lunes, 7 de septiembre de 2009

Entrar en el descanso de Dios

San Agustín
«Y vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno... Y descansó el día séptimo de todo el trabajo que había hecho» (Gn 1,31-2,2). Vemos que las obras de Dios son buenas, y si nuestras obras son también buenas después veremos su descanso. La observancia del sábado es un signo de este descanso que Dios prescribió al pueblo hebreo. Pero lo practicaban de una manera tan material que incriminaban a nuestro Señor al ver que, entonces, el Señor obraba nuestra salvación. Eso les valió esta respuesta perfectamente justa: «Mi Padre sigue actuando y yo también actúo» (Jn 5,17), no tan solo gobernando toda la creación juntamente con él, sino realizando nuestra salvación.

Pero cuando la gracia ha sido revelada, a los fieles se les ha quitado la observancia del sábado que tan solo consistía en el descanso de un día. Mientras que, ahora por la gracia, el cristiano observa un descanso perpetuo si todo lo que hace de bueno lo hace con la esperanza del descanso que ha de venir y si no se gloría de sus buenas obras como si fueran un bien propio y no algo recibido. Actuando así y recibiendo y contemplando el sacramento del bautismo como un sábado, es decir, como el descanso del Señor en su sepulcro (Rm 6,4) descansa de sus obras antiguas, anda por los caminos de una vida nueva y reconoce que Dios obra en él: Dios que, al mismo tiempo actúa en él y gobierna sus criaturas como es debido, y descansa en cuanto que en él se halla la tranquilidad eterna.

Dios ni se cansó creando ni descansa al cesar la creación; sino que a través del lenguaje de la Santa Escritura ha querido inspirarnos el deseo de su descanso... Ha querido santificar este día... como si, aún para él que no se fatiga actuando, el descanso tuviera más valor que la acción. Es esto lo que nos enseña el Evangelio cuando el Salvador dice que María, al sentarse y descansar a sus pies para escuchar su palabra, escogió una parte mejor que la de Marta, aunque ésta se apresurara a hacer buenas obras en vista del servicio (Lc 10,39s).

evangelizo.org

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