viernes, 25 de julio de 2014

Cuida tu corazón

"¡Cuida tus alas!", decía san Agustín a los jóvenes. En obvia alusión a sus deseos de volar alto, de volar lejos, de volar con prisa.

Jesús parece decirnos: "¡Cuida tu corazón!". Porque el corazón, en sentido bíblico, constituye las alas del espíritu. Ahí, en tu corazón, decides si levantas el vuelo o te quedas en tierra; si vuelas con rumbo o vas a la deriva del viento; si vuelas alto o bajo...

   
¿Qué es el corazón?

El pensamiento griego –particularmente Aristóteles– separa como esferas distintas de la persona, aunque íntimamente relacionadas, sensibilidad, emotividad, afectividad, inteligencia y voluntad.

El pensamiento hebreo, en cambio, mucho más sintético y vivencial, concentra todas estas dimensiones en el corazón de la persona.

Así, para la Biblia, el corazón es la sede no sólo de los sentimientos y afectos, de los sueños y proyectos, sino también de las grandes decisiones morales. Todo "se cocina" ahí dentro.
***

Jesús insiste, particularmente, en el corazón como centro de la moralidad del ser humano. Ahí donde decidimos nuestra calidad, estatura y valor como personas. Porque la esencia de la persona humana, a diferencia de la de los animales y las cosas, es una esencia abierta.

El ser humano permanece siempre abierto al crecimiento interior, al perfeccionamiento como persona. Más aún, dicho crecimiento es una ley interior, un mandato inscrito en su propia esencia. Por eso en nuestro corazón resuena siempre una voz que nos dice: "¡Sé más!". So pena de ser menos.

El ser humano no puede seguir siendo el mismo con el paso del tiempo: o crece y mejora, o empeora; o se humaniza más o se deshumaniza. Lo explicaba el filósofo español José Ortega y Gasset: «Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede "destigrarse", el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse». La dignidad moral del ser humano radica, en definitiva, en esa posibilidad de ser más o ser menos persona.

Y para Jesús, el ser más o ser menos persona se juega en el corazón. «No es lo de fuera lo que mancha al hombre; es lo que sale del hombre lo que mancha al hombre». Ahí, en el sagrario íntimo de tu corazón, es donde tú decides quién realmente quieres ser (…).

El corazón se cultiva igual que un jardín: hay que escoger bien lo que se siembra, arrancar abrojos, eliminar plagas, regar frecuentemente y podar cuando hace falta. Los corazones buenos no se improvisan.

María, como buena Madre, conoce como nadie el corazón humano. Pon el tuyo en sus manos. Dile que quieres cuidarlo. Pídele que te ayude a sembrar y cultivar en él sólo buenos pensamientos, buenos deseos y buenas acciones.

iglesia.org

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jueves, 24 de julio de 2014

Cristiano Ronaldo nació porque el doctor se negó a hacer el aborto que pedía la madre: habla ella


Nerviosa y con miedo, María Dolores sabía que había llegado el día. Tenía que hablar con el médico y pedirle que pusiera fin a su embarazo. Era su cuarto embarazo, que tanto le preocupaba y que tantas dificultades iba a traer a su casa. Teniendo en cuenta la petición de la afligida madre, las palabras del médico no podrían haber sido más lacónicas.

–De ninguna manera! Usted tiene sólo treinta años y ninguna razón física por la cual no pueda tener este bebé. ¡Ya verá como es la alegría de la casa!

Dolores se echó a llorar: no podía creer que no tuviera la connivencia del médico para llevar a cabo la interrupción. Pero peor aún fue el comentario sobre la alegría que traería el bebé cuando ella no sabía ni cómo iba a alimentarlo cuando naciese.

Regresó a su casa derrotada por el miedo a lo que el futuro le depararía. No estaba convencida de que aquel bebé debiera nacer. ¿Qué vida le esperaría?

El aborto casero que no funcionó
En conversación con una de las hijas de la madrastra, su vecina, que era consciente de las dificultades que Dolores y su familia vivían, le recomendó una receta casera para aquellos que quieren evitar que el embrión continúe su camino dentro del útero materno. La solución era muy simple, tal vez demasiado simple. Todo lo que la mujer embarazada tenía que hacer era hervir una cerveza negra, bebérsela y, una vez ingerido hasta el último sorbo del líquido caliente, correr hasta sentir que su cuerpo realizaba un gran esfuerzo. Pasadas un par de horas, la reacción sería espontánea, y lo que los médicos no querían que aconteciera sucedería a la velocidad de un parpadeo. El embrión saldría tranquilamente del vientre de aquella que nunca sería su madre.

Dolores, con su desesperación nacida del miedo, siguió las indicaciones. Pasadas dos horas… ¡Nada! Buscó en su bajo vientre desconfiada, a la espera de noticias, y no vio ninguna señal. Reinaba la paz en su cuerpo. El embrión parecía estar en un tranquilo y profundo sueño, sin querer salir antes de lo previsto.

Dios tiene una voluntad
Con la mano en su vientre, unas pocas horas después del intento de aborto, María Dolores tomó una decisión que cambiaría su vida para siempre, a pesar de que en ese momento no era consciente de su importancia.

–Si la voluntad de Dios es que este niño nazca, que así sea.

Las creencias y el instinto materno de Dolores hablaron más alto. Seguiría el designio de Dios y dejaría que aquel embrión llegara a término.

La convicción que llevó a Dolores a aceptar al bebé que venía en camino era fuerte, tan fuerte como la realidad que la rodeaba.

Por más horas que trabajase, ella no conseguía darle a sus hijos lo que necesitaban. Todo lo que ella quería era que estudiaran, pero la verdad es que el camino que pisaban les llevaría, más tarde o más temprano, a abandonar la escuela e ir a trabajar para ayudar a mantener a la familia.
En una de las revisiones rutinarias, Dolores supo que tendría un varón, por lo que tendría dos parejas. El médico insistía en que el nuevo pequeño sería la alegría de la casa, pero Dolores sentía que el mundo se derrumbaba encima de ella.

Menos mal que podía contar con el cariño que sus hermanas tenían por ella y por sus hijos.

El vientre crecía, aportando certezas de que aquel bebé nacería. Nada lo impediría. Quería nacer y esperaba ser bien recibido.

El amor con el temor
Aunque su carnet de identidad le otorgaba tan sólo una treintena de años, la vida le había asignado a Dolores una condición de mujer más «vieja», con más experiencia que otras mujeres de la misma edad. Aquel sería su cuarto parto y estaba preparada, pero aún así, el nacimiento de un bebé siempre trae el dolor de los alumbramientos anteriores y nunca se sabe cómo terminará.

Dolores sabía que había llegado el momento que tanto temía y, que al mismo tiempo, tanto deseaba. A lo largo de los meses de embarazo, como era de esperar, había desarrollado un tierno amor por aquel pequeño que había usurpado su vientre.

Era la hora de abrazarle, de decirle que lo amaba, que lo quería igual que a sus hermanos y que lo perdonaba por venir fuera de tiempo, aunque venía a tiempo de ser muy querido por todos.

Los segundos se atropellaban en el reloj, con el bullicio propio de la ocasión. La respiración jadeante de Dolores daba claros indicios de que podía suceder en cualquier momento. Los dolores aumentaban con cada suspiro. Los nervios también. Las dudas insistieron en aparecer en el peor momento. ¿Nacería perfecto? ¿Nacería sano? ¿Nacería…?

Una vez más los terribles porqués, el inevitable sentimiento de culpa al revivir los fantasmas de una vida difícil y un futuro incierto, que con el nuevo miembro de la familia sólo empeorarían.

El bebé y la profecía
Con gritos y llanto, el bebé abandonó la cuna natural de la madre y se precipitó, gracias a las manos del médico, en sus brazos. Entre sangre y lágrimas, madre e hijo se reconocen por primera vez. Se confirmaba: era un niño con una voz de quien sólo acaba de llegar, pero que ya tiene algo que decir.

El médico, para suavizar la tensión del momento, lanzó una frase que se fijó para siempre en la memoria de Dolores:

–¡Con unos pies como estos, será jugador de fútbol!

Fuera esperaba un padre nervioso y tres niños deseosos de ver al bebé al que habían esperado tantos meses. Pronto se dieron cuenta de que el recién llegado dominaría la humilde casa de esa familia, del clan Aveiro, ya completo.

Dos adultos y cuatro niños compartían el mismo techo, unidos por un amor que no diferencia entre familias ricas o pobres. En esa casa no había oro, pero prevalecían el afecto y el cariño. Orgullosa, Dolores veía a su familia amarse.

Faltaba escoger el nombre del miembro recién llegado. Dolores tenía un enorme aprecio por un hombre que fuera actor unos años antes y que, en aquel tiempo, presidía los Estados Unidos de América: Ronald Reagan.

Con la voluntad de quien desea una vida de ensueño para su hijo, quedó decidido que el pequeño sería bautizado con el nombre de Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro.

Pobreza… pero acogida amorosa
En una de las consultas de rutina que Dolores hacía con el bebé, el médico, que veía a una madre abatida por las dificultades para mantener una casa llena de niños y con escasos medios de subsistencia, trató de motivar a la pobre madre lanzando un pronóstico casi en un tono de profecía:

–¡Alégrese, mujer, este bebé le dará mucha suerte en la vida y mucha felicidad!

María Dolores no percibía qué suerte era esa, tan sólo sabía que cada día que pasaba, estaba más desesperada.

De todos modos, le pareció que, de hecho, su bebé trajo una cierta alegría a la casa. La primera sonrisa, la primera risa, los primeros pasos vacilantes. Todos los movimientos del nuevo «pequeño rey» del clan Aveiro eran recibidos con gran entusiasmo por sus hermanos mayores. Cristiano crecía en un ambiente de amor.

Elma, Hugo y Katia trataban de hacer las veces de madre, que estaba siempre ocupada en traer comida a la mesa. Dinis mostraba ahora un lado más humano, determinado por el gran amor que sentía por sus hijos, dando un poco de ánimo a María Dolores. En cierto modo, se sentía aliviada al saber que, sin tener en Dinis al marido que siempre había soñado, ¡por lo menos el padre de sus hijos los quería y nunca los maltrataría! Eso era lo más importante.

En cuanto a su felicidad como mujer casada, había poco o nada que hacer. Los años que había vivido de espaldas a su marido habían llevado a su matrimonio al fracaso.

Dinis y Dolores estaban cada vez más distantes entre sí; lo que los unía era tan sólo el amor por sus hijos. Mantenían el respeto el uno por el otro, pero poco más que eso.

El divorcio nunca fue una opción, porque había un enorme temor hacia las creencias y la opinión de su padre, José. Dolores sabía que, con el anuncio de una eventual separación, tendría que esperar, muy probablemente, la vieja correa contra la que había luchado en tantas batallas. El fantasma de la autoridad del padre aún estaba colgado en el aire, a pesar de que Dolores tenía más de 30 años y era madre de cuatro hijos. Conocía bien aquella vieja frase del padre:

–Si buena cama haces, en ella te vas a acostar.

Dolores decidió compartir la vida con el hombre que le había dado esos cuatro maravillosos hijos. Viviría por ellos, le respetaría por ellos. Nada más que eso.

jovenescatolicos.es

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lunes, 21 de julio de 2014

Nosotros los cristianos de Gaza vivimos bajo las bombas‏

«Nosotros también recibimos la invitación, extendida a los residentes de las zonas de Beit Hanoun y de Beit Lahia, para abandoner inmediatamente las casas. Y, como todos, nos preguntamos: "¿A dónde ir?". Gaza es pequeña. Todo está cerca. No hay un solo sitio seguro, neutro, que pueda acogernos. ¿A dónde vamos?».

El padre Jorge Hernández, religioso del Verbo encarnado, describe desde la parroquia latina de la Sagrada Familia en Gaza cómo vive estos días su comunidad. Él también viven bajo las bombas que llueven del cielo sobre, y no es la primera vez para este sacerdote argentino que guía desde hace algunos años a la pequeña comunidad católica de que vive en la Franja de Gaza. Son unos 200 fieles en un territorio en el que los cristianos suman en total menos de 2000. Desde hace años comparten todos los sufrimientos de la población civil, aislada herméticamente en un territorio de apenas 360 kilómetros cuadrados en el que viven casi 1,8 millones de personas.

El miércoles pasado, justamente cuando cuatro niños murieron tras el impacto de un misil israelí mientras estaban jugando en la playa, también en la Iglesia de la Sagrada Familia se vivieron momentos de pavor: tres misiles cayeron muy cerca de los edificios de la parroquia. Por este motivo se decidió, ayer, que las tres monjas que colaboran con el padre Jorge (y que pertenecen a su misma congregación) se fueran a Belén. Como son extranjeras, sólo pudieron salir de la Franja de Gaza durante el breve cese al fuego humanitario obtenido por la ONU. Sin embargo, el párroco se queda, pero no está solo, porque ahora lo acompañan las monjas de Madre Teresa, que se mudaron allí con los chicos discapacitados a los que acuden en Gaza. También su instituto se encuentra en una zona en la que han caído misiles, por lo que pensaron que la Iglesia de la Sagrada Familia era un lugar más seguro.

En estos días tan delicados, el padre Jorge ha mentenido sus contactos con el exterior a través de algunas cartas que publica en la página de Facebook del Instituto del Verbo Encarnado. De estos textos surge la descripción de la vida cotidiana en una parroquia bajo las bombas. «Preparaba en estos días la predicación del domingo, y pensaba: ¿Que se le predica a esta gente? ¿Cómo confortarlos? ¿Quale parola buona meterci? Que difícil. Y además: ¿Vendrá gente?... Hoy domingo hemos podido celebrar la Santa Misa, gracias a Dios, con la presencia, además de siete religiosas, de cinco valerosos hombres. Por demás edificante dado las circunstancias».

«Una familia cristiana -indica en otra carta- se vio afectada al ser bombardeada la casa contigua a la suya. Ventanas rotas, humo, grito, confusión fue el trágico escenario de la noche de ayer para esta familia. También es cosa de tener en cuenta los niños pequeños que comienzan a enfermarse por el miedo, el stress, la repercusión de las ondas expansivas, el ruido continuo».

En cuanto al clima general que se vive en Gaza, el padre Jorge escribe que esta guerra no era imprevisible: «La gente esperaba desde hace tiempo una intensificación militar -explica-, y podría durar mucho tiempo. Lo único que nos sorprendió fue que se registró una resistencia a mayor escala y una mejor preparación por parte de las autoridades locales con respecto a las guerras anteriores. Que Hamas haya golpeado Tel Avviv y Jerusalén no es cosa de poco». Añade que teme que con la guerra se cree una reacción islamista en la Franja de Gaza en contra de los cristianos: «Viendo lo que sucede en otras partes, no habría que sorprenderse», comenta. Y por este motivo, añade, es admirable la fuerza de los cristianos de Gaza, que saben muy bien que están solamente en manos de Dios.

Giorgio Bernardelli
vaticaninsider.lastampa.it

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domingo, 20 de julio de 2014

Frente al mal en el mundo debemos confiar en la victoria final de Dios, alienta el Papa

El Papa Francisco, en sus palabras previas al rezo del Ángelus hoy, alentó a los cristianos a hacer frente a la cizaña en el mundo imitando la paciencia de Dios, alimentando la esperanza y confiando en que al final triunfará el bien.

El Santo Padre señaló que “en estos domingos la liturgia propone algunas parábolas evangélicas, o sea breves narraciones que Jesús usaba para anunciar a la multitud el Reino de los cielos. Entre aquellas presentes en el Evangelio de hoy, se encuentra una más bien compleja que al inicio no se entiende, la cual Jesús explica luego a discípulos: es aquella de la semilla buena y de la cizaña, que enfrenta el problema del mal en el mundo y pone en relieve la paciencia de Dios”.

“La escena se desarrolla en un campo en donde el propietario siembra la semilla; pero una noche llega el enemigo y siembra la cizaña, término que en hebreo deriva de la misma raíz del nombre ‘Satanás’ y evoca el concepto de división”.

Francisco indicó que “todos sabemos que el demonio es un cizañero: trata siempre de dividir a las personas, a las familias, a las Naciones y a los pueblos”.

“Los peones quisieran de inmediato arrancar la hierba mala, pero el propietario lo impide con esta motivación: ‘porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo’. Porque todos sabemos que, cuando la cizaña crece, se parece mucho a la semilla buena y existe el peligro de confundir una con otra”.

Citado por Radio Vaticano, el Papa destacó que “la enseñanza de la parábola es doble. Ante todo dice que el mal en el mundo no proviene de Dios, sino de su enemigo, el Maligno. Es curioso: él va de noche a sembrar la cizaña, en la oscuridad, en la confusión… Donde no existe la luz, él va y siembra la cizaña”.

“Este enemigo es astuto: ha sembrado el mal en medio del bien, de manera que es imposible para nosotros hombres separarlos netamente; pero al final, Dios, podrá hacerlo. Él se toma el tiempo”.

El Santo Padre subrayó también el tema de “la contraposición entre la impaciencia de los peones y la paciente espera del propietario del campo, que representa a Dios. A veces nosotros tenemos una gran prisa en juzgar, clasificar, poner de un lado a los buenos, y del otro a los malos”.

“Pero acuérdense de la oración del hombre soberbio: ‘te agradezco, Dios, porque yo soy bueno y no soy como ese otro que es malo’. Acuérdense de esto. Dios en cambio sabe esperar. Él mira en el ‘campo’ de la vida de cada persona con paciencia y misericordia: ve mucho mejor que nosotros la suciedad y el mal, pero también ve los retoños del bien y espera con confianza que maduren”.

Francisco remarcó que “Dios es paciente, sabe esperar. ¡Que hermoso es esto! Nuestro Dios es un padre paciente, que nos espera siempre, y nos espera con el corazón en la mano para acogernos, ¡para perdonarnos! Nos perdona siempre si vamos hacia Él”.

“La actitud del propietario es aquella de la esperanza fundada sobre la certidumbre de que el mal no tiene ni la primera ni la última palabra. Y hay más: gracias a esta paciente espera de Dios la misma cizaña, o sea el corazón malvado con tantos pecados, al final puede convertirse en semilla buena”.

“Pero atención –continuó– la paciencia evangélica no es indiferencia al mal; ¡no se puede hacer confusión entre bien y mal! Frente a la cizaña presente en el mundo el discípulo del Señor está llamado a imitar la paciencia de Dios, a alimentar la esperanza con el apoyo de una inquebrantable confianza en la victoria final del bien, o sea de Dios”.

El Papa recordó que “al final, de hecho, el mal será arrancado y eliminado: al tiempo de la cosecha, o sea del juicio, los cosechadores seguirán la orden del propietario separando la cizaña para quemarla”.

“En aquel día de la cosecha final el juez será Jesús, Aquel que ha sembrado la semilla buena en el mundo y que se ha vuelto Él mismo ‘semilla’, ha muerto y resucitado”.

Francisco indicó que “al final todos seremos juzgados con la misma medida ¿Con cuál? ¿Con cuál medida? con la misma medida con la que hemos juzgado: la misericordia que habremos tenido para con los demás será usada también con nosotros”.

“Pidamos a la Virgen, nuestra Madre, que nos ayude a crecer en la paciencia, en la esperanza y en la misericordia con todos los hermanos”, concluyó.

aciprensa.com

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Evangelio del Domingo

Evangelio según San Mateo 13,24-43

Jesús propuso a la gente otra parábola:
"El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue.
Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña.
Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: 'Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?'.
El les respondió: 'Esto lo ha hecho algún enemigo'. Los peones replicaron: '¿Quieres que vayamos a arrancarla?'.
'No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo.
Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero'".
También les propuso otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.
En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas".
Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa".
Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas,
para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.
Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo".
El les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;
el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno,
y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.
El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal,
y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!"

Comentario del Evangelio: “Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre.” Por: San Gregorio Palamas

Los siervos del Maestro, esto es, los ángeles de Dios, se dieron cuenta de que había cizaña en el campo, es decir, que los impíos y los malvados estaban mezclados con los buenos y vivían con ellos, aun dentro de la Iglesia de Cristo. Y dijeron al Señor: “¿Quieres que vayamos a arrancar la cizaña?” En otros términos: “Quitemos esta gente de en medio y la matamos”...(cf Mt 13,28)

Con el tiempo, mucha gente impía y malvada, viviendo con los buenos y los piadosos llegan a convertirse. Se disponen a aprender en la escuela de la piedad y de la virtud y dejan de ser cizaña para llegar a ser trigo. Así, los ángeles se exponían al querer anihilar estos hombres antes de su conversión, arrancar el trigo en ellos quitando la cizaña. Además, muchas veces se encuentra gente de buena voluntad entre los hijos y los descendientes de los malvados. Por esto, el que conoce todo antes que llegue a existir no dio permiso para arrancar la cizaña antes del tiempo fijado...

Así que los que quieren salvarse del castigo final y quieren heredar el reino de Dios no deben ser cizaña sino trigo. Que se abstengan de toda palabra vana o maliciosa, que ejerzan las virtudes contrarias a sus vicios y produzcan frutos de penitencia! Así se harán dignos de entrar en el granero celestial, serán llamados hijos de Dios Padre, y que, alegres y radiantes de la gloria divina, entrarán como herederos en su reino.

evangeliodeldia.org

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miércoles, 16 de julio de 2014

Pide al Rector Carrillo que reabra la Capilla de Historia de la UCM




La inquisición laicista se dispone a consumar su viejo proyecto: el cierre de las instalaciones religiosas de la Universidad Complutense de Madrid.

El rector Carrillo y el decano de la Facultad de Geografía e Historia se preparan para lanzar un ataque frontal a la libertad religiosa y a los derechos de sus alumnos.

En el pasado lo hemos podido evitar. ¡Hagámoslo de nuevo! Presiona al rector Carrillo y a su decano para frenar este nuevo ataque.

Llevan años persiguiéndolo pero hasta ahora, los estudiantes y miles de ciudadanos hemos podido frenarlo con nuestras protestas y nuestra presión cada vez que lo intentaban.

Por eso, en esta ocasión, se disponen a ejecutar su plan a escondidas: en pleno verano, con los estudiantes de vacaciones y los medios de comunicación y la opinión pública pensando en la playa.

Lo hemos conseguido varias veces en el pasado. ¡Hemos de conseguirlo nuevamente ahora! Dile a Carrillo y al decano de Geografía e Historia que no pueden saltarse a la torera los derechos de los creyentes y la libertad religiosa reconocida por la Constitución.

¡No permitas que cercenen el derecho de los creyentes a profesar su fe en un recinto público, como es la universidad!

M. Vidal Santos
hazteoir.org

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martes, 15 de julio de 2014

Vacaciones ¿con o sin Dios?

El bañador, las gafas de sol, una novela de intriga, una revista de crucigramas, algo de ropa (no mucha), desodorante, colonia... Todo entra en la maleta, antes de salir, por fin, de vacaciones.

Todo... Bueno, algo tiene que quedarse en casa. Miramos a la estantería y salta, ante nuestros ojos, una Biblia. ¿La llevamos? Una voz nos susurra: "pesa mucho, además, vas de vacaciones, para disfrutar y descansar, que te lo mereces..."

Existe el peligro de vivir el tiempo de verano como si Dios no existiese, como si la fe cristiana fuese sólo para los días ordinarios, para el trabajo, cuando los familiares, conocidos y amigos clavan sus ojos en nosotros y siguen cada uno de nuestros movimientos. Las vacaciones, piensan algunos, se viven para olvidar deberes pesados, responsabilidades difíciles, normas oprimentes. Incluso hay quienes olvidan o quieren olvidar esa lista de mandamientos que Dios nos dio por medio de Moisés y que marcan nuestro camino de fidelidad a Cristo. Buscan hacer "vacaciones de Dios", o, incluso, mandan a Dios "de vacaciones" para poder disfrutar unos días según lo que se les antoje en cada momento.

El cristiano, sin embargo, no puede tomarse vacaciones de sus compromisos espirituales. Pensar en el verano como una especie de tiempo sin ley, donde uno se echa unas cuantas canas al aire y se permite películas, bailes o bebidas que pueden ser peligrosas, es simplemente no entender el tesoro tan estupendo que llevamos entre manos. No es justo arriesgarse a perder, en unos días, la amistad con Dios que llamamos "estado de gracia".

La vida cristiana, no lo olvidemos, es el tesoro más grande que Dios nos ha dado. Implica vivir según las bienaventuranzas, pensar en los demás, ayudar a los pobres, ser fieles a los compromisos familiares y sociales. El verano no puede ser un paréntesis, un momento en el que dejemos volar los instintos a donde nos lleven, incluso tal vez a algún que otro pecado grave.

No pensemos sólo en el campo sexual, donde ya de por sí somos tentados durante casi todo el año. También se puede aplicar al verano la parábola del pobre Lázaro a las puertas del rico (que llamamos, ya por costumbre, Epulón): habrá algún necesitado que nos pida ayuda, y el pensar en los otros vale también cuando uno está en la playa o en la montaña. Igualmente, hay vírgenes necias que, en verano, son sorprendidas por la llegada del esposo, y no tienen aceite en sus alcuzas. La muerte no avisa, y no es de psicóticos estar preparados al encuentro del Señor. Y los dones que Dios nos ha dado (salud, alegría, optimismo, energías físicas y espirituales) no son para ser guardados durante las semanas de descanso: también nos pueden pedir cuenta de lo que hayamos hecho o dejado de hacer con ellos estos días en los que alguno se siente con más ganas de acariciar las sábanas que de dedicarse a ayudar a la familia en las pequeñas cosas de todos los días (también en verano).

Pero ver el verano sólo como un momento de relax lleno de tentaciones es injusto para con nosotros mismos y para con el mismo Dios. Cuando disponemos de más tiempo libre, cuando los momentos de descanso son abundantes, podemos dedicarnos con mayor serenidad a tantas actividades que embellecen el corazón, que nos acercan a Dios. El Papa Juan Pablo II nos lo decía en sus palabras del domingo 6 de julio de 2003, cuando expresaba su deseo de que "sea provechoso el descanso veraniego para crecer espiritualmente".

Ir un rato a una iglesia o al cementerio más cercano para rezar, sin prisas, sin relojes. Pasear los ojos en las plantas con las que Dios nos permite asomarnos a su imaginación inagotable. Escuchar con esperanza los gritos de unos niños que luchan por mantener en pie, frente a las olas, un castillo de arena frágil como la vida de cada hombre y mujer en este planeta de emociones y sorpresas. Seguir con la mirada el vuelo de un murciélago que todas las tardes busca y consigue la comida para su existencia efímera. Mil oportunidades nos permiten reflexionar sobre tantas cosas importantes: nuestra familia, nuestras amistades, nuestros sueños más profundos, quizá aún irrealizados...

Acabamos de preparar la maleta. Quizá no hubo espacio para la Biblia gruesa, pesada, más de adorno que de lectura. Pero pudimos apretar, entre un pijama y unos pantalones de paseo, un pequeño Evangelio o una "Imitación de Cristo". Tendremos pequeños momentos para volver a leer verdades que nos salvan, que nos ponen ante lo único necesario. Cuando cada domingo, en la playa o en la montaña, busquemos una iglesia para ese encuentro deseado con Cristo en la Misa, podremos decirle que este verano, de verdad, no hemos hecho unas vacaciones sin Dios.

A El lo invitamos, el primero, a vivir unos días de emociones y de descanso, estos días de vacaciones. Un descanso que será eterno y feliz, si acogemos su amor, cuando nos llame, un día cualquiera, en el trabajo o, por sorpresa, en un día de vacaciones vividas, esperamos, entre sus brazos de Padre bueno.

P. Fernando Pascual
catholic.net

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Artículo de la semana:

Vengo por ti

Estoy cansado de trabajar y de ver a la misma gente, camino a mi trabajo todos los días, llego a la casa y mi esposa sirvió lo mismo de la c...

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