 de febrero de 2013

¡Gracias por todo Benedicto!

Ya finalizando este Lunes 11 de Febrero de 2013, día que costará olvidar (trás el anuncio del Papa a la renuncia de su cargo), quiero dedicar unas palabras sobre este anuncio del Papa Benedicto XVI.

Como decía antes, el día ha sido un poco raro por la renuncia del Santo Padre al pontificado después de 8 años. He recibido la noticia cuando yo todavía estaba en la cama ya que en estos momentos estoy un poco mal de salud (nada grave).

Me costaba creerlo, pero al saber con certeza que la noticia era cierta, he empezado a pensar en el gran servicio que ha realizado el Papa Benedicto XVI a la Iglesia y al mundo entero.

Según ha anunciado, su renuncia es por cuestiones físicas. Ahora surgirá mucha gente que empezará a decir que en realidad es por esto o por esto otro, pero sabemos con certeza que Benedicto XVI tiene una humildad y una honestidad envidiable, también ha dicho que lo hace por el bien de la Iglesia Católica. ¡Que humildad tiene el Santo Padre!.

Pido que recemos por el Papa Benedicto XVI, por su salud, por los días que va a seguir (hasta el 28 de Febrero a las 20:00 horas en Roma) y por su futuro. Ojalá que todo le vaya bien después de tantísimos años al servicio de la Iglesia, de hecho seguirá sirviendo a la Iglesia a través de la plegaria en un convento de clausura.

Y por último, pediros que receis por el futuro nuevo Papa y por la Iglesia y sus necesidades.

¡Gracias por todo Benedicto!
¡VIVA EL PAPA!

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Benedicto XVI anunció que por la edad avanza renuncia al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro

2013-02-11 Radio Vaticana

Os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice”.

Así lo afirmó el Papa durante el Consistorio Público Ordinario de esta mañana:

Queridísimos hermanos:


Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.
Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.

Vaticano, 10 de febrero 2013

BENEDICTUS PP. XVI

news.va/es

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domingo, 10 de febrero de 2013

Benedicto XVI: Dios no ve tanto la “calidad” de sus elegidos sino su fe


En sus palabras previas al rezo del Ángelus, en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI reflexionó sobre el episodio de la pesca milagrosa en el Evangelio, y subrayó que Dios “no mira tanto la calidad de los elegidos, sino su fe, como la de Simón que dice ‘en tu palabra, echaré las redes’”.

El Santo Padre recordó que Jesús, “mientras la muchedumbre se amontona en la orilla del lago de Genesaret” para escucharle, “Él ve a Simón desanimado por no haber pescado nada durante toda la noche”.

“Primero le pregunta si puede subir a la barca para predicar a la gente estando a poca distancia de la rivera; después, terminada la predicación, le pide que vaya mar adentro con sus compañeros y que tire las redes”.

El Papa señaló que “Simón obedece, y ellos pescan una cantidad increíble de peces. De este modo, el evangelista hace ver que los primeros discípulos siguieron a Jesús confiando en Él, basándose en su Palabra, acompañada también por signos prodigiosos”.

Ya antes de este signo, indicó el Santo Padre, “Simón se dirige a Jesús llamándolo ‘Maestro’, mientras después lo llama ‘Señor’”.

Benedicto XVI subrayó que “la imagen de la pesca remite a la misión de la Iglesia”, y citó a San Agustín, quien aseguró que en las dos pescas, antes y después de la resurrección, “está representada la entera Iglesia: la Iglesia como es ahora y como será después de la resurrección de los muertos. Ahora acoge a una multitud imposible de numerar, que comprende a los buenos y a los malos; después de la resurrección comprenderá sólo a los buenos”.

El Papa indicó que “la experiencia de Pedro, ciertamente singular, también es representativa de la llamada de cada apóstol del Evangelio, que jamás debe desanimarse al anunciar a Cristo a todos los hombres, hasta los confines del mundo”.

“Sin embargo, el texto de hoy hace reflexionar sobre la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada. Ella es obra de Dios. El hombre no es autor de su propia vocación, sino respuesta a la propuesta divina; y la debilidad humana no debe causar temor si Dios llama”.

Es necesario, dijo el Santo Padre, tener confianza en la fuerza de Dios “que actúa precisamente en nuestra pobreza. Es necesario confiar cada vez más en el poder de su misericordia, que transforma y renueva”.

El Papa expresó su deseo de que “esta Palabra de Dios reavive también en nosotros y en nuestras comunidades cristianas el valor, la confianza y el impulso para anunciar y testimoniar el Evangelio. Que los fracasos y las dificultades no induzcan al desánimo: a nosotros nos corresponde echar las redes con fe, el Señor hará el resto”.

“Confiemos también en la intercesión de la Virgen María, Reina de los Apóstoles. A la llamada del Señor, Ella, bien consciente de su pequeñez, respondió con total entrega: ‘Heme aquí’. Con su ayuda materna, renovemos nuestra disponibilidad a seguir a Jesús, Maestro y Señor”, concluyó.

aciprensa.com

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Evangelio del Domingo

Evangelio según San Lucas 5,1-11

En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret.
Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes.
Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes".
Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes".
Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse.
Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador".
El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido;
y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres".
Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.

COMENTARIO DEL EVANGELIO: "Te llama por tu nombre" Autor: Beato John Henry Newman

Dios te mira, quien quiera que fueras. Dios te llama por tu nombre. Te ve y te comprende, él que te hizo. Todo lo que hay en ti le es conocido; todos tus sentimientos y tus pensamientos, tus inclinaciones, tus gustos, tu fuerza y tu debilidad. Te ve en los días de alegría y en los tiempos de pena. Se interesa por todas tus angustias y tus recuerdos, todos tus ímpetus y los desánimos de tu espíritu. Dios te abraza y te sostiene; te levanta o te deja descansar en el suelo. Contempla tu rostro cuando lloras y cuando ríes, en la salud y en la enfermedad. Mira tus manos y tus pies, escucha tu voz, el latido de tu corazón y hasta tu aliento...

Eres un ser humano rescatado y santificado, su hijo adoptivo; te hizo el don de una parte de la gloria y la bendición que emanan eternamente del Padre sobre el Hijo único. Has sido escogido para ser suyo... ¿Qué es el hombre, que somos, que soy, para que el Hijo de Dios tuviera por mí una preocupación tan grande? ¿Quién soy para que me... ascendiera a la naturaleza de un ángel, transformando la sustancia original de mi alma, me hubiera rehecho - yo que soy un pecador desde mi juventud - y para que hiciera de mi corazón su morada, de mí su templo?

(Referencias bíblicas: Jn 10,3; Mt 10,30; Sal. 8,5; cf Gn 8,21, Sal. 50,7; 1Co 3,16)

evangeliodeldia.org

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sábado, 9 de febrero de 2013

Ídolos e imágenes sagradas

Esta obra intenta explicar de una manera clara, ágil y sencilla diferentes temas relacionados con la fe, cada uno de ellos ha sido fundamentado al máximo en las dos fuentes de la Revelación Divina: la Santa Biblia y la Sagrada Tradiciòn.

I. ACLARACIÓN BÍBLICA

¡Cuántas veces no hemos escuchado a los evangélicos y demás cristianos no católicos acusar a los católicos de adorar imágenes!, lo que está prohibido en la Biblia, cuando leemos: "Tenga, pues, mucho cuidado de no caer en la perversión de hacer figuras que tengan forma de hombre o de mujer, ni figura de animales, aves, reptiles o peces. Y cuando miren al cielo y vean el sol, la luna, los estrellas y todos los astros, no caigan en la tentación de adorarlos" (Deuteronomio 4, 15-19).

Para entender este decreto divino tenemos que situarnos en el contexto histórico, geográfico, cultural y religioso en el momento en que se escribió este libro del Pentateuco: cuando solamente el "pueblo judío" como el "escogido, rendía tributo al único y verdadero Dios revelado a Moisés en el monte Horeb (Éxodo 20,3). Por el contrario, las otras civilizaciones y pueblos antiguos que vivían en la región de la Mesopotamia, adoraban falsos dioses (Josué 24,14).

II. LOS ÍDOLOS DE LOS PAGANOS

Las Sagradas Escrituras hacen varias referencias de estas deidades identificándolas con nombres propios. El principal de todos que rivalizaba con Yahvé, era Baal que significa "Amo o Señor", dios de los cananeos representado en forma de buey, y que fue sometido a la prueba del fuego por el profeta Elías en el monte Carmelo (1 Reyes 18,20-40). También en Babilonio se encontraban los dioses Bel y Marduc (Jeremías 6,23-27), y una enorme serpiente que fue destruida por el profeta Daniel (14, 23-27): al igual, que Moloc, dios de los amonitas con cabeza de toro y cuerpo de hombre ( 1 Reyes 11,7), Dagon, ídolo de los filisteos con figura humana hasta la cintura, y terminando en forma de cuerpo de pez (1Samuel 5,4), El becerro de oro, construido por Aarón y los hebreos durante el éxodo (32,1-8). Mélec, que significa "rey", y se aplica en el Antiguo Testamento como título a varios dioses legendarios (Isaías 57,9), la "diosa reina del cielo" en Egipto (Jeremías 44, 16-19), al lado de Astarté, diosa cananea de lo fertilidad, Milcom, otro ídolo de los amonitas , Quemos dios de Moab ( 1 Reyes 11, 57), la estrella del dios Refán (Hechos 7,43), Zeus y Hermes para los griegos (Hechos 14,11-12), además de muchos dioses del Canaán (Salmo 106, 38), y de otros pueblo paganos (Jueces 10,6).

Estos ídolos de los paganos eran hechos de "oro, plata, Bronce, hierro, madero y piedra"(Daniel 5,4), "tienen boca, pero no pueden hablar, tienen ojos, pero no pueden ver" (Salmo 115, 4- 8), ya que son verdaderos "altares de los demonios" (2 Reyes 23,8), "que no sirven para nada" (Jeremías 2,11), ni pueden salvar (Isaías 45,20). Por eso, el apóstol San Juan recalca que hay que cuidarse de los "dioses falsos" (1Juan 5,21), mientras que San Pablo agrega "los dioses hechos por los hombres no son dioses" (Hechos 9,26), "un ídolo no tiene valor alguno en el mundo" (1Corintios 8,4).

III. CONDENACIÓN DE YAHVÉ A LA IDOLATRÍA

Hay tres razones por las que La Biblia condena este tipo de culto:

1.- Porque era algo detestable ante los ojos de Dios: "Yo soy el Señor, ése es mi nombre, y no permitiré que den gloria a ningún otro, ni que honren a los ídolos en vez de a mí" (Isaías 42,8).
2.- Porque el pueblo judío llegó o introducirlos en el templo sagrado de Jerusalén, la ciudad escogida entre todas las tribus de Israel (1 Reyes 11,32), después de que el rey Salomón en su vejez cayera en la idolatría (1 Reyes 11, 4; Jeremías 7,30); lo que duró hasta la reforma en el reinado de Josías (2 Reyes 23,4).
3.- Porque los israelitas les ofrecieron en su honor vino y cereal (Isaías 57, 6), Incienso en altares de ladrillo y sobre los montes (Isaías 65, 3.7); sacrificaban toros, mataban hombres, degollaban ovejas, desnucaban perros y derramaban la sangre de los cerdos (Isaías 66,3). Incluso, "han sacrificado en el fuego a sus propios hijos" (Ezequiel 23, 37).

Fueron estas las causas por las que el Señor castigó ejemplarmente a Israel (Jeremías 44. 22-23).

IV. LAS IMÁGENES SAGRADAS

El mismo Dios del cielo le ordenó a su pueblo construir figuras con fines curativas, sagradas y decorativas; como la "serpiente de bronce" que fue utilizada como antídoto contra la mordedura de estos reptiles en el desierto del Sinaí (Números 21, 8); o el "arca de La alianza", cofre hecho de madera de acacia y recubierta de oro, con dos querubines en la tapa, y en cuyo interior se encontraban las tres grandes reliquias de la "Antigua Alianza", que eran las tablas de la ley, el bastón milagroso de Aarón y una jarra de oro con parte del maná (Éxodo 25.10-22; Hebreos 9,3-5). Era tal su importancia y dignidad que Yahvé descendía en medio de una nube sobre ella, en el lugar más sagrado de la tienda y del templo, que era llamado como el "Santísimo" (Levítico 16,2; Hebreos 9, 1-3), aquí daba las órdenes para los israelitas "desde lo alto de la tapa, de entre los dos seres alados" (Éxodo 25,22), "que representaban la presencia de Dios" (Hebreos 9,5) . Solamente los levitas (ayudantes de los sacerdotes) debían cargarla cuando era trasladada en procesión de un lugar a otro (1 Crónicas 15, 1-2); nadie a parte de ellos podían tocarla, pues morían en el acto (2 Samuel 6, 6 - 7). El propio Josué en compañía de los ancianos de Israel, se postraron delante suyo para hacer oración al Señor (Josué 7,6), comparar con (2 Crónicas 20,18).

Caso contrario fue lo que le sucedió a los tres jóvenes hebreos: Sadrac, Mesac y Abed-Nejo; quienes no quisieron arrodillarse para adorar la estatua de oro que mandó a construir el rey Nabucodonosor en Babilonia (Daniel 3,1-18). Cumpliendo así el mandato de la ley mosaica en Deuteronomio 5,8-9.

V. EL TEMPLO DE JERUSALÉN

Este recinto sagrado era llamado como la "casa de Dios" (2 Crónicas 6,18), "Santo Templo" (Salmo 68,5) o "templo del Señor" (1Samuel 1,9.24); era considerado como "una figura del santuario verdadero" (Hebreos 9,24); y estaba adornado en un principio por "seres alados, palmeras, flores, granadas, frutas, leones, toros y guirnaldas" (1 Reyes 6, 18.29.32.34-35; 7,19-20,25.29.36). El ya mencionado rey Salomón, hizo dos enormes ángeles de madera de olivo y cubiertos de oro, para que custodiaron el Lugar Santísimo (1 Reyes 6,23. 28-29). Anteriormente, Moisés había dado ordenes a los artistas para que confeccionaran en el Santuario, diez cortinas de diferentes colores bordadas con dos seres alados (Éxodo 26,1.31-33; 36,8.35); y todo esto con la aprobación celestial. Es más, en la visión que el profeta Ezequiel tuvo del "templo futuro", aparecen dos imágenes de un ángel con cara de hombre y otro con cara de león, al lado de más "seres alados y palmeras"(41, 18-20).

VI. CONCLUSIÓN FINAL

Son estos los argumentos bíblicos que tiene la religión católico desde sus mismos orígenes históricos en las catacumbas romanas (considerados los monumentos cristianos más antiguos), para tener representaciones artísticas en sus iglesias de Jesús como el "buen pastor", o el "pez" símbolo del Mesías; además de crucifijos, iconos e imágenes de la Virgen María, los ángeles y los santos; que están hechos no para adorarlas, sino para veneradas, y dirigir nuestras plegarias al Altísimo ( 2 Samuel 22,7).

Guido A. Rojas Zambrano
ApologeticaCatolica.org

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viernes, 8 de febrero de 2013

¿Existe el amor auténtico?

Los problemas llegan, con culpa o sin culpa, pero que “la confianza en Dios los suaviza y los convierte en algo útil para una vida mejor.”

El padre abad estaba casi tan emocionado como aquellos esposos. Después del evangelio, dedicó la homilía a la pareja.

«Hoy es un día especial. Para vosotros, que cumplís 25 años de casados. Para vuestros hijos, que os dan las gracias por ser fieles a vuestro amor. Para la parroquia, al encontraros nuevamente aquí, en familia de fe y en familia de sangre. Para mí, que os he podido conocer y acompañar un poco durante estos años. Y para Dios, que os quiere como hijos y que os bendice como esposos.

Miramos al pasado. Seguramente habréis recordado el día de vuestro encuentro. No sé si entonces se produjo el famoso flechazo o si tuvo que pasar algo de tiempo para llegar al inicio de esa experiencia tan humana y tan hermosa, cuando se vive desde Dios, que es el enamoramiento. Pero fue ese momento el punto de partida de una aventura que ha durado por muchos años y que todavía os mantiene unidos, con esa felicidad que viene de Dios y que cultiváis cada día.

Dicen que el amor es ciego. Un autor moderno, André Frossard, se rebeló contra esas palabras. Según él, el amor es lo único “que ve bien: descubre bellezas donde nada ven otros”. Así ocurrió en vuestras vidas: un día tú, Manuel, viste algo especial en Sofía. Y tú, Sofía, abriste los ojos del alma para ver en Manuel una riqueza que te fascinó.

Desde ese amor disteis el paso al noviazgo. Seguramente hubo momentos de duda, de miedo, de ansiedad. Llegar a un compromiso que implica el “para toda la vida” asusta, sobre todo en nuestro tiempo. ¿No hay tantos que dicen que no existe el amor auténtico? ¿No vemos a nuestro alrededor tantas infidelidades y fracasos? ¿No sentimos pena al ver cómo muchos prefieren vivir juntos por un tiempo de prueba para luego iniciar nuevas aventuras, si la “experiencia” no había “funcionado”?

Vosotros, sin embargo, os lanzasteis a la aventura del amor. Llegó el día de la boda, y aunque no estuve presente me imagino vuestros miedos y vuestras emociones. Iniciaba una nueva etapa. Antes vivíais en vuestros hogares, con una cierta independencia y bajo la protección de vuestros respectivos padres. Desde aquel momento comenzasteis a vivir en un nuevo hogar y os comprometisteis a llevarlo adelante, con mucha confianza en Dios y con no pocas sorpresas.

¿Que ha habido dificultades en estos años? Ciertamente. Las conocéis vosotros mejor que yo. Pero también, ¡cuántas alegrías y cuántas esperanzas! Sobre todo porque mantuvisteis encendida la lámpara de la fe y os dejasteis guiar por un Dios que ama a sus hijos como Padre.

Luego, la alegría de los hijos. ¡Qué bendición verlos llegar uno tras otro! El mundo de hoy mira con recelo a las parejas que tienen muchos hijos. En vuestro caso, os abristeis a Dios y, desde vuestro amor, ahora sois padres de seis jóvenes. Hoy están aquí y os dicen, simplemente, ¡gracias por amaros y por amarles!

Hace años un obispo italiano explicaba lo que significa nacer en un hogar donde el amor es lo primero. Imaginaba a un niño que preguntaba a su padre: papá, ¿por qué me has dado la vida? Y el padre respondía: porque amaba a tu madre.

Así ha sido en vuestras vidas. Porque os habéis amado, aquí están, felices y llenos de esperanza, vuestros hijos. Y pronto, por lo que veo, vais a ser abuelos...

Hoy miráis al pasado con gratitud. Notáis la presencia de Dios en tantos momentos. También cuando llegaron los problemas, las tensiones, las dudas. ¿Qué pareja vive un amor perfecto? ¿Es que no existen las dificultades? Pero desde la fe habéis podido atravesar tantas tormentas y salir adelante.

Vale para vosotros el texto con el que concluye Alessandro Manzoni su famosa novela “Los novios”. Al final de la misma, cuando ya los protagonistas están casados y viven felices con muchos hijos, descubren que los problemas llegan, con culpa o sin culpa, pero que “la confianza en Dios los suaviza y los convierte en algo útil para una vida mejor”. Así lo habréis experimentado tantas veces en estos 25 años.

Ahora miráis al presente y al futuro. No sé qué vaya a ocurrir entre vosotros. La vida encierra mil misterios. Pero estoy seguro de que si conserváis fresco el amor y permitís a Cristo estar a vuestro lado, no sólo superaréis las tormentas, sino que aumentaréis la alegría de vivir enamorados.

Eso es lo que os deseo en este día de aniversario. Que Dios os bendiga mucho y que la Virgen os acompañe en los próximos meses y años, hasta que llegue (si así lo quiere el Señor) el día de vuestras bodas de oro. No sé si estaré presente para entonces... pero contad con mis pobres oraciones y con el apoyo de todos los que en esta parroquia os queremos como amigos y como hermanos».

yocreo.com

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miércoles, 6 de febrero de 2013

El Papa: Dios crea al hombre para el amor y no para el pecado que destruye todo


En su habitual catequesis semanal de la audiencia general de los miércoles, el Papa Benedicto XVI reflexionó nuevamente sobre el Credo, está vez sobre Dios creador del cielo y de la tierra, y explicó que el Señor crea todo bueno y que el culmen de esta creación es el hombre y la mujer, creados para el amor y no para el pecado que "lo destruye todo".

Ante miles de fieles presentes en el Aula Pablo VI en el Vaticano, el Papa subrayó que "Dios se manifiesta como Padre en la creación, como origen de la vida y, al crear, muestra su omnipotencia. La fe implica pues saber reconocer lo invisible, reconociendo su huella en el mundo visible".

"El creyente puede leer el gran libro de la naturaleza y comprender su lenguaje; el universo nos habla de Dios, pero es necesaria su Palabra de revelación, que suscita la fe, para que el hombre pueda alcanzar la plena conciencia de la realidad de Dios como Creador y Padre".

El Papa explicó la importancia de la creación, relatada en el primer capítulo del libro del Génesis en donde se puede ver que "la vida surge y el mundo existe porque todo obedece a la Palabra divina".

"Pero nuestra pregunta hoy es ¿tiene sentido, en la era de la ciencia y de la técnica, seguir hablando de la creación? ¿Cómo debemos comprender la narración del Génesis? La Biblia no quiere ser un manual de ciencias naturales; lo que sí quiere es hacer comprender la verdad auténtica y profunda de las cosas".

El Santo Padre resaltó luego que "la verdad fundamental, que las narraciones del Génesis, nos develan es que el mundo no es un conjunto de fuerzas contrastantes entre sí, sino que tiene su origen y su estabilidad en el Logos, en la Razón eterna de Dios, que continúa sosteniendo el universo".

"Hay un designio sobre el mundo que nace de esta Razón, del Espíritu creador. Creer que esto está en la base de todo, ilumina cada aspecto de la existencia y dona el coraje necesario para afrontar con confianza y con esperanza la aventura de la vida".

"Entonces, la escritura nos dice que el origen del ser, del mundo, nuestro origen, no es lo irracional y la necesidad, sino la razón y el amor y la libertad. Aquí aparece la alternativa: o prioridad de lo irracional, de la necesidad, o prioridad de la razón, de la libertad, del amor. Nosotros creemos en esta última postura".

Benedicto XVI dijo que el culmen de la creación es el hombre y la mujer, el ser humano, creados a imagen y semejanza de Dios por amor y para el amor; que viven la paradoja de ser algo pequeño en medio del universo, frente a la grandeza del amor eterno que el Señor quiere para todos.:

El Papa aseguró que la dignidad humana es inviolable porque es imagen y semejanza de Dios, lo que además "indica que el hombre no está encerrado en sí mismo, sino que tiene una referencia esencial en Dios".

Tras resaltar que el hombre debe cuidar y cultivar la creación de acuerdo al plan divino, el Pontífice se refirió a la tentación personificada por la serpiente en el relato del Génesis: "la serpiente suscita la sospecha de que la alianza con Dios es como una cadena que ata, que priva de la libertad y de las cosas más bellas y preciosas de la vida".

·La tentación invita a construirse el propio mundo para vivir, no acepta las limitaciones del ser criatura, los límites del bien y del mal, de la moral; la dependencia del amor del Dios Creador es vista como una carga de la que liberarse. Éste es siempre el núcleo de la tentación. Pero cuando se distorsiona la relación con Dios, poniéndose en su lugar, todas las demás relaciones se alteran".

Entonces, continuó el Papa, "el otro se convierte en un rival, en una amenaza: Adán, después de haber sucumbido a la tentación, acusa de inmediato a Eva, y los dos se ocultan de la vista de aquel Dios con quien hablaban con amistad; el mundo ya no es el jardín para vivir en armonía, sino un lugar para ser explotado y lleno de insidias ocultas, la envidia y el odio hacia el otro entran en el corazón del hombre: ejemplo de esto es Caín que mata a su propio hermano Abel".

"Al ir contra su Creador, en realidad el hombre va en contra de sí mismo, reniega de su origen y por lo tanto de su verdad; y el mal entra en el mundo, con su triste cadena de dolor y de muerte. Y así cuanto Dios había creado era bueno, en realidad muy bueno, luego de esta libre decisión del hombre por la mentira contra la verdad, el mal entra en el mundo".

Benedicto XVI se refirió luego al pecado, concretamente al pecado original, y dijo que "en primer lugar, debemos tener en cuenta que ningún hombre está encerrado en sí mismo, nadie puede vivir de sí mismo y para sí mismo; nosotros recibimos la vida del otro y no sólo en el nacimiento, sino todos los días".

"El ser humano es relación: Yo soy yo mismo solo en el tú y a través del tú, en la relación de amor con el Tú de Dios y el tú de los otros. Pues bien, el pecado perturba o destruye la relación con Dios, su presencia destruye la relación con Dios, la relación fundamental, toma el lugar de Dios".

"El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que con el primer pecado el hombre ‘hizo elección de sí mismo contra Dios, contra las exigencias de su estado de criatura y, por tanto, contra su propio bien’ (n. 398). Perturbada la relación fundamental, son puestos en peligro o destruidos también los otros polos de la relación, el pecado arruina las relaciones, así lo destruye todo, porque nosotros somos relación".

Ante la realidad del pecado, explica el Santo Padre, "el hombre, por sí solo, no puede salir de esta situación; sólo el Creador puede restaurar las justas relaciones. Sólo si Aquel, del que nos hemos desviado, viene hacia nosotros y nos tiende la mano con amor, las justas relaciones pueden reanudarse".

Cristo es el que restaura al ser humano: "Jesús, el Hijo de Dios, está en una perfecta relación filial con el Padre, se abaja, se convierte en el siervo, recorre el camino del amor humillándose hasta la muerte en la cruz, para reordenar las relaciones con Dios. La Cruz de Cristo se convierte así en el nuevo Árbol de la vida".

Para concluir el Papa dijo: "queridos hermanos y hermanas, vivir la fe quiere decir reconocer la grandeza de Dios y aceptar nuestra pequeñez, nuestra condición de criaturas dejando que el Señor la colme con su amor y así crezca nuestra verdadera grandeza. El mal, con su carga de dolor y de sufrimiento, es un misterio que queda iluminado por la luz de la fe, que nos da la certeza de poder ser liberados de él, la certeza de que es bueno ser un hombre".

aciprensa.com

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Artículo de la semana:

Vengo por ti

Estoy cansado de trabajar y de ver a la misma gente, camino a mi trabajo todos los días, llego a la casa y mi esposa sirvió lo mismo de la c...

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