sábado, 5 de junio de 2021

¿Por qué la Eucaristía es un sacrificio?


La Eucaristía es por encima de todo un sacrificio: sacrificio de la Redención y al mismo tiempo sacrificio de la Nueva Alianza. El hombre y el mundo son restituidos a Dios por medio de la novedad pascual de la Redención. Esta restitución no puede faltar: es fundamento de la «alianza nueva y eterna» de Dios con el hombre y del hombre con Dios. Si llegase a faltar, se debería poner en tela de juicio bien sea la excelencia del sacrificio de la Redención que fue perfecto y definitivo, o bien sea el valor sacrificial de la Santa Misa. Por tanto la Eucaristía, siendo verdadero sacrificio, obra esa restitución a Dios

En cambio, todos aquellos que participan en la Eucaristía, sin sacrificar como él, ofrecen con él, en virtud del sacerdocio común, sus propios sacrificios espirituales, representados por el pan y el vino, desde el momento de su presentación en el altar.

Efectivamente, este acto litúrgico solemnizado por casi todas las liturgias, «tiene su valor y su significado espiritual». El pan y el vino se convierten en cierto sentido en símbolo de todo lo que lleva la asamblea eucarística, por sí misma, en ofrenda a Dios y que ofrece en espíritu. Es importante que este primer momento de la liturgia eucarística, en sentido estricto, encuentra su expresión en el comportamiento de los participantes. A esto corresponde la llamada procesión de las ofrendas, prevista por la reciente reforma litúrgica y acompañada, según la antigua tradición, por un salmo o un cántico.

Todos los que participan con fe en la Eucaristía se dan cuenta de que ella es «Sacrificium», es decir, una «Ofrenda consagrada». En efecto, el pan y el vino, presentados en el altar y acompañados por la devoción y por los sacrificios espirituales de los participantes, son finalmente consagrados, para que se conviertan verdadera, real y sustancialmente en el Cuerpo entregado y en la Sangre derramada de Cristo mismo. Así, en virtud de la consagración, las especies del pan y del vino, «re-presentan», de modo sacramental e incruento, el Sacrificio propiciatorio ofrecido por El en la cruz al Padre para la salvación del mundo.

aciprensa.com
iglesia.org

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martes, 24 de diciembre de 2019

¡Feliz Navidad!


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lunes, 20 de agosto de 2018

Las Señales de Dios

No te da el juego armado ni el tutorial paso a paso que debes seguir para ser feliz. Dios te da “señales” para que disciernas y tomes el camino que responde a su voluntad. A veces las señales son muy claras, pero en otras ocasiones te puedes tardar años en detectarlas. Así como también las señales pueden ser muy evidentes, pero simplemente no las logras ver.

“Yo le pregunté: ¿Qué debo hacer, Señor? El Señor me dijo: Levántate y ve a Damasco donde se te dirá lo que debes hacer” (Hechos 22,10)

Lo cierto es que nada ocurre al azar en esta vida. Todo lo que sucede desde lo grande a lo pequeño pertenece al Plan perfecto de Dios, quien al darnos libre albedrío, espera que sigamos su voluntad que revela mediante esas señales.

“Reconócelo a él en todos tus caminos y él allanará tus senderos” (proverbios 3,6)

“Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen” (Juan 10,27)


Pero, ¿cómo logramos verlas? Más complejo aún… ¿Cómo logramos detectar de que esas señales provienen realmente de Dios y no de otras fuentes o simplemente de nuestra imaginación? Es recurrido el comodín: “Dios me lo reveló mediante sueños y visiones”. Tampoco se trata de engañarse y de obedecer a todo que llega a nosotros o a cualquier pensamiento que se nos venga a la mente.

Seguramente hemos escuchado el relato de aquel pescador que tras el naufragio de su bote, se estaba ahogando en el mar; esperaba la ayuda de Dios, pero sólo llegó a él la ayuda de un barco pequeño, uno más grande y un helicóptero. Tras su muerte le pregunta a Dios: ¿Por qué no me salvaste cuando te pedí ayuda? Dios le contesta que aquellos salvavidas fueron enviados por Él, sin embargo el pescador no lo creyó en su momento. Y es que Dios se comunica con cada uno de nosotros sirviéndose de cualquier instrumento.

En la medida que nuestra fe sea más fuerte y mediante una vida de oración constante, podemos ir discerniendo cada vez más la voluntad de Dios. La lectura de la Sagrada Escritura, que es la palabra viva del Señor, es también el instrumento por medio del cual Dios se comunica con nosotros. Y por cierto, podemos recurrir a la intercesión de la Virgen María, pidiendo en oración que nos ayude a ver las señales que Dios va colocando en nuestro camino. Él quiere que nos abandonemos en su voluntad y confiemos en su Plan maravilloso aunque a veces resulte difícil o simplemente inimaginable.

Generalmente se trata bastante este tema en aquellas personas que sienten una inquietud vocacional respecto a la vida consagrada. Podemos recoger muchos testimonios de personas consagradas que jamás imaginaron serlo; que luego de muchas señales que Dios les enviaba pudieron responder con un Sí. Cada caso es único, pues Dios se ha manifestado en ellas de diferentes maneras; lo común de todas esas personas es su grandioso amor, pues en ellas fijó su mirada, las eligió y las llamó para servirles en su Reino. Esas personas viven en paz y con alegría, gozando de este regalo inmenso de Dios.

Sin embargo en nuestra vida cotidiana, siempre se nos presentan inquietudes de todo tipo y en toda materia. Generalmente tenemos más de un camino al que podemos optar y estamos en constante inseguridad de qué opción tomaremos. Los cristianos le pedimos ayuda a Dios y nos aferramos a la oración mientras que otros buscan respuestas en dónde por cierto, no las encontrarán. Y en este punto debemos reflexionar. ¿En dónde esperamos encontrar las señales que debemos seguir? Debemos tener presente que sólo Dios tiene ese Plan perfecto para cada uno de nosotros, un plan único e intransferible, un plan que con toda seguridad nos llevará a encontrar la felicidad. Lo demás, es fantasía, bienestar momentáneo quizás o una opción menos exigente, pero en ningún caso la voluntad de Dios y el camino a la Santidad.

Es el espíritu Santo quien nos guía para caminar en la senda que Dios nos ha preparado desde siempre. Por ello debemos invocarlo en todo momento, pidiendo que nos asista y que nos indique el camino que responde a la voluntad del Padre.

“Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios” (Romanos 8,14).

“Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu” (Gálatas 5,25)

“El Espíritu dijo a Felipe: Acércate y camina junto a su carro” (Hechos 8,29)

“El Señor iba al frente de ellos, de día en una columna de nube, para guiarlos por el camino; y de noche en una columna de fuego, para iluminarlos, de manera que pudieran avanzar de día y de noche” (Éxodo 13,21).

Marlene Yañez Bittner
catholic.net

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miércoles, 13 de junio de 2018

San Antonio de Padua

Fiesta: 13 de junio
 
Los padres de San Antonio eran muy ricos y querían ver a su hijo como distinguido hombre de sociedad. Él, en cambio, quería ser pobre por amor de Cristo y por eso se hizo franciscano.

Antonio era un gran predicador. Lo mandaron como misionero por numerosas ciudades por Italia y Francia. Convirtió a muchos pecadores sobre todo con su buen ejemplo. Cuentan que mientras oraba en su habitación se le apareció Jesús, le puso las manitas al cuello y lo besó. Antonio recibió esta gracia extraordinaria por que mantuvo su alma limpia incluso del mas mínimo pecado y amaba mucho a Jesús.

Cuando Antonio enfermó se retiró a un monasterio en las afueras de Padua, donde murió a la edad de 36 años, el 13 de Junio de 1231.

Treinta y dos años después sus restos fueron trasladados a Padua. La lengua se conservaba íntegra, sin haberse corrompido mientras que el cuerpo estaba aniquilado.
Sucedieron muchos milagros después de su muerte. Aun hoy día le llaman el Santo "de los milagros". Su fiesta se celebra el 13 de junio.

El entusiasmo popular ha hecho que San Antonio, más que otros, sea universalmente reconocido por los fieles de todo el mundo. "Santo Universal" le llaman. Durante los siete siglos ya transcurridos desde su muerte, millones de personas se han sentido atraídas a este gran "Franciscano Milagroso".
Fue otro franciscano, San Buenaventura, quien dijo: "Acude con confianza a Antonio, que hace milagros, y el té conseguirá lo que buscas."


ewtn.com

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martes, 8 de mayo de 2018

¿Santa Teresa de Ávila fue la inventora de las papas fritas?


También los belgas, los franceses y los neoyorquinos se disputan la invención del famoso plato

Según el profesor de historia del arte y fundador del singular museo de las papas fritas “Friet Museum” el belga Paul Ilegems da como casi seguro que fue Santa Teresa la inventora de esta popular comida rápida, basándose en una carta que la santa enviaba a la madre superiora del convento del Carmen en Sevilla, para agradecerle del envío de las papas y otras viandas, con fecha 19 de diciembre de 1577. En ella dice: “La suya recibí, y con ella las patatas y el pipote y siete limones. Todo vino muy bueno”.

Pero el periodista y crítico gastronómico Cristino Álvarez, en un artículo opina que no cree que esta teoría sea probable, afirmando: “Nunca probó este tubérculo ya que la patata a que se refiere la santa, es la llamada patata de Málaga o batata, un tubérculo que trajo ya Colón de Haití a la vuelta de su primer viaje mientras que hubo que esperar medio siglo para tener noticias de la patata propiamente dicha.”

Lo que si se da por cierto es que hay datos, a partir de 1573, en los libros de cuentas de un hospital, el cual registraba que recibía este nutritivo tubérculo con tantas propiedades alimenticias y curativas de uno de los conventos de las Carmelitas Descalzas, orden fundada por Teresa de Ávila.

Ahora bien, el mismo Paul Ilegems da una segunda teoría, que quizás las papas fueron inventados por unos pescadores belgas acostumbrados a freír pescaditos hicieron lo mismo cuando llegaron a sus manos las primeras papas en el año 1650.

Esto es lo que dicen los belgas, pero los franceses no están muy de acuerdo con ellos, pues se adjudican a sí mismos la invención de los famosos “french fries”. Ellos aseguran que ya a fines del siglo XVIII, sobre el Pont Neuf de París, se veían vendedores de esta delicia, que las preparaban a la vista de sus clientes dentro de braseros y sartenes.​

Lo cierto está que el nombre popular de las papas fritas justamente era en idioma francés, a lo que los belgas explicaron que el término se hizo popular durante la primera guerra mundial, cuando sus soldados, que usaban el francés para comunicarse, ofrecieron las papas fritas a los soldados norteamericanos, que las bautizaron de este modo. Esta disputa se refiere a las conocidas papas fritas que, cortadas en formas de bastoncitos, se hacen freír en bastante aceite o, en algunos casos, manteca.

Pero las papas fritas cortadas muy finas y de forma redonda, muy conocidas por “chips”, surgieron por accidente en el año 1853 en un restaurante de Nueva York. El chef de dicho restaurante, ante las continuas quejas de un cliente que siempre lo recriminaba por no cortar las papas fritas lo suficientemente finas, decidió darle una lección cortándolas excesivamente delgadas, de manera que no pudieran pincharse con el tenedor. El resultado fue todo lo contrario al esperado, el cliente quedó sorprendido y completamente satisfecho y pronto todos los clientes empezaron a pedir aquella nueva y extraña especialidad.

¿Entonces las papas fritas es invento de Santa Teresa de Ávila, de los belgas, de los franceses o de los neoyorquinos? Imposible saberlo. Lo cierto está que este famoso plato hecho con la papa, tubérculo originario de América es mundialmente conocido y aunque todos las podemos hacer en casa, el gustarlas bien crujientes y doradas tiene sus secretos. Aquí te van algunos:

1 Pelar las papas y enjuagarlas muy bien, al menos cinco veces con agua fría cada trozo, para remover el exceso de almidón. De lo contrario se pegaran unas a otras. Este procedimiento también ayuda a conseguir papas bien crujientes.

2 Secarlas muy bien con un paño de cocina

3 Calentar una buena cantidad de aceite, una cocción correcta está garantizada cuando las papas están completamente sumergidas.

4 Cocinarlas dos veces, para la primera cocción la temperatura del aceite debe tener entre 120°C y 150°C, freírlas, sacarlas más bien blancuzcas y dejarlas enfriar por algunos minutos y luego volverlas a cocinar, pero esta vez con el aceite más caliente, a 175°C, para la segunda. Para saber la temperatura justa, arroja un pedacito de pan a la sartén. Si se queda en el fondo está alrededor de los 150°, si sube rápidamente ronda los 175°.

5 Salar las papas fritas apenas salen de la sartén. Esto ayuda a que se absorba el excedente de aceite y queden bien crujientes. Si agregas la sal antes de la cocción, corres el riesgo de que la papa se ablande.

Solo te queda gustarlas solo con sal o con el aderezo que más te guste. Existe una gran variedad de salsas y aderezos dependiendo el país o zona donde te encuentres, muchas creadas exclusivamente para este plato. Pero… ¡Ojo! Recuerda que una porción promedio de papas fritas, de unos 200 gramos, aporta 760 calorías…

Maria Paola Daud
aleteia.org

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martes, 13 de marzo de 2018

¿Cristo viene o Cristo está?

Todos los cristianos esperamos con asombro la venida de Jesucristo al final de los tiempos anunciada por él mismo. Los católicos esperamos esa llegada pero, sin ansiedad ya que actualmente ya disfrutamos de la presencia real y cercanía de Jesucristo. ¨Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo» (Mt 28-20). ¨ No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes sí me verán, porque yo vivo y también ustedes vivirán. (Jn 18-20)

Es llamativo, sin embargo, que en muchos grupos protestantes la idea de ¨Cristo viene¨ o ¨Cristo vendrᨠes como un telón de fondo permanente en su vida y su predicación.

La presencia real de Jesucristo en la eucaristía marca una diferencia abismal en la vida de los primeros cristianos frente a los judíos y actualmente de los cristianos católicos respecto a muchos protestantes.

En el siglo primero de nuestra era, prácticamente todos los pueblos que Jesús visitó tenían su propia sinagoga. Las ciudades grandes tenían varias, y en Jerusalén había muchísimas.

La sinagoga se equipaba con muy pocos muebles. Uno de los elementos principales era un arca, o cofre, donde se guardaba la posesión más valiosa del pueblo: los rollos de las Sagradas Escrituras. El arca se llevaba a un lugar seguro, pero durante el servicio religioso se colocaba a la vista. Al terminar, se devolvía a su sitio.

Cerca del arca y de cara al auditorio estaban los asientos de los que presidían la sinagoga y de los invitados especiales. Más al centro de la sala se levantaba una especie de plataforma, que tenía un atril y un asiento para el orador. En tres lados de esta plataforma había gradas para el auditorio.

La explicación del texto sagrado se reservaba a un rabino o algún fiel versado en el conocimiento de la ley mosaica.

Como Jesucristo, los Apóstoles y los primeros cristianos siguieron frecuentando el templo de Jerusalén: a las horas de oración y para predicar (Act 3,1; 5,20-21; 5,4,2; 21,26; 22,17) aunque también se reunían en otros sitios, sobre todo, como es lógico, para el sacrificio eucarístico, generalmente en la mejor habitación de sus mismas casas (que solía ser la sala superior), mientras no dispusieron de lugares más adecuados (Act 1,14; 2,1 ss.; 10,9; 12,12;). Muchos de estos lugares para el culto cristiano aparecen expresamente nombrados en el N. T.: en Jerusalén la casa de María madre de Marcos (Act 12,12), en Éfeso, la escuela de Tiranno (Act 19,9); en Corinto, la casa de Tito (Act 18,7); en Colosas, la de Filemón (Philp 2); en Laodicea, la de Ninfa (Col 4,15); en Roma, la de Aquila y Priscila (Rom 16,3-5; 1 Cor 16,19); en otras ocasiones no se indica el propietario (Act 10,9; 20,7). Lugares que en general quedaban consagrados al culto y se distinguían de las casas ordinarias (cfr. 1 Cor 14,33-35 y 11,17-34), llegándose, conforme crecía el número de los cristianos, a dedicar a ello exclusivamente una casa completa o edificios hechos para este único fin.
Las casas dedicadas exclusivamente al culto-se adaptaron a las necesidades, utilizando sus dos grandes partes bien definidas, atrium y perystilum, para la instrucción de los catecúmenos y el sacrificio eucarístico, respectivamente. Sobre ellas se inspiró la construcción de los primeros templos cristianos,

El culto cristiano enlaza y continúa en cierto modo con el culto judío en las sinagogas (oración y lectura de la S. E.), pero lo sobrepasa y supera ampliamente, así como al culto del templo de Jerusalén, puesto que el templo cristiano es el lugar del sacrificio eucarístico y de la reserva de la Eucaristía, presencia real, verdadera y sustancial de Cristo en las especies sacramentales.

Con el paso de los siglos, la espiritualidad cristiana se ha ido desarrollando y, paralelamente, la liturgia. Este crecimiento espiritual, se ha ido expresando en las iglesias, recogiendo toda esa riqueza histórica de espiritualidad en la liturgia y el arte cristiano: imágenes de los santos (como distintas maneras de seguir al único modelo, Jesucristo), pintura, escultura, música, arquitectura, poesía, literatura.

Todos estos elementos han ido enriqueciendo los templos cristianos pero, el centro sigue siendo el Altar y el Sagrario, donde nos encontramos con Cristo vivo y presente que nos hace pensar sin temor en el Cristo que vendrá al final de los tiempos.

Esa riqueza espiritual, que los protestantes no poseen, hace que sus templos se asemejan a las sinagogas judías, esperando la venida del Mesías: ellos esperan a ¨Jesucristo que viene¨, ignorando que se quedó entre nosotros.

Sus templos son como salas de conferencia bíblicas, vacíos de 20 siglos de espiritualidad, como las sinagogas.

De la fe en la presencia de Cristo en la Eucaristía nace la belleza y riqueza espiritual y artística de los templos cristianos.

Para ellos, Cristo resucitó y ascendió al Cielo, de donde regresará al final de los tiempos pero, no lo tienen ahora y siempre cercano en la eucaristía, se han quedado como huérfanos.

Javier Ordovàs
catholic.net

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jueves, 8 de marzo de 2018

Pablo VI será santo


"Pablo VI será santo este año". Estas son las palabras del Papa Francisco que confirman los rumores que venían sonando durante estas últimas semanas. Sin duda una gran noticia para la Iglesia.

La fecha de la canonización aún se desconoce pero todo indica que será a finales de octubre de este año en Roma, después del Sínodo de Obispos sobre los jóvenes.

El milagro que ha hecho que el Papa promulgara el Decreto, sería la curación de Amanda, la hija de Vanna Pironato, quién tuvo un embarazo de alto riesgo. Días despues de que Pablo VI fuera beatificado, Vanna acudió al Santuario delle Grazie, en Brescia (Italia), un lugar concurrido por los devotos del Papa Pablo VI. Después de rezar al futuro santo y sin una posible explicación médica, la niña nació sin ningún tipo de problema.

¡Pablo VI ruega por nosotros!

capillaonline.blogspot.com

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domingo, 4 de marzo de 2018

Nueva festividad en la Iglesia: María, Madre de la Iglesia


A partir de este año 2018, la Iglesia Católica celebrará cada lunes siguiente al de Pentecostés una nueva festividad que ha establecido el Papa Francisco a través de un Decreto de la Congregación para el Culto Divino.

Según el Papa, esta festividad aumentaría el sentido materno de la Iglesia en todos los bautizados así como exaltar la genuina piedad mariana.

A continuación les proporcionamos el texto completo del Decreto:

CONGREGATIO DE CULTO DIVINO ET DISCIPLINA SACRAMENTORUM

DECRETO


sobre la celebración de la bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, en el Calendario Romano General

La gozosa veneración otorgada a la Madre de Dios por la Iglesia en los tiempos actuales, a la luz de la reflexión sobre el misterio de Cristo y su naturaleza propia, no podía olvidar la figura de aquella Mujer (cf. Gál 4,4), la Virgen María, que es Madre de Cristo y, a la vez, Madre de la Iglesia.

Esto estaba ya de alguna manera presente en el sentir eclesial a partir de las palabras premonitorias de san Agustín y de san León Magno. El primero dice que María es madre de los miembros de Cristo, porque ha cooperado con su caridad a la regeneración de los fieles en la Iglesia; el otro, al decir que el nacimiento de la Cabeza es también el nacimiento del Cuerpo, indica que María es, al mismo tiempo, madre de Cristo, Hijo de Dios, y madre de los miembros de su cuerpo místico, es decir, la Iglesia. Estas consideraciones derivan de la maternidad divina de María y de su íntima unión a la obra del Redentor, culminada en la hora de la cruz.

En efecto, la Madre, que estaba junto a la cruz (cf. Jn 19, 25), aceptó el testamento de amor de su Hijo y acogió a todos los hombres, personificados en el discípulo amado, como hijos para regenerar a la vida divina, convirtiéndose en amorosa nodriza de la Iglesia que Cristo ha engendrado en la cruz, entregando el Espíritu. A su vez, en el discípulo amado, Cristo elige a todos los discípulos como herederos de su amor hacia la Madre, confiándosela para que la recibieran con afecto filial.

María, solícita guía de la Iglesia naciente, inició la propia misión materna ya en el cenáculo, orando con los Apóstoles en espera de la venida del Espíritu Santo (cf. Hch 1,14). Con este sentimiento, la piedad cristiana ha honrado a María, en el curso de los siglos, con los títulos, de alguna manera equivalentes, de Madre de los discípulos, de los fieles, de los creyentes, de todos los que renacen en Cristo y también «Madre de la Iglesia», como aparece en textos de algunos autores espirituales e incluso en el magisterio de Benedicto XIV y León XIII.

De todo esto resulta claro en qué se fundamentó el beato Pablo VI, el 21 de noviembre de 1964, como conclusión de la tercera sesión del Concilio Vaticano II, para declarar va la bienaventurada Virgen María «Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores que la llaman Madre amorosa», y estableció que «de ahora en adelante la Madre de Dios sea honrada por todo el pueblo cristiano con este gratísimo título».

Por lo tanto, la Sede Apostólica, especialmente después de haber propuesto una misa votiva en honor de la bienaventurada María, Madre de la Iglesia, con ocasión del Año Santo de la Redención (1975), incluida posteriormente en el Misal Romano, concedió también la facultad de añadir la invocación de este título en las Letanías Lauretanas (1980) y publicó otros formularios en el compendio de las misas de la bienaventurada Virgen María (1986); y concedió añadir esta celebración en el calendario particular de algunas naciones, diócesis y familias religiosas que lo pedían.

El Sumo Pontífice Francisco, considerando atentamente que la promoción de esta devoción puede incrementar el sentido materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fieles, así como la genuina piedad mariana, ha establecido que la memoria de la bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, sea inscrita en el Calendario Romano el lunes después de Pentecostés y sea celebrada cada año.

Esta celebración nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana, debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos.

Por tanto, tal memoria deberá aparecer en todos los Calendarios y Libros litúrgicos para la celebración de la Misa y de la Liturgia de las Horas: los respectivos textos litúrgicos se adjuntan a este decreto y sus traducciones, aprobadas por las Conferencias Episcopales, serán publicadas después de ser confirmadas por este Dicasterio.

Donde la celebración de la bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, ya se celebra en un día diverso con un grado litúrgico más elevado, según el derecho particular aprobado, puede seguir celebrándose en el futuro del mismo modo.

Sin que obste nada en contrario.

En la sede de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, a 11 de febrero de 2018, memoria de la bienaventurada Virgen María de Lourdes.

Robert Card. Sarah Prefecto

capillaonline.blogspot.com

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jueves, 1 de marzo de 2018

La sorprendente historia del monje que vivió 37 años sobre una columna


Desde el principio de la historia de la Iglesia muchas personas han hecho cosas sorprendentes movidos por su amor a Dios. Muchas han pasado largas horas orando, días ayunando, etc. Sin embargo, hay una historia muy interesante y poco conocida de un santo llamado Simeón cuyo amor a Dios lo llevó a pasar 37 años subido a una columna. ¿Quieres saber por qué lo hizo? Esta es su historia.

Simeón nació en el año 392 en Cilicia, cerca de Tarso. De niño fue pastor hasta que, motivado por el sermón de las bienaventuranzas, decidió hacerse religioso en un monasterio.

Mientras se preparaba para ingresar al monasterio, su deseo de ser santo se incrementaba, y un día tuvo una visión: vio cómo construía el edificio de su santidad mientras una voz le decía “Solo cuando seas lo suficientemente humilde serás santo”.

Cuando al fin pudo entrar al monasterio (a los 15 años) sus muestras de amor por el Señor expresado en sacrificios comenzó a hacerse evidente. Su primer gran gesto de amor fue aprenderse todos los salmos de memoria; él sentía la necesidad de rezarlos todos cada semana (21 cada día).

También, al saberse pecador y con la necesidad de luchar contra las tentaciones, inventó el cilicio, una cuerda hiriente que se ata a la cintura para hacer penitencia. La idea no fue del agrado de sus superiores quienes, a pesar de que entendía de que Simeón lo hacía movido por su profundo amor por Dios, temían que los demás hermanos exageraran en su uso y se hicieran demasiado daño.

Es así que decidió alejarse un poco y se fue a vivir a una cisterna abandonada; allí estuvo 5 días en oración. Luego, como se acercaba la Cuaresma, se quedó allí 40 días en total ayuno. Los primeros 14 días estuvo rezando de pie; los siguientes 14, sentado; y los días restantes, recostado. Este ejercicio espiritual lo repitió todas las cuaresmas de su vida.

Su fama de penitente se extendió por los países vecinos y, a pesar de que se ocultó en una cueva, muchos lo buscaban para pedirle consejo y hasta le quitaban pedazos de su manto para llevárselos como reliquias.

Para evitar dicha situación, Simeón ideó un modo de vivir nunca antes conocido en la hasta entonces corta historia de la Iglesia: se hizo construir una columna de tres metros para vivir allí al sol, al agua, y al viento. Luego se dio cuenta de que muchos fieles encontraban la forma de acercarse a él, así que hizo que levantaran la columna para que midiera 17 metros. ¡Allí pasó los últimos 37 años de su vida!

Su vida subido en esa columna fue muy sacrificada. Comía solo una vez por semana, pero aprovechaba todo el tiempo que le quedaba para rezar. Unos ratos de pie, otros arrodillado y otros tocando el piso de su columna con la frente. Cuando oraba de pie, hacía reverencias continuamente con la cabeza, en señal de respeto hacia Dios. En un día le contaron más de mil inclinaciones de cabeza. Un sacerdote le llevaba cada día la Sagrada Comunión.

Como muchos se acercaban a la columna a pedir consejos, Simeón aprovechaba para predicarles al evangelio. Según los testimonio que se tienen de esa época, muchos llegaban allí peleados y se iban reconciliados, otros hacían examen de conciencia y pagaban todas sus deudas y los ricos perdonaban las deudas de los pobres. En una ocasión un famoso asesino se acercó y luego de oír la predicación de Simeón pidió perdón a Dios a gritos y llorando.

Sus superiores también fueron a visitarle pero para ponerlo a prueba y al verle le pidieron que bajara inmediatamente. Simeón sabía que sin humildad y obediencia no podría ser santo, así que se dispuso a bajar. Sus superiores, al ver su docilidad, le gritaron que se quedara porque entendieron que esa era la voluntad de Dios.

Y así estuvo hasta que murió en el año 459 mientras rezaba arrodillado con la cabeza inclinada. En el lugar donde estaba la columna se construyó un gran monasterio para los monjes que quieran hacer penitencia. Hoy ese monasterio se encuentra en ruinas y se le conoce como Qal’at Sim’ân (la mansión de Simón).

Por cierto, columna se dice “Stilos” en griego, por eso la Iglesia celebra la fiesta de “Simeón el estilita” cada 5 de enero.

ChurchPop

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sábado, 17 de febrero de 2018

El aborto, la eutanasia y la esclavitud

9 argumentos notables de comparación entre la esclavitud y el aborto.


1. Argumento de la propiedad: este esclavo/bebé forma parte de mi propiedad/cuerpo. Nadie puede decirme lo que tengo que hacer con él.

2. Argumento de la privacidad: nadie te obliga a tener un esclavo/aborto. ¡Ocúpate de tus cosas!

3. Argumento de la prevalencia de derechos: mi derecho de propiedad/ a abortar tiene prioridad sobre los derechos del esclavo/bebé.

4. Argumento de la inevitabilidad: la esclavitud/aborto lleva existiendo desde hace siglos y no va a desaparecer. Es preferible dedicar nuestros esfuerzos a que se haga de modo seguro, legal y lo más humanamente posible.

5. Argumento de la pseudociencia: los esclavos/fetos no son realmente personas. No son como nosotros. Tienen rasgos diferentes de nosotros y en consecuencia pueden ser tratados también de modo diferente.

6. Argumento de la socioeconomía: si la esclavitud/el aborto acaba, la mayoría de los esclavos/niños acabarán en la calle sin un mísero trabajo.

7. Argumento de las leyes: la esclavitud/el aborto está respaldado por leyes aprobadas por Parlamentos y legalmente consolidadas. Ya se ha establecido legalmente y no hay nada más que hablar.

8. Argumento de la falsa compasión: la esclavitud/el aborto es lo mejor para los negros/niños. De otro modo, sus vidas serían terribles, por lo que es mejor esclavizarlos/matarlos.

9. Argumento de la hipocresía de la otra parte: defendéis el fin de la esclavitud/el aborto, pero no queréis vivir con negros libertos/adoptar a los niños no deseados, por lo que vuestra posición queda deslegitimada.


Y podrían agregarse algunos más, como el del “progreso” que suponía para los partidarios de la esclavitud y hoy del aborto, de no tener obstáculos legales ni éticos que cuestionaran tales prácticas!.

Y además, debemos señalar la contradicción que supone que para los “progresistas”, que haya que eliminar de la economía la propiedad privada, aunque sin embargo, ellos o ellas mismas, argumentan que el feto forma parte del “propio cuerpo” de la madre, y que por ello pueden disponer del mismo. Lo que es un argumento propietarista y nada solidario, y además es científicamente falso, por tener el bebé un código genético propio, diferente al de sus padres biológicos.

Dentro de 50 años o menos, quizás, a la humanidad le parecerá la discusión del aborto o la eutanasia piezas de museo como hoy lo es la abolición de la esclavitud

Carlos Alvarez Cozzi
catholic.net

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Vengo por ti

Estoy cansado de trabajar y de ver a la misma gente, camino a mi trabajo todos los días, llego a la casa y mi esposa sirvió lo mismo de la c...

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