viernes, 27 de junio de 2014

Una bebé británica nacida a las 24 semanas vuelve a evidenciar la cruel falsedad del aborto


La pequeña Emily Cressey se aferra a la vida: nacida el pasado 27 de febrero, con un tiempo gestacional en el que se permite el aborto en Reino Unido, es una “bendición” para sus padres y sus tres hermanos.

REDACCIÓN HO.- La pequeña Emily, conocida como "el pequeño milagro", nació a las 24 semanas de gestación, con tan solo un kilogramo de peso, el pasado 27 de febrero. Solo un mes después, el 30 de marzo -Día de la Madre en Inglaterra-, pudo recibir el primer abrazo de su mamá, Claire Cressey, de 34 años, que nunca olvidará esa fecha. Su hija luchó por sobrevivir todo este tiempo, y se aleja cada vez más del peligro. Su caso despierta conciencias en el Reino Unido, donde es legal abortar a bebés con la misma edad gestacional.

En declaraciones recogidas por el diario británico Daily Mirror, Claire expresa su felicidad. La pequeña Emily ya ha recibido su primera lactancia en biberón en brazos de su madre, que se emociona recordando ese instante: «esperé más de un mes para poder sostenerla, y esto es algo que recordaré por el resto de mi vida, fue el momento más hermoso; la mayoría de madres lo dan por sentado, incluso se hartan de hacerlo, pero yo no», declara.

La pequeña era desde el primer instante de su nacimiento un puro testimonio, aferrándose a la vida: primero con respiración ventilada, después con una máquina de presión positiva continua, necesaria para ayudar a que sus diminutos pulmones se desarrollaran hasta que pudieran valerse por sí mismos. Sus padres, Claire y Alan Coultas, y sus hermanos -Caitlin, de ocho años; Millie, de cuatro; y Brooke, de 17 meses- celebraron el coraje de Emily con un pastel.

Claire asegura que al sostener a su bebé, «sus tubos parecieron desvanecerse y el momento se convirtió en real; mirando a mi bebé alimentarse, me sentí tan bien como agradecida”. «Acuno a Emily y recuerdo esas primeras pocas semanas cada día; estoy sorprendida de lo lejos que hemos llegado», advierte. «Incluso me he sorprendido a mí misma y me he dado cuenta que he encontrado una nueva fuerza interior que nunca pensé que tenía», subraya.

«Hemos sido verdaderamente bendecidos por Emily», añade. «Verla sostener el biberón fue maravilloso, estoy agradecida por este tiempo, tan precioso: cuando luchas por mantener a tu bebé viva por tanto tiempo, no pasas por alto estos momentos simples. Fue tan emotivo... Nunca he experimentado nada como eso antes», añade, recordando que «Emily se acurrucó en mi pecho y se quedó dormida. Es tan pequeña, que cabe en la palma de la mano».

«Para mí, ella es perfecta», añade. «A pesar de que Emily es aún muy pequeña, está aquí: es fuerte, está determinada a vivir y es una gran luchadora. ¿Qué más podría pedir? ¡Nada!», concluye.


hazteoir.org

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miércoles, 25 de junio de 2014

No caigan en la tentación de decir “creo en Dios” pero no en la Iglesia, exhorta el Papa Francisco


“En la Iglesia no existe el ‘hazlo solo’ o los ‘jugadores libres’”, expresó el Papa Francisco este miércoles durante la Audiencia General, al advertir a los fieles sobre el peligro de caer en la tentación de creer que se puede tener “una relación personal directa” con Cristo fuera de la comunión y la mediación de la Iglesia.

“A veces sucede que escuchamos a alguien decir: ‘yo creo en Dios, creo en Jesús, pero la Iglesia no me interesa’. ¿Cuántas veces hemos escuchado esto? Y esto no está bien. Existe quién considera que puede tener una relación personal directa, inmediata con Jesucristo fuera de la comunión y de la mediación de la Iglesia. Son tentaciones peligrosas y dañinas. Son, como decía Pablo VI, dicotomías absurdas”, expresó el Papa.

En ese sentido, recordó que “no se hacen cristianos en laboratorio”, sino dentro del seno de la Iglesia. “Si el nombre es ‘cristiano’, el apellido es ‘pertenezco a la Iglesia’”, reiteró.

A continuación el texto de la Audiencia del Papa gracias a la traducción de Radio Vaticana:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy hay otro grupo de peregrinos conectados con nosotros en el Aula Pablo VI. Son peregrinos enfermos. Porque con este tiempo, entre el calor y la posibilidad de lluvia, era más prudente que ellos permanecieran allí. Pero ellos están conectados con nosotros a través de una pantalla gigante. Y así, estamos unidos en la misma Audiencia. Y todos nosotros hoy rezaremos especialmente por ellos, por sus enfermedades. Gracias.

En la primera catequesis sobre la Iglesia, el miércoles pasado, comenzamos por la iniciativa de Dios que quiere formar un Pueblo que lleve su bendición a todos los pueblos de la tierra. Empieza con Abraham y luego, con mucha paciencia – y Dios tiene, tiene tanta- con tanta paciencia prepara este Pueblo en la Antigua Alianza hasta que, en Jesucristo, lo constituye como signo e instrumento de la unión de los hombres con Dios y entre nosotros.

Hoy vamos hacer hincapié en la importancia que tiene para el cristiano pertenecer a este Pueblo. Hablaremos de la pertenencia a la Iglesia.

1. Nosotros no estamos aislados y no somos cristianos a título individual, cada uno por su lado, no: ¡nuestra identidad cristiana es pertenencia! Somos cristianos porque nosotros pertenecemos a la Iglesia. Es como un apellido: si el nombre es "Yo soy cristiano", el apellido es: "Yo pertenezco a la Iglesia." Es muy bello ver que esta pertenencia se expresa también con el nombre que Dios se da a sí mismo.

Respondiendo a Moisés, en el maravilloso episodio de la "zarza ardiente", de hecho, se define como el Dios de tus padres, no dice yo soy el Omnipotente, no: yo soy el Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. De este modo, Él se manifiesta como el Dios que ha establecido una alianza con nuestros padres y se mantiene siempre fiel a su pacto, y nos llama a que entremos en esta relación que nos precede. Esta relación de Dios con su Pueblo nos precede a todos nosotros, viene de aquel tiempo.

2. En este sentido, el pensamiento va primero, con gratitud, a aquellos que nos han precedido y que nos han acogido en la Iglesia. ¡Nadie llega a ser cristiano por sí mismo! ¿Es claro esto? Nadie se hace cristiano por sí mismo. No se hacen cristianos en laboratorio. El cristiano es parte de un Pueblo que viene de lejos. El cristiano pertenece a un Pueblo que se llama Iglesia y esta Iglesia lo hace cristiano el día del Bautismo, se entiende, y luego en el recorrido de la catequesis y tantas cosas.

Pero nadie, nadie, se hace cristiano por sí mismo. Si creemos, si sabemos orar, si conocemos al Señor y podemos escuchar su Palabra, si nos sentimos cerca y lo reconocemos en nuestros hermanos, es porque otros, antes que nosotros, han vivido la fe y luego nos la han transmitido, la fe la hemos recibido de nuestros padres, de nuestros antepasados y ellos nos la han enseñado. Si lo pensamos bien, ¿quién sabe cuántos rostros queridos nos pasan ante los ojos, en este momento? Puede ser el rostro de nuestros padres que han pedido el bautismo para nosotros; el de nuestros abuelos o de algún familiar que nos enseñaron a hacer la señal de la cruz y a recitar las primeras oraciones.

Yo recuerdo siempre tanto el rostro de la religiosa que me ha enseñado el catecismo y siempre me viene a la mente - está en el cielo seguro, porque es una santa mujer - pero yo la recuerdo siempre y doy gracias a Dios por esta religiosa - o el rostro del párroco, un sacerdote o una religiosa, un catequista, que nos ha transmitido el contenido de la fe y nos ha hecho crecer como cristianos. Pues bien, ésta es la Iglesia: es una gran familia, en la que se nos recibe y se aprende a vivir como creyentes y discípulos del Señor Jesús.

3. Este camino lo podemos vivir no solamente gracias a otras personas, sino junto a otras personas. En la Iglesia no existe el “hazlo tú solo”, no existen “jugadores libres”. ¡Cuántas veces el Papa Benedicto ha descrito la Iglesia como un “nosotros” eclesial! A veces sucede que escuchamos a alguien decir: “yo creo en Dios, creo en Jesús, pero la Iglesia no me interesa”. ¿Cuántas veces hemos escuchado esto? Y esto no está bien. Existe quién considera que puede tener una relación personal directa, inmediata con Jesucristo fuera de la comunión y de la mediación de la Iglesia. Son tentaciones peligrosas y dañinas. Son, como decía Pablo VI, dicotomías absurdas.

Es verdad que caminar juntos es difícil y a veces puede resultar fatigoso: puede suceder que algún hermano o alguna hermana nos haga problema o nos de escándalo. Pero el Señor ha confiado su mensaje de salvación a personas humanas, a todos nosotros, a testigos; y es en nuestros hermanos y en nuestras hermanas, con sus virtudes y sus límites, que viene a nosotros y se hace reconocer. Y esto significa pertenecer a la Iglesia. Recuérdenlo bien: ser cristianos significa pertenencia a la Iglesia. El nombre es “cristiano”, el apellido es “pertenencia a la Iglesia”.

Queridos amigos, pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia, la gracia de no caer jamás en la tentación de pensar que se puede prescindir de los otros, de poder prescindir de la Iglesia, de podernos salvar solos, de ser cristianos de laboratorio. Al contrario, no se puede amar a Dios sin amar a los hermanos; no se puede amar a Dios fuera de la Iglesia; no se puede estar en comunión con Dios sin estar en comunión con la Iglesia; y no podemos ser buenos cristianos sino junto a todos los que tratan de seguir al Señor Jesús, como un único Pueblo, un único cuerpo y esto es la Iglesia. Gracias.

aciprensa.com

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Las espectaculares cifras de la Iglesia Católica

La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha publicado el pasado 9-6-2014 su memoria de actividades correspondiente al año 2012, en la que muestra todo tipo de cifras, desde el dinero que ingresa hasta dónde lo gasta, pasando por el número de misioneros o la cantidad de dinero que la Iglesia logra ahorrar al Estado cada año. Además, con la publicación de todos estos datos, avalados por la empresa auditora PwC, muestra que la principal fuente de ingresos procede de las colectas de los propios feligreses.

Las personas en situación de pobreza que atiende la Iglesia Católica en España han aumentado un 25% en un año. La Iglesia se ha revelado como uno de los agentes "más activos" contra los efectos de la crisis, atendió más necesidades con menos recursos y un incremento del ahorro en la gestión, según la memoria, presentada este lunes.

La CEE informa que el pasado año atendieron en total más de 3,5 millones de personas en alguno de los 8,130 centros asistenciales católicos que existen en España. Entre ellos, niños, mujeres maltratadas, inmigrantes, discapacitados o familias con necesidades provocadas por la crisis económica. Además, los distintos centros de la Iglesia repartieron un total de 2,4 millones de comidas. Estos son algunos de sus datos:

•2.247.000 personas fueron atendidas en sus principales necesidades materiales, de acompañamiento y escucha.
•8.500 personas fueron orientadas y acompañadas en el proceso de búsqueda de trabajo.
•61.300 personas mayores y con alguna enfermedad o discapacidad fueron atendidas.
•58.000 personas inmigrantes recibieron ayuda en su situación.
•18.500 familias fueron acompañadas en centros de orientación familiar.
•18.400 personas recibieron asesoría jurídica.
•15.400 personas drogodependientes recibieron asistencia.
•7.900 niños y jóvenes fueron acogidos en centros para la tutela de la infancia.
•5.900 mujeres víctimas de violencia fueron acogidas y ayudadas.

Mientras tanto, los voluntarios de Cáritas no paran de crecer desde el comienzo de la crisis. Si en 2007 eran ya más de 56.000 al finalizar el año 2012 ya superaban los 70.000. Algo parecido ocurre con Manos Unidas, la ONG de la Iglesia que realiza su labor en países del tercer mundo. Más de cuatro millones de personas se han beneficiado de los 550 proyectos que se han llevado a cabo en 56 países.

La labor educativa es uno de los signos más visibles de la Iglesia. En su memoria, la CEE detalla que existen en España 2.620 centros de enseñanzas católicos con casi 1,5 millones de alumnos. Según los cálculos que hacen los centros concertados católicos suponen un ahorro para el Estado de 4.100 millones de euros.

Más datos:

· 107 hospitales (Ahorran al Estado 50 millones de euros por hospital al año)

· 1.004 centros; entre ambulatorios, dispensarios, asilos, centros de minusválidos, de transeúntes y de enfermos terminales de SIDA; un total de 51.312 camas (Ahorran al Estado 4 millones de euros por centro al año)

· Gasto de Cáritas al año: 155 millones de euros (salidos del bolsillo de los cristianos españoles)

· Gasto de Manos Unidas: 43 millones de euros (del mismo bolsillo)

· Gasto de las Obras Misionales Pontificias (Domund): 21 millones de euros (¿Imaginan de dónde sale?)

· 365 Centros de reeducación para marginados sociales: ex-prostitutas, ex-presidiarios y ex-toxicómanos; 53.140 personas. (Ahorran al Estado, medio millón de euros por centro)

· 937 orfanatos; 10.835 niños abandonados. (Ahorran al Estado 100.000 euros por centro)

· El 80 % del gasto de conservación y mantenimiento del Patrimonio histórico-artístico. (Se ha calculado un ahorro aproximado al Estado de entre 32.000 y 36.000 millones de euros al año)

A todo esto tenemos que sumar que casi la totalidad de las personas que trabajan o colaboran con Manos Unidas, Cáritas, etc…. son voluntarios 'sin sueldo' (aunque a algunos les extrañe es cierto, hay personas que trabajan por los demás sin pedir a cambio un salario), realizando su labor para ayudar a los demás sin pedir nada a cambio. ¿En cuánto podríamos cuantificar su trabajo?

Otros datos:

Si consideramos todas las confesiones cristianas, hubo 40 millones de mártires (personas que mueren sólo por su Fe) solamente en el siglo XX.

Millones de muertos en 21 siglos, perseguidos por creer y vivir que Jesús es Dios que nos ama. Muertos por aceptar a Jesús de Nazaret como único Señor y Salvador.

Y claro: ni el Estado, ni el placer, ni el poder, ni el dinero, ni las modas quieren que Jesús sea tu Señor, porque quieren serlo ellos. Es lógico que haya habido persecuciones y que aún sigan habiéndolas contra millones de cristianos.

¿Sabes que sólo en el año 2005 murieron asesinados 27 misioneros católicos?

Dejaron sus casas, países y familias sabiendo que les podían matar.

FUERTE, ¿VERDAD?

¿Conoces verdaderamente la realidad de la Iglesia Católica? Infórmate bien. Habla con datos. Busca la verdad. No te confundas...

Hay cosas que parecen iguales... pero no lo son. No es lo mismo el original que la versión.

Si quieres conocer la original y verdadera vida de Cristo, ... lee los Cuatro Evangelios. El Cristo de Verdad.

No hables de oídas. No admitas sucedáneos. No pierdas el color de la verdadera historia. Busca las fuentes, lee, investiga.

Ten ojo avizor y sentido crítico. Para no depender de lo que te cuente la última novela o la última película...

webcatolicodejavier.org

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lunes, 23 de junio de 2014

Hagamos de la Eucaristía el centro de nuestra vida, pidió Francisco

“Cada vez que participamos en la Santa Misa y comemos el Cuerpo de Cristo, la presencia de Jesús y del Espíritu Santo obra dentro de nosotros, forja nuestros corazones, nos comunica las actitudes internas que se traducen en comportamientos según el Evangelio”, expresó el papa Francisco, en el mediodía de este domingo 22 de junio, en sus palabras previas al rezo de la oración mariana del Ángelus, junto a miles de fieles peregrinos que colmaban la plaza de San Pedro.

El Santo Padre recordó que este domingo se celebra en muchos países, entre ellos en la Argentina, la fiesta del cuerpo y sangre de Cristo, llamada generalmente con su nombre en latín: Corpus Christi.

“La Comunidad eclesial, dijo Francisco, se reúne alrededor de la Eucaristía para adorar el tesoro más preciado que Jesús dejó”.

El Papa condena todas las formas de tortura


Luego del rezo del Ángelus, en sus palabras dirigidas a los peregrinos, el Santo Padre se refirió al flagelo de la tortura. "Torturar a las personas es un pecado mortal, es un pecado muy grave", dijo el Papa, al mencionar que "el 26 de junio próximo tiene lugar la Jornada de las Naciones Unidas para las víctimas de la tortura. En esta circunstancia reitero la firme condena de toda forma de tortura e invito a los cristianos a empeñarse para colaborar a su abolición y sostener a las víctimas y sus familiares", afirmó el Pontífice.


Palabras del Papa
Queridos hermanos y hermanas:

En Italia y muchos otros países están celebrando este domingo, la fiesta del cuerpo y sangre de Cristo –se usa generalmente el nombre en latín: Corpus Domini, o Corpus Christi. La Comunidad eclesial se reúne alrededor de la Eucaristía para adorar el tesoro más preciado que Jesús dejó.

El Evangelio de Juan presenta el discurso sobre el "pan de vida", dado por Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm, al cual afirma: "Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Si alguien come de este pan, vivirá para siempre y el pan que daré es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6,51). Jesús señala que no vino a este mundo a dar algo, sino para darse a sí mismo, su vida, como alimento para quienes tienen fe en Él. Esta comunión con el Señor nos compromete, sus discípulos, a imitarlo, hacer nuestras vidas un pan despedazado para los demás, como el Maestro despedazó el pan que es su carne.

Cada vez que participamos en la Santa Misa y comemos el Cuerpo de Cristo, la presencia de Jesús y del Espíritu Santo obra dentro de nosotros, forja nuestros corazones, nos comunica las actitudes internas que se traducen en comportamientos según el Evangelio. En primer lugar la docilidad a la palabra de Dios, después la fraternidad entre nosotros mismos, el valor del testimonio cristiano, la fantasía de la caridad, la capacidad de dar esperanza a los que no tienen fe, para dar cabida a los excluidos. De esta manera la Eucaristía hace madurar un estilo de vida cristiano. La caridad de Cristo, recibe con corazón abierto, nos cambia, nos transforma, nos hace capaces de amar no según la medida humana, siempre limitada, según la medida de Dios, es decir, sin medida.

Y es entonces que somos capaces de amar incluso a quienes no nos quieren, de oponernos a mal con el bien, de perdonar, de compartir, de aceptar. Gracias a Jesús y su espíritu, incluso nuestras vidas se convierten en "pan despezado" por nuestros hermanos. Y viviendo así descubrimos la verdadera alegría! La alegría de ser don, para corresponder el gran regalo que recibimos, sin nuestro mérito.

Jesús, pan de vida eterna, descendió del cielo y se hizo carne por medio de la fe de María Santísima. Después de haberlo tenido consigo misma con amor inefable, Ella lo siguió fielmente hasta la Cruz y la resurrección. Pedimos a la Virgen que nos ayude a redescubrir la belleza de la Eucaristía, y a hacerlo centro de nuestra vida, especialmente en la misa del domingo y en la adoración”.

aica.org

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domingo, 22 de junio de 2014

Evangelio del Domingo

Evangelio según San Juan 6,51-58

Jesús dijo a los judíos:
"Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo".
Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente".

Comentario del Evangelio: “El que coma de este pan vivirá eternamente” Por: Santa Teresa Benedicta de la Cruz [Édith Stein]


Nos atrae con poder misterioso,
nos encierra en sí en el seno del Padre
y nos da el Espíritu Santo.

Este corazón palpita para nosotros en el pequeño tabernáculo
donde permanece misteriosamente oculto
en aquella silenciosa, blanca forma.

Este es, Señor, tu trono de Rey en la tierra,
que tú has erigido visiblemente para nosotros,
y te gusta ver acercarme a él.

Tú incas tu mirada lleno de amor en la mía,
e inclinas tu oído a mis suaves palabras
y llenas el corazón con profunda paz.

Pero tu amor no encuentra satisfacción
en este intercambio que todavía permite separación:
Tu corazón exige más y más.

Tú vienes a mí cada mañana como alimento,
tu carne y sangre son para mí bebida y comida
y se obra algo maravilloso.

Tu cuerpo cala misteriosamente en el mío,
y tu alma se une a la mía:
ya no soy yo lo que era antes.

Tú vienes y vas, pero permanece la semilla
que tú has sembrado para la gloria futura (Mc 4,26; Jn 12,24),
escondida en el cuerpo de polvo.

Permanece un resplandor del cielo en el alma,
permanece una profunda luz en los ojos,
una suspensión en el tono de voz.

Permanece el vínculo, que une corazón con corazón,
la corriente de vida que brota del tuyo
y da vida a cada miembro (1Co 12,27).

Qué admirables son las maravillas de tu amor,
sólo nos asombramos, balbuceamos y enmudecemos,
porque el espíritu y la palabra no puede expresar.

evangeliodeldia.org

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jueves, 12 de junio de 2014

¿Entendemos los jóvenes del siglo XXI el verdadero sentido de la pureza?

Sé que a estas alturas de la película y en la sociedad en la que vivimos, no parece muy oportuno hablar de pureza, de esta virtud que nos enseña a amar, esta gran desconocida. Adquirir la virtud de la pureza es posible y es necesario reivindicarla. Benedicto XVI decía que éramos los mártires de la pureza en este siglo XXI.

Resulta incómodo y conflictivo, parece que molestas cuando hablas de ella. ¿Pureza?¿vivir con pudor, dominio y sensatez el propio cuerpo y respetar el ajeno? ¡Venga ya!, te dicen, ¿en qué siglo vives y de qué siglo eres? ¿Pureza para qué? Eso son tonterías y complejos de monjas.

Como si se diera por hecho que el estado más óptimo de la intimidad sexual del hombre fuera la promiscuidad guiada por el “me apetece”, como si el “te quiero” pasará a un segundo plano dando paso al cuerpo a solas o en compañía, pero sin alma.

Así continúan. Lo normal es la exhibición no el recato o la delicadeza. La fidelidad o la continencia son una cárcel, una asfixia; solemos pensar: “soy joven, tengo mucho que vivir y que disfrutar aún en la vida y eso es un rollo de la época de mis abuelos”. ¿Para qué voy a bajarme la falda, subirme el escote o dejar de ver pornografía? ¿A quién hago daño? A ti mismo, a tu alma, ¿te parece poco?

Vale, contestan, y ¿qué consigo con eso? Descubrir las mil y un maneras de amar.

Porque lo quieres lo miras con cariño, le sonríes, lo escuchas, lo aconsejas y lo haces ser mejor persona, así ya se lo estás demostrando y no solo es con el cuerpo, pues si fuera así ignorarías las otras mil maneras.

Cuando los años pasen, ya no medirás ni pesarás igual, tu melena no será tan bonita ni tu figura tan atractiva, habrán modelos que serán más bellos físicamente que tu, pero a ti te querrán por entero.

La persona es cuerpo y alma y si solo te entregas al cuerpo el querer se quedará corto y se esfumará con los años, no estarás amando por completo.

Por otro lado, el sexo es uno de los bienes más preciados que posee el hombre, con el que nos damos la vida. Si lo rebozamos de cieno pierde su gracia, su encanto, su misterio, su destino de santidad. Y el alma sufre, aunque lo disimule entre carcajadas o palabras huecas.

Pues sí, pureza. Que el verdadero amor domine nuestras pasiones. Que no nos comportemos como animales y encima presumamos de ello como quien se lleva un trofeo, uno dos tres o diez en un fin de semana, rebajando a la otra persona al grado de objeto. Que haya lucha y seamos capaces de rectificar el rumbo cuando nos descarrilemos. ¡Tú puedes, yo puedo, todos podemos!

jovenescatolicos.es

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miércoles, 11 de junio de 2014

La humanidad tiene necesidad de ti

Si la nota dijese: una nota no hace una melodía,... no habría sinfonía.

Si la palabra dijese: una palabra no puede hacer una página.... no habría libro.

Si la piedra dijese: una piedra no puede levantar una pared.... no habría casa.

Si la gota dijese: una gota no puede formar un río,... no habría océano.

Si el grano de trigo dijese: un grano no puede sembrar un campo ... no habría cosecha.

Si el hombre dijese: un gesto de amor no puede salvar a la humanidad nunca habría justicia, ni paz, ni dignidad, ni felicidad sobre la tierra.

Ama y obra de verdad, pues sólo el amor puede vencer al sufrimiento y el peso del amor que pones en el mundo aunque tú no veas su fruto, da una nueva sangre al cuerpo cansado de la humanidad.

Porque así como la sinfonía necesita de cada nota, como el libro necesita de cada palabra, como la casa necesita de cada piedra, como la cosecha necesita de cada grano de trigo, la humanidad entera tiene necesidad de ti, allí donde estés, ya que eres único, y por tanto irreemplazable.

webcatolicodejavier.org

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martes, 10 de junio de 2014

Te preparan "para el momento", pero destruyen tu futuro

Una de las principales problemáticas a la que nos enfrentamos los jóvenes de hoy en la sociedad moderna, es la distorsión del concepto de educación sexual. ¿Cuál es el objetivo de la educación sexual hoy día y qué impacto tiene en el desarrollo del ser humano en nuestra sociedad?

Podemos pensar en la educación sexual de los jóvenes como una herramienta fundamental que nos prepara para un camino de plenitud en la vida marital, sin embargo, el concepto de “educación sexual para el matrimonio” parece diferir completamente de los propósitos de la educación sexual actual.

Los jóvenes en vez de ser educados en el autodominio, respeto y maduración de nuestras personalidades para el amor, somos impulsados al uso, cosificación, abuso y des-subjetivación de la sexualidad.

Sin lugar a dudas, muchos de las ideas en cuanto a la libertad sexual de hoy provienen del desgaste de la liberación y revolución sobre el cuerpo, de la década de los ´50. Sociedades oprimidas ideológica e intelectualmente, encontraron su manera de rebelarse, no solo desde las ideas, sino, con la falsa expectativa de que llevando el cuerpo al extremo de su uso cosificado, se lograría cierto estado de descubrimiento de los sentidos y alcance de placer, felicidad, goce, conocimiento, etc. La idea de experimentar con el cuerpo como forma de llegar a la comprensión de lo Absoluto.

Sin embargo, esto no hizo más que distanciar al hombre de sus ideales, en tanto esa “experimentación” cosifica a la persona, desvinculándola de su unión con el otro para ser uno, alejándola del amor verdadero que aspira descubrir y vivir. Hoy vivimos bajo los estragos de las consecuencias de esas sociedades liberales, que confundieron los vínculos desde la alienación de lo físico y la rendición al placer, y así nos encontramos tristemente en una sociedad que potencia el uso y abuso del cuerpo como herramienta de superación, desde la inmediatez y la falta de intimidad.

Ya sabemos que hoy en día vivimos la cultura del “ahora” donde nada puede esperar, y a eso le sumamos que las satisfacciones de los deseos, no solo son “inmediatas” sino que además, son objetivizadas: En una relación entre dos personas, no parecen importar las personas, ni el vínculo amistoso y puro entre ellos, sino la autosatisfacción del deseo propio, con el cuerpo del otro. tampoco parece importar el bien del otro.

Pero paradójicamente, al no haber un vínculo sólido y permanente entre las personas, al no ser una unión verdadera, no hay satisfacción profunda. Todo es cuestión de un momento fugaz, que no llena, que no deja nada, sino tan solo la certeza de que eso no alcanza, y la angustia del vacío de cuando la persona es tomada como un objeto y descartada después de su uso.

Como consecuencia, se buscan nuevas satisfacciones, del mismo tipo o de otros tipos, con otras personas-objetos, las cuales serán igualmente insatisfactorias, y así hasta la perversión total del propio cuerpo y de las relaciones.

Este círculo vicioso, lleva a la destrucción de la autoestima de la persona, ataca directamente su confianza y su deseo natural de preservación. Nadie quiere sentirse como un trapo sucio, roto y desechable, pero al mismo tiempo podemos llegar a convencernos de serlo, sin poder ya escapar de esa sensación.

No hay duda de que los jóvenes poseemos cierta sabiduría natural de cuidado y preservación de nuestro cuerpo. Sabemos qué es lo mejor y más sano para nosotros, porque ninguno de nosotros quiere ser maltratado y devaluado. Pero vivimos una sociedad que nos empuja constantemente a ir en contra de esa sabiduría natural, invitándonos al “autodescubrimiento” y “autoexploración” desde lo sexual.

Los medios de comunicación son uno de los principales influyentes en el despertar temprano a la sexualidad. Incluso los programas de telenovelas adolescentes nos incitan a cierta experimentación con el otro, y nos empujan a un viaje de iniciación hacia la vida sexual. Los anuncios publicitarios fomentan no pocas veces la viveza y falta de valores en el trato hacia el otro, así como también la provocación, el exceso, la falta de recato y modestia, particularmente en las mujeres. También nos convencen de la necesidad de cambiar imperiosamente nuestros cuerpos —ya desde niñas— por el cuerpo estandarizado de una “mujer” adulta y de cierto “modelo de belleza” inalcanzable para nosotras. Muchas jóvenes se ven presionadas a tener más o menos tamaño en las partes de su cuerpo, para poder sentir la ilusión de que de esa manera serán más valoradas por los chicos. Pero antes de dar ese paso, antes de ser convencidos por la publicidad, por las telenovelas, por las revistas o por el bombardeo pornográfico, ninguna niña quiere ser mirada como un pedazo de carne, ningún joven inocente siente la necesidad de usar a otra persona.

Vivimos la proximidad, la inmediatez de obtener lo que queremos velozmente, con la vaga idea de que esa es la solución real de nuestros problemas, incluso no solo aparece como solución a los problemas, sino como un reto, una curiosidad por experimentar el placer del que todos hablan “maravillas”, por “querer ser como dioses” en lo que respecta al sexo, por “no ser aburridos”, “atreverse”, liberarse, disfrutar, divertirse, pero no es más que la “solución” de momento, es hacer lo que hacen todos.

Erich Fromm, un psicólogo que ha dado mucha luz a la comprensión de las sociedades, ha advertido sobre la trampa mortal de esta “validación consensuada”:

“Se supone ingenuamente que el hecho de que la mayoría de la gente comparta ciertas ideas y sentimientos, demuestra la validez de esas ideas y sentimientos. Nada más lejos de la verdad. El hecho de que millones de personas compartan los mismos vicios no convierte esos vicios en virtudes; el hecho de que compartan muchos errores no convierte a éstos en verdades, y el hecho de que millones de personas padezcan las mismas formas de patología mental no hace de esas personas gente equilibrada.” (Fromm, Erich: ¿Puede estar enferma una sociedad?, en: Psicoanálisis de la sociedad contemporánea, FCE, 1955).

Nos encontramos en una sociedad que no crea los caminos correctos para que los jóvenes nos insertemos ante la realidad hermosa de la sexualidad desde el dominio propio, sino que corrompe bajo la idea de una falsa “liberación sexual”, de que todo tipo de comportamiento sexual “es sano y normal”, de que todo está permitido y de que hay que dar rienda suelta a nuestros impulsos sexuales siempre y cuando haya consenso y “nos cuidemos”. Es una sociedad que utiliza las herramientas de ejercicio de poder, como los medios de comunicación y las leyes, para convencer fácilmente y dirigir a las masas por donde quieren.

No hay que olvidar que el que escribe el guión del programa juvenil de moda, no es un adolescente. Tal vez bajo el argumento de que sabe “lo que los jóvenes quieren” —porque ha estudiado algo de sicología para poder manipularlos— le vende a los jóvenes algo seductor pero que en el fondo no quisieran, sin poder escapar por estar presos de esta sociedad y sus malas costumbres. Y como sociedad, ¿reflexionamos acaso acerca de dónde viene esa persona que escribe esto, a qué generación pertenece, cuál es su ideología, qué tipo de entramado social está formando?

Pensemos también sobre los gobiernos que bajo la excusa de ser progresivos, fomentan la educación de la sexualidad como una ruptura de los mandatos opresores sobre la idea del placer y el sexo, vendiéndose como los educadores (claro, sin ninguna responsabilidad) de lo que nadie le quiere contar a los jóvenes para que la pasen mejor y vivan en plenitud. Otra vez el concepto de que “el que conserva su pureza es un reprimido o enfermo”, y frente a eso, la propuesta de un portal de sabiduría, que abre la mente y el descubrimiento del cuerpo para la vida en plenitud.

¿Qué se presenta en cambio como vivir en plenitud y libertad, sanamente? Seguramente, tener relaciones con alguien sin haber establecido un vínculo sano y puro, es decir, libre de egoísmo, sin un compromiso serio como lo es el vínculo matrimonial, y quedar vacío por haberse entregado al arrebato y a la búsqueda de satisfacción de un momento. Plenitud y libertad no es vivir la cultura del descarte. No es cosificar al otro, ni a nosotros mismos, ni ser cómplices y consumistas de una sociedad que impulsa a la corrupción de todo aquello que sea puro.

Difícil y ardua tarea la de los grupos defensores de la pureza: frente a manuales que nos enseñan cómo vivir la sexualidad “sin complejos ni tabúes”, la tarea de hoy es enseñarle a los jóvenes que el gobierno de sus pasiones y de sí mismos les permitirá vivir el amor puro, no posesivo, que se entrega al otro por el bien del otro, en vez de tomar algo del otro o al otro para su propia satisfacción.

En este caso, vivir la sexualidad será que le demos al cuerpo su real valor como persona humana, digna de amar y ser amada con pureza y respeto. En aquel caso será darle al cuerpo el valor de una herramienta, que será usada para obtener, de manera obsesiva y manipuladora, lo que sea, del modo que sea, cueste lo cueste.

Sabemos que no somos entidades disociadas: somos uno, en mente, alma y cuerpo, y precisamente la entrega debe ser absoluta y única, no descartable, a la persona que nos reciba también en una mutua entrega.

Sabemos que nuestra salud integral y pureza es valiosa. Cuidando nuestro cuerpo y nuestra sexualidad, sin dejarnos llevar por los impulsos sexuales sino gobernándolos como señores de ellos, podemos construirnos realmente y construir un amor verdadero con otras personas dispuestas a vivir lo mismo que nosotros.

No olvidemos estar alertas a esas tramposas “validaciones consensuadas”. No tengamos miedo de ir contracorriente, contra lo establecido, contra las modas elaboradas por algunos pocos para tenernos dominados y sometidos gracias a la destrucción de nuestras propias voluntades y a la obsesión por el sexo que no se cansan de alimentar.

Romina Tovar Sassone
La Opción V
catholic.net

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miércoles, 4 de junio de 2014

Piedad no es tener lástima del otro, sino amistad con Dios

Como todos los miércoles, el Santo Padre encontró a los miles de peregrinos concentrados en la Plaza de San Pedro para escuchar su catequesis semanal, en las que Francisco reflexiona y enseña sobre los dones del Espíritu Santo. En esta ocasión, el Pontífice puntualizó sobre el don de la piedad, y afirmó que se trata de una gracia que refiere a la amistad con Dios, a la confianza filial que permite rezar y darle culto con amor y sencillez.

Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!

Hoy queremos examinar un don del Espíritu Santo que a menudo viene mal entendido o considerado de una manera superficial, y que en cambio toca el corazón de nuestra identidad y de nuestra vida cristiana: es el don de la piedad.

Hay que dejar claro que este don no se identifica con tener compasión por alguien, tener piedad del prójimo, sino que indica nuestra pertenencia a Dios y nuestro profundo vínculo con Él, un vínculo que da sentido a toda nuestra vida y nos mantiene unidos, en comunión con Él, incluso en los momentos más difíciles y atormentados.

Este vínculo con el Señor no debe interpretarse como un deber o una imposición: es un vínculo que viene desde dentro. Se trata, en cambio, de una relación vivida con el corazón: es nuestra amistad con Dios, que nos ha dado Jesús, una amistad que cambia nuestras vidas y nos llena de entusiasmo y alegría. Por esta razón, el don de la piedad suscita en nosotros, sobre todo, gratitud y alabanza. Es éste, en realidad, el motivo y el sentido más auténtico de nuestro culto y de nuestra adoración. Cuando el Espíritu Santo nos hace sentir la presencia del Señor y de todo su amor por nosotros, nos reconforta el corazón y nos mueve de forma natural a la oración y la celebración. Piedad, por tanto, es sinónimo de auténtico espíritu religioso, de confianza filial con Dios, de aquella capacidad de rezarle con amor y sencillez que caracteriza a los humildes de corazón.

Si el don de la piedad nos hace crecer en la relación y en la comunión con Dios y nos lleva a vivir como sus hijos, al mismo tiempo nos ayuda a derramar este amor también sobre los otros y a reconocerlos como hermanos. Y entonces sí que seremos movidos por sentimientos de piedad – ¡no de pietismo! - hacia quien nos está cerca y por aquellos que encontramos cada día.¿Por qué digo no de pietismo? porque algunos piensan que tener piedad es cerrar los ojos, hacer cara de estampita, ¿así no? y también fingir el ser como un santo, ¿no? No, este no es el don de la piedad. En piamontés nosotros decimos: hacer la “mugna quacia”, éste no es el don de piedad ¡eh! De verdad seremos capaces de gozar con quien está alegre, de llorar con quien llora, de estar cerca de quien está solo o angustiado, de corregir a quien está en error, de consolar a quien está afligido, de acoger y socorrer a quien está necesitado. Hay una relación, muy, muy estrecho entre el don de piedad y la mansedumbre. El don de piedad que nos da el Espíritu Santo nos hace apacibles. Nos hace tranquilos, pacientes, en paz con Dios, al servicio de los otros con apacibilidad.

Queridos amigos, en la Carta a los Romanos, el apóstol Pablo afirma: “Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el Espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios: “¡Abba, Padre!” (Rm 8, 14-15). Pidamos al Señor que el don de su Espíritu pueda vencer nuestro temor, nuestras incertidumbres, incluso nuestro espíritu inquieto, impaciente y pueda hacernos testimonios gozosos de Dios y de su amor. Adorando al Señor en la verdad y también en el servicio a los próximos, con mansedumbre y también con la sonrisa, que siempre el Espíritu nos da en la alegría. Que el Espíritu Santo nos dé a todos nosotros este don de la piedad. Gracias.

aica.org

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martes, 3 de junio de 2014

Poner la otra mejilla, ¿cómo debo entender esto?

Pregunta:
Estimado Padre: Cuando Jesús dice que si alguien nos golpea debemos poner la otra mejilla ¿Cómo debe entenderse esto? Si alguien agrede físicamente a otro, ¿no tiene éste derecho a defenderse? Gracias.
Respuesta:
Estimado:

1. Poner la otra mejilla

Ante todo, el sentido de "poner la otra mejilla" debe entenderse en el contexto del discurso de la Montaña en que Jesucristo reforma la "ley del talión" (cf. Mt 5,38-42)

Jesucristo toma por tema la ley del talión, que se hallaba formulada en la ley judía: "habéis oído -en las lecturas y explicaciones sinagogales- que se dijo (a los antiguos): ojo por ojo y diente por diente" (cf. Manuel de Tuya, Biblia comentada, BAC, Madrid 1964, pp. 119-122).

Lo que Cristo enseña, en una forma concreta, extremista y paradójica, es cuál ha de ser el espíritu generoso de caridad que han de tener sus discípulos en la práctica misma de la justicia, en lo que, por hipótesis, se puede reclamar en derecho.

Por eso frente al espíritu estrecho y exigente del individuo ante su prójimo, pone Cristo la anchura y generosidad de su caridad. ¿Cuál ha de ser, pues, la actitud del cristiano ante el hombre enemigo? "No resistirle", no por abulia, sino para "vencer el mal con el bien" (Rom 12, 21).

Pero la doctrina que Cristo enseña va a deducirse y precisarse con cuatro ejemplos tomados de la vida popular y cotidiana y expresados en forma de fuertes contrastes paradójicos, por lo que no se pueden tomar al pie de la letra. Estos casos son los siguientes:

a) Si alguno te abofetea en la mejilla derecha, muéstrale también la otra. La paradoja es clara, pero revela bien lo que lo que debe ser la disposición de ánimo en el discípulo de Cristo para saber perdonar.

b) Al que quiera litigar contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto. Ante esto, se le promete por Cristo ceder también de buen grado su túnica. La crudeza a que llevaría esta realización hacer ver el valor paradójico de la misma. La enseñanza de Cristo es ésta: Si te quisiera quitar una de las dos prendas únicas o necesarias de tu vestido (de lo necesario o casi necesario a la vida), que no se regatee; que haya también una actitud, en el alma, de generosidad, de perdón, que se manifestaría incluso, como actitud, hasta estar dispuesto a darle también todo lo que se pueda.

c) Si alguno te requisa por una milla, vete con él dos. Esta sentencia de Cristo es propia de Mateo. La expresión y contenido de "requisar" es de origen persa. Y se expresa esto con el grafismo del caso concreto. Si se requisa por "una milla" (que es el espacio que los romanos señalaban con la "piedra milaria" = 18000 m.) habrá de responderse generosamente ofreciéndose para una prestación doble. La misma duplicidad en la fórmula hace ver que se trata de cifras convencionales. La idea es que la caridad ha de mostrarse con generosidad, enseñado por Cristo con un término técnico.

d) Da a quién te pida y no rechaces a quien te pide prestado (Lc. 6, 30). Teniéndose en cuenta el tono general de este contexto, en el que se acusan exigencias e insolencia por abuso (la bofetada, el despojo del manto, "la requisa"), probablemente este último ha de ser situado en el plano de lo exigente. Puede ser el caso de una petición de préstamo en condiciones de exigencia o insolencia.

El discípulo de Cristo habrá de tener un espíritu de benevolencia y caridad tal, que no niegue su ayuda -limosna o préstamo- a aquel que se lo pide, incluso rebasando los modos de la digna súplica para llevar a los de la exigencia injusta e insolente. El discípulo de Cristo deberá estar tan henchido del espíritu de caridad, que no deberá regatear nada por el prójimo como a sí mismo.

¿Cuál es la doctrina que se desprende de estos cuatro casos en concretos que utiliza para exponerla?

Igualmente en estos cuatro casos hay que distinguir la hipérbole gráfica y oriental de su formulación y el espíritu e intento verdadero de su enseñanza.

Y para esto mismo vale la enseñanza práctica de Jesucristo.

Así cuando el sanedrín lo procesa y cuando un soldado le da una bofetada, no le presenta la otra mejilla, sino que le dice: "Si he hablado mal, muéstrame en qué, y si bien, ¿por qué me abofeteas?" (Jn. 18,22.23).

La pedagogía de Cristo y de Pablo muestran bien a las claras que esta enseñanza no tiene un sentido material, Si en la hagiografía cristiana, (la vida de los santos), llegó el celo a alguno a practicar literalmente estos mandatos, fue ello efecto de un ardiente espíritu de caridad que se llegó a desbordar, incluso en el gesto.

2. La legítima defensa

La doctrina católica está expuesta en el Catecismo nn. 2263-2267:

"La legítima defensa de las personas y las sociedades no es una excepción a la prohibición de la muerte del inocente que constituye el homicidio voluntario. La acción de defenderse puede entrañar un doble efecto: el uno es la conservación de la propia vida; el otro, la muerte del agresor... solamente es querido el uno; el otro, no" (Santo Tomás de Aquino).

El amor a sí mismo constituye un principio fundamental de la moralidad. Es, por tanto, legítimo hacer respetar el propio derecho a la vida. El que defiende su vida no es culpable de homicidio, incluso cuando se ve obligado a asestar a su agresor un golpe mortal: "Si para defenderse se ejerce una violencia mayor que la necesaria, se trataría de una acción ilícita. Pero si se rechaza la violencia en forma mesurada, la acción sería lícita... y no es necesario para la salvación que se omita este acto de protección mesurada a fin de evitar matar al otro, pues es mayor la obligación que se tiene de velar por la propia vida que por la de otro" (Santo Tomás de Aquino).

La legítima defensa puede ser no solamente un derecho, sino un deber grave, para el que es responsable de la vida de otro, del bien común de la familia o de la sociedad.

P. Miguel Ángel Fuentes
teologoresponde.org

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