lunes, 15 de diciembre de 2014

Decálogo escrito por San Juan XXIII: "Solo por hoy"



San Juan XXIII, un Papa visionario de alma joven que lanzó a la Iglesia a la aventura del Concilio Vaticano II, dejó a los jóvenes algunos consejos prácticos para vivir con intensidad:

1. Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente al día, sin querer resolver los problemas de mi vida todos de una vez.

2. Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto; seré cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé criticar o castigar a nadie, sino a mí mismo.

3. Sólo por hoy seré feliz con la certeza de que he sido creado para encontrar la felicidad, no sólo en el otro mundo sino en éste también.

4. Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten a todos mis caprichos y deseos.

5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos a una buena lectura; recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.

6. Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.

7. Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me sintiere ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.

8. Sólo por hoy me haré un programa detallado para llenar mi día. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.

9. Sólo por hoy creeré firmemente, aunque las circunstancias me demuestren lo contrario, que la buena Providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el mundo.

10. Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.

webcatolicodejavier.org

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jueves, 11 de diciembre de 2014

El desafío de los cristianos de Irak al Estado Islámico


Ni la persecución, ni el hambre, ni el peligro ni siquiera la espada les ha conseguido separar de su fe, de su amor a Jesucristo. Esta famosa cita de San Pablo a los Romanos la están experimentando en estos momentos los cristianos de Irak, los mártires del siglo XXI.

Perseguidos e incluso aniquilados, los cristianos de Irak nunca han renunciado a su fe aunque ello les haya costado perder todo lo que tenían e incluso su propia vida. En muchos casos el Estado Islámico ha ocupado sus ciudades y destruido sus templos quedándose con todas sus pertenencias. Los que han conseguido salvar la vida han tenido que huir con lo puesto durante el calor abrasador del verano y ahora a través del frío invierno. Mosul y otras muchas ciudades iraquíes han sido limpiadas de cristianos por parte de los islamistas. Ya no queda piedra sobre piedra en ellas que muestre la milenaria presencia cristiana.

Sin embargo, las miles de familias cristianas han encontrado refugio y caridad de sus hermanos en zonas de Irak todavía relativamente seguras ante el avance de los terroristas islámicos. Es el caso de Erbil, en la zona de mayoría kurda. Actualmente allí hay decenas de miles de cristianos refugiados. La iglesia local y también numerosas organizaciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada les han acogido como a hijos compartiendo con ellos lo poco que tienen para pasar unas fechas tan señaladas como la Navidad.

El Estado Islámico tiene como uno de sus principales objetivos la toma de Erbil, una de las ciudades más pujantes del país. Y a pesar de ello esta semana los cristianos han lanzado un claro mensaje a los islamistas. No van a renunciar a su fe. Es más, la persecución acrecienta su fe.

De este modo, los católicos iraquíes decidieron celebrar por todo lo alto la fiesta de la Inmaculada Concepción, una celebración que posiblemente no se haya celebrado con tal devoción en todo el mundo. Pese a ser patrona de España, la Inmaculada lo pareció más de los cristianos iraquíes, que decididamente se encomendaron de manera multitudinaria a su protección.

A no demasiados kilómetros del lugar donde se producen los aberrantes asesinatos islamistas los cristianos iraquíes les han desafiado siendo comandados precisamente por una mujer, la Virgen María. Esta es precisamente la mayor afrenta que se pueda hacer a los islamistas, acusados reiteradamente por vejar a las mujeres hasta convertirlas en esclavas y venderlas.

Decenas de miles de católicos procesionaron con la imagen de la Inmaculada por las calles de Erbil, una imagen impactante en un país masacrado por la violencia. Familias enteras, refugiados, niños y ancianos. Todos recorrieron las calles con cánticos a la Virgen orgullosos de su condición. Con velas seguían la imagen de la Virgen y al patriarca caldeo que también estuvo acompañado por arzobispo de Lyon y primado de Francia, el cardenal Barbarin.

Una imagen de la Virgen comanda la ciudad

El principal punto de encuentro de esta multitudinaria concentración se produjo en una plaza donde precisamente en el pasado mes de agosto, en la fiesta de la Asunción, los cristianos inauguraron una inmensa imagen de la Virgen de más de quince metros que comanda la ciudad de Erbil. Desde esa altura la imagen visualizaba el enemigo, el Estado Islámico.

En esta plaza se emitió un mensaje en vídeo del Papa Francisco a los cristianos iraquíes en el que les daba ánimos y consuelo. "Pienso en Santa Teresa del Niño Jesús - recordó el Papa -, que decía que ella y la Iglesia se sentían como una caña: cuando arrecian el viento y la tormenta, la caña se dobla, pero no se rompe. En este momento vosotros sois esa caña, os dobláis por el dolor, pero tenéis fuerza para llevar vuestra fe, que para nosotros es un testimonio. ¡Hoy sois las cañas de Dios. Las cañas que se pliegan bajo este viento feroz, pero que después se enderezarán!", aseguraba el Pontífice ante la alegría de los cristiano que aún perseguidos perseveran en medio de las dificultades.

Javier Lozano
libertaddigital.com

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martes, 9 de diciembre de 2014

Un hermano así

Un amigo mío, llamado David, tiene un hermano que es un famoso futbolista. Como obsequio de Navidad, David recibió de su hermano este año nada menos que un automóvil.

En Nochebuena, cuando David salió de su oficina, un niño de la calle estaba caminando alrededor del brillante coche nuevo admirándolo.

-¿Es este su coche, Señor?- preguntó. David afirmó con la cabeza.

- Mi hermano me lo regaló en Navidad.

El niño estaba asombrado.

- ¿Quiere decir que su hermano se lo regaló y a usted no le costó nada? Vaya me gustaría... -titubeó el niño-

Desde luego, David sabía lo que el niño iba a decir: que le gustaría tener un hermano así, pero lo que el muchacho realmente dijo estremeció a David de pies a cabeza.

- Me gustaría - prosiguió el niño - poder ser un hermano así.

David miró al niño con asombro, e impulsivamente añadió:

-¿Te gustaría dar una vuelta en mi auto?

-Oh sí, eso me encantaría.

Después de un corto paseo, el niño se giró y con los ojos chispeantes dijo:

- Señor... ¿No le importaría que pasáramos frente a mi casa?.

David sonrió. Creía saber lo que quería el muchacho . Quería enseñar a sus vecinos que podía llegar a su casa en un gran automóvil, pero de nuevo, David estaba equivocado.

- ¿Se puede detener donde están esos dos escalones? - pidió el niño.

Subió corriendo y poco rato después, David oyó que regresaba, pero no venía rápido. Llevaba consigo a su hermanito lisiado. Lo sentó en el primer escalón y entonces le señaló el coche.

-¿Lo ves?, Allí está Juan, tal como te lo dije, allí arriba. Su hermano se lo regaló por Navidad y a él no le costó ni un centavo, y algún día, yo te regalaré uno igualito... entonces podrás ver por ti mismo todas las cosas bonitas de los escaparates de Navidad, de las que he estado tratando de contarte.

David, bajó del coche y subió al muchacho enfermo al asiento delantero. El hermano mayor, con los ojos radiantes, se subió detrás de él y los tres comenzaron un paseo navideño memorable.

Esa Nochebuena, David comprendió lo que Jesús quería decir con: "Hay más dicha en dar que en recibir"

webcatolicodejavier.org

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jueves, 4 de diciembre de 2014

Adviento, tiempo de recalcular ruta


Para. Mira. Contempla. Piensa. Recapacita. Hace mucho que no lo haces, ¿verdad? ¡Ha llegado el Adviento!
Todo te invita a correr, lo sé. Las prisas, los últimos trabajos, los exámenes, el atasco de las 8 en punto y la cola del súper. Y, de repente, Dios te grita: “¡PARA!” Y no para un día, ni dos, ni tres… ¡Para durante 3 semanas!

Ahora tienes entre las manos un tiempo para ti, para Él, para esperarlo, para acompañar a María en sus últimas semanas de embarazo. ¿Te lo imaginas? ¡Métete en aquellos días fríos de Belén!

Es tiempo de elegir siempre un sitio al raso, y de elegir el frío, de parar para coger impulso y de ponerse en camino. Probablemente ni tú ni yo tengamos que aceptar dar a luz en una cuadra, pero podemos elegir poner buena cara a ese compañero tan insoportable, o ayudar a nuestra madre a poner la mesa ese día que llegamos tan cansados. Además de sonreír y darle un café a ese pobre que pide en la esquina de nuestra calle o dejar nuestro orgullo a un lado y pedir perdón a ese amigo con el que llevamos tanto tiempo enfadados por una tontería.

También podemos recalcular la ruta y la meta, ¿sabes a dónde vamos? Sí, ¿verdad? ¡Al Cielo! 

Despréndete de todo lo que te pese, deja tus pecados en el confesionario, deja tu rencor olvidado en una esquina y no te olvides de cargar las pilas para abrazar muy fuerte al niño de Belén.
Dios es tan real y tan humano que se hizo lo más débil y lo más entrañable: ¡un niño! ¿Algo más grande que Dios en un recién nacido? Tómate en serio estas semanas, sé capaz de encender cada domingo una vela en tu corazón, ofrécele todo lo que te cueste; tu pobreza, tu necedad y tus pecados solo van a tener sentido puestas a los pies del pesebre, para que ese Niño las transforme en lo que más necesites.

jovenescatolicos.es

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miércoles, 3 de diciembre de 2014

¿Qué santos cuidaron del Papa Francisco en Turquía? Responde él mismo


El Papa Francisco dijo esta mañana que el beato Pablo VI, San Juan XXIII y San Juan Pablo II, que estuvieron también en Turquía como él este fin de semana, “han protegido desde el cielo mi peregrinación, realizada ocho años después de aquella de mi predecesor Benedicto XVI” que viajó a esa nación en 2006.

“El Beato Pablo VI y San Juan Pablo II, que estuvieron ambos en Turquía, y San Juan XXIII, que fue Delegado Pontificio en esa nación, han protegido desde el cielo mi peregrinación, ocurrida ocho años después de la realizada por mi predecesor Benedicto XVI. Esa tierra es querida para todo cristiano, especialmente por haber dado a luz al Apóstol Pablo y por haber acogido los primeros siete concilios y por la presencia, cerca a Éfeso, de la ‘casa de María’”, explicó el Santo Padre.

Al comienzo de la audiencia general de este miércoles en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco dio las gracias a las miles de personas presentes, muy a pesar del mal tiempo de Roma. A todos, les dijo el popular dicho de “A mal tiempo, buena cara”. Entre los participantes se encontraban muchos peregrinos procedentes de Argentina, México, Paraguay, Bolivia, Chile y España.

La catequesis de hoy la dedicó sobre todo a hablar de su reciente viaje a Turquía, que realizó del 28 al 30 de noviembre. “Ahora los invito a dar gracias al Señor por su realización y para que puedan nacer frutos de diálogo, ya sea en nuestras relaciones con los hermanos ortodoxos, que en aquellas con los musulmanes y en el camino hacia la paz entre los pueblos”.

Después de dar gracias a las autoridades del país por la acogida y la organización no fácil de la visita, agradeció a los obispos del país y al Patriarca Ecuménico Bartolomé I, con el que celebró la fiesta de San Andrés y firmó una declaración ecuménica, la calidez con la que le trataron.

El Santo Padre hizo repaso de los tres días que estuvo en suelo turco. El primer día recordó que saludó a las autoridades del país, de mayoría musulmana, aunque en su Constitución establece la laicidad del estado, y “hemos hablado de la violencia”.

“Por esto he insistido sobre la importancia de que cristianos y musulmanes se comprometan juntos por la solidaridad, por la paz y la justicia, afirmando que cada Estado debe asegurar a los ciudadanos y a las comunidades religiosas una real libertad de culto”.

La segunda jornada albergó la vista a algunos de los lugares más destacados de las diversas religiones que se profesan en el país, algo que Francisco hizo “sintiendo en el corazón la invocación al Señor, Dios del cielo y la tierra, Padre misericordioso de la entera humanidad”.

En la Catedral del Espíritu Santo en Estambul el Papa presidió una Eucaristía con fieles de los diversos ritos católicos y representantes de la Iglesia ortodoxa en la que “hemos invocado al Espíritu Santo, Aquel que hace la unidad de la Iglesia: unidad en la fe, unidad en la caridad, unidad en la cohesión interior”.

“En nuestro camino de diálogo ecuménico y de nuestra unidad, de nuestra Iglesia católica, el que hace todo es el Espíritu Santo. A nosotros nos toca dejarlo hacer, acogerlo e ir detrás de sus inspiraciones”, explicó en la Plaza de San Pedro ante las miles de personas congregadas y con el paraguas abierto por la lluvia que caía.

El último día, fiesta de San Andrés, el Pontífice consolidó las relaciones con el Patriarca Ecuménico de Constantinopla renovando “el compromiso mutuo de continuar en el camino hacia el restablecimiento de la plena comunión entre católicos y ortodoxos” y firmando una declaración.

Álvaro de Juana
aciprensa.com

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lunes, 3 de noviembre de 2014

Yo soy el pan de vida

“El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed” (Juan 6, 35)

En su evangelio, Juan narra que Jesús, después de haber multiplicado los panes, en el gran discurso de Cafarnaún, dice: “Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre…” (Juan 6, 27).

Para sus oyentes es evidente la referencia al maná, como así también a la expectativa del “segundo” maná que descenderá del cielo en el tiempo mesiánico.

Poco después, en el mismo discurso, a la muchedumbre que aún no comprende, Jesús se presenta como el verdadero pan bajado del cielo, que debe ser aceptado mediante la fe:

“Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed”.

Jesús se ve ya como pan. Es ese el motivo último de su vida aquí sobre la tierra. Ser pan para ser comido. Y ser pan para comunicarnos su vida, para transformarnos en él. Hasta aquí el significado espiritual de esta palabra, que guarda relación con el Antiguo Testamento. Pero el discurso se torna misterioso y arduo cuando más adelante Jesús dice de sí mismo: “El pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo” (Juan 6, 51b) y también “les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes” (Juan 6, 53).

Es el anuncio de la Eucaristía que escandaliza y aleja a muchos discípulos. Pero es el don más grande que Jesús quiere darle a la humanidad: su presencia en el sacramento de la Eucaristía, que sacia el alma y el cuerpo y da la plenitud de la alegría gracias a la íntima unión con Jesús.

Nutridos con este pan cualquier otro tipo de hambre no tiene razón de ser. Cada deseo que tengamos de amor y verdad es saciado por quien es el Amor mismo, la Verdad misma.

Este pan nos nutre de Él, y nos es dado para que a su vez nosotros podamos saciar el hambre espiritual y material de la humanidad que nos rodea.

La humanidad recibe el anuncio de Cristo no tanto a partir de la Eucaristía, sino más bien de la vida de los cristianos nutridos por ella y por la Palabra, ya que predican el Evangelio con la vida y de palabra, y hacen presente a Cristo en medio de los hombres.

Gracias a la Eucaristía la vida de la comunidad cristiana se torna vida de Jesús, una vida capaz de dar amor: la vida de Dios a los demás.

Con la metáfora del pan, Jesús nos enseña también el modo más verdadero, más “cristiano” de amar a nuestro prójimo.

¿Qué significa amar?

Amar es “hacerse uno” con todos, hacerse uno en todo aquello que los otros desean, en las cosas más pequeñas e insignificantes y en aquellas que tal vez nos importan poco pero que a los demás les interesan.

Y Jesús ejemplificó de manera estupenda este modo de amar haciéndose pan para nosotros. Él se hace pan para entrar en todos, para hacerse comible, para hacerse uno con todos, para servir, para amar.

Entonces tenemos que hacernos uno también nosotros hasta dejarnos comer.

Esto es el amor, hacernos uno de manera tal que los demás se sientan nutridos por nuestro amor, confortados, aliviados, comprendidos.

Chiara Lubich
iglesia.org

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lunes, 20 de octubre de 2014

«Quién adora encuentra paz...»

La adoración aporta ante todo llegar a la intimidad con el Señor y ahondar esa intimidad. Para ningún adorador Jesús es un extraño. La adoración permite vivir más intensamente, con mayor participación, las celebraciones eucarísticas.

Quien adora encuentra paz, una paz desconocida para el mundo. Son muchísimos los testimonios en ese sentido. Personas que nunca pisaron una iglesia y que de pronto por alguna circunstancia o porque el Señor las atrajo entraron a la capilla de adoración y encontraron la paz para ellos desconocida, la que sólo puede dar el Señor.

La capilla de adoración perpetua ofrece a todos una estación para detenerse en el camino frenético de la vida. Les ofrece un espacio para reflexionar y dejarse interpelar por la presencia del Dios que nos ha creado y que nos salva.

La capilla siempre disponible es espacio de encuentro y de reposo en el camino, porque allí está Aquél que nos ofrece la paz verdadera, no como la que nos ofrece el mundo.

Resulta asombroso ver cuántas personas anónimas pasan y se detienen en la silenciosa capilla en la que el Santísimo está siempre expuesto y transcurren un tiempo considerable, inmersas en su mundo interior. Muchas veces se trata de personas que vienen de lugares muy distantes, aún de no católicos, o invitadas por amigos. Muchas entran «porque sí, por azar» y se ven atraídas por el poder invisible e irresistible del Señor.

Otro beneficio que se da donde la adoración perpetua es establecida es el servicio de orientación espiritual y de confesiones.

La adoración eucarística en general, y la perpetua en particular, favorecen la participación del sacrificio eucarístico en la Misa en la medida en que la adoración significa permanencia con Aquel a quien se ha encontrado en la comunión sacramental.

Mediante la adoración perpetua se descubre y promueve la unidad en torno a Jesucristo Eucaristía al volverse los adoradores conscientes de formar parte de una fraternidad eucarística, de cada uno ser un eslabón de la cadena ininterrumpida de adoración.

Los frutos son incontables: de conversión, de salvación, de sanación de viejas heridas, de perdón, de reconciliación, nacimiento de muchísimas vocaciones a la vida religiosa o al matrimonio.

Ya Juan Pablo II en su encíclica Ecclesia de Eucharistia decía: «El culto a la Eucaristía fuera de la Misa es de inestimable valor en la vida de la Iglesia... Es bello quedarse con Él e inclinados sobre su pecho, como el discípulo predilecto, ser tocados por el amor infinito de su corazón... Hay una necesidad renovada de permanecer largo tiempo, en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento». Y agregaba: «¡Cuántas veces, mis queridos hermanos y hermanas, he hecho esta experiencia y de ella he sacado fuerzas, consuelo, sostén!» (EE n.25).

Hoy, más que nunca, debemos recuperar todo el respeto y el amor hacia la Eucaristía y para ello empezar con tomar conciencia del infinito bien que se nos ha dado. El Magisterio de la Iglesia insiste en –como decía el Juan Pablo II en su Carta apostólica sobre el año eucarístico 2004- recuperar el «estupor eucarístico». La rutina de las celebraciones hace que se pierda ese estupor, ese asombro por el mayor don que Dios nos ha hecho luego de su Encarnación y consecuenta con ella y con su sacrificio redentor.

vivirdelaeucaristia.blogspot.com

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jueves, 16 de octubre de 2014

La aventura de la propia historia

Los guionistas y publicistas saben valorar una buena historia. Pero hay mucha gente que no encuentra el sentido de su vida, de su propia historia.

Un sentido que depende sobre todo del final. Y es difícil, o imposible, vivir sin sentido, sin saber hacia dónde se va y por tanto qué hacer y cómo.

El resultado de un partido de fútbol es lo que acaba de dar sentido pleno al juego. Ciertamente, también importa cómo se desarrolla, porque la participación tiene su emoción y su belleza; pero de tal modo que sea posible ganar. Cada jugada debería ir dirigida a esa meta.

En la película «Diarios de la calle» (Freedom writers, R. La Gravenese, 2007) se ve que especialmente los jóvenes aspiran a protagonizar su propia historia y poder contarla a los demás. Al final del camino cada uno debería de poder «contar su historia», la que escribió libremente.

Quien tiene proyectos, esperanzas, metas o ideales, proyectos pequeños o grandes, trabaja y se esfuerza por ellos. Pero ese esfuerzo –señala Benedicto XVI en su encíclica sobre la esperanza– puede desembocar fácilmente en cansancio, por la experiencia de las frustraciones o del fracaso, o en fanatismo. La voluntad necesita la luz de la inteligencia, si ésta sabe adónde dirigirse. A veces lo descubre a la mitad del camino, como ocurrió a la actriz italiana Claudia Koll, que lo hizo implicándose primero en actividades de voluntariado y beneficencia, y luego mediante «un viaje al interior» de sí misma. Y concluye: «Cuando se es auténtico en la búsqueda de sí mismo, necesariamente se busca también a Dios» (Zenit, 19.2.09).

Dios da la luz a quien la busca. Y esa luz es la fe, que es también fuerza e impulso –esperanza– para vivir amando. «Sólo la gran esperanza-certeza de que, a pesar de todas las frustraciones, mi vida personal y la historia en su conjunto están custodiadas por el poder indestructible del Amor y que, gracias al cual, tienen para él sentido e importancia, sólo una esperanza así puede en ese caso dar todavía ánimo para actuar y continuar». Cabría resumir: el que ama con la luz de Dios vence el cansancio y se sitúa en el polo opuesto al fanático.

Ahora bien, esa luz y ese amor son don de Dios; no se consiguen por las meras fuerzas humanas. ¿Cuál es, entonces, el sentido de la obra humana, del trabajo con vistas al Reino de Dios que de alguna manera comienza en este mundo? La respuesta de la encíclica es esta: podemos y debemos actuar dejándonos iluminar con la fe para llenarnos de la verdad del amor, que da sentido a lo más grande y a lo más pequeño; y de esa forma, el trabajo mismo puede acrecentar la esperanza¬ que lleva a vivir con plenitud. Brevemente: «Podemos abrirnos nosotros mismos y abrir el mundo para que entre Dios: la verdad, el amor y el bien». Y añade, con referencia a San Pablo: «Esto es lo que han hecho los santos que, como « colaboradores de Dios», han contribuido a la salvación del mundo». En efecto, los santos lo fueron también por su acción y su trabajo, como fruto de su unión con Cristo en la oración y en la Eucaristía. Y solían examinarse con frecuencia, para comprobar si el amor era el verdadero motor de su obrar.

cope.es
iglesia.org

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miércoles, 15 de octubre de 2014

Santa Teresa de Jesús


"Nada te turbe, nada te espante.
Todo se pasa. Dios no se muda.
La paciencia todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene, nada le falta.
Sólo Dios basta."

Virgen y Doctora de la Iglesia
(1515-1582)


"En la cruz está la gloria, Y el honor,
Y en el padecer dolor, Vida y consuelo,
Y el camino más seguro para el cielo."

Nació en Ávila, España, el 28 de marzo de 1515.
Su nombre, Teresa de Cepeda y Ahumada, hija de Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz Dávila Ahumada. En su casa eran 12 hijos. Tres del primer matrimonio de Don Alonso y nueve del segundo, entre estos últimos, Teresa. Escribe en su autobiografía: "Por la gracia de Dios, todos mis hermanos y medios hermanos se asemejaban en la virtud a mis buenos padres, menos yo".

De niños, ella y Rodrigo, su hermano, eran muy aficionados a leer vidas de santos, y se emocionaron al saber que los que ofrecen su vida por amor a Cristo reciben un gran premio en el cielo. Así que dispusieronse irse a tierras de mahometanos a declararse amigos de Jesús y así ser martirizados para conseguir un buen puesto en el cielo. Afortunadamente, por el camino se encontraron con un tío suyo que los regresó a su hogar. Entonces dispusieronse construir una celda en el solar de la casa e irse a rezar allá de vez en cuando, sin que nadie los molestara ni los distrajese.

La mamá de Teresa murió cuando la joven tenía apenas 14 años. Ella misma cuenta en su autobiografía: "Cuando empecé a caer en la cuenta de la pérdida tan grande que había tenido, comencé a entristecerme sobremanera. Entonces me arrodillé delante de una imagen de la Santísima Virgen y le rogué con muchas lágrimas que me aceptara como hija suya y que quisiera ser Ella mi madre en adelante. Y lo ha hecho maravillosamente bien".

Sigue diciendo ella: "Por aquel tiempo me aficioné a leer novelas. Aquellas lecturas enfriaron mi fervor y me hicieron caer en otras faltas. Comencé a pintarme y a buscar a parecer y a ser coqueta. Ya no estaba contenta sino cuando tenía una novela entre mis manos. Pero esas lecturas me dejaban tristeza y desilusión".

Afortunadamente el papá se dio cuenta del cambio de su hija y la llevó a los 15 años, a estudiar interna en el colegio de hermanas Agustinas de Ávila. Allí, después de año y medio de estudios enfermó y tuvo que volver a casa.

Providencialmente una persona piadosa puso en sus manos "Las Cartas de San Jerónimo", y allí supo por boca de tan grande santo, cuán peligrosa es la vida del mundo y cuán provechoso es para la santidad el retirarse a la vida religiosa en un convento. Desde entonces se propuso que un día sería religiosa.

Comunicó a su padre el deseo que tenía de entrar en un convento. Él, que la quería muchísimo, le respondió: "Lo harás, pero cuando yo ya me haya muerto". La joven sabía que el esperar mucho tiempo y quedarse en el mundo podría hacerla desistir de su propósito de hacerse religiosa. Y entonces se fugó de la casa. Dice en sus recuerdos: "Aquel día, al abandonar mi hogar sentía tan terrible angustia, que llegué a pensar que la agonía y la muerte no podían ser peores de lo que experimentaba yo en aquel momento. El amor de Dios no era suficientemente grande en mí para ahogar el amor que profesaba a mi padre y a mis amigos".

La santa determinó quedarse de monja en el convento de Ávila. Su padre al verla tan resuelta a seguir su vocación, cesó de oponerse. Ella tenía 20 años. Un año más tarde hizo sus tres juramentos o votos de castidad, pobreza y obediencia y entró a pertenecer a la Comunidad de hermanas Carmelitas.

Poco después de empezar a pertenecer a la comunidad carmelitana, se agravó de un mal que la molestaba. Quizá una fiebre palúdica. Los médicos no lograban atajar el mal y éste se agravaba. Su padre la llevó a su casa y fue quedando casi paralizada. Pero esta enfermedad le consiguió un gran bien, y fue que tuvo oportunidad de leer un librito que iba a cambiar su vida. Se llamaba "El alfabeto espiritual", por Osuna, y siguiendo las instrucciones de aquel librito empezó a practicar la oración mental y a meditar. Estas enseñanzas le van a ser de inmensa utilidad durante toda su vida. Ella decía después que si en este tiempo no hizo mayores progresos fue porque todavía no tenía un director espiritual, y sin esta ayuda no se puede llegar a verdaderas alturas en la oración.

A los tres años de estar enferma encomendó a San José que le consiguiera la gracia de la curación, y de la manera más inesperada recobró la salud. En adelante toda su vida será una gran propagadora de la devoción a San José, Y todos los conventos que fundará los consagrará a este gran santo.

Teresa tenía un gran encanto personal, una simpatía impresionante, una alegría contagiosa, y una especie de instinto innato de agradecimiento que la llevaba a corresponder a todas las amabilidades. Con esto se ganaba la estima de todos los que la rodeaban. Empezar a tratar con ella y empezar a sentir una inmensa simpatía hacia su persona, eran una misma cosa.

En aquellos tiempos había en los conventos de España la dañosa costumbre de que las religiosas gastaban mucho tiempo en la sala recibiendo visitas y charlando en la sala con las muchas personas que iban a gozar de su conversación. Y esto le quitaba el fervor en la oración y no las dejaba concentrarse en la meditación y se llegó a convencer de que ella no podía dedicarse a tener verdadera oración con Dios porque era muy disipada. Y que debía dejar de orar tanto.

A ella le gustaban los Cristos bien chorreantes de sangre. Y un día al detenerse ante un crucifijo muy sangrante le preguntó: "Señor, ¿quién te puso así?", y le pareció que una voz le decía: "Tus charlas en la sala de visitas, esas fueron las que me pusieron así, Teresa". Ella se echó a llorar y quedó terriblemente impresionada. Pero desde ese día ya no vuelve a perder tiempo en charlas inútiles y en amistades que no llevan a la santidad. Y Dios en cambio le concederá enormes progresos en la oración y unas amistades formidables que le ayudarán a llegar a la santidad.

Teresa tuvo dos ayudas formidables para crecer en santidad: su gran inclinación a escuchar sermones, aunque fueran largos y cansones y su devoción por grandes personajes celestiales. Además de su inmensa devoción por la Santísima Virgen y su fe total en el poder de intercesión de san José, ella rezaba frecuentemente a dos grandes convertidos: San Agustín y María Magdalena. Para imitar a esta santa que tanto amó a Jesús, se propuso meditar cada día en la Pasión y Muerte de Jesús, y esto la hizo crecer mucho en santidad. Y en honor de San Agustín leyó el libro más famoso del gran santo "las Confesiones", y su lectura le hizo enorme bien.

Como las sequedades de espíritu le hacían repugnante la oración y el enemigo del alma le aconsejaba que dejara de rezar y de meditar porque todo eso le producía aburrimiento, su confesor le avisó que dejar de rezar y de meditar sería entregarse incondicionalmente al poder de Satanás y un padre jesuita le recomendó que para orar con más amor y fervor eligiera como "maestro de oración" al Espíritu Santo y que rezara cada día el Himno "Ven Creador Espíritu". Ella dirá después: "El Espíritu Santo como fuerte huracán hace adelantar más en una hora la navecilla de nuestra alma hacia la santidad, que lo que nosotros habíamos conseguido en meses y años remando con nuestras solas fuerzas".

Y el Divino Espíritu empezó a concederle Visiones Celestiales. Al principio se asustó porque había oído hablar de varias mujeres a las cuales el demonio engañó con visiones imaginarias. Pero hizo confesión general de toda su vida con un santo sacerdotes y le consultó el caso de sus visiones, y este le dijo que se trataba de gracias de Dios.

Nuestro Señor le aconsejó en una de sus visiones: "No te dediques tanto a hablar con gente de este mundo. Dedícate más bien a comunicarte con el mundo sobrenatural". En algunos de sus éxtasis se elevaba hasta un metro por los aires (Éxtasis es un estado de contemplación y meditación tan profundo que se suspenden los sentidos y se tienen visiones sobrenaturales). Cada visión le dejaba un intenso deseo de ir al cielo. "Desde entonces – dice ella – dejé de tener medio a la muerte, cosa que antes me atormentaba mucho". Después de una de aquellas visiones escribió la bella poesía que dice: "Tan alta vida espero que muero porque no muero".

Teresa quería que los favores que Dios le concedía permanecieran en secreto, pero varias personas de las que la rodeaban empezaron a contar todo esto a la gente y las noticias corrían por la ciudad. Unos la creían loca y otros la acusaban de hipócrita, de orgullo y presunción.

San Pedro Alcántara, uno de los santos más famosos de ese tiempo, después de charlar con la famosa carmelita, declaró que el Espíritu de Dios guiaba a Teresa.

La transverberación. Esta palabra significa: atravesarlo a uno con una gran herida. Dice ella: "Vi un ángel que venía del tronco de Dios, con una espada de oro que ardía al rojo vivo como una brasa encendida, y clavó esa espada en mi corazón. Desde ese momento sentí en mi alma el más grande amor a Dios".

Desde entonces para Teresa ya no hay sino un solo motivo para vivir: demostrar a Dios con obras, palabras, sufrimientos y pensamientos que lo ama con todo su corazón. Y obtener que otros lo amen también.

Al hacer la autopsia del cadáver de la santa encontraron en su corazón una cicatriz larga y profunda.

Para corresponder a esta gracia la santa hizo el voto o juramento de hacer siempre lo que más perfecto le pareciera y lo que creyera que le era más agradable a Dios. Y lo cumplió a la perfección. Un juramento de estos no lo pueden hacer sino personas extraordinariamente santas.

En aquella época del 1500 las comunidades religiosas habían decaído de su antiguo fervor. Las comunidades eran demasiado numerosas lo cual ayudaba mucho a la relajación. Por ejemplo el convento de las carmelitas de Ávila tenía 140 religiosas. Santa Teresa exclamaba: "La experiencia me ha demostrado lo que es una casa llena de mujeres. Dios me libre de semejante calamidad".

Un día una sobrina de la santa le dijo: "Lo mejor sería fundar una comunidad en que cada casa tuviera pocas hermanas". Santa Teresa consideró esta idea como venida del cielo y se propuso fundar un nuevo convento, con pocas hermanas pero bien fervorosas. Ella llevaba ya 25 años en el convento. Una viuda rica le ofreció una pequeña casa para ello. San Pedro de Alcántara, San Luis Beltrán y el obispo de la ciudad apoyaron la idea. El Provincial de los Carmelitas concedió el permiso.

Sin embargo la noticia produjo el más terrible descontento general y el superior tuvo que retirar el permiso concedido. Pero Teresa no era mujer débil como para dejarse derrotar fácilmente. Se consiguió amigos en el palacio del emperador y obtuvo una entrevista con Felipe II y este quedó encantado de la personalidad de la santa y de las ideas tan luminosas que ella tenía y ordenó que no la persiguieran más. Y así fue llenando España de sus nuevos conventos de "Carmelitas Descalzas", poquitas y muy pobres en cada casa, pero fervorosas y dedicadas a conseguir la santidad propia y la de los demás.


Se ganó para su causa a San Juan de la Cruz, y con él fundó los Carmelitas descalzos. Las carmelitas descalzas son ahora 14,000 en 835 conventos en el mundo. Y los carmelitas descalzos son 3,800 en 490 conventos.

Por orden expresa de sus superiores Santa Teresa escribió unas obras que se han hecho famosas. Su autobiografía titulada "El libro de la vida"; "El libro de las Moradas" o Castillo interior; texto importantísimo para poder llegar a la vida mística. Y "Las fundaciones: o historia de cómo fue creciendo su comunidad. Estas obras las escribió en medio de mareos y dolores de cabeza. Va narrando con claridad impresionante sus experiencias espirituales. Tenía pocos libros para consultar y no había hecho estudios especiales. Sin embrago sus escritos son considerados como textos clásicos en la literatura española y se han vuelto famosos en todo el mundo.

Santa Teresa murió el 4 de octubre de 1582 y la enterraron al día siguiente, el 15 de octubre. ¿Por qué esto? Porque en ese día empezó a regir el cambio del calendario, cuando el Papa añadió 10 días al almanaque para corregir un error de cálculo en el mismo que llevaba arrastrándose ya por años.


Oración a Santa Teresa de Jesús
- de San Alfonso de Ligorio -

Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de Tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mi también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.

Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.

Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios.

Amén.

ewtn.com

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Papa Francisco: La esperanza cristiana no es mero optimismo, sino luz para el mundo


Durante la Audiencia General celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco recordó a los fieles que el destino final de los cristianos es estar “siempre con el Señor” y por tanto los alentó a mantenerse firmes en la esperanza cristiana, que no es un mero optimismo, sino una luz para el mundo, la espera ferviente de quien está por llegar, Cristo el Señor.

A continuación, la catequesis completa gracias a la traducción de Radio Vaticano:

La Iglesia esposa espera a su esposo

Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!


Durante este tiempo hemos hablado sobre la Iglesia, sobre nuestra santa madre Iglesia jerárquica, el pueblo de Dios en camino.

Hoy queremos preguntarnos: al final, ¿qué fin tendrá el pueblo de Dios? ¿Qué será de cada uno de nosotros? ¿Qué debemos esperarnos? El apóstol Pablo consolaba a los cristianos de la comunidad de Tesalónica, que se hacían estas mismas preguntas, y después de su argumentación decían estas palabras que son entre las más bellas de Nuevo Testamento: “Y así estaremos siempre con el Señor”.

Son palabras simples, ¡pero con una densidad de esperanza tan grande! “Y así estaremos siempre con el Señor”. ¿Ustedes creen esto? ¡Me parece que no, eh! ¿Creen? ¿Lo repetimos juntos tres veces? ¡Y así estaremos siempre con el Señor! ¡Y así estaremos siempre con el Señor! ¡Y así estaremos siempre con el Señor!

Es emblemático como Juan, en el libro del Apocalipsis, retomando la intuición de los Profetas, describe la dimensión última, definitiva, en los términos de la “Nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo”.

¡He aquí lo que nos espera! Y entonces, esto es la Iglesia: es el pueblo de Dios que sigue al Señor Jesús y que se prepara día a día al encuentro con él, como una esposa con su esposo. Y no es solamente un modo de decir: ¡serán unas verdaderas nupcias! Sí, porque Cristo haciéndose hombre como nosotros y haciendo de todos nosotros una sola cosa con Él, con su muerte y su resurrección, nos ha desposado verdaderamente y ha hecho de nosotros como pueblo, su esposa.

Y esto no es otra cosa que el cumplimiento del designio de comunión y de amor tejido por Dios en el curso de toda la historia, la historia del pueblo de Dios y también la propia historia de cada uno. Es el Señor el que lleva adelante esto.

Hay otro elemento, sin embargo, que nos consuela ulteriormente y que abre nuestro corazón: Juan nos dice que en la Iglesia, esposa de Cristo, se hace visible la “nueva Jerusalén”. Esto significa que la Iglesia, además de esposa, está llamada a convertirse en ciudad, símbolo por excelencia de la convivencia y de ‘relacionalidad’ humana.

Qué bello, entonces, poder ya contemplar, según otra imagen muy sugestiva del Apocalipsis, todas las gentes y todos los pueblos reunidos a la vez en esta ciudad, como en una morada, será “la morada de Dios”. Y en este marco glorioso no habrá más aislamientos, prevaricaciones, ni distinciones de ningún género – de naturaleza social, étnica o religiosa – sino que seremos todos una sola cosa en Cristo.

Ante la presencia de este escenario inaudito y maravilloso, nuestro corazón no puede no sentirse confirmado en modo fuerte en la esperanza. Ven, la esperanza cristiana no es sólo un deseo, un auspicio, no es optimismo: para un cristiano, la esperanza es espera, espera ferviente, apasionada por el cumplimiento último y definitivo de un misterio, el misterio del amor de Dios en el que hemos renacido y en el que ya vivimos. Y es espera de alguien que está por llegar: es Cristo el Señor que se acerca siempre más a nosotros, día tras día, y que viene a introducirnos finalmente en la plenitud de su comunión y de su paz.

La Iglesia tiene entonces la tarea de mantener encendida y claramente visible la lámpara de la esperanza, para que pueda seguir brillando como un signo seguro de salvación y pueda iluminar a toda la humanidad el sendero que lleva al encuentro con el rostro misericordioso de Dios.

Queridos hermanos y hermanas, esto es entonces lo que esperamos: ¡que Jesús regrese! ¡La Iglesia esposa espera a su esposo! Debemos preguntarnos, sin embargo, con gran sinceridad, ¿somos testigos realmente luminosos y creíbles de esta espera, de esta esperanza? ¿Nuestras comunidades viven aún en el signo de la presencia del Señor Jesús y en la espera ardiente de su venida, o aparecen cansadas, entorpecidas, bajo el peso de la fatiga y la resignación? ¿Corremos también nosotros el riesgo de agotar el aceite de la fe, de la alegría? ¡Estemos atentos!

Invoquemos a la Virgen María, Madre de la esperanza y reina del cielo, para que siempre nos mantenga en una actitud de escucha y de espera, para poder ser ya traspasados por el amor de Cristo y un día ser parte de la alegría sin fin, en la plena comunión de Dios. Y no se olviden: jamás olvidar que así estaremos siempre con el Señor. ¿Lo repetimos otras tres veces? Y así, estaremos siempre con el Señor, y así, estaremos siempre con el Señor, y así, estaremos siempre con el Señor. ¡Gracias!

aciprensa.com

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El Papa Francisco beatificará a Pablo VI el próximo domingo


El Papa Francisco beatificará a Pablo VI el próximo domingo 19 de octubre en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, coincidiendo con el día en el que concluirá el Sínodo Extraordinaria de la Familia. La ceremonia de beatificación estará presidida por el Papa Francisco y está programada para las 10:30 horas y se espera que esté presente el Papa Emérito Benedicto XVI.

Pablo VI pasará a la historia por haber escrito la ‘Humanae Vitae’, encíclica sobre la defensa de la vida y la familia, y por haber llevado a término el Concilio Vaticano II iniciado en 1962 por San Juan XXIII.

El milagro atribuido a la intercesión de Pablo VI, fallecido el 6 agosto de 1978, Fiesta de la Transfiguración, fue el de la curación de un niño en el vientre de su madre.

El postulador de la causa, Padre Antonio Marrazzo, presentó como milagro atribuible a la intercesión de Pablo VI la curación de un niño aún no nacido, que tuvo lugar en los primeros años de los años 90 en California. Durante el embarazo, los médicos encontraron un grave problema en el feto y, en razón de las consecuencias cerebrales que intervienen en estos casos, se le sugirió un aborto como único remedio a la joven madre. La mujer se opuso, queriendo llevar a término el embarazo, a pesar de que se le aseguró que el hijo nacería gravemente afectado en lo físico y a nivel cerebral, y se confió a la intercesión de Pablo VI.

El niño nació sin problemas y se esperó que llegara a la adolescencia para constatar la ausencia de consecuencias y la perfecta sanación. Según declaró Marrazzo en 2012 a Radio Vaticana, este hecho se trata de “un acontecimiento realmente extraordinario y sobrenatural, que tuvo lugar por intercesión de Pablo VI”.

El 20 de diciembre de 2012, ya en vísperas de su renuncia, Benedicto XVI proclamó la “heroicidad de las virtudes” de Pablo VI. Para la beatificación se necesitaba sólo el reconocimiento de un milagro. Tras la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, otro Pontífice de las últimas décadas, el continuador del Concilio, está por asumir el honor de los altares por decisión del Papa Francisco.

larazon.es

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lunes, 13 de octubre de 2014

"Bon apettit hermano mío"

El Papa argentino, ofreció una silla a un guardia suizo que había estado de pie toda la noche y no conforme con ello, regresó hasta su estancia y le trajo un trozo de pan y jamón para que comiese. Este gesto vuelve a sorprender no solo al mundo cristiano.

Francisco tuvo ese gesto con un guardia encargado de su seguridad.

Recientemente cuando el Papa salía de su departamento en Santa Marta, se encontró con un Guardia Suizo fuera de su Puerta. El Papa, le pregunto qué hacia ahí, y que si había estado despierto toda la noche.

- “Si” contesto respetuosamente el guardia.

- ¿De pie? pregunto el Papa. ¿No se ha cansado?

- ” Es mi deber Su Santidad, por su seguridad”.

El Papa, lo miro amablemente, regresó a su departamento, y transcurridos algunos minutos volvió trayendo entre su manos una silla.

- Al menos siéntese y descanse – le dijo el Papa.

Muy sorprendido el guardia le respondió:

- ” Discúlpeme S.S., pero no puedo, las reglas no lo permiten”.

- ” ¿Las reglas? dijo Francisco”.

- ” Mi capitán, Su Santidad “, respondió el Guardia.

- “Bueno, pero yo soy el Papa y le pido que se siente”.

Un poco más tarde, el Papa regresó con un poco de pan y jamón, lo entregó al guardia y le dijo:


- ” Bon apettit hermano mío “

yocreo.com

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jueves, 9 de octubre de 2014

Revista Fortune desmiente mito de “grandes riquezas” del Vaticano

La revista estadounidense Fortune, especializada en temas económicos, desmintió el mito de las “grandes riquezas” del Vaticano, y aseguró que si la Santa Sede fuera una corporación, ni siquiera se acercaría a las 500 más adineradas de su famosa lista Fortune 500.

En su artículo titulado “This pope means business” (“Este Papa va en serio”), Fortune indicó que “a menudo se asume que el Vaticano posee una gran riqueza, pero si fuera una compañía, sus ingresos no la acercarían a formar parte de Fortune 500”.

La lista de Fortune 500 está encabezada este año por la multinacional Wal-Mart, que registró 476,294 millones de dólares de ingresos, y con la gigante de la tecnología Apple en el 5 lugar, con 179,919 en ingresos.

El último puesto de su lista lo ocupó la empresa United Rentals, con un reporte de ingresos de 4,955 millones de dólares.

Fortune señaló que el presupuesto operativo del Vaticano es de apenas 700 millones de dólares, y “en 2013 se registró un pequeño superávit global de 11,5 millones de dólares”.

La revista estadounidense señaló además que la mayoría de los activos más valiosos del Vaticano “algunos de los más grandes tesoros de arte del mundo, son prácticamente invaluables y no están a la venta”.

“La Iglesia Católica es altamente descentralizada financieramente. En términos de dinero, el Vaticano básicamente está por su cuenta. Esa es una importante razón por la que sus finanzas son mucho más frágiles y su situación económica es mucho más modesta que su imagen de lujosa riqueza”.

El Vaticano, indicó la revista económica, no tiene acceso al dinero ni de las diócesis ni de las órdenes religiosas.

Explicó que “cada diócesis”, en términos económicos, “es una corporación separada con sus propias inversiones y presupuestos, incluyendo las arquidiócesis metropolitanas”.

Fortune señaló que las diócesis de todo el mundo “mandan cantidades importantes de dinero al Vaticano cada año, pero la mayoría de este está destinado para trabajo misionero o las donaciones de caridad del Papa”.

El Vaticano, indicó, “paga salarios relativamente bajos, pero ofrece beneficios generosos de salud y de retiro”.

“Los Cardenales y Obispos en las congregaciones y consejos a menudo reciben tan poco como 46 mil dólares al año”.

“A los soldados rasos, incluyendo monjas y sacerdotes, también se les paga sueldos menores a los del mercado”, publicó la revista, pero subrayó que “los empleados del Vaticano no pagan impuestos por ingresos”.

“Los empleados laicos del Vaticano tienen trabajos de por vida, y virtualmente nadie se va antes de la edad de jubilación”, señaló

David Ramos
aciprensa.com

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miércoles, 8 de octubre de 2014

Papa Francisco: La división entre cristianos hiere a Cristo


Al presidir la catequesis en la Audiencia General de hoy, en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco alentó a buscar la reconciliación y plena comunión con otras confesiones que “comparten con nosotros la fe en Cristo”, pues la división entre cristianos hiere a Cristo.

A continuación la catequesis completa del Santo Padre gracias a Radio Vaticano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En las últimas catequesis, hemos tratado de sacar a la luz la naturaleza y la belleza de la Iglesia, y nos hemos preguntado qué comporta para cada uno de nosotros el ser parte de este pueblo, pueblo de Dios, que es la Iglesia. Pero no debemos olvidar que hay tantos hermanos, que comparten con nosotros la fe en Cristo, pero que pertenecen a otras confesiones o a tradiciones diferentes de la nuestra.

Muchos se han resignado a esta división – también dentro de nuestra Iglesia católica se han resignado - que en el curso de la historia, a menudo ha sido causa de conflictos y de sufrimientos: ¡también de guerras eh! ¡Esta es una vergüenza! También hoy las relaciones no son siempre marcadas por el respeto y la cordialidad.

Pero, me pregunto: ¿nosotros, cómo nos presentamos de frente a todo esto? ¿También nosotros estamos resignados o somos incluso indiferentes a esta división? ¿O más bien creemos firmemente que se puede y se debe caminar en la dirección de la reconciliación y de la plena comunión? La plena comunión, es decir, poder participar todos juntos en el cuerpo y la sangre de Cristo.

La división entre cristianos, mientras hieren a la Iglesia, hieren a Cristo y nosotros divididos herimos a Cristo: la Iglesia, en efecto, es el cuerpo del cual Cristo es la cabeza. Sabemos bien cuánto deseaba Jesús que sus discípulos permanecieran unidos en su amor.

Es suficiente pensar en sus palabras referidas en el capítulo décimo séptimo del Evangelio de Juan, la oración dirigida al Padre en la inminencia de la pasión: “Padre santo, cuida en tu nombre a los que me diste, para que sean uno como nosotros” (Jn, 17,11). Ésta unidad estaba ya amenazada mientras Jesús estaba todavía entre los suyos: en el Evangelio, en efecto, se recuerda que los apóstoles discutían entre ellos sobre quién fuera el más grande, el más importante (cfr Lc 9,46).

Pero el Señor, ha insistido tanto en la unidad en el nombre del Padre, haciéndonos entender que nuestro anuncio y nuestro testimonio serán más creíbles cuánto más nosotros, en primer lugar, seremos capaces de vivir en comunión y de amarnos.

Es lo que sus apóstoles, con la gracia del Espíritu Santo, comprendieron después profundamente y cuidaron, tanto que San Pablo llegará a implorar la comunidad de Corinto con estas palabras: “Hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, yo los exhorto a que se pongan de acuerdo: que no haya divisiones entre ustedes y vivan en perfecta armonía, teniendo la misma manera de pensar y de sentir” (1 Cor 1,10).

Durante su camino en la historia, la Iglesia es tentada por el maligno, que trata de dividirla, y por desgracia se ha visto afectada por separaciones graves y dolorosas. Son divisiones que a veces se han prolongado en el tiempo, hasta hoy, por lo cual ahora resulta difícil reconstruir todos los motivos y sobre todo, encontrar soluciones posibles.

Las razones que llevaron a las fracturas y separaciones pueden ser muy diferentes: desde las diferencias sobre principios dogmáticos y morales y sobre concepciones teológicas y pastorales diversas, a los motivos políticos y de conveniencia, hasta los enfrentamientos debidos a antipatías y ambiciones personales... Los que es cierto es que, en un modo o en el otro, detrás de estas laceraciones están siempre la soberbia y el egoísmo, que son causa de todo desacuerdo y nos hacen intolerantes, incapaces de escuchar y aceptar a aquellos que tienen una visión o un posición diferente de la nuestra.

Ahora, de frente a todo esto, ¿hay algo que cada uno de nosotros, como miembros de la santa madre Iglesia, podemos y debemos hacer? Ciertamente, no debe faltar la oración, en continuidad y en comunión con la de Jesús, la oración por la unidad de los cristianos.

Y junto con la oración, el Señor nos pide una renovada apertura: nos pide no cerrarnos al diálogo y al encuentro, sino captar todo aquello que de válido y positivo se nos ofrece también por quienes piensan diferente de nosotros o se ponen en una diferente posición. Nos pide no fijar la mirada en lo que nos divide, sino más bien en lo que nos une, tratando de conocer mejor y amar a Jesús y compartir la riqueza de su amor.

Y esto conlleva concretamente la adhesión a la verdad, junto con la capacidad de perdonarse, de sentirse parte de la misma familia cristiana, de considerarse el uno un don para el otro y hacer juntos muchas cosas buenas, y obras de caridad.

Es un dolor, pero hay divisiones, hay cristianos divididos, nos hemos dividido entre nosotros.

Pero todos tenemos algo en común: todos creemos en Jesucristo el Señor, todos creemos en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, y en tercer lugar, todos caminamos juntos, estamos en camino. ¡Ayudémonos los unos a los otros! Tú piensas así, tú así…Pero, en todas las comunidades hay buenos teólogos: que ellos discutan, que ellos busquen la verdad teológica, porque es un deber; pero nosotros caminemos juntos, rezando los unos por los otros, y haciendo las obras de caridad. Y así hacemos la comunión en camino, esto se llama: ecumenismo espiritual. Caminar el camino de la vida todos juntos en nuestra fe, en Jesucristo nuestro Señor.

Se dice que no debe hablarse de cosas personales, pero, no resisto a la tentación…Estamos hablando de comunión, comunión entre nosotros, y hoy, estoy muy agradecido al Señor, porque hoy ¡hace 70 años que hice la Primera Comunión! Pero, hacer la Primera Comunión todos nosotros debemos saber que significa entrar en comunión con los otros, en comunión con los hermanos de nuestra iglesia, pero también en comunión con todos aquellos que pertenecen a comunidades diferentes, pero creen en Jesús.

Agradezcamos al Señor, todos, por nuestro bautismo, agradezcamos al Señor todos, por nuestra comunión, y para que esta comunión sea al final una comunión de todos juntos.

Queridos amigos, ¡entonces vamos hacia adelante hacia la unidad plena! La historia nos ha separado, pero estamos en camino hacia la reconciliación y la comunión. Y esto es verdad, ¡esto tenemos que defender! ¡Todos estamos en camino hacia la comunión!

Y cuando la meta nos pueda parecer demasiado lejana, casi inalcanzable, y nos sintamos atrapados por el desaliento, nos anime la idea de que Dios no puede cerrar su oído a la voz de su propio Hijo Jesús y no cumplir con sus y nuestras oraciones, para que todos los cristianos sean verdaderamente una sola cosa. Gracias.

aciprensa.com

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lunes, 29 de septiembre de 2014

Los ángeles nos defienden de Satanás que quiere destruir al hombre, dice el Papa Francisco

Satanás presenta las cosas como si fueran buenas, pero su intención es la de destruir al hombre; y los ángeles luchan contra el demonio y nos defienden, así lo dijo el Papa Francisco la homilía de la Misa que celebró hoy en el día en que la Iglesia festeja a los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.

Según señala Radio Vaticano, el Papa Francisco se refirió a la “lucha entre el demonio y Dios”, teniendo en cuenta las lecturas del día: la visión de la gloria de Dios relatada por el profeta Daniel con el Hijo del hombre, Jesucristo, ante el Padre; la lucha del arcángel Miguel y sus ángeles contra “el gran dragón, la serpiente antigua, que es llamado diablo” y que “sedujo a toda la tierra habitada”, pero que fue derrotado, como afirma el Apocalipsis; y el Evangelio en que Jesús dice a Natanael: “verán el cielo abierto y los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre”.

El Papa dijo que “esta lucha se produce después de que Satanás trata de destruir a la mujer que está a punto de dar a luz al hijo. Satanás siempre trata de destruir al hombre: aquel hombre que Daniel veía allí, en la gloria, y que Jesús decía a Natanael que vendría en la gloria. Desde el inicio la Biblia nos habla de esto: de esta seducción para destruir, de Satanás. Tal vez por envidia. Nosotros leemos en el Salmo 8: ‘Tú has hecho al hombre superior a los ángeles’, y esa inteligencia tan grande del ángel no podía llevar sobre sus espaldas esta humillación, que una criatura inferior fuera hecha superior; y trataba de destruirlo”.

Por tanto, Satanás trata de destruir a la humanidad, a todos: “tantos proyectos, excepto los pecados propios, pero tantos, tantos proyectos de deshumanización del hombre, son obra suya, sencillamente porque odia al hombre. Es astuto: lo dice la primera página del Génesis; es astuto. Presenta las cosas como si fueran buenas. Pero su intención es la destrucción. Y los ángeles nos defienden”.

Los ángeles, dijo luego el Santo Padre, “defienden al hombre y defienden al Hombre-Dios, al hombre superior, Jesucristo que es la perfección de la humanidad, el más perfecto. Por esto la Iglesia honra a los ángeles, porque son los que estarán en la gloria de Dios –están en la gloria de Dios– porque defienden el gran misterio escondido de Dios, es decir que el Verbo ha venido en la carne”.

“El deber del pueblo de Dios –afirmó el Pontífice– es custodiar en sí al hombre: al hombre Jesús” porque “es el hombre que da vida a todos los hombres”. En cambio, en sus proyectos de destrucción, Satanás inventa “explicaciones humanísticas que van, propiamente, contra el hombre, contra la humanidad y contra Dios”.

“La lucha es una realidad cotidiana en la vida cristiana: en nuestro corazón, en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro pueblo, en nuestras iglesias… Si no se lucha, seremos vencidos. Pero el Señor ha dado esta tarea principalmente a los ángeles: luchar y vencer. Y el canto final del Apocalipsis, después de esta lucha, es tan bello: ‘Ahora se ha cumplido la salvación, la fuerza y el Reino de nuestro Dios y el poder de su Cristo, porque ha sido precipitado el acusador de nuestros hermanos, aquel que los acusaba ante nuestro Dios día y noche’”.

Para concluir, el Papa invitó a orar a los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael y a “rezar esa oración antigua, pero tan bella, al arcángel Miguel, para que sigua luchando para defender el misterio más grande de la humanidad: que el Verbo se ha hecho Hombre, ha muerto y resucitado. Éste es nuestro tesoro. Que Él siga luchando para custodiarlo”.

aciprensa.com

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jueves, 25 de septiembre de 2014

El proyecto de tu vida

¿Alguna vez te has sentado a reflexionar sobre el proyecto de tu vida? Posiblemente lo hiciste en tu adolescencia o al comienzo de tu juventud.

Quizás también en un momento de dificultad. Muy probablemente no lo hayas hecho desde entonces. Cualquiera que sea la etapa en que te encuentres ahora, te invito a que te tomes unos momentos de silencio y de tranquilidad para pensar un poco sobre ésto. Te aseguro que no te arrepentirás.

Me preguntarás para qué hacerlo. Te lo diré: te ayudará a evitar sorpresas desagradables en un futuro.

Vivimos en un mundo en que las actividades y las cosas no nos dejan tiempo para pensar. Nos hemos subido a un tren de vida con sus horarios y sus obligaciones y corremos el riesgo de olvidar el destino a donde queremos llegar. En no pocas ocasiones, las prisas y las tensiones nos hacen tomar decisiones a la ligera que sin darnos cuenta nos alejan del tipo de persona que queremos ser. Un buen día nos despertamos y no reconocemos en nosotros los valores que decimos defender. Y en ese momento, o retomamos el camino, o nos dejamos llevar por las circunstancias sin saber a dónde nos llevarán. Es conveniente, por esto, sacar de vez en cuando la brújula de nuestra vida para ver si seguimos por buen camino o si es necesario virar en alguna otra dirección.

Lo primero es preguntarnos si sabemos a dónde queremos ir. Esto es elemental, pues no podemos tomar ninguna decisión sin esta información. ¿Qué quiero realmente de mi vida? El trajeteo muchas veces nos hace vivir sin una meta en concreto. ¿Qué es importante para mí? ¿Pasarla bien y ya? ¿Ganar mucho dinero? ¿Hacer carrera? ¿Ayudar a alguien? ¿Sacar adelante mi matrimonio y mi familia? ¿Hacer algo para que este mundo sea mejor? ¿Hacer a alguien feliz?

Es importante verificar que nuestra meta valga realmente la pena. Que no sea pasajera ni superflua. Sirve mucho imaginarse a una misma de 80 años y tratar de pensar en lo que «fue» nuestra vida. Pensar en lo que me gustaría haber hecho para entonces, y cómo quisiera haber llegado a esa edad. El tener nuestro ideal ante los ojos nos ayudará a mantenernos firmes ante las dificultades cuando todo parezca invitarnos a tirar la toalla.

Así lo hizo Sandra. Hace unos años vivía sólo para sus hijos. Cuando todavía eran pequeños asistió a la boda de sus sobrinos, lo que le hizo proyectar su vida y verse al cabo del tiempo a solas con su marido, como ahora lo estaba su hermana. Haciendo esto se dio cuenta de que había postergado un poco la relación con su esposo. Recapacitó y cambió de actitud. Sin descuidar a sus hijos, decidió dedicar más tiempo y entusiasmo a su marido. Gracias a esto su matrimonio salió a flote cuando se encontraron solos, y ahora viven felizmente una nueva etapa de su vida, en contraste con otras parejas que han naufragado al quedarse el nido vacío.

Teniendo clara la meta, debemos preguntarnos dónde nos encontramos. De no hacerlo corremos el riesgo de tomar el camino equivocado y nunca llegar a donde queremos. En este punto hay que ser muy objetivas y valientes. Vernos como realmente somos y no como nos gustaría que nos vieran. Se puede dar el caso de que nos hayamos desviado del camino. Que estemos mucho más lejos de lo que pensábamos y hasta que vayamos por el rumbo opuesto. Esto nos puede doler y hasta avergonzar. ¡No hay que desilusionarnos ni desmotivarnos! Lo importante es que nos demos cuenta para poder retomar nuestra dirección.

Una vez aceptada nuestra realidad, no hay que quedarnos ahí, es necesario marcar la ruta a seguir para acercarnos a nuestra meta. Aquí es importante ser muy realista. No todo está en nuestras manos. Aceptar con buen ánimo lo que no podemos cambiar nos ayudará a no amargarnos la existencia. Pero eso sí, no hay que omitir lo que esté a nuestro alcance. Habrá ocasiones en que será necesario cambiar de actitud ante una persona. Esto no se hace en un día, pero poco a poco se irá avanzando. En otros casos se tratará de reorganizar nuestras prioridades y el uso de nuestro tiempo. Habrá que hacerlo en sintonía con quienes estén implicados para que se dé de la mejor manera. Si para mí lo más importante es mi familia, tengo que asegurarme que le estoy dedicando el tiempo necesario. Si esto significa cambiar mis actividades, ahora es cuando. Si dentro de mis prioridades está ayudar a los necesitados, será muy conveniente pensar en modos prácticos de hacerlo. De otro modo me quedaré con muy buenas intenciones pero que nunca se harán vida. Es importante concretar los buenos propósitos para que lleguen a ser realidades.

Otro punto del realismo será el no tratar de cambiar todo al mismo tiempo. Tengo que ver cuál es el obstáculo más grande que me impide llegar a ser lo que yo quiero ser y empezar por ahí. Sin olvidar que Roma no se construyó en un día. La constancia en mis determinaciones será la clave del éxito. Me puede llevar muchos años en llegar a donde quiero. Lo importante es revisar el mapa constantemente, y mientras vayamos en la dirección correcta, todo está asegurado.

Sirve mucho escribir los propósitos o el proyecto de vida para que no se olvide. Revisarlo de vez en cuando ayuda a renovarlo y a irlo poniendo en práctica poco a poco. Sólo tenemos una vida para dejar huella en este mundo y al final lo único que queda es el bien que hayamos hecho a los demás. Un poco de reflexión no nos hará daño, y podrá hacer la diferencia en nuestra vida.

Liliana Esmenjaud
Mujer Nueva
fluvium.org
iglesia.org

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miércoles, 24 de septiembre de 2014

Saludemos hoy a Albania, pueblo valiente y trabajador que en paz busca la unidad, el Papa en la catequesis

Como un pueblo durante tanto tiempo oprimido por un régimen inhumano, pero donde hoy se puede constatar un renacimiento de la Iglesia, y también la posibilidad concreta de una convivencia pacífica y fructuosa entre personas y comunidades de diferentes religiones, definió el Obispo de Roma al “país de las águilas”, en la Catequesis del miércoles 24 de setiembre en la plaza del Santuario de San Pedro en Roma.

Francisco agradeció a Dios por haberle permitido mostrar, también físicamente su cercanía y la de la Iglesia a este país y explicó que esta convivencia pacífica se basa en un diálogo auténtico en busca de lo que acomuna a las diversas formas religiosas: el camino de la vida, rechazando el relativismo, y la voluntad de hacer bien al prójimo, sin renegar de la respectiva identidad.

Y relató que en Albania recordaron conmovidos a tantas víctimas de la persecución y a los mártires. Ellos no son los vencidos – dijo –, sino los vencedores, en un régimen que prohibía la fe y quiso exterminar a Dios de todos los ámbitos de la vida. En su testimonio heroico brilla la omnipotencia de Dios, que siempre consuela a su pueblo y abre nuevas vías de esperanza.

El Vicario de Cristo afirmó que los perseguidos y los mártires de Albania nos recuerdan hoy que nuestra fuerza reside principalmente en el amor de Cristo, que nos sostiene en la dificultad y nos inspira la bondad y el perdón, mostrando así la misericordia de Dios.

Jesuita Guillermo Ortiz de RADIO VATICANA.

Texto completo de la catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy quisiera hablar del Viaje Apostólico que he realizado a Albania el domingo pasado. Lo hago, sobre todo, como acto de agradecimiento a Dios, que me ha concedido el poder realizar esta visita para demostrar, incluso físicamente y en modo tangible, mi cercanía y la de toda la Iglesia a este pueblo. Deseo por tanto renovar mi fraterno reconocimiento al Episcopado albanés, a los sacerdotes y a los religiosos y religiosas que obran con tanto empeño. Mi agradecido pensamiento se dirige también a las Autoridades que me han acogido con tanta cortesía, como también a cuantos han cooperado para la realización de la visita.

Esta visita nació del deseo de ir a un país que luego de haber estado por largo tiempo oprimido por un régimen ateo y deshumano, está viviendo una experiencia de pacífica convivencia entre sus diversas componentes religiosas. Me parecía importante alentarlo en este camino, para que lo continúe con tenacidad y profundice todas las consecuencias a favor del bien común. Por esto, al centro del viaje estuvo un encuentro interreligioso donde he podido constatar, con viva satisfacción, que la pacífica y fructuosa convivencia entre personas y comunidades pertenecientes a religiones diversas es no sólo de esperar, sino concretamente posible y practicable. ¡Ellos la practican! Se trata de una diálogo auténtico y fructífero que rechaza el relativismo y tiene en cuenta la identidad de cada uno. Lo que acomuna a las varias expresiones religiosas, en efecto, es el camino de la vida, la buena voluntad de hacer el bien al prójimo, no renegando o disminuyendo las respectivas identidades.

El encuentro con los sacerdotes, las personas consagradas, los seminaristas y los movimientos laicales ha sido la ocasión para hacer grata memoria, con acentos de particular conmoción, de los numerosos mártires de la fe. Gracias a la presencia de algunos ancianos, que han vivido sobre su propia carne las terribles persecuciones, ha resonado la fe de tantos heroicos testigos del pasado, los cuales han seguido a Cristo hasta las extremas consecuencias. Es precisamente de la unión íntima con Jesús, de la relación de amor con Él que ha brotado para estos mártires – como para todo mártir – la fuerza para afrontar los acontecimientos dolorosos que los han conducido al martirio. También hoy, como ayer, la fuerza de la Iglesia no es dada tanto por las capacidades organizativas o por las estructuras, que son también necesarias. ¡Pero su fuerza la Iglesia no la encuentra allí! ¡Nuestra fuerza es el amor de Cristo! Una fuerza que nos sostiene en los momentos de dificultad y que inspira la actual acción apostólica, para ofrecer a todos bondad y perdón, dando testimonio así de la misericordia de Dios.

Recorriendo la avenida principal de Tirana que desde el aeropuerto lleva a la gran plaza central, pude ver los retratos de los cuarenta sacerdotes asesinados durante la dictadura comunista y para quienes se ha iniciado la causa de beatificación. Estos se suman a los cientos de cristianos y musulmanes asesinados, torturados, encarcelados y deportados sólo porque creían en Dios. Fueron años oscuros, durante los cuales fue arrasada la libertad religiosa y estaba prohibido creer en Dios, miles de iglesias y mezquitas fueron destruidas, convertidas en almacenes y salas de cine que propagaban la ideología marxista, los libros religiosos fueron quemados y a los padres se les prohibió poner a sus hijos los nombres religiosos de los antepasados.

El recuerdo de estos eventos dramáticos es esencial para el futuro de un pueblo. La memoria de los mártires que han resistido en la fe es garantía para el destino de Albania; porque su sangre no fue derramada en vano, sino que es una semilla que traerá frutos de paz y de colaboración fraterna. Hoy, de hecho, Albania es un ejemplo no sólo de renacimiento de la Iglesia, sino también de la convivencia pacífica entre las religiones. Por lo tanto, los mártires no son los vencidos, sino los vencedores: en su heroico testimonio brilla la omnipotencia de Dios, que siempre consuela a su pueblo, abriendo nuevos caminos y horizontes de esperanza.

Este mensaje de esperanza, fundado sobre la fe en Cristo y en la memoria del pasado, lo he confiado a toda la población albanesa que he visto entusiasta y alegre en los lugares de los encuentros y celebraciones, así como en las calles de Tirana. He animado a todos a sacar energías siempre nuevas del Señor resucitado, para poder ser levadura evangélica en la sociedad y comprometerse, como ya sucede, en actividades caritativas y educativas.

Una vez más doy las gracias al Señor porque, con este viaje, me ha hecho encontrar a un pueblo valiente y fuerte, que no se dejó doblar por el dolor. A los hermanos y hermanas de Albania renuevo la invitación a la valentía del bien, para construir el presente y el futuro de su país y de Europa.

Encomiendo los frutos de mi visita a la Virgen del Buen Consejo, que se venera en el Santuario de Scutari, para que Ella continúe a guiar el camino de este pueblo-mártir. La dura experiencia del pasado lo arraigue siempre más en la apertura hacia los hermanos, especialmente los más débiles, y lo haga protagonista de aquel dinamismo de la caridad, tan necesario en el contexto socio-cultural de hoy. Quisiera que todos nosotros saludemos hoy a este pueblo valiente y trabajador que, en paz, busca la unidad.

Traducción del italiano: María Cecilia Mutual, Griselda Mutual - Radio Vaticana

news.va

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martes, 23 de septiembre de 2014

Futbolista conmueve a italianos al celebrar gol con su abuela en la tribuna



Un volante del equipo A.S.Roma no anotaba desde hacía seis meses en la liga italiana de fútbol y festejó el tanto de manera pocas veces vista en la liga italiana: corrió hasta donde estaba su abuela en las tribunas y se fundió en un tierno abrazo con ella.

Alessandro Florenzi anotó el fin de semana el segundo gol en la victoria de su equipo contra el Cagliari en la Serie A italiana en el Estadio Olímpico de Roma. Con su tanto, el A.S. Roma se convirtió en el líder del Calcio al tener mejor diferencia de goles que el actual campeón, la Juventus de Turín.

Tras anotar el gol, Florenzi no celebró con sus compañeros sino que atravesó el campo y para asombro de los asistentes saltó por encima de los anuncios publicitarios, ingresó a las tribunas y corrió hasta donde estaba su abuela de 82 años para darle un beso y un tierno abrazo.

En declaraciones a Sky, el volante dijo que era la primera vez que su abuela iba a verlo jugar. “Nunca antes vino, ni siquiera cuando era niño y era más cómodo hacerlo. Esta vez ha venido con sus 82 años. Me dijo que iba a venir, me dijo: ‘voy al estadio, a verte solo a ti, así que ven a saludarme’”.

Florenzi dijo además que corrió hasta donde su abuela porque “era una promesa que hice para ella, una persona muy especial y he compartido esto con todo el estadio”.

aciprensa.com

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domingo, 14 de septiembre de 2014

Evangelio del Domingo

Evangelio según San Juan 3,13-17

Jesús dijo a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.
De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»

Comentario del Evangelio: “Para que el mundo se salve por él” Por: Santa Teresa Benedicta de la Cruz

[…] Hecho hombre por amor a los hombres,
regaló la plenitud de su vida humana
a las almas que escogió.
Él, que formó cada corazón humano,
quiere un día manifestar
el sentido secreto del ser de cada uno
con un nombre nuevo que sólo comprende el que lo recibe (Ap 2,17).
Se unió a cada uno de los elegidos
de una manera misteriosa y única.
Sacando fuerzas la plenitud de su vida humana,
nos regaló la cruz.

¿Qué es la cruz?
El signo del mayor oprobio.
El que entra en contacto con ella
es rechazado por los hombres.
Los que un día Lo aclamaron
se vuelven contra Él con pavor y no Le conocen de nada.
Les es entregado sin defensa a sus enemigos. S
obre tierra no le quedan nada más
que los sufrimientos, los tormentos y la muerte.

¿Qué es la cruz?
El signo que señala el cielo.
Muy por encima del polvo y las brumas de aquí abajo
se eleva alta, hasta la luz más pura.
Abandona pues lo que los hombres pueden coger,
abre las manos, estréchate contra la cruz:
ella te lleva entonces
hasta la luz eterna.

Levanta la mirada hacia la cruz:
Ella extiende sus travesaños
a manera de un hombre que abre los brazos
para acoger al mundo entero.
Venid todos, vosotros que penáis bajo el peso de la carga (Mt 11,28)
y también los que gritáis, sobre la cruz con Él.
Ella es la imagen de Dios que, crucificado, se quedó lívida.
Ella se eleva de la tierra hasta el cielo,
como El que subió al cielo
y quiso llevarnos allí a todos juntos con Él.

Abrazando solamente la cruz, lo posees a Él,
el Camino, la Verdad, la Vida (Jn 14,6).
Si llevas tu cruz, es ella quien te llevará,
será tu gloria.

evangeliodeldia.org

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El Papa presidió la celebración de 20 matrimonios

En la mañana de este domingo, 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el papa Francisco presidió la misa, en la basílica de San Pedro, con el rito del sacramento a veinte parejas de novios de la diócesis de Roma. Acompañaron a los emocionados novios sus familias y cuarenta sacerdotes amigos de los nuevos esposos. Algunas de las parejas vivían juntas desde hace algún tiempo y tienen hijos.

La ceremonia, la primera en el pontificado de Francisco, nació de su deseo de celebrar matrimonios. Se envió la solicitud del Papa a todos los sacerdotes de la diócesis de Roma para que escojan una pareja que exprese su sí en la basílica de San Pedro, con la bendición del Papa.

En su homilía, el Obispo de Roma recordó que el matrimonio “es símbolo de la vida, de la vida real”, y afirmó que no es una “novela”. Sino que es el sacramento del amor de Cristo y de la Iglesia, “un amor que encuentra en la Cruz su prueba y su garantía”.

El amor de Jesús bendijo y consagró la unión de los esposos, dijo el Papa y es capaz de mantener su amor y de renovarlo cuando humanamente se pierde, se hiere, se agota. El amor de Cristo puede devolver a los esposos la alegría de caminar juntos; porque eso es el matrimonio: un camino en común de un hombre y una mujer, en el que el hombre tiene la misión de ayudar a su mujer a ser mejor mujer, y la mujer tiene la misión de ayudar a su marido a ser mejor hombre. Esto es "la reciprocidad del amor".


Homilía el Santo Padre
La primera Lectura nos habla del camino del pueblo en el desierto. Pensemos en aquella gente en marcha, siguiendo a Moisés; eran sobre todo familias: padres, madres, hijos, abuelos; hombres y mujeres de todas las edades, muchos niños, con los ancianos que avanzaban con dificultad. Este pueblo nos lleva a pensar en la Iglesia en camino por el desierto del mundo actual, nos lleva a pensar en el Pueblo de Dios, compuesto en su mayor parte por familias.

Y nos hace pensar también en las familias, nuestras familias, en camino por los derroteros de la vida, por las vicisitudes de cada día. Es incalculable la fuerza, la carga de humanidad que hay en una familia: la ayuda mutua, la educación de los hijos, las relaciones que maduran a medida que crecen las personas, las alegrías y las dificultades compartidas. En efecto, las familias son el primer lugar en que nos formamos como personas y, al mismo tiempo, son los “adobes” para la construcción de la sociedad.

Volvamos al texto bíblico. En un momento dado, “el pueblo estaba extenuado del camino”. Estaban cansados, no tenían agua y comían sólo “maná”, un alimento milagroso, dado por Dios, pero que, en aquel momento de crisis, les parecía demasiado poco. Y entonces se quejaron y protestaron contra Dios y contra Moisés: “¿Por qué nos sacaron?”. Es la tentación de volver atrás, de abandonar el camino.

Esto me lleva a pensar en las parejas de esposos que “se sienten extenuadas del camino”, del camino de la vida conyugal y familiar. El cansancio del camino se convierte en agotamiento interior; pierden el gusto del Matrimonio, no encuentran ya en el Sacramento la fuente de agua. La vida cotidiana se hace pesada, y muchas veces “da náusea”.

En ese momento de desorientación –dice la Biblia–, llegaron serpientes venenosas que mordían a la gente, y muchos murieron. Esto provocó el arrepentimiento del pueblo, que pidió perdón a Moisés y le suplicó que rogase al Señor que apartase las serpientes. Moisés rezó al Señor y Él dio el remedio: una serpiente de bronce sobre un estandarte; quien la mire, quedará sano del veneno mortal de las serpientes.

¿Qué significa este símbolo? Dios no acaba con las serpientes, sino que da un “antídoto”: mediante esa serpiente de bronce, hecha por Moisés, Dios comunica su fuerza de curación, fuerza de curación que es su misericordia, más fuerte que el veneno del tentador.

Jesús, como escuchamos en el Evangelio, se identificó con este símbolo: el Padre, por amor, lo ha “entregado” a Él, el Hijo Unigénito, a los hombres para que tengan vida; y este amor inmenso del Padre lleva al Hijo, a Jesús, a hacerse hombre, a hacerse siervo, a morir por nosotros y a morir en una cruz; por eso el Padre lo ha resucitado y le ha dado poder sobre todo el universo. Así se expresa el himno de la Carta de San Pablo a los Filipenses. Quien confía en Jesús crucificado recibe la misericordia de Dios que cura del veneno mortal del pecado.

El remedio que Dios da al pueblo vale también, especialmente, para los esposos que, “extenuados del camino”, sienten la tentación del desánimo, de la infidelidad, de mirar atrás, del abandono. También a ellos Dios Padre les entrega a su Hijo Jesús, no para condenarlos, sino para salvarlos: si confían en Él, los cura con el amor misericordioso que brota de su Cruz, con la fuerza de una gracia que regenera y encauza de nuevo la vida conyugal y familiar.

El amor de Jesús, que ha bendecido y consagrado la unión de los esposos, es capaz de mantener su amor y de renovarlo cuando humanamente se pierde, se hiere, se agota. El amor de Cristo puede devolver a los esposos la alegría de caminar juntos; porque eso es el matrimonio: un camino en común de un hombre y una mujer, en el que el hombre tiene la misión de ayudar a su mujer a ser mejor mujer, y la mujer tiene la misión de ayudar a su marido a ser mejor hombre. Ésta es su misión entre vosotros. “Te amo, y por eso te hago mejor mujer”; “te amo, y por eso te hago mejor hombre”.

Es la reciprocidad de la diferencia. No es un camino llano, sin problemas, no, no sería humano. Es un viaje comprometido, a veces difícil, a veces complicado, pero así es la vida. Y en el marco de esta teología que nos ofrece la Palabra de Dios sobre el pueblo que camina, también sobre las familias en camino, sobre los esposos en camino, un pequeño consejo. Es normal que los esposos discutan. Es normal. Siempre se hizo. Pero les doy un consejo: que sus días jamás terminen sin hacer las paces. Jamás. Basta un pequeño gesto. Y de este modo se sigue caminando.

El matrimonio es símbolo de la vida, de la vida real, no es una “novela”. Es sacramento del amor de Cristo y de la Iglesia, un amor que encuentra en la Cruz su prueba y su garantía. Les deseo, a todos vosotros, un hermoso camino: un camino fecundo; que el amor crezca. Deseo que sean felices. No faltarán las cruces, no faltarán. Pero el Señor estará allí para ayudarlos a avanzar. Que el Señor los bendiga”.

aica.org

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sábado, 13 de septiembre de 2014

La imagen que vuelve a abrir el debate de la ley del aborto en Reino Unido


Emily Caines, de 25 años, ha hecho pública una foto del momento del nacimiento de su niña de 24 semanas. El bebé era demasiado pequeño para sobrevivir, pero sus padres han querido abrir un debate en Reino Unido, donde se permite el aborto hasta las 24 semanas de gestación. Caines declaró al diario "Daily Mirror" que "la imagen de nuestra niña demuestra que a las 24 semanas no son fetos sino seres humanos completamente formados. Pensar que alguna mujer puede decidir legalmente interrumpir su embarazo porque no encaja dentro de su estilo de vida es horrible. Si es por motivos de salud, la situación cambia"

Emily recuerda que "el grito de la niña nos llenó de esperanza. Sus pequeños puños se agitaban y pude ver a los médicos que trataban de salvarla. Sin embargo, una hora después nos dijeron que estaba resultando imposible poner en funcionamientos sus pulmones para ayudarla a respirar y estuvimos de acuerdo en dejarla marchar. Me resulta especialmente hiriente cuando la gente usa el término aborto involuntario para describir el caso de nuestra hija, pero la foto de ella gritando muestra que claramente que no es el caso".

larazon.es

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viernes, 12 de septiembre de 2014

Enseñarás a volar

Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo.

Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño.

Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida.

Sin embargo… en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño,
perdurará siempre la huella del camino enseñado.


Poema de la Madre Teresa de Calcuta
calcuta.org

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Artículo de la semana:

Vengo por ti

Estoy cansado de trabajar y de ver a la misma gente, camino a mi trabajo todos los días, llego a la casa y mi esposa sirvió lo mismo de la c...

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