sábado, 2 de julio de 2011

El Papa firme con la restauración liturgica

En una nota publicada anteriormente se opinaba que el Papa Benedicto XVI lleva adelante la restauración litúrgica en la que está empeñado, no sólo a través de decretos, sino dando el ejemplo en las celebraciones que preside, que debe ser modelo para el mundo entero.

Lo que se ha visto en los últimos días, indica que el Santo Padre está firme como una roca en este asunto, que le ha de costar mucho por la resistencia que suscita; como puede comprobarse al constatar la nula difusión habida en los medios, y la actitud de la mayoría de los sacerdotes que lo ignoran.

Por eso queremos destacar los dos siguientes hechos:

El pasado 8 de Mayo, durante la multitudinaria Misa de despedida al fin de la visita pastoral que el Papa realizó a la ciudad de Venecia, al parecer hubo los ya normales aplausos y ruidos; pero esta vez los organizadores solicitaron se respete la dignidad de la celebración, con las siguientes palabras:

“En el respeto de estos Divinos misterios que estamos celebrando, en comunión con Su Santidad el Papa Benedicto XVI, recojámonos en silencio orante; por tanto, no se aplauda más, ni siquiera durante la homilía, y no se usen las banderas, ni carteles.”



Por otro lado, se recordará que desde la Solemnidad de Corpus Christi de 2009, el Santo Padre administra la sagrada Comunión exclusivamente a fieles arrodillados. Pues bien, en la Misa celebrada en la Solemnidad de la Santísima Trinidad, durante su reciente visita a la República de San Marino, se dispuso que todos los demás asistentes comulgaran en la boca, ¡y si fuera posible, de rodillas!.

Según informan nuestros colegas de Messainlatino, al publicar un reportaje al liturgista de la diócesis:

En la monición preparatoria, luego de pedir que se evitaran los aplausos, las pancartas y los gestos incorrectos durante la santa Misa, se difundió por los altavoces lo siguiente:

"En este Domingo de la Santísima Trinidad, nuestra Iglesia diocesana está unida al Sucesor de san Pedro para la celebración de la Santa Misa, fuente y culmen de la nueva vida en Cristo. Queremos vivir este momento en comunión con la Iglesia Universal presidida en la caridad por su Santidad el Papa Benedicto XVI.
Por esta razón, llamamos ahora la atención sobre el modo en que ha de recibirse la santa Comunión... Los fieles que, habiéndose confesado, estén en estado de gracia y que, por lo tanto, son los únicos que pueden recibir el Santísimo Cuerpo del Señor, se acercarán al ministro que esté próximo.
La Comunión, según la ley universal vigente, será distribuida sólo y exclusivamente sobre la lengua de los fieles; al fin de evitar profanaciones pero, sobre todo, para que se aprenda a tener una cada vez mayor y más alta consideración al Santo Misterio de la Presencia Real de Nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, a nadie le será permitido recibir la Comunión en la mano.
Después de haber hecho la debida reverencia, adoraremos la Hostia que será apoyada sobre nuestra lengua.
Los que no estén impedidos por razones de salud o de espacio, pueden incluso recibirla de rodillas".

Al principio, se menciona "el estar en comunión con el Papa" lo que motiva las directivas dadas respecto de la forma de administrar el Sacramento. Es decir, es el Santo Padre el que está liderando este movimiento litúrgico de restauración que, según ya ha dicho el Cardenal Koch, debería concluir algún día, con un único Rito Romano, cómo ha ocurrido por centurias, hasta 1969.

Nótese también que la fundamentación jurídica de la medida que comentamos, está dada por "la Ley universal vigente", pues nunca ha sido derogada la prohibición de comulgar en la mano, ratificada por el Papa Pablo VI en la Instrucción Memoriale Domini (1969) que dice:

"Así, pues, teniendo en cuenta las advertencias y los consejos de aquellos a quienes “el Espíritu Santo ha puesto como obispos para regir” las Iglesias, en razón de la gravedad del asunto y la fuerza de los argumentos aducidos, al Sumo Pontífice no le ha parecido oportuno mudar el modo hace mucho tiempo recibido de administrar a los fieles la Sagrada Comunión. En consecuencia la Sede Apostólica exhorta vehementemente a los obispos, sacerdotes y fieles a que se sometan diligentemente a la ley ya vigente y otra vez confirmada, tomando en consideración el juicio dado por la mayor parte del Episcopado católico, la forma empleada por el rito actual de la Sagrada liturgia y también el bien común de la misma Iglesia".

Sin embargo, en este mismo documento se prevé a continuación, que las Conferencias Episcopales puedan pedir un indulto que permita a los fieles comulgar en la mano, allí donde la costumbre esté ya arraigada (¡en ningún lado podía haber costumbre "arraigada! Había sí, rebelión litúrgica en grupúsculos holandeses, alemanes y franceses).

Parece mentira que esta excepción, que se consiguió del Papa haciéndole creer que no sería obedecido -principalmente por los rebeldes holandeses y alemanes-, vino a convertirse en regla, relegando al olvido, en amplísimos sectores de la Iglesia, el modo TRADICIONAL de comulgar. Pues ha de saberse que el administrar la sagrada Comunión en la mano de los fieles, además de potencialmente sacrílego, NO ES TRADICIONAL, es decir, no es propiamente litúrgico, pues nada puede haber que lo sea sin pertenecer a la Tradición.

Hoy sí que esta nefasta costumbre, no pedida por los fieles sino impulsada por los mismos obispos y sacerdotes, está arraigada; sobre todo en la mente y en la intención de los pastores, como que en la misma santa Misa de que hablamos, el periodísta Magdi Cristiano Allam (musulmán convertido) ¡vio a un sacerdote administrar la Comunión en la mano a un fiel, a pesar de la advertencia inicial!. Es decir, a Benedicto XVI le va a resultar costosísimo seguir en este camino de verdadera doctrina.

Por eso, pidamos la poderosa intercesión de la Santísima Virgen María, a fin de que el Santo Padre se mantenga firme, como la Roca sobre la que está asentado su poder, en la restauración de la verdadera liturgia, piedra angular de la Catolicidad.

Oremus pro Pontifice nostro Benedicto, Dominus conservet eum, et vivificet eum, et beatum faciat eum in terra, et non tradat eum in animam inimicorum eius. Amen.

Oremos por nuestro Pontífice Benedicto, que el Señor lo conserve y lo guarde, le dé larga vida, lo haga dichoso en la tierra, y no lo entregue en manos de sus enemigos. Amén.

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