sábado, 9 de junio de 2012

¿Por qué existe el Infierno si Dios es tan bueno?

Dios es, infinitamente Bueno, es cierto. Pero Dios es también infinitamente Justo. Todos los atributos de Dios tienen la misma medida: son infinitos.

Mientras vivimos en la tierra es tiempo de la Misericordia Divina. Dios nos perdona todas nuestras faltas -hasta las más graves- cometidas contra El, si nos arrepentimos, si nos confesamos. Estamos en tiempo de Misericordia, mientras estamos aquí. Por eso hay que aprovechar nuestra vida en la tierra como preparación para la otra Vida, la que nos espera después de la muerte. Y allí habrá Vida de felicidad perfecta en el Cielo para los que han amado a Dios aquí en la tierra. O habrá condenación eterna de castigo en el Infierno para los que han rechazado a Dios y mueren en esa condición.

Ahora bien, Dios no destina a nadie al Infierno. La voluntad de Dios es que todos los seres humanos nos salvemos. Depende de cada uno, entonces, el aprovechar o desaprovechar todos los medios que Dios pone a nuestra disposición para que alcancemos la salvación eterna.

¿Cuáles son esos medios? Los Sacramentos, principalmente el Bautismo, la Confesión, la Comunión. Tenemos también la oración ... y tantas otras gracias que Dios nos ofrece para que nos ayuden a llegar al Cielo.
Aprovechemos que éste es el tiempo de la Misericordia Divina. Eso fue lo que Jesucristo dijo a Santa Faustina Kowalska, para que lo comunicara al mundo entero:

Habla al mundo de mi Misericordia, para que toda la humanidad conozca la infinita Misericordia mía. Es la señal de los últimos tiempos. Después de ella vendrá el día de la justicia. Todavía queda tiempo ... Antes de venir como Juez justo, abro de par en par las puertas de mi Misericordia. Quien no quiera pasar por la puerta de mi Misericordia, deberá pasar por la puerta de mi Justicia.

La Justicia de Dios y su Misericordia van a la par. Pero a través de esta Santa de nuestro tiempo nos hace saber que por los momentos, para nosotros, tiene detenida su Justicia para dar paso a su Misericordia. No nos castiga como merecemos por nuestros pecados, ni castiga al mundo como merecen los pecados del mundo, sino que nos ofrece el abismo inmenso de su Misericordia infinita. Pero si no nos abrimos a su Misericordia, tendremos que atenernos a su Justicia.

Jesús también hizo que Santa Faustina conociera el Infierno. He aquí lo que nos informa ella de este lugar de castigo:

Hoy, un Angel me llevó a los precipicios del Infierno. Es un lugar de grandes torturas. ¡Es impresionante el tamaño y la extensión del sitio!

He aquí los tipos de torturas que vi: la pérdida de Dios, el remordimiento de conciencia perpetuo, el saber que esa condición nunca va a cambiar, el fuego que penetra el alma sin destruirla; la permanente oscuridad y un terrible hedor que sofoca, pero, a pesar de la oscuridad, los demonios y las almas de los condenados se ven y ven toda la malignidad, propia y de los demás; la compañía constante de Satanás; la horrible desesperación, el odio a Dios, las palabras horrendas, las maldiciones y las blasfemias.

Estas son las torturas que sufren en general todos los condenados, pero éste no es el fin del sufrimiento. Cada alma pasa por sufrimientos terribles e indescriptibles, relacionados con la manera en que han pecado. Que sepan el pecador que será torturado por toda la eternidad en aquellos sentidos que utilizó para pecar.

He recibido el mandato de Dios de dejar esto por escrito, para que ninguna alma pueda excusarse diciendo que no existe el Infierno ... Yo, la Hermana Faustina, por orden de Dios, he visitado los abismos del Infierno, para poder hablar a las almas sobre esto y para poder dar testimonio de su existencia.

Lo que he escrito es sólo una sombra pálida de las cosas que vi allí. Pero sí noté una cosa: que la mayoría de las almas que están allí son las que se han negado a creer en el Infierno.

homilia.org

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