miércoles, 27 de enero de 2016

Divertido tutorial para confesarse bien



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El Papa en la Catequesis: “estamos llamados a ser mediadores de misericordia”


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En la Sagrada Escritura, la misericordia de Dios está presente a lo largo de toda la historia del Pueblo de Israel.

Con su misericordia, el Señor acompaña el camino de los Patriarcas, a ellos les dona hijos no obstante su condición de esterilidad, los conduce por caminos de gracia y de reconciliación, como demuestra la historia de José y de sus hermanos (Cfr. Gen 37-50). Y pienso en tantos hermanos que están alejados dentro de una familia y no se hablan. Pero este Año de la Misericordia es una buena ocasión para reencontrarse, abrazarse y perdonarse, ¡eh! Olvidar las cosas feas. Pero, como sabemos, en Egipto la vida para el pueblo se hace dura. Y es ahí cuando los Israelitas están por perecer, que el Señor interviene y realiza la salvación.

Se lee en el libro del Éxodo: «Pasó mucho tiempo y, mientras tanto, murió el rey de Egipto. Los israelitas, que gemían en la esclavitud, hicieron oír su clamor, y ese clamor llegó hasta Dios, desde el fondo de su esclavitud. Dios escuchó sus gemidos y se acordó de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob. Entonces dirigió su mirada hacia los israelitas y los tuvo en cuenta» (2,23-25). La misericordia no puede permanecer indiferente delante del sufrimiento de los oprimidos, del grito de quien padece la violencia, reducido a la esclavitud, condenado a muerte. Es una dolorosa realidad que aflige toda época, incluida la nuestra, y que muchas veces nos hace sentir impotentes, tentados a endurecer el corazón y pensar en otra cosa. Dios en cambio «no es indiferente» (Mensaje para la Jornada Mundial de la paz 2016, 1), no desvía jamás la mirada del dolor humano. El Dios de misericordia responde y cuida de los pobres, de aquellos que gritan su desesperación. Dios escucha e interviene para salvar, suscitando hombres capaces de oír el gemido del sufrimiento y de obrar en favor de los oprimidos.

Es así que comienza la historia de Moisés como mediador de liberación para el pueblo. Él afronta al Faraón para convencerlo en dejar salir a Israel; y luego guiará al pueblo, a través del Mar Rojo y el desierto, hacia la libertad. Moisés, que la misericordia divina ha salvado a penas nacido de la muerte en las aguas del Nilo, se hace mediador de aquella misma misericordia, permitiendo al pueblo nacer a la libertad salvado de las aguas del Mar Rojo. Y también nosotros en este Año de la Misericordia podemos hacer este trabajo de ser mediadores de misericordia con las obras de misericordia para acercarnos, para dar alivio, para hacer unidad. Tantas cosas buenas se pueden hacer.

La misericordia de Dios actúa siempre para salvar. Es todo lo contrario de las obras de aquellos que actúan siempre para matar: por ejemplo aquellos que hacen las guerras. El Señor, mediante su siervo Moisés, guía a Israel en el desierto como si fuera un hijo, lo educa en la fe y realiza la alianza con él, creando una relación de amor fuerte, como aquel del padre con el hijo y el del esposo con la esposa.

A tanto llega la misericordia divina. Dios propone una relación de amor particular, exclusiva, privilegiada. Cuando da instrucciones a Moisés a cerca de la alianza, dice: «Ahora, si escuchan mi voz y observan mi alianza, serán mi propiedad exclusiva entre todos los pueblos, porque toda la tierra me pertenece. Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación que me está consagrada» (Ex 19,5-6).

Cierto, Dios posee ya toda la tierra porque lo ha creado; pero el pueblo se convierte para Él en una posesión diversa, especial: su personal “reserva de oro y plata” como aquella que el rey David afirmaba haber donado para la construcción del Templo.

Por lo tanto, esto nos hacemos para Dios acogiendo su alianza y dejándonos salvar por Él. La misericordia del Señor hace al hombre precioso, como una riqueza personal que le pertenece, que Él custodia y en la cual se complace.

Son estas las maravillas de la misericordia divina, que llega a pleno cumplimiento en el Señor Jesús, en aquella “nueva y eterna alianza” consumada con su sangre, que con el perdón destruye nuestro pecado y nos hace definitivamente hijos de Dios (Cfr. 1 Jn 3,1), joyas preciosas en las manos del Padre bueno y misericordioso. Y si nosotros somos hijos de Dios y tenemos la posibilidad de tener esta herencia – aquella de la bondad y de la misericordia – en relación con los demás, pidamos al Señor que en este Año de la Misericordia también nosotros hagamos cosas de misericordia; abramos nuestro corazón para llegar a todos con las obras de misericordia, la herencia misericordiosa que Dios Padre ha tenido con nosotros. Gracias.

Traducción del italiano: Renato Martinez
radiovaticana.va

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martes, 26 de enero de 2016

¿Tienen alma los animales?

Por alma entendemos el acto de un cuerpo que tiene vida. En tanto a su organización compleja de fuerza de vida propia los animales tienen alma, incluso memoria, imaginación y apetitos.

El alma de los animales no es como la de los seres humanos, porque no tiene una tendencia la vida espiritual, de reconocimiento personal de Dios.

Una cuestión antigua

¿Quién no ha disfrutado de la compañía y lealtad de un perro? En los momentos en que disfrutamos de un animal estamos casi seguros de que tiene un alma semejante a la nuestra. No se puede ocultar que hay cierta comunicación no verbal entre hombre y animales, más si son animales queridos. Esto impulsa a creer que, los animales tienen alma semejante a la nuestra.

¿Tienen alma los animales? Para resolver esta pregunta es necesario hacer un estudio profundo sobre el concepto de alma y sus capacidades. Si el hombre dice tener alma, entonces habrá que encontrar algunas capacidades semejantes entre hombre y animales, aunque no siempre las mismas. Veremos que el concepto de alma no es cerrado, sino flexible, y si bien, los animales tienen alma, no la tienen en el mismo sentido que los hombres.

Esta cuestión es tan antigua que los primeros filósofos griegos que la analizaron recibieron datos de tradiciones tan milenarias como la egipcia o la mesopotámica. Sin embargo fueron los griegos quienes, por primera vez forjaron un concepto más claro sobre el alma y sus facultades.

Una de las aportaciones griegas más importantes para el estudio de la naturaleza del alma es deja en claro que ella mismo es principio de vida, o sea, de automovimiento. Revisemos brevemente el desarrollo de este concepto para poderlo entender mejor.

La psiché griega: el principio de automovimiento

Los primeros filósofos como Tales, Heráclito, Anaximandro, entre otros pensaron que la materia tenía una animación propia, semejante al modo de la vida. Por esto pensaron que los animales, que a su decir, estaban hechos de 4 diferentes elementos, tenían alma, pues estaban animados por los elementos.

Platón, al recibir la herencia de estos filósofos pensó que el alma no se conocía sólo por las actividades propias del cuerpo, sino por las actividades de la mente. Este filósofo fue el que planteó que el alma tiene diferentes capacidades más o menos relacionadas al cuerpo pero que no son sólo cuerpo. De este modo hay una gradación entre las facultades del alma: hay una facultad que se ocupa de la supervivencia y la nutrición; otra, la voluntad, se encarga de desear el bien para obtenerlo; otra, el intelecto, se encarga de contemplar el bien para conocerlo y después, por voluntad, obtenerlo.

Aristóteles, como heredero de Platón, profundizó en este esquema y definió las capacidades de cada facultad del alma, así como los organismos en los que se podían encontrar. En este sentido, por la graduación de las facultades de la vida: nutrición, deseo y entendimiento, dice Aristóteles que los organismos vivos tienen un alma con más o menos capacidades.

Según este planteamiento razonable, los animales tienen alma, pues poseen en sí mismos su principio de movimiento y pueden sentir, moverse, imaginar, y desear por sí mismos. Los animales son seres vivos y creaturas de Dios. Por tanto tienen una dignidad en tanto a su naturaleza. Esta dignidad debe ser respetada, pero no debe pretenderse dar a los animales una dignidad impropia de su naturaleza.

¿Tienen un alma semejante seres humanos y animales?

Hemos visto que los animales tienen alma porque en ellos mismos está su principio de movimiento y tienen facultades que no son sólo el cuerpo, sino del cuerpo como la nutrición, la sensación, imaginación, etc. Recordemos que los animales están animados. Ambas palabras, “animales” y “animación” provienen del latín, anima que se traduce como alma.

Por estas facultades seres humanos y animales tienen alma. Sin embargo, el alma humana se abre el desarrollo espiritual, mientras que el alma de los animales no. Es verdad que el hombre tiene un alma que tiene bases animales, sin embrago su desarrollo más alto está en la esfera espiritual.

La perfección del hombre está en desarrollarse plenamente como un ser hecho de cuerpo, alma y espíritu. Éste último, el espíritu, nos permite tener un alto grado de autoconciencia, intelecto y capacidad de reflexión. El espíritu está más separado de la materia que otras facultades del alma. Es decir, el espíritu es inmaterial porque no es sólo una facultad del alma que se liga directamente a un órgano corporal. Claro está que en el cerebro suceden los procesos mentales, pero estos no se pueden completar sólo por los cambios del órgano. Algunas pruebas de la inmaterialidad del alma humana son:


  • La capacidad de negación. Decir “no” implica separar con la mente una cosa que no existe en la realidad material. Por ejemplo, si decimos: “la blusa no es roja”, lo “no rojo” no existe en la realidad, sino que lo nota la mente.
  • La capacidad de abstracción. Esto significa notar una característica que trasciende a los objetos particulares. Por ejemplo: el concepto de silla como mueble para sentarse. Reconocer esta naturaleza trasciende a la silla de montar, a la silla de paja, de madera, de oro, de piedra, etc.
  • La capacidad de reflexión: Reflexionar es volver sobre sí mismo. Cuando hacemos un ejercicio de reflexión nos vemos a nosotros mismos desde una distancia tomada con la mente. Así somos capaces de autoevaluarnos y de hacer una recapitulación del pasado y una proyección del futuro.
  • La búsqueda y reconocimiento de Dios. Cuando buscamos a Dios, no buscamos algo material, sino a la Causa de todas las cosas, a un Dios personal, con inteligencia y voluntad. Esta búsqueda de lo inmaterial denota la inmaterialidad del alma humana.

En suma digamos que el alma humana es de naturaleza espiritual, mientras que el alma de los animales no lo es. Este reconocimiento no demerita a los animales como compañeros leales y creaturas útiles al hombre. Más bien nos mueve a reflexionar sobre las actitudes exageradas que se toman con los animales. Si bien muchos de ellos pueden ser nuestros compañeros leales, esto no significa que sean idénticos a nosotros y que deban recibir las mismas atenciones espirituales que un ser humano.

El católico actúa de forma respetuosa y considerada con los animales porque sabe que sienten y pueden sufrir, pues tienen alma y una dignidad como creaturas de Dios. Además de esto sabe que un animal no tiene la misma dignidad, en cuanto a facultades espirituales, que un ser humano. Esto es porque el hombre es espíritu y cuerpo animado, mientras que los animales son cuerpos animados que no han alcanzado un desarrollo espiritual.

Algunos filósofos contemporáneos han planteado la pregunta siguiente: ¿Qué pasaría con los animales que, en cierto grado de evolución llegaran a tener un desarrollo mental como el de los seres humanos y se abrieran a la vida espiritual? En este caso, parece, tendrían facultades semejantes a las de los seres humanos y tendrían la dignidad humana según su naturaleza de facultades espirituales. El debate continúa y el diálgo entre filósofos, teólogos y científicos se aviva cada vez más.

Gabriel González Nares
encuentra.com

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lunes, 25 de enero de 2016

La bendición de la cerveza


¿Sabías que la Santa Iglesia Católica tiene un rito especial para bendecir la cerveza? Pues sí, la bendición de la cerveza existe y es tan antigua que debemos remontarnos hasta el año 1614 cuando el Papa Paulo V publicó el RITUALE ROMANUM.

El capítulo VIII de ese libro está dedicado a la bendición de cosas designadas para el uso ordinario. Allí encontramos, por ejemplo, la bendición del pan, bendición de cualquier tipo de medicina, bendición del queso o mantequilla, bendición del aceite, bendición de la sal, bendición de la semilla, etc. La lista es larga y, aunque no sea muy difundido, Paulo V incluyó la Benedictio Cerevisiae (Bendición de la cerveza) cuyo texto original en latín es el siguiente:


Bendición de la Cerveza:

Bendice, Señor, esta cerveza criatura, que te has dignado a producir con el mejor trigo: que sea un remedio saludable para la raza humana y concede por la invocación de tu Santo Nombre que quien beba de ella pueda obtener la salud del cuerpo y la paz del alma. Por Cristo, nuestro Señor.
R. AMÉN

(Use esta bendición con moderación. Y si la usa, por favor, no maneje)

churchpop.com

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domingo, 24 de enero de 2016

La mejor noticia del Domingo


Evangelio según San Lucas 1,1-4.4,14-21

Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra.

Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido.
Jesús volvió a Galilea con el poder el Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.

Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.
Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".

Comentario del Evangelio: “Esta palabra de la Escritura...se ha cumplido hoy” Por: Orígenes (c. 185-253), presbítero y teólogo. Homilía 32 sobre Lc 2; SC 87, pag. 387

Cuando leéis: “Enseñaba en las sinagogas y todo el mundo hablaba bien de él.” (Lc 4,15) no penséis que aquella gente era especialmente afortunada porque oía a Cristo, ni que vosotros estáis privados de estas enseñanzas. Si la Escritura es la verdad, Dios no ha hablado sólo en las asambleas de los judíos de entonces, sino que habla hoy todavía en nuestra asamblea. Y no sólo aquí, entre nosotros, sino en otras reuniones y en el mundo entero, Jesús enseña y busca los instrumentos para transmitir su doctrina. Rogad por mí para que me encuentre dispuesto y apto para cantar sus alabanzas.

Del mismo modo que Dios encontró a los profetas, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel en tiempos en que los hombres estaban privados de las profecías, asimismo Jesús busca instrumentos para transmitir su palabra y “enseñar a los pueblos en sus sinagogas, y todos hablaban bien de él.” Hoy Jesús es glorificado por muchos más que en aquel tiempo en que fue conocido sólo por la gente de su provincia.

evangeliodeldia.org

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Ángelus del Papa: ¿Somos fieles al programa de Cristo?

Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!

En el Evangelio de hoy, el evangelista Lucas antes de presentar el discurso programático de Jesús de Nazaret, resume brevemente su actividad evangelizadora. Es una actividad que Él realiza con el poder del Espíritu Santo: su palabra es original, porque revela el sentido de las Escrituras; es una palabra autorizada, porque manda incluso a los espíritus impuros y estos obedecen (Cfr. Mc 1, 27). Jesús es diverso de los maestros de su tiempo: por ejemplo, Jesús no ha abierto una escuela para el estudio de la Ley, pero va a predicar y enseña por doquier: en las sinagogas, por las calles, en las casas, siempre andando. Jesús también es diverso de Juan Bautista, quien proclama el juicio inminente de Dios, mientras Jesús anuncia su perdón de Padre.

Y ahora entramos también nosotros – imaginamos – que entramos en la sinagoga de Nazaret, la aldea donde creció Jesús hasta llegar casi a los treinta años. Lo que sucede allí es un acontecimiento importante, que traza la misión de Jesús. Él se levanta para leer la Sagrada Escritura. Abre el rollo del profeta Isaías y elige el pasaje en el que está escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres” (Lc 4, 18). Después, tras un momento de silencio lleno de la expectativa de todos, dice, en medio del estupor general: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír” (v. 21).

Evangelizar a los pobres: ésta es la misión de Jesús; según [lo que] Él dice; ésta es también la misión de la Iglesia, y de todo bautizado en la Iglesia. Ser cristiano y ser misionero es la misma cosa. Anunciar e1 Evangelio, con la palabra y, antes aún, con la vida, es la finalidad principal de la comunidad cristiana y de cada uno de sus miembros. Se nota aquí que Jesús dirige la Buena Nueva a todos, sin excluir a nadie, más bien, privilegia a los más lejanos, a los que sufren, a los enfermos, a los descartados de la sociedad.

Pero hagámonos una pregunta: ¿Qué significa evangelizar a los pobres? Significa ante todo acercarse a ellos, significa tener la alegría de servirlos, de liberarlos de su opresión, y todo esto en el nombre y con el Espíritu de Cristo, porque es Él el Evangelio de Dios, es Él la Misericordia de Dios, es Él la liberación de Dios, es Él quien se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza.

El texto de Isaías, reforzado por pequeñas adaptaciones introducidas por Jesús, indica que el anuncio mesiánico del Reino de Dios venido entre nosotros se dirige de modo preferencial a los marginados, a los prisioneros y a los oprimidos.

Probablemente en tiempos de Jesús estas personas no estaban en el centro de la comunidad de fe. Y podemos preguntarnos: ¿Hoy, en nuestras comunidades parroquiales, en las asociaciones, en los movimientos, somos fieles al programa de Cristo? ¿La evangelización de los pobres, llevarles el feliz anuncio, es la prioridad?

Atención: no se trata sólo de hacer asistencia social, y menos aún actividad política. Se trata de ofrecer la fuerza del Evangelio de Dios, que convierte los corazones, sana las heridas, transforma las relaciones humanas y sociales según la lógica del amor. En efecto, los pobres están en el centro del Evangelio.

Que la Virgen María, Madre de los evangelizadores, nos ayude a sentir fuertemente el hambre y la sed del Evangelio que hay en el mundo, especialmente en el corazón y en la carne de los pobres. Y obtenga para cada uno de nosotros y a toda comunidad cristiana testimoniar concretamente la misericordia, la gran misericordia que Cristo nos ha donado.

María Fernanda Bernasconi
radiovaticana.va

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¿Hace tiempo que no vas a misa?

8 excelentes tips para cuando decidas regresar

Tal vez ha pasado poco tiempo desde la última vez que fuiste, o tal vez ha pasado mucho. Si el volver a Misa ha estado en tu mente, si has sentido un pequeño tirón en tu corazón que quiere volver, pero estás preocupado, ansioso o simplemente un poco inseguro sobre hacerlo, esto es para ti.

Pensamos que cuando entremos a la iglesia habrá un parpadeo de luz por encima de nuestra cabeza diciendo: "¡oye este chico no ha venido a Misa en años!” No tengas miedo, Dios te quiere cómo estás ahora. Para volver a participar de la Misa, no tienes que ser perfecto. Dios quiere que todos nos acerquemos a lo mejor que Él ha preparado para nosotros que es la Eucaristía, pero eso no significa que tenemos que pasar por un detector de metales de tus pecados antes de entrar. Vuelve como eres y Dios hará su parte.

Si quieres regresar, acá te dejamos algunos consejos :

1. Encuentra a alguien con quien puedas ir

Es difícil ir a un sitio nuevo solo y no es diferente si vas a volver a Misa después de algún tiempo. Si quieres ir, pero no te queda otra que ir solo, mira si puedes contactarte con alguien que pueda ir contigo. Puede ser un amigo que ya va regularmente a una parroquia, o simplemente un conocido. Tal vez un miembro de la familia que previamente te ha pedido que vayas con él.

2. Recuerda a dónde vas. Prepárate con antelación

Como en cualquier ocasión especial, la preparación es importante. Ponerte tu mejor ropa tiene un impacto en cómo te sientes y te comportas cuando estás allí. Vestirnos para la ocasión nos ayuda a enfocarnos. En segundo lugar, ayuda mucho buscar la lectura del Evangelio un día antes, leerlo y meditarlo un poco (en vez de ir a ciegas). Si vas a ir en familia, trata de leer el comentario junto con ellos. Puedes encontrar las lecturas diarias y leer una reflexión del Evangelio para ayudarte a entender el significado de la Palabra de Dios y cómo ésta puede impactar en tu vida.

3. Trata de llegar un tiempito antes

Trata de llegar con tiempo para que no tengas una carrera estresante de última hora. Si tu iglesia tiene, toma un cancionero o un folleto de la misa para que puedas seguir sus partes. Usamos este pequeño tiempo antes, para hacer silencio, orar y pedir al Espíritu Santo que nos permita participar en la Misa de la mejor manera.

4. Participa sin miedo

La Misa no es una forma de entretenimiento, pero tampoco estamos para ser observadores estáticos del evento. Canta con todo tu corazón (no importa si crees que cantas mal, no es una competencia), sé un participante activo. No te preocupe si cometes errores y si no estás seguro de cuando sentarte, pararte o arrodillarte; solo tienes que seguir a las personas que te rodean. Si estás confundido en cuanto al por qué de pie o de rodillas, recuerda que esto ayuda a centrarnos en la importancia de lo que está sucediendo en ese momento. Lo principal es darle todo lo que puedas a la Misa, trayendo todo lo bueno y lo malo de tu vida y poniéndolo ante El Padre celestial que te ama.

5. No te preocupes por tus hijos

Tal vez vuelves a Misa con tus hijos. Si es así, por favor no te preocupes si tu bebé está llorando. Habrá muchas personas que son padres y recuerdan lo que es llevar un bebé a la Misa. Muchas parroquias tienen un lugar especial en la parte posterior, donde puedes llevar al bebé si quieres y todavía puedes seguir la Misa desde allí. Para niños mayores es bueno traerles algo (como un libro de oraciones o historias de la Biblia) de esta forma, ellos podrán participar también.

6. Entiende la importancia de la comunión

Antes de ir a recibir la comunión, invita a Jesús a tu corazón y trata de estar muy presente en el momento. Después de comulgar es bueno que te detengas un tiempo en la banca hablando con Jesús y agradeciéndole por todo lo que te ha dado. ¡Cristo es un regalo hermoso, si estás preparado! Recuerda que solo debes recibir la comunión si estás en un estado de gracia. Volver a la misa es mucho más que un ritual, es un encuentro auténtico con Cristo y queremos hacerlo con un corazón limpio. Si no puedes recibir la Eucaristía, o si no fueras capaz de confesarte, por favor no dejes de participar en la Misa por esto, poco a poco comenzarás a estar preparado. Por cierto, todos (especialmente los que asistimos a Misa regularmente) tenemos que recordar la necesidad de no tomar al Señor y a nuestra salvación por sentado. No te preocupes por lo que otros piensen. Es entre tú y Dios. Nadie debe juzgar a la gente de la cola de la comunión o de las bancas. No es un tiempo para mirar y pensar por qué unos recibieron o no recibieron la comunión, es un tiempo para mirar nuestro propio corazón, y con confianza y alegría pedir al Señor que nos sane.

7. Quédate un ratito al finalizar la misa

Luego de terminada la misa, no te apures en salir de la iglesia. Tómate algunos momentos para reflexionar sobre lo que acaba de suceder. ¿Hubo algo que te impactó?, ¿cómo esto puede cambiar tu vida?, ¿qué que necesitas hacer para cambiar?

8. Y finalmente… ¡no esperes la perfección!

A veces cuando vamos a misa no es como nosotros desearíamos. En un mundo ideal, la celebración de la Misa estaría llena de vida y alegría, el sacerdote daría una homilía preciosa y todo el mundo podría sentirse completamente uno con Dios. Pero muchas veces la misa puede ser diferente, nos puede parecer aburrida y monótona. Independientemente de tu experiencia, recuerda que Cristo está verdaderamente presente y Él no está limitado por nuestras imperfecciones humanas. Aunque la Misa te parezca aburrida, Cristo está todavía allí, se presenta incluso si las personas no están realmente presentes. Concéntrate en darlo todo, buscar una conexión con Dios y con los que te rodean, y recuerda que la Misa es un acto de fe. No te preocupes si no sientes nada, pero por favor, ¡estate seguro de que Cristo está encantado de verte de nuevo!

Silvana Ramos
catholic-link.com

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sábado, 23 de enero de 2016

Si yo hubiera... Si yo hubiese...

¿En qué tiempo verbal están conjugadas las frases: "Si yo hubiera" y "Si yo hubiese"?

Las frases arriba mencionadas están conjugadas en tiempo verbal "Desperdiciativo". Con esto queremos decir que de nada sirve estar añorando el pasado, las cosas que no hicimos, o cómo las pudimos haber hecho, etc.

Lo hecho, hecho está. Ahora, en este momento, debemos tomar rienda de nuestra vida y hacer de ella lo que nos plazca. Para hacer esto, debemos tomar decisiones y de hecho, a cada momento estamos tomando decisiones. Algunas de ellas sin importancia. Pero muchas de ellas por demás trascendentes.

Esas, las decisiones importantes, son las que nos han traído hasta aquí, hasta esto que estamos viviendo. No nos cansaremos de decir que lo que estamos viviendo, es lo que nosotros hemos generado. Lo hemos generado con nuestro pensamiento.

Pensamos y al pensar tomamos decisiones. ¿Tomo el camino fácil o el que más me conviene? ¿Comeré este antojo o algo más saludable?, ¿Desquito mi coraje o calmo la situación? ¿Escojo el placer inmediato o el bienestar duradero? ¿Le doy amor o prefiero mi soberbia? ¿Hago lo que tengo que hacer o lo hago después?

Nos quejamos de que tenemos mala salud, pero fueron nuestras decisiones las que nos la trajeron. Nos sentimos mal por la falta de armonía en nuestras relaciones y sin embargo damos paso a nuestra soberbia o rienda suelta a nuestra ira.

Estamos hartos de vivir con limitaciones, pero en el momento eran mejor el dispendio y el placer inmediato. Nos hacía cosquillas el dinero en el bolsillo. Tal vez no había nada en realidad que comprar, pero buscábamos y encontrábamos en qué gastar, pudiendo haber invertido nuestro dinero en cosas que sí valían la pena.

Se habla mucho de la "Intuición femenina" y sin embargo es algo que tanto los hombres como las mujeres podemos cultivar y aprender a escuchar. Existe la expresión: "Tengo una corazonada" y en ocasiones suele ser sólo nuestro deseo de que las cosas sean como quisiéramos.

En otras ocasiones, en realidad es nuestro ser interior que nos está diciendo cuál es el camino o la decisión correcta a tomar. Basta ya de tomar decisiones que sólo nos dan un placer o beneficio inmediato y pasajero pero nos perjudican a largo plazo.

Todas estas decisiones mal tomadas, a la ligera, como un granito de arena, se fueron acumulando hasta que llega un sobrepeso, la bancarrota, el divorcio, la enfermedad, el hastío, la infelicidad, etc.

Lo único que se requiere es una buena voluntad para salir adelante de nuestra mala situación y darnos tiempo para reflexionar sobre las decisiones trascendentes. Cuanto más importante es la decisión, más cautelosos debemos ser. No se trata de vivir en la indecisión, sino darle tiempo de calidad a la toma de decisiones.

¿Cómo aprender a tomar las decisiones correctas? Haciendo caso de nuestra intuición. ¿Cómo cultivar la intuición? La mejor herramienta que podemos sugerir cuando estamos indecisos es la meditación, poniendo en manos del Señor nuestras decisiones para que nos ayude.

P. D. El tiempo verbal de las frases en el inicio de la reflexión es pluscuamperfecto de subjuntivo, inexistente o imaginario.

webcatolicodejavier.org

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miércoles, 20 de enero de 2016

Joven madre que dijo no al aborto tras violación: Matar al bebé no te sanará

Shalyn MacGuin es una joven madre canadiense que quedó embarazada tras ser violada por su exnovio. En su niñez también sufrió muchos abusos cometidos por un familiar durante un periodo de cuatro años. Ahora su vida es muy distinta y cuenta lo feliz que es compartiéndola con su pequeña hija y envía un mensaje a las mujeres en una situación similar: el aborto no es la solución y matar al bebé no te sanará.

MacGuinn es una blogger que escribe en Save the 1 (Sálvalo) y que ha compartido en ese medio la dura experiencia que vivió como niña y luego a los 19 años cuando trabajaba como niñera cuando sufrió la violación y quedó embarazada.

En ese entonces y cuando preguntó en un centro de consejería si lo mejor era abortar, la persona que la ayudó la orientó para que no lo hiciera y buscara ayuda. Sabiendo que conservar a su pequeña le iba a costar el trabajo, optó por tenerla.

Mientras estuvo embarazada, recuerda, conoció al “amor de mi vida que ahora es su papá” y que planea adoptarla cuando se casen.

En declaraciones a ACI Prensa el 14 de enero, MacGuinn afirmó que a una mujer embarazada por violación le diría lo siguiente: “matar al bebé no te sanará. La violación seguirá en tu mente pero además de eso se añadirá la culpa y el dolor. Tu bebé es TU bebé. Es una bendición que viene oculta”.

Sobre la idea que tienen algunos de que en esta situación el aborto es la solución, Shalyn es bastante clara: “absolutamente no. Creo que incluso en el caso de un abuso repetido, el bebé es una gran razón para escapar de eso y encontrar una forma de comenzar de nuevo con el pequeño”.

“No aborté porque me di cuenta de que era un bebé. Un bebé real y cuando pensé en acabar con él por lo que me había pasado, eso hizo que mi corazón se quebrara, así que al final no hice nada malo”, relata.

MacGuinn dijo también a ACI Prensa que “mi hija es la niña más feliz del mundo y todo lo que ella conoce es amor. Para nosotros como familia es difícil lidiar con mi estrés post-traumático pero luchamos contra esto juntos”.

A la pregunta “¿eres feliz con tu hija?”, Shalyn responde que “feliz ni siquiera se acerca a describir mis sentimientos por mi hija. Ella me da una razón para luchar. Es lo más dulce que hay y pone de buen humor a cualquiera. Estoy muy orgullosa de ella y de la gran niña en la que se está convirtiendo”.

En el comentario que publicó en Save the 1, esta joven madre dice que su hija “no es una ‘bebé de una violación’. Ella es MI bebé. Es la bebé de una víctima de violación y su vida vale la pena. Los niños no deben ser castigados por los crímenes de sus padres. Mi hija es realmente un arcoiris luego de una tormenta”.

Walter Sánchez Silva
aciprensa.com

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El Papa recuerda en su catequesis que el Bautismo es fuente de esperanza para todos

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hemos escuchado el texto bíblico que este año guía la reflexión en la Semana de Oración para la unidad de los cristianos, que se celebra del 18 al 25 de enero. Esta semana. Tal pasaje de la Primera Carta de san Pedro ha sido elegido por un grupo ecuménico de Letonia, encargado por el Consejo Ecuménico de las Iglesias y por el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos.

Al centro de la catedral luterana de Riga hay una fuente bautismal del siglo XII, el tiempo en que Letonia fue evangelizada por san Meinardo. Aquella fuente es un signo elocuente de un sólo origen de la fe reconocida por todos los cristianos de Letonia, católicos, luteranos y ortodoxos. Tal origen es nuestro Bautismo común. El Concilio Vaticano II afirma que «el Bautismo constituye el vínculo sacramental de la unidad vigente entre todos aquellos que por medio de él han sido regenerados» (Unitatis redintegratio, 22). La Primera Carta de Pedro está dirigida a la primera generación de los cristianos para hacerlos conscientes del don recibido con el Bautismo y de las exigencias que implica. También nosotros, en esta Semana de Oración, estamos invitados a redescubrir todo esto, y a hacerlo juntos, yendo más allá de nuestras divisiones.

En primer lugar, compartir el Bautismo significa que todos somos pecadores y tenemos necesidad de ser salvados, redimidos, liberados del mal. Es este el aspecto negativo, que la Primera Carta de Pedro llama «tinieblas» cuando dice: «[Dios] los ha llamado fuera de las tinieblas para conducirlos a su admirable luz». Esta es la experiencia de la muerte, que Cristo ha hecho propia, y que es simbolizada en el Bautismo al ser sumergidos en el agua, y a la cual sigue el resurgir, símbolo de la resurrección a la nueva vida en Cristo. Cuando nosotros cristianos decimos que compartimos un solo Bautismo, afirmamos que todos nosotros –católicos, protestantes y ortodoxos- compartimos la experiencia de estar llamados de las tinieblas feroces y alienantes al encuentro con el Dios vivo, pleno de misericordia. Todos de hecho, lamentablemente, tenemos experiencia del egoísmo, que genera división, cerrazón, desprecio. Volver a partir del Bautismo quiere decir reencontrar la fuente de la misericordia, fuente de esperanza para todos, porque ninguno está excluido de la misericordia de Dios, ninguno está excluido de la misericordia de Dios.

El compartir esta gracia crea un vínculo indisoluble entre nosotros los cristianos, así que, en virtud del Bautismo, podamos considerarnos todos realmente hermanos. Somos realmente pueblo santo de Dios, aunque si, a causa de nuestros pecados, no somos todavía un pueblo plenamente unido. La misericordia de Dios, que actúa en el Bautismo, es más fuerte de nuestras divisiones, es más fuerte. En la medida en que recibimos la gracia de la misericordia, nosotros nos transformamos siempre más plenamente en pueblo de Dios, y nos transformamos también en capaces de anunciar a todos sus obras maravillosas, precisamente a partir de un simple y fraterno testimonio de unidad. Nosotros cristianos podemos anunciar a todos la fuerza del Evangelio comprometiéndonos a compartir las obras de misericordia corporales y espirituales. Este es un testimonio concreto de unidad.

En conclusión, queridos hermanos y hermanas, todos nosotros cristianos, por la gracia del Bautismo, hemos obtenido misericordia de Dios y hemos sido recibidos en su pueblo. Todos, católicos, ortodoxos y protestantes, formamos un sacerdocio real y una nación santa. Esto significa que tenemos una misión común, que es aquella de transmitir la misericordia recibida a los otros, comenzando por los más pobres y abandonados. Durante esta Semana de Oración, rezamos para que todos nosotros discípulos de Cristo encontremos el modo de colaborar juntos para llevar la misericordia del Padre a cada parte de la tierra. Gracias.

Traducido por: Mercedes De La Torre
radiovaticana.va

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martes, 19 de enero de 2016

Diez preguntas de la Fe Católica

1.- ¿Eres cristiano?
Soy cristiano por la gracia de Dios.
2.- ¿Cuál es la señal del cristiano?
La señal del cristiano es la Santa Cruz.
3.- ¿Quién es Dios?
Dios es nuestro Padre que está en el cielo, Creador y Señor de todas las cosas.


4.- ¿Hay un solo Dios?
Sí. Hay un solo Dios.
5.- ¿Quién es la Santísima Trinidad?
La Santísima Trinidad es el mismo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo; tres personas distintas y un solo Dios verdadero.
6.- ¿Cuál de las tres personas de la Santísima Trinidad se hizo hombre?
Se hizo hombre la segunda persona de la Santísima Trinidad, que es el Hijo.
7.- ¿Quién es Jesucristo?
Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre, que nació de la Virgen María.
8.- ¿Quién es la Virgen María?
La Virgen María es la Señora llena de Gracia y Virtudes, concebida sin pecado, que es Madre de Dios y Madre nuestra y está en el cielo en cuerpo y alma.
9.- ¿Quién es el Espíritu Santo?
El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad, que procede del Padre y del Hijo.
10.- ¿Qué es la Santa Iglesia?
La Santa Iglesia es la congregación de los fieles cristianos, fundada por Jesucristo, y cuya cabeza visible es el Papa, Vicario de Cristo y sucesor de San Pedro Apóstol. Es también el Pueblo de Dios que, con Jesucristo y guiado por el Espíritu Santo, camina hacia Dios Padre.

Notas características de la Iglesia de Jesucristo: Una, Santa, Católica y Apostólica.

"Nadie puede tener a Dios por Padre, si no tiene a la Iglesia como Madre", decía San Cipriano.

La fidelidad y amor a Cristo no pueden separarse de la fidelidad y amor a la Iglesia.
Pide cada día por el Papa, por los obispos unidos a él, y por todos los sacerdotes y el pueblo fiel, para que todos seamos una Iglesia unida en la caridad; y el mundo, viéndonos, pueda descubrir la faz de Cristo Salvador.

webcatolicodejavier.org

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sábado, 16 de enero de 2016

Decálogo sobre el Rosario, por Benedicto XVI

El rezo del Santo Rosario es una de las devociones más provechosas de la piedad cristiana.

A través de la repetición de las Avemarías nos adentramos en los Misterios de la vida de Cristo y aprendemos a mirar el acontecimiento salvífico desde el Corazón Inmaculado de María. Escuchemos lo que Benedicto XVI nos dice sobre esta hermosa devoción,

1. “El santo rosario no es una práctica piadosa del pasado, como oración de otros tiempos en los que se podría pensar con nostalgia. Al contrario, el rosario está experimentando una nueva primavera”.

2. “El rosario es uno de los signos más elocuentes del amor que las generaciones jóvenes sienten por Jesús y por su Madre, María”.

3. “En el mundo actual tan dispersivo, esta oración –el rosario– ayuda a poner a Cristo en el centro como hacía la Virgen, que meditaba en su corazón todo lo que se decía de su Hijo, y también lo que Él hacía y decía”.

4. “Cuando se reza el rosario, se reviven los momentos más importantes y significativos de la historia de la salvación; se recorren las diversas etapas de la misión de Cristo”.

5. “Con María, el corazón se orienta hacia el misterio de Jesús. Se pone a Cristo en el centro de nuestra vida, de nuestro tiempo, de nuestras ciudades, mediante la contemplación y la meditación de sus santos misterios de gozo, de luz, de dolor y de gloria”.

6. “Que María nos ayude a acoger en nosotros la gracia que procede de los misterios del rosario para que, a través de nosotros, pueda difundirse en la sociedad, a partir de las relaciones diarias, y purificarla de las numerosas fuerzas negativas, abriéndola a la novedad de Dios”.

7. “Cuando se reza el rosario de modo auténtico, no mecánico o superficial sino profundo, trae paz y reconciliación. Encierra en sí la fuerza sanadora del Nombre Santísimo de Jesús, invocado con fe y con amor en el centro de cada Avemaría”.

8. “El rosario, cuando no es mecánica repetición de formas tradicionales, es una meditación bíblica que nos hace recorrer los acontecimientos de la vida de la Señor en compañía de la Santísima Virgen María, conservándolos, como Ella, en nuestro corazón”.

9. “Ahora, que finaliza el mes de mayo, no debe cesar esta buena costumbre, es más debe proseguir todavía más con mayor compromiso de manera que, en la escuela de María, la lámpara de la fe brille cada vez más en el corazón de los cristianos y en sus casas”.

10. “(En el rezo del rosario), os encomiendo las intenciones más urgentes de mi ministerio, las necesidades de la Iglesia, los grandes problemas de la humanidad: la paz en el mundo, la unidad de los cristianos, el diálogo entre las culturas”.

Benedicto XVI

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viernes, 15 de enero de 2016

La Biblia es un libro de Dios

La lectura de la Sagrada escritura nos pone en contacto con la auténtica Palabra de Dios.

“¿Has leído alguna vez la Biblia?” me preguntó. “Alguna vez…”, respondí y me dio una larga explicación sobre el Argamenón, sobre el fin del mundo…y que sólo me salvaría si seguí las enseñanzas de los setenta ancianos que guían a los auténticos Testigos de Jehová. Yo le oía pensando ¿este hombre fue alguna vez católico, ¿conocía entonces la Biblia en la misma cantidad, al menos que en su actual secta? Pero hay más.

¿Cómo es posible sacar a la Biblia tantas conclusiones erróneas como las que este señor me dio en tan solo 10 minutos? ¿Qué fuerza recibe de la palabra de Dios, aunque sea mal interpretada, que le hace predicarla en cualquier oportunidad?
La Biblia es un regalo de Dios para mejorar nos como Cristianos pero podemos utilizarla mal. Necesitamos leer la Biblia e interpretarla correctamente para conocer mejor lo que Dios piensa sobre nosotros, sobre nuestras vidas y sobre Él mismo.

Los siguientes boletines presentarán algunas bases necesarias para leer la Biblia desde la distancia correcta. Porque es un libro muy distante a nosotros: en el tiempo, en la cultura, en la mentalidad, en los avances o retrocesos científicos, etc.

Un completo estudio Bíblico debe hacerse desde estos cuatro aspectos:

1. Aspecto histórico: conocer la vida que rodeo la vida del escritor bíblico para comprender por qué escribió esas palabras y el verdadero sentido de sus enseñanzas.

2. Aspecto literario: conocer el estilo en que escribía cada autor, para no cambiarle es estilo a sus escritos.

3. Aspectos teológicos: conocer los mensajes de la Biblia con claridad y precisión. Es decir, conocer los principios y las normas fijas que Dios nos quiere enseñar con sus palabras, aunque las aplicaciones sean variadas según el pasar de los tiempos.

4. Aspecto espiritual: conocer lo que Dios propone personalmente a cada uno de nosotros para ser mejores cristianos. Es quizá el aspecto que más nos interesa a cada uno. Pero necesitamos de aspectos anteriores porque si no tomamos en cuenta todos los aspectos acabaremos sacando conclusiones equivocadas.

Importancia de la Biblia en nuestras vidas

La lectura de la Sagrada Escritura nos pone en contacto con la auténtica palabra de Dios, como la lectura de la carta de un amigo, nos pone a platicar con nuestro amigo. Para que nuestra lectura de la Biblia sea verdadera plática y conversación provechosa con Dios, debemos entrar en diálogo con Él, antes que buscar la simple instrucción y el estudio estéril. Cuando escuches la voz de Dios, no te endurezcas ni le cierres las puertas de tu corazón.

Dios nos ha hablado

Es importante observar cómo en las religiones fundadas por los hombres, son el intento del hombre para llegar a Dios. En las religiones bíblicas como la judía y la cristiana, el proceso es a la inversión porque es Dios quien toma la iniciativa de venir y hablar al hombre. Es Dios quien sale al encuentro del hombre para conversar con él. Y lo consigue “en los libros sagrados el padre que está en los cielos sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos” (CIC N. 104).

Revelación, historia de la salvación y la Biblia

Podemos preguntarnos cuánto se interesa Dios por nosotros. A veces, le sentimos muy cerca. Otras nos parece un ser lejano, casi extraño. Pero Dios quiere entrar en contacto con los hombres. Porque ama infinitamente a todos y a cada uno de los seres humanos. Por eso, toda la iniciativa del diálogo. Y habla en lugares y momentos concretos. Habla en la historia con palabras y con acciones. Habla para salvarnos. Por eso llamamos historia de la salvación al conjunto de las acciones que Dios hace en la vida de los humanos.

Dios nos manifiesta como es Él, cómo somos nosotros y cuál es su plan para toda la humanidad. Es lo que llamamos revelación. Y se realiza valiéndose de los diversos mediadores humanos, en un proceso lento y gradual, con acciones y palabras que se explican y complementan mutuamente.

La Biblia, pues, es el conjunto de los libros que relatan los incidentes de la historia y el progreso de la manifestación de Dios a los hombres. Está dividida en dos grandes bloques: Antiguo y Nuevo Testamento, cada uno con sus características propias.

Inicio de la revelación

La fe nos enseña que Dios se manifestó desde el antiguo testamento. Su finalidad fue preparar la venida de Jesucristo, salvador de toda la humanidad. Esta preparación Dios la llevó a cabo de muchas maneras junto con su pueblo elegido. Así, personas, alianzas, profecías, nacimientos o muertes, forman parte de una revelación que se realiza poco a poco. Dios se va expresando de una manera pedagógica para que aún el más simple pueda comprender. Sus libros conservan un valor permanente por ser inspirados. Sus enseñanzas no pueden ser revocadas aunque contengan elementos imperfectos y pasajeros, porque son verdadera palabra de Dios (CIC. Nos. 121 y 122).

La revelación de Dios en el Nuevo Testamento

Podemos preguntarnos ahora: ¿Qué lugar ocupa Jesucristo en esta revelación de Dios a los hombres? Jesús es la palabra de Dios hecha carne (Jn 1, 14). Él vino a dar plenitud y cumplimiento y hacer más comprensible cuanto había sido revelado en el Antiguo Testamento. Dios no dice muchas cosas. Dios dice sólo un apalabra: su verbo único, en Él dice toda su plenitud (CIC. N. 102).

El Nuevo Testamento es, “la plenitud de los tiempos” (Gál 4,4; Lc 16,16). Da cumplimiento a todas las esperanzas sembradas durante todo el Antiguo. Y así constituye la nueva y definitiva alianza que nunca cesará (CIC 124). Por eso, no hay que esperar ya ninguna otra revelación de Dios por supuesto nuevos y falsos testigos, hasta la gloriosa manifestación del mismo Jesucristo al final de los tiempos. (1 Tim 6, 14; Tt 2, 13).

Dios nos sigue hablando hoy

También podemos preguntarnos si Dios se ha olvidado de nosotros y ha callado. La respuesta a esta interrogante está en considerar que la palabra de Dios es algo vivo y cercano. Que nos sigue interpelando a cada uno de nosotros: Lo hace básicamente de dos modos:

1. Con las palabras: Dios se revela primeramente por palabras. Y sus palabras están escritas en la biblia. Ahí se contiene la palabra viva de Dios que ha resonado a lo largo de los siglos (Hb 4, 12-13). A través de esta palabra Dios habla sin interrupción con la Iglesia. De forma que, cuando en la Iglesia se lee la Sagrada Escritura, es Dios mismo que nos habla.
2. En los acontecimientos: No es completa la lectura de la Biblia si no perdura el diálogo recíproco que en el transcurso de los tiempos se debe establecer entre el Evangelio y nuestra vida concreta, tanto personal como social.

Actitudes ante la palabra de Dios

Es legítimo leer la Biblia buscando sus bellezas literarias o culturales. Pero nosotros debemos preocuparnos principalmente del mensaje religioso. Porque este libro se hizo con espíritu religioso. El conocimiento de la palabra de Dios, sea escrita o narrada en acontecimientos, nunca debe dejarnos neutrales o indiferentes. Nos pide la obediencia de la fe en cada paso y momento de nuestra vida. Así se convierte en fuente de salvación para nosotros (Rm1,5; 16,26). Porque estos son los planes de Dios. Y más si tenemos en cuenta que nosotros somos actores de los hechos de la historia de la salvación en cierto sentido.

Salvador Hernández
Escuela de la Fe

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jueves, 14 de enero de 2016

«Él vendrá porque yo me voy»

En una entrevista para el diario argentino Clarín le preguntaron al cardenal Raúl Primatesta, arzobispo de Córdoba, al cumplirse diez días del fallecimiento del papa Luciani, el 28 de septiembre de 1978: «El breve período de Juan Pablo I, ¿fue un gran pontificado que no pudo ser?». A lo que el cardenal respondió inmediatamente: «¿Por qué no pudo ser? Yo diría que es. No hay que medirlo con el tiempo sino en valores. Juan Pablo I descubrió y trajo un mensaje, un estilo de vida. Dijo: somos demasiado complicados, hay que plantear los grandes valores en forma clara y sencilla. Fue un Papa simple con grandes ideas. Por eso no hay que medir el tiempo de su presencia sino el influjo y la vuelta de timón que dio en su pontificado tan breve».

Juan Pablo I sabía que su pontificado habría sido breve pero intenso, por eso añadió a su nombre el adjetivo ‘Primero’ porque decía : ‘Yo me llamo Juan Pablo Primero porque el Segundo viene enseguida’.

En efecto, dos noches antes de su muerte, durante la cena, el papa Luciani, hablando de su elección a la Sede de Pedro, en su humildad, decía a su secretario particular, el presbítero irlandés John Magee, que había en el Cónclave otros cardenales mejores que él que podían ser elegidos, y agregaba: «Estaba justo delante de mí aquél que el papa Pablo VI había ya indicado. Pero él vendrá porque yo me voy».

Dice Magee: «Sólo cuatro años después, cuando recibí la nómina como Maestro de las Ceremonias Pontificias por el sucesor del Papa Luciani, el actual Papa, me encontraba en la primera reunión con todos los Maestros de Ceremonias Pontificias. En la conversación con ellos, pregunté, entre aquéllos que estaban dentro del Cónclave, quién estaba sentado de frente al cardenal Luciani en el primer Cónclave y me han confirmado que era el cardenal Wojtyla».

Contrario a lo que algunos han manifestado de que Juan Pablo I sólo era un Papa de transición, o que el puesto le quedaba grande, Albino Luciani tenía un programa de pontificado estupendo, sólo que no tuvo tiempo de aplicarlo. Estaba consciente de la necesidad de introducir cambios en el pontificado para mejorar la labor pastoral, mismos que el papa Wojtyla también supo discernir, puesto que ambos recibieron la asistencia del mismo y único Espíritu Santo.

Juan Pablo I `pensaba que era saludable que en las audiencias generales no sólo se hablara en italiano, y de hecho en su segunda audiencia también empleó el inglés, por lo cual, de haber sido más largo su pontificado, seguramente lo habríamos escuchado expresarse en las otras lenguas que dominaba: francés, portugués y alemán.

El papa Luciani entendía la necesidad de un Papa peregrino: «Yo no soy muy propenso a viajar. Pero iré a cualquier parte donde me quieran».

Pensaba cambiar su modo de trabajar: «Yo recibo -dijo- cada día dos valijas de papeles: una a la mañana y una a la tarde; una va y otra viene, como los ángeles por la escalera de Jacob ... pero no quiero más valijas en mi mesa. No acepto esta máquina que condiciona mecánicamente al Papa en sus funciones de trabajo y de vida. El trabajo hecho en este modo se hace insoportable. No he sido hecho Papa para hacer de empleado. No es así como Cristo ha pensado a su Iglesia».

Además, según confió a un cardenal, tenía en mente escribir algunas cartas apostólicas; la primera sobre «la unidad de la Iglesia», la segunda sobre «la colegialidad de los obispos con el Papa», la tercera sobre «la mujer en la sociedad civil y en la vida eclesial», y una cuarta sobre «los pobres y la pobreza en el mundo».

Igualmente tenía un deseo vivo de acercarse a la juventud: «Querría encontrarme a menudo con los jóvenes ... Tenemos que ponernos a su lado, con humildad, para ayudarlos».

Al iniciar el año 2016, agradecemos a Dios por los 33 días que Juan Pablo I cumplió su misión como vicario de Cristo de confirmarnos en la fe.

elobservadorenlinea.com

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miércoles, 13 de enero de 2016

La misericordia es el nombre de Dios, dijo el Papa en la catequesis

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy iniciamos las catequesis sobre la misericordia según la perspectiva bíblica, para aprender sobre la misericordia al escuchar aquello que Dios mismo nos enseña con su Palabra. Iniciamos por el Antiguo Testamento, que nos prepara y nos conduce a la revelación plena de Jesucristo, en el cual se realiza la revelación de la misericordia del Padre.

En las Sagradas Escrituras, el Señor es presentado como “Dios misericordioso”. Este es su nombre, a través del cual nos revela, por así decir, su rostro y su corazón. Él mismo, como narra el Libro del Éxodo, revelándose a Moisés se autodefinió como: «El Señor, Dios misericordioso y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad» (34,6). También en otros textos encontramos esta fórmula, con alguna variación, pero siempre la insistencia está puesta en la misericordia y en el amor de Dios que no se cansa nunca de perdonar (cfr Gn 4,2; Gl 2,13; Sal 86,15; 103,8; 145,8; Ne 9,17). Veamos juntos, una por una, estas palabras de la Sagrada Escritura que nos hablan de Dios.

El Señor es “misericordioso”: esta palabra evoca una actitud de ternura como la de una madre con su hijo. De hecho, el término hebreo usado en la Biblia hace pensar a las vísceras o también en el vientre materno. Por eso, la imagen que sugiere es aquella de un Dios que se conmueve y se enternece por nosotros como una madre cuando toma en brazos a su niño, deseosa sólo de amar, proteger, ayudar, lista a donar todo, incluso a sí misma. Esa es la imagen que sugiere este término. Un amor, por lo tanto, que se puede definir en sentido bueno “visceral”.

Después está escrito que el Señor es “bondadoso”, en el sentido que dona gracia, tiene compasión y, en su grandeza, se inclina sobre quien es débil y pobre, siempre listo para acoger, comprender, perdonar. Es como el padre de la parábola del Evangelio de Lucas (cfr Lc 15,11-32): un padre que no se cierra en el resentimiento por el abandono del hijo menor, sino al contrario continúa esperándolo, lo ha generado, y después corre a su encuentro y lo abraza, no lo deja ni siquiera terminar su confesión, como si le cubriera la boca, qué grande es el amor y la alegría por haberlo reencontrado; y después va también a llamar al hijo mayor, que está indignado y no quiere hacer fiesta, el hijo que ha permanecido siempre en la casa, pero viviendo como un siervo más que como un hijo, y también sobre él el padre se inclina, lo invita a entrar, busca abrir su corazón al amor, para que ninguno quede excluido de la fiesta de la misericordia. La misericordia es una fiesta.

De este Dios misericordioso se dice también que es “lento para enojarse”, literalmente, “de largo respiro”, es decir, con el respiro amplio de la paciencia y de la capacidad de soportar. Dios sabe esperar, sus tiempos no son aquellos impacientes de los hombres; Es como un sabio agricultor que sabe esperar, da tiempo a la buena semilla para que crezca, a pesar de la cizaña (cfr Mt 13,24-30).

Y por último, el Señor se proclama “grande en el amor y en la fidelidad”. ¡Qué hermosa es esta definición de Dios! Aquí está todo. Porque Dios es grande y poderoso, pero esta grandeza y poder se despliegan en el amarnos, nosotros así pequeños, así incapaces. La palabra “amor”, aquí utilizada, indica el afecto, la gracia, la bondad. No es un amor de telenovela. Es el amor que da el primer paso, que no depende de los méritos humanos sino de una inmensa gratuidad. Es la solicitud divina que nada la puede detener, ni siquiera el pecado, porque sabe ir más allá del pecado, vencer el mal y perdonarlo.

Una “fidelidad” sin límites: he aquí la última palabra de la revelación de Dios a Moisés. La fidelidad de Dios nunca falla, porque el Señor es el Custodio que, como dice el Salmo, no se adormenta sino que vigila continuamente sobre nosotros para llevarnos a la vida:

«El no dejará que resbale tu pie:

¡tu guardián no duerme!

No, no duerme ni dormita

el guardián de Israel.

[...]

El Señor te protegerá de todo mal

y cuidará tu vida.

El te protegerá en la partida y el regreso,

ahora y para siempre» (121,3-4.7-8).


Y este Dios misericordioso es fiel en su misericordia. Y Pablo dice algo bello: si tú, delante a Él, no eres fiel, Él permanecerá fiel porque no puede renegarse a sí mismo, la fidelidad en la misericordia es el ser de Dios. Y por esto Dios es totalmente y siempre confiable. Una presencia sólida y estable. Es esta la certeza de nuestra fe. Y luego, en este Jubileo de la Misericordia, confiemos totalmente en Él, y experimentemos la alegría de ser amados por este “Dios misericordioso y bondadoso, lento para enojarse y grande en el amor y en la fidelidad”.

Traducido por: Mercedes De La Torre
radiovaticana.va

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martes, 12 de enero de 2016

lunes, 11 de enero de 2016

¿Por qué pagamos todos el pecado original?

Dios creó a nuestros primeros padres en estado de gracia. Dios en señal de su soberanía les dio un mandato para que ellos cumpliéndolo mostraran su aceptación. Ellos cediendo a la tentación del demonio desobedecieron . «Puesto que el fin propio del precepto era probar la obediencia, no podemos medir la gravedad de la culpa por la acción exterior en que se manifiesta». «El hombre creado por Dios en la justicia, sin embargo, por instigación del demonio, en el mismo comienzo de la historia, abusó de su libertad, levantándose contra Dios».

Este pecado de desobediencia fue el pecado original, llamado así porque fue el primer pecado que se cometió en la Tierra, en los principios de la humanidad, y es origen de otros muchos. El pecado original es la raíz de los demás pecados de los hombres. La realidad del pecado original es dogma de fe.

Con este pecado de desobediencia nuestros primeros padres perdieron la gracia para ellos y para nosotros sus hijos. Lo mismo que lo pierden todo los hijos del que se arruina en el juego de la ruleta. Si un monarca concede a una familia un titulo nobiliario con la condición de que el cabeza de familia no se haga indigno de semejante gracia, ¿quién puede protestar si después de una ingratitud de este cabeza de familia, el monarca retira el título a toda la familia? El Concilio de Trento el más trascendental de toda la Historia de la Iglesia define como de fe que el pecado original se transmite de generación, por herencia.

Nosotros no somos responsables del pecado original porque no es pecado personal nuestro; pero lo heredamos al nacer. Por eso el pecado original es llamado "pecado" de manera análoga: es un pecado "contraído", no "cometido"; es un estado, no un acto. En virtud de la ley de solidaridad de Adán con toda la humanidad, por ser su cabeza físico-jurídica, nos priva de los dones extraordinarios que Dios había concedido en un principio a Adán para que los comunicara a sus descendientes. «Del mismo modo que entre Adán y sus descendientes hubiera existido solidaridad si hubiera sido fiel, del mismo modo existe también solidaridad en su rebeldía». El gran desastre del pecado de Adán fue que arrastró consigo a toda la naturaleza humana. De igual manera que si Adán se hubiese suicidado antes de tener hijos, hubiera privado de la vida a todo el género humano, así con su pecado nos priva de la gracia. Fue un suicidio espiritual. No debemos protestar por sufrir nosotros las consecuencias del pecado de Adán. Habríamos sabido nosotros conservar estos dones? No son nuestros pecados personales una prueba de que también nosotros habríamos prevaricado?

El pecado original fue un pecado de soberbia. El pecado de Adán y Eva es un pecado muy frecuente hoy día. Hombres y mujeres autosuficientes, independientes, rebeldes a toda norma, orden o mandato, aunque venga del Papa. Para ellos sólo vale lo que ellos opinan, y lo que ellos quieren. No se someten a nadie. Quieren ser como dioses. Ése fue el pecado de Adán y Eva.

Antes de pecar, el demonio dijo a nuestros primeros padres que si pecaban serían como dioses. Ellos pecaron y se dieron cuenta del engaño del demonio. Con esto el demonio logró lo que pretendía: derribar a Adán de su estado de privilegio. El demonio es el padre de la mentira . Eva fue seducida por él. El que peca se entrega al espíritu de la mentira. En la medida que somos pecadores somos mentirosos, pues el pecado es el abandono de la verdad, que es Dios, por la mentira. El demonio también nos engaña a nosotros en las tentaciones presentándonos el pecado muy atractivo, y luego siempre quedamos desilusionados, con el alma vacía y con ganas de más. Porque el pecado nunca sacia. Pero el demonio logra lo suyo: encadenarnos al infierno.

El demonio nos tienta induciéndonos al mal, porque nos tiene envidia, porque podemos alcanzar el cielo que él perdió por su culpa. Todas las tentaciones del demonio se pueden vencer con la ayuda de Dios. El demonio es como un perro encadenado: puede ladrar, pero sólo puede morder al que se le acerca.En el estado de pecado original el hombre carece de la gracia y amistad de Dios, y su libertad está debilitada e inclinada al mal; no podemos ser totalmente dueños de nosotros mismos y de nuestros actos.

Esta vida de la gracia que empieza con el bautismo necesita respirar para no ahogarse. Lo mismo que la vida del cuerpo que, si no se tiene aire para respirar, también se ahoga. Dice San Agustín que la respiración de la vida del alma es la oración.

P. Jorge Loring
Para Salvarte

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Estoy cansado de trabajar y de ver a la misma gente, camino a mi trabajo todos los días, llego a la casa y mi esposa sirvió lo mismo de la c...

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