En estos últimos momentos del año que hoy termina,
heme aquí, Señor, en el silencio y en recogimiento
para decirte GRACIAS,
para solicitarte AYUDA,
para implorarte PERDÓN.
GRACIAS,
Señor por la paz, por la alegría,
por la unión que los hombres, mis hermanos, me han brindado,
por esos ojos que con ternura y comprensión me miraron.
Por esa mano oportuna que me levantó,
por esos labios cuyas palabras y sonrisa me alentaron,
por esos oídos que me escucharon,
por ese corazón que amistad, cariño y amor me dieron.
Gracias, Señor por el éxito que me estimuló,
por la salud que me sostuvo,
por la comodidad y diversión que me descansaron.
Gracias, señor... me cuesta decírtelo...
por la enfermedad, por el fracaso, por la desilusión,
por el insulto, por el engaño, por la injusticia,
por la soledad, por el fallecimiento del ser querido.
Tú lo sabes, Señor, cuán difícil fue aceptarlo;
quizá estuve al punto de la desesperación,
pero ahora me doy cuenta
que todo esto me acercó más a Ti.
¡Tú sabes lo que hiciste!
Gracias, Señor, sobre todo por la fe
que me has dado en Ti y en los hombres.
Por esa fe que se tambaleó
pero que Tú nunca dejaste de fortalecer
cuando tantas veces encorvado bajo el peso del desánimo
me hizo caminar en el sendero de la verdad
a pesar de la oscuridad.
AYUDA
Te he venido también a implorar
para el año que muy pronto va a comenzar.
Lo que el futuro me deparará, lo desconozco Señor.
Vivir en la incertidumbre, en la duda,
no me gusta, me molesta, me hace sufrir.
Pero sé que Tú siempre me ayudarás.
Yo te puedo dar la espalda. Soy libre.
Tú nunca me la darás. Eres fiel.
Yo sé que me tenderás la mano.
Tú sabes que yo no siempre la tomaré.
Por eso, hoy te pido que me ayudes a ayudarte,
que llenes mi vida de esperanza y generosidad.
No abandones la obra de tus manos. Señor.
PERDÓN
No podría retirarme sin pronunciar
esa palabra que tantas veces,
te debí de haber dicho,
pero que por negligencia y orgullo he callado,
perdón, Señor, por mis errores,
descuidos y olvidos, por mi orgullo y vanidad,
por mi necedad y capricho,
por mi silencio y mi excesiva locuacidad.
Perdón, Señor, por prejuzgar a mis hermanos,
por mi falta de alegría y entusiasmo,
por mi falta de fe y confianza en Ti,
por mi cobardía y mi temor en mi compromiso.
Perdón, porque me han perdonado
y no he sabido perdonar.
Perdón por mi hipocresía y mi doblez,
por esa apariencia que con tanto esmero cuido
pero que en el fondo no es más que engaño a mi mismo.
Perdón por esos labios que no sonrieron,
por esa palabra que callé,
por esa mano que no tendí,
por esa mirada que desvié,
por esos oídos que no presté,
por esa verdad que omití,
por ese corazón que no amó
... por ese Yo que se prefirió.
Señor, no te he dicho todo.
Llena con tu amor mi silencio y cobardía.
GRACIAS por todos los que no te dan gracias.
AYUDA a todos los que imploran tu ayuda.
PERDÓN por todos los que no imploran perdón.
Me has escuchado...ahora, Señor, te escucho...
iglesia.org
jueves, 31 de diciembre de 2009
Reflexión para Fin de Año
miércoles, 30 de diciembre de 2009
Hay que echarle valor... y amor
La pequeña María acaba de nacer. Fue operada de espina bífida en el útero materno porque los médicos se sintieron capaces... y porque sus padres descartaron de plano la opción fácil: el aborto.
María José y Francisco han dado a su hija la oportunidad de vivir. Muchos no lo habrían hecho. Muchos no lo hacen. La pequeña María padece de espina bífida en su forma más extrema, el mielomeningocele, que es considerado por los médicos como « la malformación congénita más grave compatible con la vida ».
La ley acopara a quienes decidan que la apuesta es demasiado arriesgada, que la hidrocefalia, los problemas motores, la incontinencia... que pueden afectar en el futuro a su hijo aún no nacido le condenarían a una vida de sufrimiento. La alternativa legal es el aborto. No hay riesgos, ni padecimiento. Tampoco hay vida. Buena parte de la sociedad -¿mucha? ¿poca?- apoya también la idea de que seguir adelante entraña demasiadas complicaciones para el niño y demasiados problemas para los padres. La alternativa social también es el aborto. No hay preocupaciones, ni años de desvelos. Tampoco hay vida.
María José y Francisco admiten, desde el hospital sevillano Virgen del Rocío, donde el jueves nació su hija, que « fue una decisión difícil », pero « soy católica –dice la madre– y desde el principio descarté el aborto... queríamos darle una oportunidad a la niña ».
En Málaga, donde viven, les diagnosticaron la malformación del feto y les informaron de la posibilidad legal de abortar. Buscaron en Sevilla una segunda opinión médica. El problema era grave. La niña podía ser operada en Estados Unidos, o en Brasil. En Europa nunca se había hecho. Además, la intervención no cura la espina bífida ni garantiza por completo que la niña quede libre de secuelas, aunque sí ofrece una alta probabilidad de minimizarlas.
Los médicos del Virgen del Rocío se atrevieron a proponer que ellos podían hacerlo. Asumieron la parte del reto que les correspondía. María José y Francisco no lo dudaron. La pequeña María fue intervenida en el útero de su madre a las 26 semanas de gestación. Volvieron a colocar la parte de su médula espinal afectada en su lugar, bajo el arco protector de las vértebras lumbares, de donde nunca debió salir. Ha pasado ya mes y medio de aquello y acaba de nacer. Hoy tiene tres días de vida.
Aunque es pronto para valorar el estado de María, y sobre todo la calidad de la vida que tiene por delante, las expectativas médicas son buenas. Hay esperanza. El equipo de neurocirugía ha hecho lo que se esperaba de ellos, un buen trabajo. Lo que cualesquiera especialistas capacitados hubiesen hecho en su lugar. Pero el verdadero éxito no ha sido de la medicina. El aplauso, la medalla de oro, son para los padres de María porque no todos habríamos tenido el mismo valor, la misma fe... el mismo amor.
iglesia.org
martes, 29 de diciembre de 2009
Pedir perdón es construir
En Navarra, cerrando por el sur la Cuenca de Pamplona, se encuentra el Monte del Perdón. Su nombre evoca la tradición de la «perdonanza». Parece que allá se dirigían por Pascua vecinos pamploneses que querían, tras un camino penitente, obtener el perdón, o peregrinos del camino de Santiago que, por quizá por enfermedad, no podían llegar hasta el sepulcro del Apóstol y se detenían, para curarse del cuerpo y del alma, en una ermita y su hospital anejo. Es de suponer que unos y otros bajarían después más ligeramente, no sólo por el descenso, sino también por la liberación de la carga que llevaban en la subida. Buena cosa es pedir perdón, ante todo a Dios.
Ahora se han cumplido 25 años de la exhortación de Juan Pablo II sobre la «Reconciliación y la Penitencia» (2-XII-1984), que trató especialmente de la Confesión. Benedicto XVI ha aprovechado para subrayar la importancia de este sacramento en la vida cristiana. Decía Juan Pablo II que esta tarea se encuentra hoy con la pérdida del «sentido del pecado». Y señalaba como causas de esa pérdida, en primer lugar, algunos elementos de la cultura actual: el secularismo (vivir como si Dios no existiera); una idea de la libertad sin responsabilidad personal; una ética relativista e historicista (no habría actos malos de por sí: todo depende de las circunstancias); una errónea identificación del pecado con un sentimiento morboso de culpa o con la simple transgresión de normas.
En segundo lugar, apuntaba ciertos factores en el ámbito eclesial, que también debilitan el sentido del pecado: la sustitución de actitudes exageradas del pasado por exageraciones de tipo opuesto (el rigorismo que podía oprimir las conciencias, ha sido sustituido por el laxismo: todo vale); la confusión doctrinal en los campos de la moral cristiana. A esto habría que añadir algunas deficiencias en la praxis de la confesión –que señaló en otras ocasiones–: sobre todo la reducción de las consecuencias del pecado sea al ámbito privado sea al ámbito comunitario; la deficiente disponibilidad de los sacerdotes para confesar; el acostumbramiento de quienes se confiesan con frecuencia pero quizá no valoran suficientemente la misericordia de Dios.
Observaba con pena el Papa polaco una desfiguración sentimental del concepto de arrepentimiento; la escasa tensión hacia una vida auténticamente cristiana; por otra parte, la mentalidad de que se puede obtener el perdón «directamente» de Dios excluyendo el sacramento (cosa que sólo es posible en circunstancias extremas de peligro de muerte y ausencia del sacerdote); las «absoluciones colectivas» sin confesión individual (sólo previstas en casos muy excepcionales donde, por peligro inminente de muerte, no habría tiempo de confesarse en el modo ordinario).
Y se planteaba cómo recuperar la praxis del sacramento de la confesión, dirigido a purificar el alma –principalmente de los pecados graves– con el fin de participar en la Eucaristía. Valoraba una adecuada pedagogía de la conversión, que se apoye en las enseñanzas bíblicas y en las ciencias humanas. Dios establece con los hombres un Misterio de Alianza amorosa que se concreta en el seguimiento de Cristo. Cada bautizado, por su parte –según su edad, condiciones y circunstancias–, está llamado a responder con generosidad a ese compromiso de amor. Se requiere la formación de la conciencia como voz de Dios en el alma; darse cuenta que el pecado es ofensa personal a Dios y a los demás (incluyendo los pecados que aparentemente no trascienden al exterior, como determinados pensamientos o deseos); comprender el sentido de las tentaciones y la necesidad del ayuno y la limosna. Sin olvidar la meditación acerca de los acontecimientos últimos (la muerte, el juicio y el diverso destino eterno).
Por su parte, Benedicto XVI ha recordado recientemente, al final de la audiencia general del 2 de Diciembre, a sacerdotes que se distinguieron por ser «apóstoles del confesionario», incansables dispensadores de la misericordia divina. Ha recalcado que todos necesitamos la confesión, como «una invitación a confiar siempre en la bondad de Dios».
Ya desde el principio de su pontificado calificaba a la confesión como «uno de los tesoros preciosos de la Iglesia, porque sólo en el perdón se realiza la verdadera renovación del mundo» (15-V-2005). En efecto, acudiendo al perdón de Dios se aprende también a pedir perdón a los demás y a perdonar; a encontrar la paz interior y promover la paz exterior. Condiciones, todas ellas, que permiten aportar un granito de arena en la construcción de un mundo mejor, sin escepticismos ni ingenuidades.
Claro que todo ello precisa reconocer la necesidad de perdón. «Reconocer la propia culpa es algo elemental para el hombre; el que ya no reconoce su culpa, está enfermo. Igualmente importante para él es la experiencia liberadora que implica el recibir el perdón». Se trata de un «maravilloso acontecimiento de gracia », un «renacimiento espiritual. Y por eso el confesor –llamado a desempeñar el papel de padre, juez espiritual, maestro y educador– debe unir una buena sensibilidad espiritual y pastoral con una seria preparación teológica y moral; además de «conocer los ambientes sociales, culturales y profesionales de quienes se acercan al confesionario para poder ofrecer consejos adecuados y orientaciones tanto espirituales como prácticas» (19-II-2007).
En su homenaje a la Inmaculada, Benedicto XVI acaba de recordar que «cada quien contribuye a su vida y a su clima moral, para el bien o para el mal». Ha dicho que no somos meramente «espectadores», sino que «todos somos «actores» y, tanto en el mal como en el bien, nuestro comportamiento tiene una influencia sobre los demás». Tenemos, por tanto, la posibilidad de contribuir a la purificación del ambiente espiritual o a la contaminación del espíritu de los demás.
Y es que el pecado –sobre todo el pecado grave– es un daño a la justicia, una herida en la verdad de las cosas. Una «cuádruple fractura» –como señalaban los padres de la Iglesia– con Dios, con uno mismo, con los demás y con el mundo.
Alguien dijo que lo lógico sería, por eso, subir a la cumbre de la montaña más alta del mundo, y gritar con un potente altavoz: « ¡Soy culpable! », reconociendo la responsabilidad personal. (Quizá esto suene al hombre de hoy excesivamente radical, cuando muchos querrían borrar la palabra «culpa» de los diccionarios). En su delicada misericordia y comprensión, Dios le ahorra ese esfuerzo, pidiéndole que se confiese con un sacerdote, que, además, permanece con sus labios sellados para siempre, sin ninguna excepción. Hay que reconocer que Dios nos da mucho a cambio de poco. Y premia ese gesto creando una fiesta en el alma.
Perdonar es parecerse un poco a Dios. Es ser capaz de ver en el otro la mejor realidad que esconde, creer en la capacidad de transformación de los demás. Dice Jutta Burggraf que el perdón es la manera de recuperar –reparándolo– el pasado, y que, por eso, sólo en el perdón brota nueva vida. Y así es. El perdón es una purificación de la memoria que libera, engrandeciendo al que perdona y al perdonado. La cultura de la vida es también cultura del perdón.
Perdonar y pedir perdón es amar, y construir para uno mismo, para los demás, para el mundo. Es una parte importante de lo que proponía el Papa con su mirada puesta en María: « Responder al mal con el bien. Esto es lo que cambia la realidad; o mejor dicho, cambia a las personas, por consiguiente, mejora la sociedad».
Ramiro Pellitero
cope.es
sábado, 26 de diciembre de 2009
Historia de La Navidad
Es difícil precisar cuando comenzó a celebrarse la Navidad tal cual hoy la conocemos. Lo cierto es que las costumbres, mitos y leyendas que se le fueron sumando a lo largo de los siglos provienen de muchos países diferentes.
Tampoco se conoce el día exacto del nacimiento de Jesús, aunque se sabe que fue durante el reinado de Herodes. A mediados del siglo IV, el Papa Julio I estableció la fecha del 25 de diciembre, día próximo a muchas fiestas del solsticio de invierno que se celebran en la antigüedad.
La aparición de Papá Noel también llamado Santa Claus, Sinterklaas o Pere Noel, según el país- así como la tradición del árbol navideño o la representación del pesebre, son costumbres que provienen tanto de la leyenda como de la realidad.
La figura de Papá Noel, por ejemplo, estainspirada en la vida del obispo de Mira - en la actual Turquía- conocido hoy como San Nicolás, que fue muy popular por su bondad y generosidad con los pobres.
El Árbol:
Cuando en invierno los árboles perdían sus hojas, los germanos los vestían para que los espíritus buenos que en ellos habitaban regresaran pronto. Los adornos más comunes eran manzanas o piedra pintadas, eso fue el origen de los adornos, las bolas de cristal se incorporan alrededor de 1750 en Bohemia.
Buena parte de la tradición del árbol de Navidad, en cambio, tuvo su origen en una leyenda europea: se dice que durante una fría noche de invierno, un niño buscó refugio en la casa de un leñador y su esposa, que lo recibieron y le dieron de comer. Durante la noche el niño se convirtió en un ángel vestido de oro: era el niño Dios. Para recompensar la bondad de los ancianos, tomo una rama de un pino y les dijo que la sembraran, prometiéndoles que cada año daría frutos. Y así fue: aquel árbol dio manzanas de oro y nueces de plata.
Fue San Francisco de Asís quien populariza la costumbre de armar un pesebre. En su viaje a Belén, en el año 1220, quedo asombrado por la manera como se celebraba allí la Navidad. Entonces, cuando regreso a Italia le pidió autorización al Papa Honorio III para representar el nacimiento de Jesús con un pesebre viviente. A partir de ese momento, la tradición se extendió por Europa y luego por el resto del mundo.
Hoy Papá Noel, el arbolito y el pesebre son los símbolos universales de la Navidad. Tan universales como la costumbre de desearles a todos y en todas partes, felices fiestas.
SIGLO XII:
La tradición católica de San Nicolás se expande por Europa, mezclándose con celebraciones similares.
SIGLO XVII:
Emigrantes holandeses llevan la tradición a EE.UU. En España se convierte en los Reyes Magos, desde allí se difunde hacia Latino América.
1087:
Los restos de San Nicolás son llevados Bari, Italia, donde se construye una iglesia en su nombre. Curiosamente en Italia quien trae los regalos de Navidad no es San Nicolás sino una bruja buena.
EL PESEBRE:
La escena que representa el nacimiento de Cristo se fue completando con el paso del tiempo.
A principios del siglo IV solamente se representaba a Cristo en un pesebre y habían solamente una vaca y un asno. A fines del siglo IV se agregan una estrella y la Virgen María. Recién a partir del año 431, con el Concilio de Éfeso, aparece en el centro de la imagen.
Siglo V:
Los Reyes Magos:
El Papa San León estableció que eran tres los Reyes Magos que fueron a adorar el niño guiados por una estrella: Melchor, Gaspar y Baltazar.
Los regalos que llevaban eran oro, incienso y mirra, significando: Rey y Dios Hombre.
iglesia.org
viernes, 25 de diciembre de 2009
¡FELIZ NAVIDAD!.Artículo personal
Otro año más llega La Navidad.Otro año más celebramos el nacimiento del Salvador.
Pero, ¿Cómo viviremos esta Navidad?.¿Nos acordaremos del significado real de La Navidad?, ¿o por el contrario sólo nos vamos a centrar en consumir y consumir?.
Os invito a todos que vivais La Navidad con su verdadero significado: EL NACIMIENTO DE JESÚS, y que le abráis la puerta de vuestro corazón.Porque a pesar de que a pasado otro año, Jesús no se cansa de llamar a todas las puertas de todos los corazones para que le abramos.Recibamos a Jesús con entusiasmo y con mucho amor y Fe.
¡Feliz Navidad a todos!, y que el 2010 sea un año en el que nos acerquemos más y más a Dios.
jueves, 24 de diciembre de 2009
Cómo enseñar a rezar a los hijos
Porque, aunque se esté perdiendo la costumbre, es responsabilidad de los padres.
Hoy, en muchas de nuestras familias, ya no se reza. Y empiezan las justificaciones: nos da pena proponer a la familia; la oración parece algo forzado, artificial, no nos sale dentro; los hijos son demasiado pequeños o demasiado crecidos... Sin embargo, la oración en familia es hoy posible. El primer paso lo tiene quedar la pareja aprendiendo a orar ellos juntos. Una oración en pareja, sencilla, normal, sin demasiadas complicaciones, hace bien a la pareja creyente y es la base para asegurar la oración en los hijos.
Provocar el ambiente apropiado
La oración en familia pide un cierto clima. Algunas familias llegan a reservar en la casa un lugar o «rincón de oración» especialmente destinado para orar, como expresión de que se le deja a Dios un sitio en la casa. Es un rincón preparado con alguna Biblia, un Cirio, alguna planta, que se puede adornar de manera apropiado en algunos tiempos litúrgicos.
También se puede cuidar más lo que entra en el hogar (cierto tipo de revistas, videos, libros, cassettes, programas de TV). No es difícil hoy suscribirse alguna revista cristiana, comprar libros sanos y educativos para los hijos, Evangelios y Biblia para los niños, cassettes con grabaciones para orar, grabación del Rosario.
Se puede también introducir algún símbolo, imagen o signo religioso de buen gusto. Los lugares más apropiados son, sin duda, la sala de estar donde la familia se reúne para descansar, hablar o ver la tele, y las habitaciones de los hijos donde, entre otros pósters y objetos variados, pueden haber algunos te tipo religioso, algún recuerdo de la primera comunión o de la confirmación, los Evangelios, alguna imagen de Jesús.
Saber enseñarles
Antes que nada, es necesario que el niño vea rezar sus padres. Si ve a sus padres rezar sin prisas, quedarse en silencio, cerrar los ojos, ponerse de rodillas, desgranar las cuentas del Rosario, poner el Evangelio en el centro de la mesa después de haberlo leído despacio, el niño que capta y críticamente la importancia de estos momentos, percibe la presencia de Dios en el hogar como algo bueno, aprende un lenguaje religioso, palabras y signo que quieran grabados en su experiencia, aprende unas actitudes y se va despertando en el la sensibilidad religiosa.
Nada puede sustituir a esta experiencia. Pero, además, es necesario orar con los hijos. Los niños aprenden a orar rezando con su padres. Hay que hacerlo participar en la oración, que aprendan hacer los gestos, a repetir algunas fórmulas sencillas, algún canto, a estar en silencio hablando Dios. El niño ora como ve orar. Llegará un momento en el que el mismo podrá bendecir la mesa, iniciar una oración o leer el Evangelio con la mayor naturalidad. La oración queda grabada en su experiencia como algo bueno, que pertenece a la vida de la familia, como el reunirse, el hablar, el reír, el discutir o el divertirse.
aciprensa.com
miércoles, 23 de diciembre de 2009
El gran pecado
Esto es lo que vemos está pasando hoy en nuestra sociedad. No sólo hay pecados como siempre, sino que se cae en la incoherencia mayúscula de llamar bien al mal y de pensar que ahora todo vale.
No es lenguaje políticamente correcto hablar hoy de pecado. Al ser uno algo mayor, nada político y menos partidista, poco amigo de progresismos, o cambios radicales, uso las palabras y conceptos de siempre. Por pecado, que no error, entiendo la ofensa libre y voluntaria a Dios, de quien transgrede conscientemente su santa Ley o Decálogo.
Nadie duda que hoy como ayer, anteayer y siempre, en todos los ámbitos de la vida humana, donde hay personas, se han dado y se darán pecados. En esto, como en el nacer y morir, todos somos idénticos ante Dios y objeto de su infinita misericordia.
A los católicos de siempre, pocas cosas nos escandalizan ya. Nos vemos débiles, limitados, pecadores y por eso mismo, comprendemos las debilidades ajenas. Ahora bien, por una recta formación recibida, llamamos a las cosas por su nombre: al pan, pan y al vino, vino. Sin confundir la bondad con el vicio...
Nada de rodeos, camuflajes ni justificaciones. Sin condenar a nadie, pero tampoco miramos para otro lado o decimos que todo vale, ante ideas o comportamientos antievangélicos o no católicos.
Y esto es lo que vemos está pasando hoy en nuestra sociedad. No sólo hay pecados como siempre, sino que se cae en la incoherencia mayúscula de llamar bien al mal y de pensar que ahora todo vale. Muchos prefieren vivir así en el engaño y quizás se cierran el camino de su conversión y salvación. Este es el gran pecado de nuestro tiempo.
Miguel Rivilla San Martín
periodismocatolico.com
martes, 22 de diciembre de 2009
Acuérdate de mi cumpleaños
Como sabrás, nos acercamos nuevamente a la fecha de mi cumpleaños.
Todos los años se hace una gran fiesta en mi honor y creo que en este año sucederá lo mismo.
En estos días la gente hace muchas compras, hay anuncios en la radio, en la televisión y, en todas partes, no se habla de otra cosa, si no de lo poco que falta para que llegue ese día.
La verdad, es agradable saber que, al menos un día del año, algunas personas piensan un poco en mi. Como tú sabes, hace muchos años empezaron a festejar mi cumpleaños. Al principio no parecía comprender y agradecer lo mucho que hice por ellos, pero hoy en día nadie sabe para qué lo celebran. La gente se reúne y se divierte mucho, pero no sabe de qué se trata.
Recuerdo el año pasado, al llegar el día de mi cumpleaños, hicieron una gran fiesta en mi honor. Había cosas muy preciosas en la mesa, todo estaba decorado y recuerdo también que había muchos regalos; pero ¿sabes una cosa? Ni siquiera me invitaron. Yo era el invitado de honor y ni siquiera se acordaron de invitarme. La fiesta era para mí y cuando llegó el gran día me dejaron afuera, me cerraron la puerta... y yo quería compartir la mesa con ellos.
La verdad no me sorprendí, porque en los últimos años todos me cierran la puerta. Y, como no me invitaron, se me ocurrió estar sin hacer ruido. Entré y me quedé en el rincón. Estaban todos bebiendo, había algunos ebrios contando chistes, carcajeándose. La estaban pasando en grande. Para colmo, llegó un viejo gordo vestido de rojo, de barba blanca y gritando ¡jo-jo-jo-jo! Parecía que había bebido de más. Se dejó caer pesadamente en un sillón y todos los niños corrieron hacia él, diciendo: "¡Santo Clós, Santa Clós!". ¡Como si la fiesta fuese en su honor!
Llegaron las doce de la noche y todos comenzaron a abrazarse; yo extendí mis brazos esperando que alguien me abrazara y... ¿sabes? Nadie me abrazó... De repente todos empezaron a repartirse los regalos, uno a uno los fueron abriendo, hasta que se abrieron todos, me acerqué para ver si de casualidad había alguno para mí.
¿Qué sentirías si el día de tu cumpleaños se hicieran regalos unos a otros y a ti no te regalaran nada? Comprendí entonces que yo sobraba en esa fiesta, salí sin hacer ruido, cerré la puerta y me retiré.
Cada año que pasa es peor, la gente sólo se acuerda de la cena, de los regalos y de las fiestas, y de mi nadie se acuerda.
Quisiera que esta Navidad me permitieras entrar en tu vida, quisiera que reconocieras que hace casi dos mil años vine a este mundo para dar mi vida por ti en la cruz y de esa forma poder salvarte.
Hoy sólo quiero que tú creas esto con todo tu corazón.
Voy a contarte algo, he pensado que como muchos no me invitaron a su fiesta, voy a hacer la mía propia, una fiesta grandiosa como la que jamás nadie se imaginó, una fiesta espectacular.
Todavía estoy haciendo los últimos arreglos, por lo que este año estoy enviando muchas invitaciones, y en este día hay una invitación para ti. Sólo quiero que me digas si quieres asistir, te reservaré un lugar, y escribiré tu nombre con letras de oro en mi gran libro de invitados, en esta fiesta solo habrá invitados con previa reservación, y se tendrán que quedar afuera aquellos que no contesten a mi invitación.
Prepárate porque cuando todo este listo, daré la gran fiesta.
Hasta pronto...
Tu amigo, JESÚS
iglesia.org
lunes, 21 de diciembre de 2009
Majestad no firme
domingo, 20 de diciembre de 2009
La elevación del hombre en el Misterio de la Navidad
Juan Pablo II
1. El misterio de Navidad hace resonar en nuestros oídos el canto con que el cielo quiere hacer participar a la tierra en el gran acontecimiento de la Encarnación: «Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad» (Lc 2, 14). La paz es anunciada por toda la tierra. No es una paz que los hombres consigan conquistar con sus fuerzas. Viene de lo alto como don maravilloso de Dios a la humanidad. No podemos olvidar que, si todos debemos trabajar para instaurar la paz en el mundo, antes de nada debemos abrirnos al don divino de la paz poniendo toda nuestra confianza en el Señor. Según el cántico de Navidad, la paz prometida a la tierra está ligada al amor que Dios trae a los hombres. Los hombres son llamados «hombres de buena voluntad» porque ya la buena voluntad divina les pertenece. El nacimiento de Jesús es el testimonio irrefutable y definitivo de esta buena voluntad que jamás será retirada de la humanidad.
Este nacimiento pone de manifiesto la voluntad divina de reconciliación: Dios desea reconciliar consigo al mundo pecador, perdonando y cancelando los pecados. Ya en el anuncio del nacimiento el ángel había expresado esta voluntad reconciliadora indicando el nombre que debía llevar el Niño: Jesús, o sea, «Dios salva». « Porque salvará a su pueblo de sus pecados », comenta el ángel (Mt 1, 21). El nombre revela el destino y la misión del Niño juntamente con su personalidad: es el Dios que salva, el que libera a la humanidad de la esclavitud del pecado y, por ello, restablece las relaciones amistosas del hombre con Dios.
Amistad del hombre con Dios: ¿puede haber una amistad más deseable, más amable, más fiel, para siempre?
2. El acontecimiento que da a la humanidad un Dios Salvador supera en gran medida las expectativas del pueblo judío. Este pueblo esperaba la salvación, esperaba el Mesías, a un rey ideal del futuro que debía establecer sobre la tierra el reino de Dios. A pesar de que la esperanza judía había puesto muy en lo alto a este Mesías, para ellos no era más que un hombre.
También ahora se piensa en Jesucristo como un hombre excelente, pero la verdad total es que Jesucristo es verdadero Dios (Dios Hijo) y verdadero hombre. De no ser así, no sería «nuestra Salvación, nuestra Vida, nuestra Resurrección». No podríamos celebrar su nacimiento, sino lamentar su defunción.
La gran novedad de la venida del Salvador consiste en el hecho de que El es Dios y hombre a la vez. Lo que el judaísmo no había podido concebir ni esperar, es decir, un Hijo de Dios hecho hombre, se realiza en el misterio de la Encarnación. El cumplimiento es mucho más maravilloso que la promesa.
Esta es la razón por la que no podemos medir la grandeza de Jesús sólo con los oráculos proféticos del Antiguo Testamento. Cuando Él realiza estos oráculos se mueve a un nivel trascendente. Todas las tentativas de encerrar a Jesús en los límites de una personalidad humana, no tienen en cuenta lo que hay de esencial en la revelación de la Nueva Alianza: la persona divina del Hijo que se ha hecho hombre o, según la palabra de San Juan, del Verbo que se ha hecho carne y ha venido a habitar entre nosotros(cfr. 1, 4). Aquí aparece la grandiosidad generosa del plan divino de salvación. El Padre ha enviado a su Hijo que es Dios como Él. No se ha limitado a enviar a siervos, a hombres que hablasen en su nombre como los Profetas. Ha querido testimoniar a la humanidad el máximo de amor y le ha hecho la sorpresa de darle un Salvador que poseía la omnipotencia divina.
En este Salvador, que es Dios y hombre a la vez, podemos descubrir la intención de la obra reconciliadora. El Padre no quiere sólo purificar a la humanidad liberándola del pecado; quiere realizar la unión más íntima de la divinidad y la humanidad. En la única persona divina de Jesús, la divinidad y la humanidad están unidas del modo más completo. El que es perfectamente Dios es perfectamente hombre. Ha realizado en Sí esta unión de la divinidad y la humanidad para poder hacer participar de ella a todos los hombres. Perfectamente hombre. El, que es Dios, quiere comunicar a sus hermanos humanos una vida divina que les permita ser más perfectamente hombres, reflejando en sí mismos la perfección divina.
«Una vida divina», que llamamos «vida de la gracia». «Estar en gracia de Dios» es la situación óptima de la persona. No significa estar en forma física, como el jugador que mete tres o cinco goles en un mismo partido. Significa estar en forma espiritual, tan «en forma» que al ser una cierta participación en la vida divina, nos hace «deiformes», o como dice san Juan de la Cruz, «dioses por participación». Esto es propiamente la «vida cristiana», «vivir en cristiano», esto no es menos que vivir vida «sobre-natural», inasequible a las fuerzas humanas, por mucho que se desarrollasen o evolucionasen. No hay nada mejor en el mundo que estar en gracia de Dios. Debiéramos preferir la muerte a perder la «gracia de Dios» («gracia santificante»), que recibimos en el Bautismo, que recuperamos asi la habíamos perdido en la Confesión sacramental-, que se incrementa en los demás sacramentos y por todas las obras muevas que tengan su raíz en la gracia misma. La gracia es lo que permite ese «completo desarrrollo humano» del que enseguida habla el Papa y que merece una lectura atenta.
3. Un aspecto de la reconciliación merece ser subrayado aquí. Mientras el hombre pecador podía temer para su porvenir las consecuencias de su culpa y esperarse una vida humana disminuida, en cambio recibe de Cristo Salvador la posibilidad de un completo desarrollo humano. No sólo es liberado de la esclavitud en la que le aprisionaban sus culpas, sino que puede alcanzar una perfección humana superior a la que poseía antes del pecado. Cristo le ofrece una vida humana más abundante y más elevada. Por el hecho de que en Cristo la divinidad no ha comprimido en modo alguno a la humanidad sino que la ha elevado a un grado supremo de desarrollo, con su vida divina comunica a los hombres una vida humana más intensa y completa.
Es preciso ser conscientes de esa superioridad interior (gratuita, puro don), que podemos llamar divinización, de la persona incorporada a Cristo, para darnos cuenta de que podemos vivir realmente la vida de Cristo, seguirle cada día más de cerca, con una conducta cada vez más ajustada a lo que Él mismo nos indica: «si me amáis, cumpliréis mis mandamientos», que son de amor sapientísimo.
Que Jesús sea el Dios Salvador hecho hombre significa, pues, que ya en el hombre nada está perdido. Todo lo que había sido herido, manchado por el pecado, puede revivir y florecer. Esto explica cómo la gracia cristiana favorece el pleno ejercicio de todas las facultades humanas y también la afirmación de toda personalidad, tanto la femenina como la masculina. Reconciliando al hombre con Dios, la religión cristiana tiende a promover todo lo que es humano.
Por tanto, podemos unirnos al canto que resonó en la gruta de Belén y proclamar con los ángeles: «Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad».
iglesia.org
sábado, 19 de diciembre de 2009
Juan Pablo II ya es Venerable
Todos debemos sentirnos alegres y satisfechos porque todos hemos sido testigos, incluso en primera persona, de la extraordinaria trayectoria cristiana de Juan Pablo II.El reconocimiento de sus virtudes heroicas es una gran noticia para todos.Es la constatación de una impresión, una certeza, que teníamos tantos, que teníamos todos.
Es la posibilidad de mirarnos en este espejo, seguros de que es espejo de virtud, espejo de auténtica y aleccionadora vida cristina.Aun cuando todavía quedan unos meses para su beatificación, hoy es un día de fiesta que Ecclesia Digital quiere compartir con todos sus internautas.
Esta es la oración para impetrar su pronta glorificación:
Oh Trinidad Santa,
Te damos gracias por haber concedido a la Iglesia al Papa Juan Pablo II y porque en él has reflejado la ternura de Tu paternidad, la gloria de la cruz de Cristo y el esplendor del Espíritu de amor.
Él, confiando totalmente en tu infinita misericordia y en la maternal intercesión de María, nos ha mostrado una imagen viva de Jesús Buen Pastor, indicándonos la santidad, alto grado de la vida cristiana ordinaria, como camino para alcanzar la comunión eterna Contigo.
Concédenos, por su intercesión, y si es Tu voluntad, el favor que imploramos, con la esperanza de que sea pronto incluido en el número de tus santos.
Amén
revistaecclesia.com
viernes, 18 de diciembre de 2009
2012 ¿fin del mundo?
El Arzobispo de Guadalajara (México), Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, minimizó el impacto mediático de la cinta dirigida por Roland Emmerich, 2012, y recordó que nadie sabe la fecha del fin del mundo, por lo que restó importancia a las "profecías" mayas en que se basa esta película.
Según informa Notimex, el Cardenal recordó que la Iglesia Católica siempre ha afirmado que en el futuro llegará el juicio final, pero nadie sabe ni el día ni la hora del mismo.
"La gente está curada de espantos, se han anunciado muchas veces supuestos fines del mundo y nunca llegan, según las apariciones de Fátima que en 1960 se acababa mundo y no fue así, luego que en 1982, otro que en el 2000", dijo el Purpurado.
"Los mayas hicieron sus calendarios y dieron sus predicciones, pero no eran dueños del mundo y de los signos de Dios", agregó.
El interés por el film 2012 y los mayas es un "fenómeno de película" y de "folclore hollywoodense" inspirado en los mayas que es un pueblo misterioso con una altísima cultura, sobre todo astronómica, dijo el Arzobispo de Guadalajara.
"La Iglesia ha estado constantemente diciendo lo que señala el Evangelio, que nadie sabe la fecha del fin del mundo y que antes del fin todos los pueblos abrazarán la fe, todavía falta muchos para que eso llegue", señaló...
jueves, 17 de diciembre de 2009
«Qué alegría inmensa tener por madre a María»
S.S. Benedicto XVI
Palabras que pronunció Benedicto XVI el martes, solemnidad de la Inmaculada Concepción, al rezar la oración mariana del Ángelus junto a miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro.
Queridos hermanos y hermanas:
El 8 de diciembre celebramos una de las fiestas más hermosas de la bienaventurada Virgen María: la solemnidad de la Inmaculada Concepción. Pero, ¿qué significa que María es «Inmaculada»? Y, ¿qué nos dice este título? Ante todo, hagamos referencia a los textos bíblicos de la liturgia de hoy, especialmente al gran «fresco» del capítulo tercero del libro del Génesis y a la narración de la Anunciación del Evangelio de Lucas. Después del pecado original. Dios se dirige a la serpiente, que representa a Satanás, la maldice y añade una promesa: « Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar » (Génesis 3,15). Es el anuncio de una revancha: Satanás en los primeros momentos de la creación, parece vencer, pero vendrá un hijo de mujer que le aplastará la cabeza. De este modo, mediante la estirpe de la mujer, el mismo Dios vencerá. Esa mujer es la Virgen María, de la que nació Jesucristo que, con su sacrificio, derrotó de una vez para siempre al antiguo tentador. Por este motivo, en tantos cuadros o estatuas de la Inmaculada, es representada aplastando a una serpiente con el pie.
El evangelista Lucas, por su parte, nos muestra a la Virgen María recibiendo el anuncio del mensajero celeste ( Cf. Lucas 1,26-38). Aparece como la humilde y auténtica hija de Israel, la verdadera Sión, en la que Dios quiere poner su morada. Es el retoño del que debe nacer el Mesías, el Rey justo y misericordioso. En la sencillez de la casa de Nazaret, vive el « resto » puro de Israel, del que Dios quiere hacer renacer a su pueblo, como un nuevo árbol que extenderá sus ramas por todo el mundo, ofreciendo a todos los hombres buenos frutos de salvación. A diferencia de Adán y Eva, María permanece en la obediencia a la voluntad del Señor, con todo su ser pronuncia su « sí » y se pone plenamente a disposición del designio divino. Es la nueva Eva, auténtica « madre de todos los vivientes », es decir, de quienes reciben por la fe en Cristo la vida eterna.
Queridos amigos: qué alegría inmensa tener por madre a María Inmaculada! Cada vez que experimentamos nuestra fragilidad y la sugestión del mal, podemos dirigirnos a Ella, y nuestro corazón recibe luz y consuelo. Incluso en las pruebas de la vida, en las tempestades que hacen vacilar la fe y la esperanza, pensemos que somos sus hijos y que las raíces de nuestra existencia se hunden en la infinita gracia de Dios. La misma Iglesia, aunque está expuesta a las influencias negativas del mundo, encuentra siempre en Ella la estrella para orientarse y seguir la ruta indicada por Cristo. María es de hecho la Madre de la Iglesia, como proclamaron solemnemente el Papa Pablo VI y el Concilio Vaticano II.
Por tanto, mientras damos gracias a Dios por este signo estupendo de su bondad, encomendemos a la Virgen Inmaculada a cada uno de nosotros, nuestras familias y comunidades, toda la Iglesia y todo el mundo. Lo haré yo también en la tarde de hoy, según la tradición, a los pies del monumento que se le dedica en la Plaza de España.
Ciudad del Vaticano, 8 de diciembre de 2009.
martes, 15 de diciembre de 2009
El sueño de María.Artículo personal
Ahora que estamos en Tiempo de Adviento y estamos preparando la Navidad es el mejor momento para contaros una experiencia personal.
Cuando era más pequeño mi abuela de vez en cuando me contaba el siguiente cuento que agraciadamente he encontrado en Internet:
"Una mañana le dijo María a José: ¿¡sabes!? he tenido un sueño. Creo que se trataba del cumpleaños de nuestro hijo. La gente estaba haciendo los preparativos con semanas de antelación: decoraban sus casas y compraban muchos regalos... Aunque todo era muy extraño, ya que los regalos no eran para nuestro hijo. Los envolvían en vistosos papeles y los colocaban debajo de un árbol. ¡Sí, un árbol, José! Sus ramas estaban llenas de adornos y luces. También había mesas llenas de platos deliciosos: vino, turrón, champán..., pero nosotros no estábamos invitados.
Todo el mundo estaban feliz, comiendo e intercambiando regalos unos con otros. Pero no quedaba ninguno para nuestro hijo. Me daba la impresión de que nadie lo conocía porque nunca mencionaron su nombre. ¿No te parece extraño que la gente trabaje y gaste tanto en preparativos para celebrar el cumpleaños de alguien al que ni siquiera nombran?
Todo era hermoso y la gente se veía feliz, cantaban villancicos, brindaban..., pero yo sentía enormes deseos de llorar, porque nuestro hijo era ignorado por toda esa gente que lo celebraba. ¡Qué tristeza para nuestro hijo Jesús no ser deseado en su fiesta de cumpleaños!
Pero en el fondo estoy contenta porque sólo fue un sueño. ¡Qué terrible sería si se convirtiera en realidad!".
María acaba el cuento diciendo: "¡Qué terrible sería si se convirtiera en realidad!".
¿Acaso no se ha convertido en realidad?.Todo el mundo prepara la Navidad, poniendo el árbol, comprando regalos, felicitando la Navidad...pero, ¿cuántos tienen en cuenta en realidad lo que significa La Navidad?.Por televisión no he visto ningún anuncio en el que salga Jesús naciendo en el portal de Belén, solo he visto anuncios de Papa Noel.Nadie habla del nacimiento de Jesús que es por lo que se celebra La Navidad.La Navidad no es solo consumir y más consumir, es celebrar el nacimiento de Jesús, pero por desgracia esto último nadie lo tiene en cuenta.
Os pido a todos que este año hableis a vuestra familia, a vuestros amigos, a vuestros conocidos y a quien querais lo que significa La Navidad y la celebreis con su significado real: El Nacimiento de Jesús.
lunes, 14 de diciembre de 2009
Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad
Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de TI.
Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.
Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir.
Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que estén más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.
Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo.
También por la oración que poco a poco fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos mis olvidos, descuidos y silencios
nuevamente te pido perdón.
En los próximos días iniciaremos un nuevo año y detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días
que sólo TÚ sabes si llegaré a vivirlos.
Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.
Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.
Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.
Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso.
Cólmame de bondad y de alegría para que, cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí encuentren en mi vida un poquito de TI.
Danos un año feliz y enséñanos a repartir felicidad.
Amén.
webcatolicodejavier.org
domingo, 13 de diciembre de 2009
Ante mundo « vacío», Dios es la esperanza cierta del hombre, explica el Papa Benedicto
El Papa Benedicto XVI resalta –en un mensaje dado a conocer hoy por L Osservatore Romano– que ante un mundo que con cada vez más frecuencia se presenta «vacío» y sin sentido, Dios es esencial para la vida del hombre pues constituye la esperanza cierta en el camino de toda persona.
En un texto enviado al Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), Cardenal Angelo Bagnasco, en ocasión del Congreso que se realiza entre el 10 y el 12 de diciembre en Roma del Comité para el proyecto cultural de la CEI titulado «Dios hoy: con Él o sin Él todo cambia», el Santo Padre indica que «la cuestión de Dios es central también para nuestra época, en la que con frecuencia se tiende a reducir al hombre a una sola dimensión, la «horizontal», considerando como irrelevante para su vida la apertura a lo Trascendente».
«En vez de eso –prosigue el Papa en el mensaje fechado el 7 de diciembre– la relación con Dios es esencial para el camino de la humanidad, y, como he podido afirmar varias veces, la Iglesia y todo cristiano tienen la tarea de hacer a Dios presente en este mundo, de buscar abrir a los hombres el acceso a Dios».
En este congreso, explica el Santo Padre, se tratará «el lugar que ocupa Dios en la cultura y la vida de nuestro tiempo» así como su irrupción en la historia del hombre, cuando se encarnó en Jesucristo.
«Se quiere dar luces sobre la importancia esencial que Dios tiene para nosotros, para nuestra vida personal y social, para la comprensión de nosotros mismos y del mundo, para la esperanza que ilumina nuestro camino, para la salvación que nos espera más allá de la muerte».
Benedicto XVI destaca también que «en una situación cultural y espiritual como la que estamos viviendo, en donde crece la tendencia a relegar a Dios a la esfera de la vida privada, a considerarlo como irrelevante y superfluo, o a refutarlo explícitamente, auspicio de corazón que este evento pueda contribuir al menos a dilucidar esta penumbra que hace precaria y temerosa para el hombre de nuestro tiempo la apertura a Dios, aunque Él no deje nunca de tocar a nuestra puerta».
Las experiencias del pasado, continua el Papa, «no tan lejano a nosotros, enseñan que cuando Dios desaparece del horizonte del hombre, la humanidad pierda la orientación y se arriesga en camino hacia la destrucción de sí misma».
La fe en Dios, concluye el Santo Padre, «abre al hombre al horizonte de una esperanza cierta, que no desaparece, indica un sólido fundamento sobre el cual uno puede apoyar sin temor la vida, exige abandonarse con confianza en las manos del Amor que sostiene el mundo».
aciprensa.com
sábado, 12 de diciembre de 2009
La sabiduría de la inocencia
Cada niño que nace en el mundo es una señal inequívoca de que Dios mantiene la esperanza en los hombres… La virtud de saber transmitir a los niños nuestra experiencia es proporcional a nuestra disposición para aprender de su inocencia… ¡Qué atractiva, y a la vez, qué sorprendente nos resulta la sencillez de los niños! ¡Y qué vileza tan grande el tomar excusa de su educación para violentar la inocencia de los pequeños! Nuestra cultura necesita urgentemente de los niños, porque pocas cosas hay tan falsas como una alegría sin inocencia…
Con frecuencia, los adultos no somos felices a causa de nuestra excesiva complejidad. Necesitamos de la inocencia de los niños para conocernos a nosotros mismos e incluso para llegar a conocer a Dios. Como decía San Bernardo: «El desconocimiento propio genera soberbia; pero el desconocimiento de Dios genera desesperación». Los niños son un buen espejo del Corazón de Dios, así como del corazón del hombre.
Me venían a la cabeza todos estos pensamientos, después de leer un powerpoint que llegaba a la «Bandeja de entrada» de mi correo electrónico. (En medio de tantas frivolidades como circulan por Internet, solemos recibir también algunas perlas, de esas que ensanchan nuestro corazón y elevan nuestros horizontes). Se trataba de una conocida colección de cartas dirigidas a Jesús, que un profesor italiano había recogido de sus alumnos de primaria. La forma de expresarse de estos niños destila sinceridad y pureza. Con ingenuidad y simpatía, nos aportan una dimensión más auténtica y profunda de la realidad.
Desde hace años circulando por la red
¡Benditos sean esos maestros que llevan a los niños a descubrir en Jesucristo, a su mejor amigo! ¡Benditos sean esos niños que, en su inocencia, nos enseñan a los mayores a descubrir la sabiduría de la vida!
Ojos puros para reconocer la belleza: «Querido Niño Jesús: Yo creía que el naranja no pegaba con el morado. Pero luego he visto el atardecer que hiciste el martes. ¡Es genial!» (Eugenio).
Intuición para descubrir la fuente de la sabiduría: «Querido Jesús: Hemos estudiado que Tomás Edison descubrió la luz. Pero en la catequesis dicen que fuiste tú. Yo creo que te robó la idea». (Daria).
Ser niño para bucear en el Corazón de Dios: «Querido Niño Jesús: Seguro que para ti es dificilísimo querer a todos en todo el mundo. En mi familia sólo somos cuatro y yo no lo consigo». (Violeta).
Inocencia que cuestiona nuestros fundamentos: «Querido Jesús: ¿El Padre Mario es amigo tuyo, o sólo es un compañero del trabajo?» (Antonio).
La coherencia de los sencillos: «Querido Jesús: Ya no me he vuelto a sentir sola desde que he descubierto que existes». (Nora).
La gratuidad de la amistad: «Querido Jesús: No creo que pueda haber un Dios mejor que tú. Bueno, quería que lo supieras… Pero no creas que te lo digo porque eres Dios, ¿eh?» (Valerio).
Afortunadamente, la iniciativa social ha conseguido que en España se comience a abordar el debate en torno a la cultura de la vida frente a la cultura de la muerte. Los cristianos podemos y debemos contribuir con nuestro mensaje de fe en la vida, acompañado del compromiso solidario en las situaciones más difíciles. No en vano la «causa de la vida» es la «causa de Jesús». Él no sólo nos invitó a amar a los niños, sino también a aprender de ellos: «Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: `Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él´. Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos» (Mc 10, 14-16) (…).
José Ignacio Munilla
fluvium.org
viernes, 11 de diciembre de 2009
Despertad: Dios sigue llegando
Los cristianos comienzan el año antes que los demás, como si quisieran adelantarse para anunciar algo grande; aunque en realidad es Dios, el creador del tiempo, quien señala sus etapas. Litúrgicamente, el año cristiano se inicia en el Adviento. Empezamos a prepararnos siempre de nuevo, como si fuera la primera vez y al mismo tiempo la última vez que viene el Hijo de Dios al mundo. Y no es «como si fuera», sino que así «es». Porque Dios sigue llegando como el amor-nuevo por vez primera. Llega en el «hoy» de su eternidad, que se entrecruza con nuestro «hoy», cada vez que recomenzamos a estar más cerca de él.Esto sucede en una conversión, en una confesión, en un «quitarse los miedos, dejarlos afuera», como dice la canción. Esto acontece sobre todo en la Eucaristía. Dios sigue llegando como el amor-juez al final de la vida de cada persona; y también, para todos los pueblos, al final de la historia.
Dios sigue llegando tras una larga espera de siglos, tras los oscuros signos presentes en las otras religiones, sobre todo tras la preparación más inmediata de la Alianza con Israel. En su libro «el Misterio del Adviento», Daniélou afirma: «El cristianismo es la eterna juventud del mundo». Benedicto XVI señalaba al principio de su pontificado que la Iglesia tiene y transmite la juventud de Cristo, que es «eternamente joven». En efecto, el acontecimiento de Cristo vence a la muerte desde dentro de ella misma, metiéndose en la muerte para matarla definitivamente y abrirnos –ya ahora– a la Vida que no muere.
Con Cristo llega la «plenitud de los tiempos». Con Cristo –escribía Juan Pablo II en su carta sobre la llegada del Tercer milenio– «la eternidad ha entrado en el tiempo». Es verdad. El que está con Cristo ya no puede envejecer. Su cuerpo se desgastará naturalmente, pero su espíritu es eternamente joven, con la juventud de Dios. Y esto, hasta el punto de que esa Juventud lo resucitará de entre los muertos para esa Vida que nunca morirá.
Hoy se cree más fácilmente en la reencarnación que en la resurrección. Según Juan Pablo II, esto manifiesta que «el hombre no quiere resignarse a una muerte irrevocable. Está convencido de su propia naturaleza esencialmente espiritual e inmortal». Y sin embargo, lo grande no es que uno pueda tener muchas vidas; al fin y al cabo esto le quita responsabilidad. Sino que hasta el hecho más pequeño se puede transformar por el amor, de una vez por todas, en eterno: en algo que no pasa, que entra en el «hoy» de Dios. Por eso decía Gustave Thibon: «Todo lo que no es eternidad recuperada, es tiempo perdido».
La historia entera es –por utilizar la metáfora de Daniélou– el tiempo que tenemos para madurar un racimo que es precisamente la ciudad de Dios. Esto lo aplica Daniélou a las religiones paganas e incluso a la religión judía –están llamadas a abrirse al «vino nuevo» del cristianismo–, y también a las personas. Es necesario que cada uno se abra al «vino nuevo de la gracia» que hace «estallar continuamente los odres viejos», porque nos lleva a «salir de nosotros mismos –nosotros nos situamos continuamente en una especie de conformismo– y avanzar hacia una nueva etapa».
Por eso hay que despertar. Renunciar al repliegue sobre uno mismo, sobre el propio envejecimiento. Sólo hay dos caminos: o la vida hacia uno mismo, que conduce hacia el morir; o el camino hacia la vida de Dios que lleva al crecimiento, a la «plenitud del tiempo».
Es esa vida de Dios que grita ahora como una madre, como una enamorada, al alma que se resiste a despertar. Está llegando el día para ti, oh alma llamada por Dios, está llegando el día para ti, oh mundo en sombras; está llegando el día para ti, oh conjunto de los cristianos que debéis dar ante el mundo el testimonio de vuestra unidad; está llegando, oh cristiano, el tiempo de tu coherencia; está llegando, oh tú, quien quiera que seas, la ocasión para pedir perdón y recomenzar.
En esta línea, Gertrud von Le Fort, en sus «Himnos a la Iglesia», se imagina que ésta le dice al alma: «Quiero encender luces, oh alma; quiero encender alegría en todos los confines de tu humanidad»; y zarandea al alma humana –a la de cada uno de nosotros que debe despertar en el Adviento y abrirse a Dios siempre de nuevo– evocando a María: «¡Yo te saludo, oh tú que llevas al Señor en tu vientre! »
Ramiro Pelletero.
jueves, 10 de diciembre de 2009
Los niños, primeros perjudicados por la ley de adopción de homosexuales
ENTREVISTA A GUSTAVO ORDOQUI CASTILLA
Presidente del Instituto Arquidiocesano de Bioética Juan Pablo II en Montevideo, doctor en Derecho de la Universidad Católica del Uruguay, instituto del cual es también docente.
Uruguay ha sido el primer país de América Latina en dar vía libre la ley de adopción por parte de parejas de homosexuales, aprobada el pasado 9 de septiembre, después de que en 2007 fueran legalizadas también las uniones entre parejas del mismo sexo.
La ley, que según todas las encuestas cuenta con el rechazo de la gran mayoría de uruguayos, es denominada Modificaciones al Código de la niñez y adolescencia referidas a la adopción.
--¿Cómo ha acogido la sociedad uruguaya esta medida?
Con gran preocupación por diversas razones. En primer lugar, porque no ha sido en nada representativa la decisión del Parlamento de lo que es la opinión de la gran mayoría de la población.
En segundo lugar, porque es muy claro que no se ha priorizado en «interés superior del niño». A ello nos hemos obligado en Tratados, Convenidos Internacionales..., pero luego todo esto se olvida y se prioriza el interés de unos pocos con la gravedad que aquí los perjudicados notoriamente son los menores, los más indefensos, que terminan siendo «instrumentalizados o cosificados» para beneficiar a unos pocos.
--¿Ha habido pronunciamientos en contra de parte de la sociedad civil?
Todas las encuestas realizadas, y fueron varias, marcaban que sólo un 20 por ciento de la población estaría de acuerdo con el proyecto. Ello no obstante, la mayoría parlamentaria, sin representar la voluntad de la Nación, ha sido influenciada por algunas minorías y lograron controlar el tema dentro de su partido, obteniendo el voto de la mayoría.
--Cuando esta ley tenga ya varios años en curso, ¿cuáles cree que pueden ser las consecuencias para el crecimiento de los niños que sean adoptados por los homosexuales?
Este no es un tema de médicos, abogados o de religión sino de naturaleza humana. Todo niño necesita así como alimentarse, o educarse, tener el referente de lo que es su padre o su madre como algo necesario para su propio ser. Si permitimos que esto no ocurra o lo fomentamos, estamos atacando su propia naturaleza y esto es muy grave.
--¿Qué confusión podría traer esta medida para los otros niños, hijos de parejas heterosexuales, el saber que sus amigos provienen de estas familias?
Aquí los daños son probados y muy graves. La convivencia entre niños provenientes de hogares donde hay «dos mamás» o «dos papás» es naturalmente resistida por sus compañeros y todo ello se torna en perjuicio aun mayor para el adoptado.
--Sin embargo los defensores de esta ley tildan de «homófobos» o discriminadores a sus opositores...
Aquí no hay discriminación, pues discriminar es «tratar igual a los desiguales o desigual a los iguales».
Los homosexuales, ellos mismos, se han diferenciado al cerrarse naturalmente a la vida y no pueden quejarse luego cuando se les dice que no están en condiciones de poder tener un niño.
No hay discriminación cuando la distinción es justificada.
Por ejemplo, yo no puedo decir que me discriminan porque no puedo actuar como policía si no estoy siquiera preparado para ello. Cuando se me dice que no puedo ser policía, no se me discrimina pues está justificado.
--¿Por qué cree que Uruguay ha sido el país «pionero» en América Latina en aceptar esta ley?
Somos gobernados por un sistema socialista que se ha caracterizado por aprobar leyes atentatorias contra la dignidad de la persona y la familia.
Por Carmen Elena Villa
sontushijos.org
miércoles, 9 de diciembre de 2009
Obispo de Guadalajara: «¿El Gobierno no tiene otra cosa de que ocuparse en la escuela?»
El Obispo de Sigüenza-Guadalajara, Mons. José Sánchez, se preguntó este lunes, ante la polémica de la retirada de los crucifijos de los centros escolares, si el Gobierno «no tiene otra cosa de que ocuparse en la escuela, con el altísimo fracaso escolar, el desánimo de los educadores, el paro juvenil que de quitar los crucifijos», apostillando que «además, tampoco quedan ya tantos».
De este modo se pronunció en una carta pastoral que recoge Europa Press, sobre la proposición no de ley aprobada en la Comisión de Educación del Congreso de los Diputados, que insta al Gobierno a aplicar en las aulas en España la jurisprudencia de dicho Tribunal Europeo de Derechos Humanos, medida que según el Obispo «de momento, está aparcada; sólo aparcada».
«No entro en si se trata de una operación de distracción de nuestro Gobierno, abrumado por la gravísima situación económica y de paro y a punto de aprobar una ley –la de la ampliación del aborto libre– mucho más grave que el asunto de los crucifijos, porque eleva a derecho la eliminación seres humanos inocentes e indefensos con más amplitud que la actual, ya de por sí injusta», dijo.
A su juicio, la cuestión es que el Gobierno y el Partido que lo sustenta, más otros que lo apoyan, con la aprobación de esa proposición sobre el crucifijo, «ha dado una señal, una más, que forma parte de un proyecto más ambicioso: reducir la acción de la religión, más en concreto la de la Iglesia Católica, a los templos y, si me apuran, a las sacristías».
«Olvidan que la libertad de expresión, de asociación, de reunión, de manifestación y de religión, son derechos humanos fundamentales, que la Iglesia, como toda otra religión o creencia, ejerce en el ámbito privado y en el público», apuntó el Obispo en su carta pastoral.
«Injerencia en el ámbito público por parte de la Iglesia sería, si pretendiera legislar, juzgar o gobernar en el foro civil- Parlamento, poder judicial o Gobierno», defendió Mons. José Sánchez, que agregó que la Iglesia «no pretende imponer sus creencias, sus prácticas o sus símbolos. Respeta los de los demás y tiene derecho a que se respeten los suyos. También en la escuela».
«El Estado es aconfesional y el Gobierno será laico, laicista, aconfesional o lo que sea; pero los ciudadanos, en libertad, son como son: muchos de ellos, creyentes, con sus derechos, que el Estado tiene obligación de respetar, defender, proteger y posibilitar su ejercicio, nunca impedir, prohibir o dificultar», defendió.
aciprensa.com
martes, 8 de diciembre de 2009
María es la estrella
Al presidir el rezo del Ángelus hoy martes 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, el Papa Benedicto XVI resaltó que ella es verdaderamente Madre de la Iglesia y es además "la estrella para orientarse y caminar en la ruta indicada por Cristo".
Ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre explicó los pasajes bíblicos de la liturgia de hoy, en los que "luego del pecado original, Dios se dirige a la serpiente, que representa a Satanás, lo maldice y le hace una promesa: ‘pondré enemistad entre ti y la serpiente, entre su estirpe y la suya: ella te aplastará la cabeza y tu acecharás su calcañar’. Es el anuncio de una victoria: Satanás en los inicios de la creación parece estar mejor, pero habrá un hijo de mujer que le aplastará la cabeza. Así, mediante la estirpe de la mujer, Dios mismo vencerá".
Esa mujer, continuó el Papa, "es la Virgen María, de la cual ha nacido Jesucristo que, con su sacrificio, ha vencido una vez y para siempre al antiguo tentador. Por ello, en tantas imágenes o estatuas de la Inmaculada, Ella está representada en el acto de aplastar a una serpiente con sus pies".
El Santo Padre resaltó luego que en María, "la humilde y auténtica hija de Israel, verdadera Sión en donde Dios quiere poner su morada", se puede ver la obediencia; que la distingue de Adán y Eva, pues "permanece obediente a la voluntad del Señor, ya que toda ella pronuncia un ‘sí’ y se pone plenamente a disposición del divino designio. Es la nueva Eva, verdadera ‘madre de todos los vivientes’, de cuantos por la fe de Cristo reciben la vida eterna".
"¡Queridos amigos, qué alegría inmensa tener como Madre a María Inmaculada! Cada vez que experimentamos nuestra fragilidad y las sugestiones del mal, podemos dirigirnos a Ella. Y nuestro corazón recibe luz y consuelo. También en las pruebas de la vida, en las tempestades que hacen vacilar la fe y la esperanza, pensemos que somos hijos suyos y que las raíces de nuestra existencia van a lo profundo en la infinita gracia de Dios".
Seguidamente Benedicto XVI explicó que "la Iglesia misma, aún expuesta a los influjos negativos del mundo, encuentra en Ella la estrella para orientarse y seguir la ruta que le indica Cristo. María es en efecto la Madre de la Iglesia, como han proclamado solemnemente el Papa Pablo VI y el Concilio Vaticano II".
Por lo tanto, continuó, "mientras rendimos gracias a Dios por este signo estupendo de su bondad, encomendemos a la Virgen Inmaculada a cada uno de nosotros, nuestras familias y las comunidades, a toda la Iglesia y al mundo entero. Lo haré yo también esta tarde, según la tradición, a los pies del monumento dedicado a Ella, en la Plaza de España".
Tras saludar a los miembros de la Pontificia Academia de la Inmaculada, liderada por el Cardenal Andrea Maria Deskur, el Papa se dirigió a los presentes en la Plaza de San Pedro en diversos idiomas. En español el Papa recordó que "la Iglesia celebra hoy la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María Santísima, tan arraigada en España y en los países latinoamericanos".
"La Purísima, como es denominada la Virgen en la liturgia de este día, fue preservada de toda mancha de pecado para ser digna morada del Cordero Inocente, abogada de gracia y ejemplo de santidad".
"Que el Señor nos conceda el don, por intercesión de la ‘llena de gracia’, de purificarnos interiormente en este tiempo de Adviento para acoger con prontitud la venida de Cristo a nuestras vidas. Muchas gracias", concluyó...
aciprensa.com
Inmaculada Concepción de María
Fiesta: 8 de Diciembre
La inmaculada concepción de María es dogma de Fe: María fue concebida sin mancha de pecado original. Y María, siendo libre nunca optó por nada que la manchara o que la hiciera perder la gracia recibida.
María fue dotada con dones a la medida de su misión de ser madre de Dios.
A lo largo de los siglos, la Iglesia a tomado conciencia de que María "llena de Gracia" por Dios había sido redimida desde su concepción. El 8 de diciembre de 1854 el Papa Pió IX definía como dogma de Fe el gran privilegio de la Virgen:
" La doctrina que enseña que la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por su singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los meritos de Jesucristo, salvador del genero humano, es revelada por Dios y por lo mismo debe creerse firme y constantemente por todos los fieles"
Desde las primeras formulaciones de la Fe la Iglesia ha confesado que Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María únicamente por el poder del Espíritu Santo.
La iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de Dios.
iglesia.org
lunes, 7 de diciembre de 2009
«Levanten la cabeza, porque está por llegar la liberación»
El camino del Adviento...
Pese a los acontecimientos que, en el mundo,
son presagio de destrucción y desolación
Aún sabiendo de que, Tú siempre apareces
sin demasiado ruido y en medio de la humildad.
QUE TE VEA VENIR, SEÑOR
Porque, a veces siento,
que mis ojos buscan lo que no vale,
que mis manos acarician sólo el gusto por las cosas,
que mis pies, prefieren los caminos fáciles
QUE TE VEA VENIR, SEÑOR
Porque, muchas veces, estoy dormido
Siento el cansancio de la espera
Me pregunto si, tu venida, ya nunca ocurrirá
Miro al mundo, y me asusto de lo que acontece en él
QUE TE VEA VENIR, SEÑOR
Necesito un soplo de tu presencia
La esperanza de tu Palabra
La seguridad de tus promesas
La justicia, frente a tanta mediocridad
Tu verdad, ante tanta mentira
Tu nacimiento, ante tanta muerte
QUE TE VEA VENIR, SEÑOR
Y, sólo así, mi Señor
la angustia se convertirá en paz
la tristeza en alegría
o, el llanto, en gozo por tu venida al mundo.
¡Ven, y sálvanos!
Amén
iglesia.org
domingo, 6 de diciembre de 2009
Camino al corazón
El sábado 28 de noviembre terminó el año litúrgico… ¡Y el domingo 29 comienzó el Adviento de un nuevo año! Un tiempo que se cierra y otro que se abre… una etapa que termina y otra que empieza.
Este cambio en el calendario litúrgico nos toma desprevenidos, nos agarra en mitad de la vorágine de un tiempo complicado para todos. Estamos cansados por el trabajo del año, tenemos muchas cosas que solucionar y concluir antes de que termine… Es tiempo de balances, cierres, despedidas, evaluaciones, exámenes… Es tiempo de preguntas que afloran invitándonos a mirarnos a nosotros mismos y nuestra vida transcurrida a lo largo del año. Y en medio de nuestras preguntas se enciende la luz del Adviento que nos invita a la esperanza:
¡Despierten… y Cristo los iluminará!
¡Levántense… y pónganse a caminar!
¡Preparen el camino del Señor!
¡Alégrense y no teman!
Los peregrinos en el camino al corazón conocemos los tiempos de preguntas, los amaneceres y nuevos despertares… hemos vivido muchas veces el desafío de ponernos de pie y empezar a caminar hacia un nuevo umbral. En cada etapa del camino al corazón se vuelven a repetir estos pasos… en cada paso, junto con el cansancio del camino, vamos experimentando el gozo de la esperanza que renace… ¡es Jesucristo el que nos llama a su encuentro!
El tiempo de Adviento significa de una manera especial estos pasos en el camino al corazón. A lo largo de estas 4 semanas, la liturgia nos invita a preguntarnos, a despertar, a ponernos de pie y a caminar hacia el Señor que llega… Un camino, una invitación a caminar, un lugar al que queremos llegar…
Preguntémonos: ¿Cómo estoy? ¿Dónde estoy? ¿En qué lugar me encuentra este momento del año? ¿Qué es lo más importante que he vivido a lo largo de todo el año? ¿Qué es lo más gozoso y más doloroso? ¿Cómo ha sido mi camino, paso a paso, en este tramo?
Despertemos: Abramos los ojos para mirar y ver lo nuevo que amanece. Reforcemos nuestros tiempos de oración personal, familiar y comunitaria. Dispongamos nuestro corazón para despedir lo que parte y recibir lo que llega.
Pongámonos de pie en nuestra vida de hoy. Animémonos a pararnos firmemente en la tierra de lo que estamos viviendo, digamos con esperanza «que sea» lo que es, lo que está siendo…
Empecemos a caminar nuevamente hacia un nuevo lugar, más allá, más abajo o más arriba, más lejos… más hacia el centro. Abrámonos camino en medio de las crisis que estamos viviendo. ¡Las crisis no nos detienen en el camino… son puertas que nos conducen hacia nuevos umbrales!
Es tiempo de nuevos umbrales. Es un tiempo de espera y esperanza. Sigamos caminando con la mirada puesta en Cristo que reposa y descansa en el pesebre de nuestro propio corazón.
¡Despertemos una vez más! ¡Animémonos a ponernos de pie en medio de lo que cada uno está viviendo, en medio de toda crisis… para seguir caminando! ¡Seamos signos de la esperanza que renace!
¡Celebremos juntos el tiempo del Adviento! ¡Caminemos juntos acompañándonos paso a paso!
iglesia.org
sábado, 5 de diciembre de 2009
El Ayuntamiento de Madrid borra la Navidad
Se convierte en "evento" de carácter pluricultural, sin ninguna referencia a su significado real, con desfile de dragones chinos e invocaciones al dios de la lluvia.
La Cabalgata de Reyes que el 5 de enero organizará el Ayuntamiento de Madrid no se llamará "cabalgata de Reyes", sino Encuentro de las culturas por la paz.
Siguiendo las consignas de Naciones Unidas, el consistorio de la capital sustituye el sentido tradicional de la celebración por los contenidos del Año Internacional de Acercamiento de las Culturas, decretado por la Asamblea General de la ONU.
En la no cabalgata madrileña de este año desfilarán bereberes, un dragón chino, quince jirafas y un elefante, y estará presidida por la "dama de la paz", un artefacto que levantarán del suelo 300 globos.
No habrá ninguna falla al final del recorrido, pero en la cabecera de la cosa marchará el protagonista de La Vuelta al Mundo en 80 días, Phileas Fogg. .
Los asistentes al festejo, amenizado por una banda que, por lo que se sabe en estos momentos, podría ser de jazz o algo parecido, contemplarán asimismo el paso de un ferrocarril, con su locomotora y su vagón.
Habrá también algo denominado Plasticienes Volants y un enorme lagarto, y se invocarán viejas tradiciones bereberes para que llueva sobre la ciudad.
También desfilará una especie de homenaje a la Gran Vía madrileña, con personajes del siglo XIX.
A esta colorida marcha seguirán las carrozas publicitarias de los patrocinadores de la cosa y las de diversas asociaciones y entidades de la ciudad.
Cuando todos hayan desfilado aparecerán los tres Reyes Magos.
PROYECTO FELIZ NAVIDAD
hazteoir.org
viernes, 4 de diciembre de 2009
Novena a la Virgen de Guadalupe
Hoy empieza la novena a la Virgen de Guadalupe:
Puesto de rodillas delante de María Santísima, hecha la Señal de la Cruz, se dice el siguiente:
Acto de contricción:
"Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido. Propongo enmendarme y confesarme a su tiempo y ofrezco cuanto hiciere en satisfacción de mis pecados, y confío por vuestra bondad y misericordia infinita, que me perdonaréis y me daréis gracia para nunca más pecar. Así lo espero por intercesión de mi Madre, nuestra Señora la Virgen de Guadalupe. Amén. "
Hágase la petición: …
Récese cuatro Salves en memoria de las cuatro apariciones y luego se reza la oración de cada día.
Primer día (4 de Diciembre)
"¡Oh Santísima Señora de Guadalupe! Esa corona con que ciñes tus sagradas sienes publica que eres Reina del Universo. Lo eres, Señora, pues como Hija, como Madre y como Esposa del Altísimo tienes absoluto poder y justísimo derecho sobre todas las criaturas.
Siendo esto así, yo también soy tuyo; también pertenezco a ti por mil títulos; pero no me contento con ser tuyo por tan alta jurisdicción que tienes sobre todos; quiero ser tuyo por otro título más, esto es, por elección de mi voluntad.
Ved que, aquí postrado delante del trono de tu Majestad, te elijo por mi Reina y mi Señora, y con este motivo quiero doblar el señorío y dominio que tienes sobre mí; quiero depender de ti y quiero que los designios que tiene de mí la Providencia divina, pasen por tus manos. Dispón de mí como te agrade; los sucesos y lances de mi vida quiero que todos corran por tu cuenta. Confío en tu benignidad, que todos se enderezarán al bien de mi alma y honra y gloria de aquel Señor que tanto complace al mundo. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Segundo Día (5 de diciembre)
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Qué bien se conoce que eres Abogada nuestra en el tribunal de Dios, pues esas hermosísimas manos que jamás dejan de beneficiarnos las juntas ante el pecho en ademán de quien suplica y ruega, dándonos con esto a ver que desde el trono de gloria como Reina de los Ángeles y hombres haces también oficio de abogada, rogando y procurando a favor nuestro.
¿Con qué afectos de reconocimiento y gratitud podré pagar tanta fineza? Siendo que no hay en todo mi corazón suficiente caudal para pagarlo.
A ti recurro para que me enriquezcas con los dones preciosos de una caridad ardiente y fervorosa, de una humildad profunda y de una obediencia pronta al Señor.
Esfuerza tus súplicas, multiplica tus ruegos, y no ceses de pedir al Todopoderoso me haga suyo y me conceda ir a darte las gracias por el feliz éxito de tu intermediación en la gloria. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Tercer Día (6 de diciembre)
¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! ¡Qué puedo creer al verte cercada de los rayos del sol, sino que estás íntimamente unida al Sol de la Divinidad, que no hay en tu casa ninguna cosa que no sea luz, que no sea gracia y que no sea santidad!
¡Qué puedo creer sino que estás anegada en el piélago de las divinas perfecciones y atributos, y que Dios te tiene siempre en su Corazón! Sea para bien, Señora, tan alta felicidad.
Yo, entre tanto, arrebatado del gozo que ello me causa, me presento delante del trono de tu soberanía, suplicándote te dignes enviar uno de tus ardientes rayos hacia mi corazón: ilumina con su luz mi entendimiento; enciende con su luz mi voluntad; haz que acabe yo de persuadirme de que vivo engañado todo el tiempo que no empleo en amarte ti y en amar a mi Dios: haz que acabe de persuadirme que me engaño miserablemente cuando amo alguna cosa que no sea mi Dios y cuando no te amo a Ti por Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Cuarto Día (7 de diciembre)
¡Oh Santísima María de Guadalupe! Si un ángel del cielo tiene por honra tan grande suya estar a tus pies y que en prueba de su gozo abre los brazos y extiende las alas para formar con ellas repisa a tu Majestad, ¿qué deberé yo hacer para manifestar mi veneración a tu persona, no ya la cabeza, ni los brazos, sino mi corazón y mi alma para santificándola con tus divinas plantas se haga trono digno de tu soberanía?
Dígnate, Señora, de admitir este obsequio; no lo desprecies por indigno a tu soberanía, pues el mérito que le falta por mi miseria y pobreza lo recompenso con la buena voluntad y deseo
Entra a registrar mi corazón y verás que no lo mueven otras alas sino las del deseo de ser tuyo y el temor de ofender a tu Hijo divinísimo. Forma trono de mi corazón, y ya no se envilecerá dándole entrada a la culpa y haciéndose esclavo del demonio. Haz que no vivan en él sino Jesús y María. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Quinto Día (8 de diciembre)
¿Qué correspondía a quien es un cielo por su hermosura, sino uno lleno de estrellas? ¿Con qué podía adornarse una belleza toda celestial, sino con los brillos de unas virtudes tan lúcidas y tan resplandecientes como las tuyas?
Bendita mil veces la mano de aquel Dios que supo unir en ti hermosura tan peregrina con pureza tan realzada, y gala tan brillante y rica con humildad tan apacible. Yo quedo, Señora, absorto de hermosura tan amable, y quisiera que mis ojos se fijaran siempre en ti para que mi corazón no se dejara arrastrar en otro afecto que no sea el amor tuyo.
No podré lograr este deseo si esos resplandecientes astros con que estás adornada no infunden una ardiente y fervorosa caridad, para que ame de todo corazón y con todas mis fuerzas a mi Dios, y después de mi Dios a Ti, como objeto digno de que lo amemos todos. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Sexto Día (9 de diciembre)
¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! ¡Qué bien dice a tu soberanía ese tapete que la luna forma a tus sagradas plantas! Hollaste con invicta planta las vanidades del mundo, y quedando superior a todo lo creado jamás padeciste el menguante de la más ligera imperfección: antes de tu primer instante estuviste llena de gracia.
Miserable de mí, Señora, que no sabiéndome mantener en los propósitos que hago, no tengo estabilidad en la virtud y sólo soy constante en mis viciosas costumbres.
Duélete de mí, Madre amorosa y tierna; ya que soy como la luna en mi inconstancia, sea como la luna que está a tus pies, esto es, firme siempre en tu devoción y amor, para no padecer los menguantes de la culpa. Haz que esté yo siempre a tus plantas por el amor y la devoción, y ya no temeré los menguantes del pecado sino que procuraré darme de lleno a mis obligaciones, detestando de corazón todo lo que es ofensa de mi Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Séptimo Día (10 de diciembre)
¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Nada, nada veo en perfecciones de que te dotó el Señor a tu alma inocentísima. Ese lienzo grosero y despreciable; ese pobre pero feliz ayate en que se ve estampada tu singular belleza, dan claro a conocer la profundísima humildad que le sirvió de cabeza y fundamento a tu asombrosa santidad.
No te desdeñaste de tomar la pobre tilma de Juan Diego, para que en ella estampase tu rostro, que es encanto de los ángeles, maravilla de los hombres y admiración de todo el universo. Pues, ¿cómo no he de esperar yo de tu benignidad, que la miseria y pobreza de mi alma no sean embarazo para que estampes en ella tu imagen graciosísima?
Yo te ofrezco las telas de mi corazón. Tómalo, Señora, en tus manos y no lo dejes jamás, pues mi deseo es que no se emplee en otra cosa que en amarte y amar a Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Octavo Día (11 de diciembre)
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Qué misteriosa y qué acertada estuvo la mano del Artífice Supremo, bordando tu vestido con esa orla de oro finísimo que le sirve de guarnición! Aludió sin duda a aquel finísimo oro de la caridad y del amor de Dios con que fueron enriquecidas tus acciones. Y ¿quién duda, Señora, que esa tu encendida caridad y amor de Dios estuvo siempre acompañada del amor al prójimo y que no, por verte triunfante en la patria celestial, te has olvidado de nosotros?
Abre el seno de tus piedades a quien es tan miserable; dale la mano a quien caído te invoca para levantarse; tráete la gloria de haber encontrado en mí una misericordia proporcionada, más que todas, a tu compasión y misericordia. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Noveno Día (12 de diciembre)
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¿Qué cosa habrá imposible para ti, cuando multiplicando los prodigios, ni la tosquedad ni la grosería del ayate le sirven de embarazo para formar tan primoroso tu retrato, ni la voracidad del tiempo en más de cuatro siglos ha sido capaz de destrozarle ni borrarle?
¡Qué motivo tan fuerte es este para alentar mi confianza y suplicarte que abriendo el seno de tus piedades, acordándote del amplio poder que te dio la Divina Omnipotencia del Señor, para favorecer a los mortales, te dignes estampar en mi alma la imagen del Altísimo que han borrado mis culpas!
No embarco a tu piedad la grosería de mis perversas costumbres, dígnate sólo mirarme, y ya con esto alentaré mis esperanzas; porque yo no puedo creer que si me miras no se conmuevan tus entrañas sobre el miserable de mí. Mi única esperanza, después de Jesús, eres tú, Sagrada Virgen María. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
jueves, 3 de diciembre de 2009
San Francisco Javier
Fiesta: 03 de Diciembre
Nació en 1506 en la localidad navarra de Javier (España). De familia pudiente, cursó sus estudios en la novedosa universidad de París. Allí coincidió con Íñigo de Loyola, quien minará el ánimo estudiantil de Javier para convencerle finalmente de la temporalidad de los bienes terrenales (“Javier, de qué te sirve ganar el mundo si pierdes tu alma”) y de la ingente labor que quedaba para hacer llegar el menaje de Cristo a todos los pueblos.
De arrolladora energía, trabaja en la fundación de la Compañía de Jesús (los Jesuitas) e inicia una incansable labor de evangelización. Su periplo le llevará por medio mundo, desde el cabo de Buena Esperanza hasta La India o El Japón, dejando profuna huellas en todas las ciudades que pisó. Deseoso de seguir difundiendo el mensaje de Jesús, muere a las puertas de China tal día como hoy en 1552. Es patrón de las misiones y de la Comunidad Foral de Navarra.
Powerpoint sobre San Franciso Javier
miércoles, 2 de diciembre de 2009
Creer en los demás
Cuenta Anthony Robbins cómo en la escuela tuvo un profesor de oratoria que, un buen día, le dijo que quería verle después de la clase. El chico se preguntaba si habría hecho algo malo.
Sin embargo, cuando hablaron, el profesor le dijo: «Señor Robbins, creo que usted tiene condiciones para ser un buen orador, y quiero invitarle a un certamen de oratoria con otras escuelas».
Robbins no pensaba que poseyera ninguna capacidad especial como conferenciante, pero su profesor lo decía con tal seguridad que no dudó en creerle y aceptó. Aquella sencilla intervención de aquel profesor cambió la vida de ese chico, que en pocos años llegó a ser uno de los más valorados talentos de la comunicación, con un gran prestigio internacional. Aquel profesor hizo una cosa pequeña, pero logró cambiar la percepción que ese chico tenía de sí mismo.
A los ojos de los demás
La imagen que cada uno tiene de sí mismo es en gran parte reflejo de lo que los demás piensan sobre nosotros. O, mejor dicho, la imagen que cada uno tiene de sí mismo es en gran parte reflejo de lo que creemos que los demás piensan sobre nosotros.
No puede olvidarse que esa imagen es una componente real de la propia personalidad, que regula en buena parte el acceso a la propia energía interior, o incluso crea esa energía. Es un fenómeno que puede observarse con claridad, por ejemplo, en los deportes. Los entrenadores saben bien que en determinadas situaciones anímicas, sus atletas rinden menos. Cuando una persona sufre un fracaso, o se encuentra ante un ambiente hostil, es fácil que se encuentre desanimado, desvitalizado, falto de energía. En cambio, cuando un equipo juega ante su afición, y ésta le anima con calor, los jugadores se crecen de una forma sorprendente. También lo experimentan los corredores de fondo, o los ciclistas: pueden estar al límite de su resistencia por el cansancio de una carrera muy larga, pero una aclamación del público al doblar una curva parece ponerles alas en los pies.
Tentador
Nuestra energía interior no es un valor constante, sino que depende mucho de lo que pensemos sobre nosotros mismos. Si no me considero capaz de hacer algo, me resultará extraordinariamente costoso hacerlo, si es que llego a hacerlo. Hay que pensar que la opción del desánimo tiene también su poder de seducción, y que el derrotismo y el victimismo se presentan para muchas personas como algo realmente sugestivo y tentador.
Y en esto también se puede adquirir hábito. El tono vital optimista o pesimista, el sesgo favorable o desfavorable con el que vemos nuestra realidad personal, también es algo que en gran parte se aprende, algo en lo que cualquier persona puede adquirir un hábito positivo o negativo.
Sutil diferencia
¿Y no es un poco narcisista esto de pensar tanto en la propia imagen? Podría serlo si no se plantean bien las cosas, pero no tiene por qué ser así. El narcisista sufre porque en realidad no se ama a sí mismo, sino sobre todo a su imagen, de la que acaba siendo un auténtico esclavo. En el momento de elegir entre él mismo y su imagen, acaba en la práctica prefiriendo a su imagen, y ésa es la causa de sus angustias: una atención exagerada a su figura y, como consecuencia, una falta de identificación y afianzamiento en sí mismo. Desarrollar la autoestima, es decir, una equilibrada estimación de uno mismo, es algo muy necesario, para lo que es preciso tener una buena percepción de uno mismo. Si uno confunde eso con dejarse esclavizar por su imagen, equivoca el camino; pero si logra crear una imagen positiva de sus propias capacidades, sin duda éstas rendirán mucho más.
Para ser mejores
Por eso, creer en los demás tiene efectos que muchas veces son sorprendentemente positivos. Todos respondemos conforme a las sinceras expectativas que otros tienen de nosotros. Si probamos durante un tiempo a tratar a alguien con mayor consideración y afecto, a creerle capaz de mejorar su carácter o su rendimiento; si nos esforzamos, en definitiva, por verle con mejores ojos –quizá más inteligente y más capaz de lo que ahora lo vemos–, es bien probable que esa persona acabe siendo mucho mejor de lo que ahora es.
Todos hemos pasado alguna vez por pequeñas crisis, por momentos en los que nos faltaba un poco de fe en nosotros mismos, y quizá entonces encontramos a alguien que creyó en nosotros, que apostó por nosotros, y eso nos hizo crecernos y superar aquella situación. Goethe escribió: trata a un hombre tal como es, y seguirá siendo lo que es; trátalo como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser.
Alfonso Aguiló
interrogantes.net
martes, 1 de diciembre de 2009
Nace Cristo
«Nace Cristo. Esto sucedió una vez, la noche de Belén, pero en la liturgia se repite cada año, en cierto modo se «actúa» cada año. Y asimismo cada año aparece rico de los mismos contenidos divinos y humanos; éstos hasta tal grado sobreabundan, que el hombre no es capaz de abarcarlos todos con una sola mirada; y es difícil encontrar palabras para expresarlos todos juntos.
Incluso nos parece demasiado breve el período litúrgico de Navidad, para detenernos ante este acontecimiento que más presenta las características de mysterium fascinosum, que de mysterium tremendum. Demasiado breve para «gozar» en plenitud de la venida de Cristo, el nacimiento de Dios en la naturaleza humana.
Demasiado breve para desenmarañar cada uno de los hilos de este acontecimiento y de este misterio».
Juan Pablo II
iglesia.org
lunes, 30 de noviembre de 2009
Pobres y libres
La viuda que, bajo la mirada silenciosa de Cristo, echó dos monedas insignificantes –todo lo que tenía– como limosna para el templo de Jerusalén, es una imagen de lo que la Iglesia y cada cristiano podemos y debemos hacer hoy.
En ese pasaje del Evangelio se detuvo Benedicto XVI durante su viaje a Brescia. Muy parecido a la muerte de Jesús –que lo dio todo por la salvación del mundo– “en el gesto de la viuda se concentra todo el amor de aquella mujer por Dios y por los hermanos: no le falta nada y no se le puede añadir nada”.
Recogió luego algunas frases del “Pensamiento en la muerte”, de Pablo VI. Dirigiéndose a la Iglesia, expresaba un deseo que era a la vez un requiebro y una oración: “Que Dios te bendiga, sé consciente de tu naturaleza y de tu misión, ten conciencia de las verdaderas y profundas necesidades de la humanidad; y camina pobre, es decir, libre, siendo fuerte y amando a Cristo". Y el Papa actual quiso subrayar esas últimas palabras: pobre y libre, señalando que “así debe ser la comunidad eclesial para poder hablar a la humanidad contemporánea”.
¿Qué puede querer decir esto cuando todos entendemos que hacen falta ciertos medios para anunciar el Evangelio? Esto no se niega. Sólo se confirma lo que el Concilio Vaticano II quiso expresar, cuando señaló que la Iglesia, “aunque el cumplimiento de su misión exige recursos humanos… reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente” a la vez que “se esfuerza en aliviar sus necesidades y pretende servir en ellos a Cristo” (Constitución sobre la Iglesia, n. 8).
Once años después, en su exhortación sobre la Evangelización en el mundo contemporáneo (1975), Pablo VI explicaba cómo ser “pobre y libre” es una condición para el anuncio del Evangelio: “Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir, mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y desapego de los bienes materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra, de santidad”.
Benedicto XVI ha dicho por activa y por pasiva que la Iglesia debe ser cercana a los pobres y a los que sufren; que todo Obispo –insistió en Camerún– debe ser “el primer defensor de los derechos de los pobres” y que esto es también un deber especial de los fieles laicos. En el último Jueves Santo señaló concretamente: “Si nos convertimos en una sola cosa con Cristo, aprendemos a reconocerlo en los que sufren, en los pobres, en los pequeños de este mundo; entonces llegamos a ser personas que sirven, que reconocen a Sus hermanos y hermanas y que en ellos le encontramos a Él mismo”. El Papa sostiene que es necesario no sólo acercarse a los pobres sino, como hizo Cristo, hacerse pobre para enriquecer a otros con la propia pobreza llena de amor, de modo que la invitación a frenar la voracidad insaciable, el consumo y el ansia de poseer –tan típicos de nuestra época– encuentre, en quienes los denuncian, un testimonio creíble, por la razón de que llevan una vida sencilla y siempre disponible para compartir y ayudar.
No se trata, por tanto, de instalarse en la pobreza como indigencia, que hay que “combatir” (también las pobrezas no materiales que no son menos pobrezas: marginación, pobreza moral y espiritual, etc.), sino de un principio que Benedicto XVI expuso con nitidez en la Jornada mundial de la paz (1-I-2009): “Para combatir la pobreza inicua, que oprime a tantos hombres y mujeres y amenaza la paz de todos, es necesario redescubrir la sobriedad y la solidaridad, como valores evangélicos y al mismo tiempo universales”. Esto tiene una primera condición: “No se puede combatir eficazmente la miseria, si no se hace lo que escribe san Pablo a los Corintios, es decir, si no se intenta ‘hacer igualdad’, reduciendo el desnivel entre quien derrocha lo superfluo y quien no tiene siquiera lo necesario”.
Pobre y libre. Así quería Pablo VI a la Iglesia como consecuencia del amor a Dios y a la humanidad. Pobres y libres deberíamos aspirar a ser todos los cristianos. Cada uno verá el modo en que puede lograrlo, viviendo con lo necesario según su condición. Pero no hay alternativa: o pobres y libres –capaces por eso de atraer a muchos hacia el Evangelio–, o esclavos de la incoherencia.
Ramiro Pellitero
cope.es
Artículo de la semana:
Vengo por ti
Estoy cansado de trabajar y de ver a la misma gente, camino a mi trabajo todos los días, llego a la casa y mi esposa sirvió lo mismo de la c...